Allí me invitó a 2 cubalibres, que terminaron por colocarme por completo. Cuando vio como me tenía, me dijo que era mejor que nos fuéramos, y así lo hicimos. Me iba llevando hacia su casa, por el camino, se iba aprovechando de mí, metiéndome mano, morreándome, hasta ponerme bien cachondo.
Eran ya más de las 3 de la tarde cuando despertamos. Notaba como me acariciaba el culo con su mano, y así, poco a poco fui despertando.
Cuando accedimos al pequeño claro que quedaba entre aquellos matorrales, la visión que tuvimos fue de campeonato. Allí se encontraba el viejo de pie, sin los pantalones, con aquella tremenda polla, ensartada en la boca del jovencito, que desnudo como dios lo trajo al mundo, se hallaba a cuatro patas, y siendo montado por el perro del viejo.
Cada vez que me mordía el cuello y nuca, hacía que se me pusieran los pezones de mis tetillas, duros y excitados, a tope; hasta la polla la tenía ya tiesa y dura de nuevo, y el culito, pedía guerra.