Tortura en el poste engrasado
En la celda número 5 pude contemplar un interesante espectáculo… Era una celda larga y estrecha, con poca luz.
Una gruesa viga de madera muy pulida, de unos 4 m. la atravesaba de extremo a extremo formando una rampa inclinada desde el suelo hasta una altura de un metro y medio aproximadamente.
La madera brillaba y parecía haber sido untada con alguna sustancia resbaladiza, que bien podía ser grasa.
Casi al principio, en la parte baja de la gruesa viga, había una chica muy joven, bastante atractiva, completamente desnuda… Estaba atada y severamente amordazada… Tenía las piernas dobladas y los tobillos cruzados sujetos estrechamente a las muñecas, mediante cuerdas.
Más cuerdas mantenían los codos pegados uno al otro y una barra metálica le separaba las rodillas.
Una última cuerda, muy tensa, unía por atrás la correa que fijaba la mordaza a los tobillos, obligando a la cabeza hacia atrás.
A la muchacha no le quedaba más remedio que mirar fijamente al frente.
La larga melena rubia le caía sobre los hombros y espalda, llegando incluso a los pechos.
El único punto de contacto con la gruesa viga de madera engrasada era el vientre, el pubis y el interior de los muslos.
Viendo el ceñido cinturón, adivine la correa escondida que se perdía entre las nalgas y la sellaba con sendos consoladores de caucho, uno metido en su coño y otro en su ano.
El guía me explico la situación:
– “Como puede apreciar, hay un reloj en lo alto de la viga y la alarma está conectada para las ocho… Dentro justo de una hora… La chica que ve está aquí desde las cinco… La viga está engrasada al igual que la esclava… La inclinación de la viga es la justa para que pueda apenas progresar hacia arriba, pero le aseguro que es muy difícil… Lo normal es que avance unos centímetros y de inmediato resbale hacia atrás.”
“La grasa pone las cosas muy complicadas… También he de decirle que el par de consoladores que le metí, uno en el coño y otro en el culo, son parte responsables de sus continuos fracasos”
“Como imaginará, sus contorsiones contra la madera en el desesperado intento por ascender, trabajan en su contra… El orgasmo le llega inevitablemente cada cierto intervalo de tiempo, debilitando su fuerza y haciéndola resbalar hacia abajo.”
“Esto es lo que le sucedió hace apenas un cuarto de hora, cuando estaba a poco menos de un par de palmos de llegar al extremo.”
“Se me olvidaba decirle que el interés por la que esta esclava se empeña en llegar al extremo de la viga es para apagar las alarmas del reloj con sus tetas.”
“¿Y por qué ese interés tan grande?… La respuesta es muy sencilla… En la salita de al lado espera un hombre armado con un látigo de bueyes y una fusta de montar caballos… Entrará al oír la alarma… A partir de este instante, podrá utilizar a la chica como le plazca pero siempre con la condición de azotarla al terminar.”
“El número de latigazos vendrá determinado por la posición del cinturón respecto a la viga… Fíjese que a viga tiene unas marcas de extremo a extremo… Si la alarma sonara ahora mismo, recibiría 83 latigazos… Pero si logra desconectar la alarma, escapará a la flagelación, a la violación y a cuantas aberraciones su verdugo decida someterla… Incluso disfrutará de unos días rebajada de las tareas de esclava… ¿Ingenioso, verdad?
Contemplé a la chica contonearse a derecha e izquierda con los ojos fijos en el reloj… Sus caderas se clavaban en la madera grasienta, resbaladiza hasta lo imposible.
Sus contorsiones y jadeos eran los únicos sonidos en la celda a parte del apagado rumor de los vibradores que la llenaban y del obsesivo ‘tic-tac’ del reloj… Cada segundo la acercaba más a la agonía, al tormento.
El guía prosiguió explicándome:
– “Cerca del final hay más grasa… El último palmo es el peor… Una vez vi a una desgraciada reptar durante tres horas seguidas sin resbalar… Llego al reloj un minuto por delante pero justo en aquel instante, la ansiedad la traicionó… Hizo un movimiento en falso y se deslizó hasta la base de la viga… A medio descenso, el vibrador le arrancó un desesperado orgasmo… ¡Cómo se corrió la muy perra!”
– “Llego al suelo y a los pocos segundos sonó la alarma… La muy puta se corrió de nuevo… El hombre encontró un coño de lo mejor preparado cuando entró a buscarla.”
Una malévola sonrisa asomó a los labios del guía.
– “Voy a ponérselo un poco más difícil”, dijo.
Se dirigió a un pequeño armario cercano de donde extrajo una máscara, con la que cubrió los ojos de la infortunada esclava.
– “Ahora, con esto que le puesto, no abra manera de que sepa el tiempo que falta para que suene la alarma… Imagínese la tensión que tendrá sabiendo lo que le espera… La oscuridad distorsiona el sentido del tiempo.”
– “Me juego lo que quiera que en sólo media hora creerá transcurrida la hora entera… Apostaría a que antes de que acabe la noche, nuestra joven belleza gozara de otros dos o tres potentes orgasmos, una buena violación y por supuesto 100 severos latigazos.”
Quedé tentado de permanecer en la celda 5 y contemplar todo el programa, pero el guía acababa de decirme que en la celda 6 aguardaba una esclava especialmente dispuesta para mí… Era un regalo por haberles entregado a mi esposa, sin fecha de devolución.
Ellos me mandarían videos para que viera su tormento y también podría asistir cuando desease a verla como era atormentada, e incluso ser yo quien lo hiciera si me apeteciese.
¿Quién podría resistirse a tan excelente oferta?
F I N
Si alguna lectora desea comentarme lo que le parecio este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad… Mi correo es yanine35sum@hotmail.com