Era la mujer más hermosa que jamás había visto y era su masajista la que se iba a encargar de relajarle
A duras penas, consiguió que me tumbara en una camilla escamoteable que salía de un mueble del armario. Me estaba mandando desnudarme pero no entendía ni jota de lo que me estaba tratando de decirme, así que fue ella la que me intento desvestir.