Tranquilamente me ducho y con una simple toalla anudada a la cintura me dirijo hacia la habitación donde me espera Laia. En un repentino movimiento, giro de dirección y me dirijo a la cocina. Abro la nevera y extraigo unas naranjas con las cuales hago un zumo de naranja. Cogí también una botella de agua fría y lo pongo todo en una bandeja que subo a la habitaron. Pongo también las llaves de las esposas. No se ha movido mucho, claro que tampoco puede. Me oye entrar y comienza de nuevo a agitarse y claro está a insultándome aunque no pueda entenderla.

Veo que todavía me esperas. Como te he dicho te voy a quitar la mordaza que hace que tu cara parezca horrible. Con la boca tan abierta para que pueda caber. Pero si oigo alguna queja, insulto o pregunta te la volveré a poner otra vez y no te la quitaré.

Afirma con la cara roja debido al esfuerzo de retorcerse e insultarme. Dejo la bandeja en la cómoda de noche y me acerco a su cuerpo sudoroso. Con la palma abierta le toco el pecho derecho notando cómo todavía tiene el pezón erguido y duro. Levanto su cara de la cama con las dos manos y desato la hebilla que aguanta la bola dentro de su boca. Se la retiro de la boca con gran alivio para ella y le doy de beber un poco de zumo de naranja.

Espero que te guste el zumo de naranja. Supongo que te aliviara un poco el dolor de la bola e incluso el posible sabor de la goma. También te he traído agua fresca para que no te deshidrates. No te puedes quejar que no te cuido bien.

Gira la cabeza hacia mí y me pide un poco de agua. Se la doy.

¿Qué me vas hacer? ¿No puedes desatarme?

Le pongo un dedo en los labios silenciándola.

Ya te he dicho que lo sabrás a su debido tiempo y que no te quería oír nada o si no te pondría de nuevo la mordaza. Es él último aviso.

Permanece callada cuando retiro mi dedo de sus labios. Mis labios se acercan a su oreja lamiéndola y besándola. En un arrebato la muerdo un poco haciendo que pegue un pequeño grito pero no dice nada más. Parece que ha tomado en serio mi amenaza de la mordaza. Le beso la frente y paso a la otra oreja donde esta vez no la muerdo. Bajo con mis besos hacia su cuello donde lo beso y recojo toda la saliva que tiene adherida a él. Subo por su barbilla hasta sus labios que beso. Primero rehúye un poco mi beso pero después responde besándome con locura. Retiro un poco mis labios y ella levanta su cabeza para ir a buscarlos y que no la deje de besar. Es mía y me dejará hacer lo que quiera.

Sigo besándola mientras mis dos manos han comenzado a acariciar su pecho dedicándose casi exclusivamente a sus duros pezones pasando de uno a otro intercambiándoselos. Comienza a agitarse su respiración y su cuerpo sigue sudoroso Una mano deja los pechos para comenzar a tocarle su vientre y su ombligo. Poco después baja todavía más hasta tocar el principio de su tanga. La rodea tocando la parte interior de sus muslos pero evitando ir más allá. Laia mueve un poco las caderas y separa las rodillas dejando más espacio entre sus muslos para que mi mano pueda tocarla más fácilmente. Pero todavía no. Ahora son mis labios los que comienzan a bajar por su cuello hasta sus pezones donde los besan y muerden delicadamente. Siguen bajando hacia el ombligo donde lo lamen durante unos minutos sin dejar mi mano de acariciar sus muslos. Mientras tanto mi otra mano ha subido hasta sus labios para recordarle que tiene que permanecer en silencio. Laia aprovecha para comenzar a lamer mis dedos que tenían que silenciarla. La otra mano se ha metido por debajo de su cuerpo y está acariciando sus nalgas.

Creo que estas muy mojada y eso puede estropear su tanga. Será mejor que te lo quite ¿No crees?

Deja de lamer por un segundo mis dedos que están en su boca y afirma con la cabeza. Retiro mi mano de su boca y se unen las dos para desatarle el cinturón que sujeta sus tobillos. Una vez están sueltos le pido que separe sus piernas cosa que hace sin dudarlo un instante. Me arrodillo entre sus piernas y retiro la toalla que llevo anudada en la cintura. No sirve ya de nada y a mi polla le molesta. Está dura como la piedra pero ella no la puede ver. Recorro con mis dedos sus piernas hasta llegar a su tanga. Mi lengua juega con la goma superior de esta y de pronto un dedo toca el lazo. Esta mojado. No paro de tocarle por encima de la tela. Le ayudan dos más separando los labios mayores buscando su clítoris y su vagina. Está chorreando jugos y eso me pone todavía más excitado. Comienzo a bajar la tanga por entre sus muslos dejando al descubierto su vello púbico. Es del mismo color caoba de su pelo. Es muy fino y está arreglado. Seguro que de vez en cuando dedica unos minutos a arreglárselo. Está morena por esta zona tan sensible, por lo tanto ya tengo la respuesta a mi pregunta. Toma el sol desnuda.

Sigo bajando la tanga dejando al descubierto su vulva. Levanto un poco su pierna derecha que ella misma dobla para que pueda quitarle más fácilmente la tanga. Hago lo mismo con la otra pierna. Una vez ya no tiene el tanga, la única tela que lleva es el picardías que esta todo revuelto pegado a su espalda mis dedos comienzan una lenta exploración de sus labios mayores y su vagina evitando tocar su inflamado clítoris. Ella se mueve buscando el contacto de su clítoris con mis dedos pero yo lo evito en todo momento. Comienzo de nuevo a besarla.

Para que te penetre- le dije con mi polla dura pegada a su cadera, tendrás que estar mucho más mojada. Por lo tanto no sé si tendrás que tener tres o cuatro orgasmos. No lo he decido todavía pero te ayudaré no te preocupes. No por favor folla…

Le hago callar con un beso y mis dedos le tocan el clítoris hinchado haciendo que una corriente recorra todo su cuerpo y de sus labios sale un Mmmm apagado por mis besos. La llevo casi hasta el orgasmo y quito mis manos de su vulva. Responde acercándose a mí y besándome con más intensidad. Sabe lo que quiere pero también que no puede hablar. No soy malo y renuevo mis caricias sintiendo cómo su respiración está tan agitada que no podía coger casi aire. Lanza un largo Aahhhhhh cuando tuvo el primer orgasmo de este fin de semana. Su cuerpo me intenta abrazarme mientras sus espasmos y temblores comienzan a decaer. Le beso sus pezones y subo mis dedos empapados de sus jugos hasta ellos donde los lamo sorbiendo sus jugos.

Éste ha sido el primero todavía te quedan dos o más para que te penetre.

No creo que eso le guste pero no puede hacer nada. Renuevo mis caricias y la beso por todo el cuerpo buscando ciertas partes. Un dedo comienza a penetrarla por su mojada vagina y después le sigue otro más. Mientras tanto el dedo pulgar retoma las caricias a su clítoris. Después de unos minutos ya no puede más y tiene otro orgasmo.

Ha llegado la hora de penetrarla. No puedo esperar más y tampoco lo deseo. Me arrodillo entre sus piernas y la beso mientras siento sus pezones sobre mi pecho.

Te voy a penetrar ahora. Le digo en el oído.

Mi capullo se acerca a su coño sin llegar a tocarlo. Levemente lo toca y ella mueve las caderas buscando le entre. No puedo dejar que ella lleve la voz cantante así que me retiro.

Fóllame ahora. Me grita. No te he dicho que no te quería oír y mucho menos suplicar.

En ese momento la penetro duramente. Pega un salto al sentir la penetración sin que lo esperase y sin previo aviso. Estaba tan mojada que no he tenido ningún problema para entrar dentro de ella. Comienzo a moverme a un ritmo lento, demasiado lento para ella ya que se mueve intentando que cambie el ritmo. Cosa que no tengo pensado hacer. Sigo con mi ritmo lento sacando casi del todo mi pene de ella y volviendo a penetrarla tan profundamente como puedo. Mis labios suben y bajan desde su cuello a sus labios, mientras una mano no deja de acariciarle los pecho la otra le acaricia la cabeza.

Estoy deseando correrme pero consigo aguantarme hasta que siento que le sobreviene el tercer orgasmo y entonces me corro yo también. Caigo agotado sobre su sudoroso cuerpo sintiendo cómo nuestras respiraciones se van normalizando poco a poco. Pasados unos minutos la beso de nuevo.

Espero que te haya gustado. Ahora te voy a quitar las esposas pero no así la venda de los ojos. Le prometiste a Zoe que cumplirías el trato donde harías todo lo que te dijesen. No puedes quitarte la venda de los ojos si no te doy permiso y por ahora la vas a llevar Pero yo quiero verte. Además estoy harta de esta venda Lo supongo pero por ahora no te la quites. Ya te daré permiso para quitártela.

Estiro la mano hasta las llaves de las esposas y le retiro las esposas. Con mis manos le froto sus muñecas buscando heridas en ellas, pero las esposas eran acolchadas y no tenía.

Tengo un poco de hambre así que voy a preparar unos bocadillos para comer mientras tanto puedes darte un largo baño. Te voy a preparar la bañera con agua no muy caliente y unas sales que he visto para el baño. Mientras te bañas me ducho en el otro cuarto de baño y preparo los bocadillos

Gracias Pedro. La verdad que sí que tengo un poco de hambre y me sentara muy bien un baño.

Poco antes de levantarme de la cama para hacer me coge de la mano y me besa en los labios. Un beso por iniciativa propia y bastante caluroso.

No te muevas de la cama ni te quites la venda. Volveré por ti en cuanto haya preparado el baño.

(Continuará).