Cada uno casado felizmente, pero desde aquel lejano encuentro que supuso su promoción inmediata en la empresa, siempre fieles a sus encuentros sexuales
Roberto y yo continuamos nuestra relación, encontrándonos en las tardes tres o cuatro veces por semana. Eventualmente él alquiló un departamentito que tenemos lleno de sábanas de seda, juguetes sexuales, disfraces y otras cositas. Roberto también arregla los viajes de negocios y las conferencias y compartimos la habitación tantas veces como nos es posible.