Ahora la más tierna de las tres hermanas estaba disfrutando de un doble desvirgamiento en toda regla: penetración vaginal, penetración anal, dos enormes falos largos y gruesos que entraban y salían de su carne sin parar.
Sorbió y chupó, haciendo salir y entrar el bultito de carne de su boca, tan rápido que la vista no podía contarlo, tan rápido que Pétalo alcanzó por fin su primer orgasmo y se corrió gritando en los labios, en los dientes, en la lengua maestra de su querida hermana.
Pétalo comenzó a estrujarse los pechos entre sus manos, no se atrevía a más, por si la sorprendían con las manos en la masa. Incluso pellizcarse los pezones hasta ponérselos tirantes le pareció peligroso.