La conocí en el casino
Poco a poco fui viendo su abundante pelambrera. Parecía su coño una selva de lo frondosa que estaba. Pelos rizados, abundantes, negros y duros. Metí la mano por debajo, un poco a ciegas, y noté que estaba encharcada. Dio un alarido espeluznante. Le había rozado la vagina.