¿Te gusta? Me preguntaba acariciando mis pelotas y abdomen con sus manos, haciendo que me fuese calentando y animando.
Pasaron unos minutos, y ambos seguíamos en la misma posición, ambos simulando que estábamos meando. Nos mirábamos, pero ninguno se decidía a dar el paso, él me miraba a los ojos, como diciéndome ¿quieres esta verga? Claro que la quería.