Tras intimar a través de Internet, había llegado la excitante hora de conocerse en persona en el parking del aeropuerto
Para ese entonces, yo había perdido completamente la razón y no quería que parara. Creo que mis gemidos la asustaron un poco, porque mientras subía y bajaba por mi vagina con la palma de su mano, esparciendo mis jugos por todos lados, dejo de chuparme los pezones, para subir a mi boca y silenciarme un poco.