Mírame y no me toques II: Puentes oculares
Luego de media hora de ser el gato de su ventana, vi que dentro de la habitación surgía una chispa, y mientras pensaba ensimismado que así debió haber sido la chispa que dio inicio al universo y que hube quedado en trance con la flama, me dio por alzar la vista y me encontré con sus ojos, fijos, inclementes, abrasivos.