El despertar de Viki

Esa noche habías salido con tus amigas a tomar una copa y a bailar, ya no eras una niña.

A tus treinta años tu cuerpo estaba formado y bien formado que estaba.

Bajo ese fino vestido de verano se podían apreciar unos pechos muy sugerentes y un culo respingón. Tu bonita cara, hacía un conjunto perfecto.

Yo estaba en la barra y te acercaste a pedir. Tu olor me subyugó en el momento y te pregunté si podía invitarte. Me dijiste que sí y comenzamos a hablar.

Eras una chica con una buena conversación, pero yo esa noche había salido a cazar, quería alguien a quien pudiese gozar y me hiciese gozar.

Tras unos minutos, me dejaste al cuidado de tu combinado y fuiste con tus amigas. Aproveché para echarte en él un somnífero ligero, no te quería atontada, quería que tu cuerpo y tu mente sintiesen en todo momento y quería que fueses tú, quien me rogaras.

Yo me relamía pensando todo lo que haría contigo, todo el placer que te daría y todo el placer que me darías tú a mí. Tu voz me sacó de mi ensoñación y seguimos conversando. Al rato te sentiste un poco mareada y te dije que te llevaría a casa, tu aceptaste encantada.

Al salir te sujeté por tus caderas y te llevé al coche, te senté en el asiento del copiloto y casi antes de arrancar ya estabas dormida. Entre en mi casa por el garaje y con mucho cuidado te llevé dentro de ella.

Despiertas medio atontada, sin saber dónde estás. Tus manos están completamente estiradas y estás atada a algo que no te deja mover. Tus piernas completamente abiertas y atadas también.

El frio del lugar te dice que estas desnuda. Tu sexo está elevado y expuesto, debajo de tu culo hay algo suave, posiblemente alguna almohada. Tus ojos tapados no te dejan ver nada.

Sientes temor ¿cómo he llegado aquí? Piensas.

Un ruido te sorprende, es una puerta que se queja al abrirse, intentas hablar y te das cuenta de que algo te lo impide. Una bola, tienes una bola de goma en la boca. Ahora entiendes el ligero dolor en tu mandíbula.

Alguien se acerca lentamente, muy lentamente, no habla, no dice nada, solo se acerca. Notas algo suave recorrer tu cuerpo, posiblemente una pluma. Tu piel se eriza y tú te sorprendes, no quieres que eso pase, pero pasa.

La pluma sube hasta tu cara y se mueve por ella, mil sensaciones recorren tu cuerpo. Notas como se yerguen tus pezones y como tu sexo se empieza a mojar. Intentas moverte, pero solamente puedes retorcerte un poco.

La pluma juega sobre tu cara, detrás de tus orejas, sobre tu cuello. El calor empieza a invadir tu cuerpo. Sientes un extraño placer con las caricias.

Tu miedo ha desaparecido, sabes que no pretenden hacerte daño, eso te tranquiliza y te relaja.

La pluma sigue su camino bordeando tus pechos, acariciando tus pezones que nunca estuvieron tan duros. Lenta, e, imparable, acaricia esa tersa y suave piel haciendo que tus pezones casi te duelan por la excitación.

Tus brazos se tensan por el placer y tu sexo ya es una pequeña fuente, notas como una gota de flujo resbala hacia tu ano, produciéndote unas leves cosquillas.

Tus piernas tensan sus ataduras, quien sea puede ver tu excitación y tu humedad y eso te excita más. Nunca habías estado así de expuesta ante nadie, pero la sensación te produce mucho morbo. Dejas que tu cuerpo goce y esperas.

La pluma, esa maravillosa pluma, sigue inexorable su camino por tu cuerpo. Se desliza por tu vientre y recorre tu cintura en un caminar tan lento que te desespera. Quieres que llegue a tu sexo y ver qué pasa, que nuevo placer te produce.

Tu sexo ya mana como una fuente y aunque no puedes verlo, bajo él, hay un pequeño charquito sobre el colchón. Deseas que la pluma acaricie tu sexo y deseas ser penetrada, estas ansiosa como nunca lo estuviste.

Maldición, la pluma saltó de tu sexo hasta tus pies y los recorre sin ninguna prisa, tu excitación crece, el interior de tus muslos es uno de tus puntos erógenos y así lo recibe tu cerebro.

La pluma sube lenta entre tus muslos hasta casi tocar tu sexo, pero no llega, nunca llega y te desesperas. Baja hasta los dedos de los pies, se recrea en ellos y vuelve a subir. ¿Habrá suerte esta vez? Nooo, esta vez también volvió a bajar sin llegar a tu sexo.

Te desesperas y tensas las cuerdas de tus manos y de tus pies, tu excitación está al máximo y sin tocar tu sexo, tienes el orgasmo muy cerca, lo notas como va llegando lentamente.

Es la tercera vez que esa maldita y bendita pluma se salta tu sexo, sexo ya abierto y húmedo, brillante y oloroso, sexo de hembra en celo.

Por fin la pluma se para, tú estás atenta, escuchando, quieres ser penetrada, poseída, deseas que te calmen esa excitación.

Por fin, la pluma recorre con suma lentitud el canal que forman los labios de tu sexo y todo explota en ti, convulsionas, gimes y gritas, ahogada por la bola.

Tu cuerpo convulsiona y el orgasmo se apodera de ti. Lo notas como devasta tu cuerpo, como se apodera de tus sentidos, como explota en mil alfileres que quieren salir de tu cuerpo. Como tus pezones están a punto de explotar también.

Lentamente sueltan la bola de tu boca. Nadie dice nada. Jadeas y respiras con rapidez, el orgasmo ha sido devastador. Escuchas unos pasos que se alejan.

Espera, espera, fóllame, fóllame, por favor. Estas palabras salen de tu boca y de lo más hondo de tu cuerpo.

Nadie te responde y escuchas como los pasos lentamente se alejan de ti. Estas muy excitada, no puedes tocarte, solamente soñar. Eso haces, sueñas, sueñas que eres poseída con fuerza, con ganas, te gustaría que fuese así, sentirte totalmente dominada y usada.

Despiertas de rodillas, estás atada, las manos al techo y tus rodillas abiertas encajadas en el suelo. Al menos tuvieron la deferencia de poner un cojín bajo cada una. No escuchas nada, no ves nada tu boca está abierta, pero esta vez el artilugio es diferente, por el puedes respirar.

Esa pluma, esa bendita y maldita pluma, vuelve a recorrer tus pechos, no la has oído llegar, no la puedes ver, pero la sientes, la sientes recorrer tus pezones, pezones que están excitados y duros.

La pluma deja paso a una mano que amasa tu pecho para posteriormente apretar tu pezón, la fuerza es la justa para producir un leve dolor.

La pluma sigue recorriendo tu cuerpo, te acaricia las nalgas, tu entrepierna y tu sexo. El interior de tus muslos arde al ser recorrido por la pluma. Tu excitación está al máximo.

  • Fogaaee, foogaaee

Gritas, pero es inentendible tu frase. Algo caliente y duro se cuela entre tus piernas, una mano tira de tu pelo volviendo tu cabeza hacia atrás. Sientes el calor de la polla entre los labios de tu coño y te mueves buscando que te penetre, llevas mucho tiempo deseando ser penetrada.

Lo que crees una polla se encaja entre tus labios, acariciándolos adelante y atrás.

Te retuerces, intentas cerrar tus piernas para atrapar esa barra caliente que has bañado con tus jugos. La notas tocando el interior de tu sexo, deseas sentarte en ella, clavártela hasta el fondo, sentirte llena y explotar con ella dentro.

Tiran fuerte de tu coleta tensando tu espalda, te gusta, ya que sientes, como una pequeña porción de esa cosa caliente y dura ha entrado dentro de ti. Gimes y te relajas.

Sientes como a la vez que tu pelo se tensa, esa, ya no tienes dudas, esa polla se abre camino dentro de ti. La notas avanzar lenta e imparable abriendo tu sexo hasta que los huevos chocan con tu culo.

Te mueves, quieres que te den con fuerza, con mucha fuerza, quieres ser destrozada. Pero no, tu cabeza arqueada y tu cuerpo tenso van notando como esa polla entra muy lento, sale muy lento y sigue así, sin prisa. Tu sexo arde y tu boca está seca. Esa polla en su lento caminar te está volviendo loca.

La notas rozar contra las paredes de tu coño en su extrema lentitud. El placer te invade y te dejas ir, la bañas con tus jugos y disfrutas de su roce.

Sigue lenta, imparable, tu cuero cabelludo te duele y ese dolor te da placer. La polla sigue entrando y saliendo de ti, tan lento que te parece haber estado todo el día con ella dentro.

Te agitas buscando más placer y que este llegue más rápido, pero, no, la polla sigue lenta, extremadamente lenta. Notas como otra vez arde tu coño, como se estrecha y como él aprieta esa polla queriendo ordeñarla.

Cuando estas a punto de correrte. Tus dos pezones son apretados con fuerza, con mucha fuerza y ese dolor que se torna en placer te hace convulsionar, temblar, estas al borde de desmayarte.

El placer que has recibido, nunca jamás lo alcanzaste y quedas colgando de las cadenas con los pezones oprimidos y temblando como una pluma, la pluma con la que empezó todo.

Poco a poco recobras el poder sobre tus músculos, sobre tu cuerpo y notas como la polla sigue lenta imparable. Te dejas llevar por el placer y empiezas a sentir un orgasmo detrás de otro, como una cascada sin fin, hasta que pierdes la noción de todo y la noche se hace en ti.

Sientes calor en tus pechos, mientras recobras la conciencia. Poco a poco vas notando unas manos que abrazan tus dos pechos, los aprietan, pero con la fuerza justa. Tú cuerpo está tan excitado que esa presión te produce un cosquilleo.

Cuando los dedos de esa persona aprietan tus pezones, te das cuenta de que estás suspendida del techo, solamente las puntas de tus pies tocan el suelo.

Esa leve presión en tus pezones te produce un cosquilleo que se junta entre tus piernas, produciendo mil sensaciones nerviosas.

Intentas cerrar las piernas para aguantar el placer, pero te es imposible, están atadas, abiertas y exponiendo tu sexo. Quieres que esos dedos que te rozan te penetren y gritas, pero solo sale un agg de tu boca

Las manos abandonan tus pechos y bajan hasta tu culo. Lo recorren lento, se adentran entre el canal que forman tus nalgas y acarician tu ano.

Van hasta tu sexo, se mojan en él y vuelven a acariciarlo, sin prisa, te desesperas. Aunque tú boca está ocupada por la bola, gimes, te retuerces y tiras de tus cadenas.

Levantas la cabeza entre tus manos intentando poder ver u oír algo, pero es inútil, no puedes ni ver ni oír nada, solo sentir. Sientes el calor de un cuerpo tras de ti, a la vez que las manos ahora han buscado tu sexo y lo acarician muy lentamente.

Los dedos circulan entre tus labios aprovechando la humedad te acarician despacio. Buscan tu excitación y lo consiguen, te excitas, quieres ser penetrada, lo deseas, lo anhelas, lo gritas, aunque queda nuevamente ahogado por la bola.

Estás desesperada, el orgasmo se acerca, pero se mantiene ahí, muy cerca, no llega y tú quieres explotar. Las cadenas se van aflojando y tus pies por fin tocan el suelo, tus brazos van cayendo hasta pegarse a tus caderas.

Sueltan la bola de tu boca y sientes un gran alivio. Pero esa bola es sustituida por una abrazadera que abre tu boca. Tú boca está abierta y en medio de ese artilugio hay un agujero. Te empujan hasta que tocas el suelo con tus rodillas. Sabes lo que viene ahora y no te parece mal.

Algo blando y suave se pasea por tus labios, sacas tu lengua buscando esa polla. Sabes que es una polla por qué pudiste recoger un poco de líquido preseminal con tu lengua.

Tú lengua toca la punta de esa polla y la lame como un perrito. La polla entra lentamente en tu boca, despacio la va llenando hasta tocar tu campanilla. Se retira a la vez que tú arcada sube desde tu estómago a la boca.

Nuevamente vuelve a la carga. Está vez solo entra el capullo, pero te notas llena, es una polla gorda y venosa. La polla tantea tu boca llenándola, entra y sale de ti, lentamente.

Tras unos minutos una mano sujeta tu cabeza, la sujeta con fuerza y esta vez entra en ti con más furia, te está follando la boca.

Lo hace despacio, pero tus arcadas, cada vez son más continuas. Sale de ti llevando con él una gran cantidad de babas que discurren por tus pechos bajando hasta tu sexo. Sin pausa, entra y sale de ti, entra y sale despacio.

Un empujón de sus caderas lleva esa polla hasta el final de tu boca y traspasa tu garganta. Tú arcada es mayor que la anterior y un chorrito de flujo escapa de tu sexo. El hombre acelera la follada

La polla entra hasta tu garganta follándola y cortándote el aire, se mantiene unos segundos y se retira para que puedas respirar. Tus ojos están llenos de lágrimas y tus pechos de babas.

Tú coño llora, mientras chorritos de flujo salen de el a cada arcada. Nunca te había pasado pero el orgasmo está cerca y llega, llega explotando en tu sexo a la vez que tú asfixia casi es total, tus ojos se nublan y cuando crees perder el conocimiento, se retira para dejar que el aire llene tus pulmones. Abres la boca y respiras, respiras y buscas el aire que te falta, sintiendo como tú sexo mana como una fuente.

Las cadenas se van aflojando hasta que tus manos tocan el suelo. Las atan delante de ti y quedas en la posición del perrito.

Un azote más bien flojito se para en tu nalga derecha y otro en la izquierda. Esa misma polla que te follo la boca y te llevó al éxtasis se refriega entre tus piernas, azota tu clítoris como si fuese una porra y te hace gemir como una buena perra.

Ahora sí que eres una fuente. La polla entra en ti sin ninguna dificultad, abre las paredes de tu sexo llenándolo, es una polla gorda que te llena entera. Se mueve con fuerza, entra de una y sale muy lento, entra y sale.

Tú gritas cada vez que entra, estira de tu pelo y gritas, estás inundada. Un azote fuerte se posa en tu nalga y el ritmo acelera. Sujeto a tus caderas el hombre te da con fuerza, otro azote y la fuerza es mayor.

Tus ojos se vuelven blancos y apoyas la cabeza en el suelo, te están reventando el coño como nunca. Tus orgasmos cada vez son más continuos y más fuertes.

De repente notas como esa polla te ensarta con fuerza, te alza del suelo y te llena. Notas como el semen sale a borbotones llenando tu sexo. No puedes más y te dejas caer en el suelo llena aún de esa polla que te ha vuelto loca.

Te quitan el prisionero de la boca y aflojan tus caderas, buscas La postura cómoda y te dejas ir en un sueño profundo.

Despiertas medio atontada, sigues sin ver ni oír, estas atada, pero puedes moverte y tu boca esta libre. Sientes un extraño calor en tu cuerpo y la sangre te hierve, nunca estuviste tan excitada. No sabias como habías llegado ahí, a esa situación. Pero hasta ahora, habías recibido tanto placer en esas horas como en toda tu vida.

Buscabas aguzando los sentidos que aun tenías, alguna señal, pero nada, solamente sentías tu cuerpo desnudo. Subiste la mano a tus pezones y los encontraste duros, duros como nunca los habías tenido. Esa misma mano bajó hasta tu sexo y lo encontró totalmente encharcado. A ti te costaba lubricar y, sin embargo, ahora estabas encharcada.

Recordabas haber hablado con alguien en la discoteca, pero tus recuerdos se perdían ahí. Luego si, luego recordabas haber experimentado los mayores y más duraderos placeres de toda tu vida.

Sabias que te habías corrido tantas veces que perdiste el conocimiento, cuando tu creías que un orgasmo ya te era difícil de conseguir. Rememorabas, como te habías corrido con esa polla en la boca y como tu sexo fue llenado por ella en su totalidad, no era muy grande, pero si gorda.

En estas estabas cuando las cadenas de tus manos se tensaron, tu cuerpo se elevó hasta quedar de pie con las manos estiradas. Un ruido anunció que estaban moviendo algo pesado, aun con los oídos tapados, pudiste notarlo.

Te sentó al borde de lo que parecía una mesa, ató tus piernas a las patas de esta y lentamente las cadenas se fueron destensando. Te tumbó en esa mesa, dejando tu sexo totalmente expuesto y ató tus manos al final de la mesa.

Tu cuerpo estaba rígido, estabas alerta, hasta que sentiste cierto calor en el interior de tu muslo derecho. Una lengua, era una lengua, recorriendo el interior de tu sexo.

Lo hacía muy despacio a la vez que te mordía suavemente ese lugar que era tu perdición. Un brillo apareció en tu sexo, entre tus labios, esto denotaba tu excitación.

Milímetro a milímetro esa lengua fue ascendiendo a la vez que sentías la suave presión de los dientes. Tú excitación aumentaba y la notabas llegar a tu sexo, querías que te lamiera, que te chupara, que te rompiera, lo querías todo.

Tú cuerpo se retorcía pidiendo y buscando ese placer que creías cercano. Pero en un quiebro la lengua cambió de muslo y empezó a bajar

– noooo- gritaste, por favor, por favor.

Pero nadie te escuchó y la lengua siguió bajando lentamente, así, despacio llegó hasta tu tobillo y volvió cambiar de pierna. Al llegar a tu rodilla gritaste, gritaste muy fuerte. Estabas tensa, muy tensa, excitada, muy excitada, deseabas, anhelabas esa lengua, querías vaciarte

  • Cómeme el coño, por favor, cómemelo

Inexorable la lengua,continuaba su lento camino, está vez al llegar a tu sexo lo lamió de abajo arriba. Jadeaste deseando que se parase ahí, que te volviera loca que se comiera tu sexo. Pero igual que la otra vez descendió muy lento por tu pierna. Tus lágrimas de impotencia discurrían por tu cara, bajaban generosas haciendo un surco en tu cara.

  • Por favor, por favor, cómeme el coño y seré tuya, podrás hacer conmigo lo que quieras, pero por favor cómemelo

La lengua subió, esta vez algo más rápida hasta tu sexo. Tú cuerpo se tensaba deseando que esa lengua se posara en tu sexo. Deseabas ser destrozada, lamida, mordida, follada. Por eso gritabas.

  • Por favor, por favor.

Por fin la lengua pasó entre tus labios que se abrieron a ella como una flor carnívora en busca del mosquito. La punta de la lengua rozó tu clítoris y creíste morir, te relajaste y te dejaste ir.

El orgasmo fue fuerte e intenso, te dejó completamente rendida. La lengua no paraba y tú no podías disfrutar del todo de ese tan ansiado orgasmo.

No podías ni querías moverte y te dejaste hacer. De repente los labios rodearon tu clítoris, lo sorbieron y lo chuparon como si fuese una pequeña polla.

El placer era increíble, nunca lo habías sentido y en ese momento deseaste que el tiempo quedará parado para siempre. Nuevamente la punta de la lengua lamía tu clítoris, pero aún te perduraba el placer del momento anterior.

Notaste como unos dedos entraban en ti para salir hacia tu culito. Un dedo entro sin dificultad, esto hizo que el placer en tu cuerpo aumentara. Pero cuando un segundo dedo entro en ti, te retorciste sobre tus cadenas.

  • Siiiii

Nuevamente los labios se apoderaron de tu clítoris, lo sorbieron, lo chuparon, a la vez que esos dos dedos te volvían loca.

  • No pares, no pares.

A la vez que ese hombre sorbía tu clítoris, metía los dedos y los sacaba, tan lento que te hacía sentir un nuevo placer.

El placer de la excitación, de lo deseado, de lo anhelado. Notabas el orgasmo llegar, era fuerte, te iba a destrozar pero lo querías, lo deseabas y llegó.

  • Siii cabrón, siiii joder, joderrr, jodeeer

A la vez que el orgasmo llegaba, tu cuerpo soltaba un gran chorro. Pensaste que te habías meado, pero no, era tú primer squirt. Te dejaste caer sobre la mesa, mientras los dedos seguían entrando y saliendo, abriéndose dentro de ti, abriendo tu esfínter.

Tuviste unos pocos minutos de relax donde tú cuerpo tembló de placer y donde saboreaste está vez sí, tú tremendo orgasmo.

Notaste como ataban tus codos a tus rodillas. Ahora sí que estabas realmente expuesta, tu sexo y tú culo estaban expuestos. Notaste algo duro en la entrada de tu culo.

  • Cuidado por favor, ten cuidado, no lo hice muchas veces por ahí.

Tu sabías que era la tercera vez y que las dos anteriores tuviste que desistir por el dolor.

Pero está vez, está vez notaste como te lubricaban y como el capullo entraba sin apenas dificultad. Esa polla gorda avanzaba muy lentamente, hasta que notaste chocar los huevos contra tu culo. Había entrado entera y te producía un placer extraño al abrir las paredes de tu culo.

Cuando empezó a moverse, sujeto a tus rodillas, el dolor y el placer fueron a la contra, más placer y menos dolor. Te gustaba, te estabas volviendo loca.

  • Más fuerte cabrón, más fuerte, rómpeme el culo .

Por una vez te hizo caso y te dio fuerte muy fuerte, con todas sus ganas. El camino fue corto, pero cuando notaste su esperma dentro de ti, tú cuerpo volvió a ser una fuente, regándolo a el y regándote tu.

Tú cara de satisfacción reflejaba tú placer.

  • Joder, joder

Alguien te acercó una pajita dentro de un vaso de agua. Bebiste con avidez tenías hambre y sed.

Quedaste profundamente dormida.

Apareciste tumbada en el rellano de la escalera, eran las tres de la mañana, pero del día siguiente. Abriste la puerta de tu casa y entraste, aún te temblaban las piernas y tu coño te palpitaba.

El despertar de Viki.