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Atada y humillada

Antes de subir a mi piso llame a mi vecina, que me presto un pantalón y una camisa, guardando mis ropas sucias en una bolsa, me preguntó que había pasado, yo solo la pude decir que había sido maravilloso, que mañana la contaría, prometiéndome ella contarme que tal la había ido con su chico.

Me deje dominar… y ¡disfrute!

Le he mamado en múltiples ocasiones la polla a mi marido, a él como a todos los hombres, yo creo, le gusta que se la chupen, nunca me ha gustado que eyaculen en mi boca y las pocas veces que lo ha hecho he tenido que salir corriendo a escupirlo todo. ¿Querrá hacerlo en mi boca?, no, no quiero, si me lo pide le diré que no, pensaba mientras comenzaba a introducir su sexo en mi boca y a subir y bajar la cabeza rítmicamente, mientras se la sujetaba con mi mano derecha.