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Mírame y no me toques II: Puentes oculares

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Luego de media hora de ser el gato de su ventana, vi que dentro de la habitación surgía una chispa, y mientras pensaba ensimismado que así debió haber sido la chispa que dio inicio al universo y que hube quedado en trance con la flama, me dio por alzar la vista y me encontré con sus ojos, fijos, inclementes, abrasivos.

Rosa

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La dueña de un gimnasio, una mujer de formidable físico, tiene dos "perritas" amaestradas que satisfacen y apaciguan sus ardores.