relatos eróticos follar sobrina

6 relatos

Mi adorable sobrina II

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Este es el segundo encuentro que tuve con mi sobrina, unos meses después de haber ocurrido lo anterior descrito, ya que había pasado eso entre mi sobrina y yo, me asustaba la idea de que ella le dijera a mi hermana, pero pasaron las semanas, dos para ser exactos, y no ocurría nada pensé que lo que había ocurrido era pasajero

Mi sobrina Eva

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Contemplé el cuadro que formaba yaciendo empapada con los brazos en cruz y comprendí que ya no podía evadirme más y que iba a comenzar a hacer el amor a mi sobrina Eva, con las inevitables consecuencias que ello iba a acarrear.

Pasión por mi sobrina II

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De pronto una de sus manos se va en busca de mi verga, la que bajo el pantalón ha crecido a dimensiones lógicas de presumir. Pero pasado un instante, suelta mi instrumento y vuelve a apretar el posamanos, quizás intimidada por lo atrevido de su gesto o tal vez sorprendida por el tamaño de mi sexo.

Pasión por mi sobrina I

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Como resultado de su paso de niña a mujer ella lucía ahora la plenitud de sus formas juveniles, que me embrujaron y se clavaron en mis sentidos cuando la brisa de su paso por mi lado me envolvió con su perfume suave y fresco.

Mis sobrina y su primera vez

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En ese entonces contaba con 35 años y era el menor de una familia de ocho hermanos, todos casados sin embargo sin la fortuna de tener hijos pues mi mujer no había podido lo que fue el detonante para el divorcio, de mis siete hermanos y hermanas surgieron 16 sobrinos, 9 varoncitos y siete hermosas niñas, la más pequeña era sarita la cual contaba con siete años, de ahí seguían Lucia y Guadalupe con nueve años, Sofía de 10, Verónica de 11 y Susana y Daniela de catorce años; yo los quería a cada uno de ellos por igual y nunca me había pasado por la mente lo que a continuación detallo.

Mi sobrina Sandra I

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Cuando la conocí me hice muchas fantasías, pero nunca pensé en una posibilidad como la que estoy viviendo: poseerla. En mis sueños ella se enamoraba de mí y vivíamos un romance hermoso y pletórico de besos y abrazos, en el que no había sexo, ya que esa posibilidad estaba absolutamente fuera toda posibilidad.