Ya tenía 21 años y mis padres seguían teniendo el control de mi vida, esta era la primera vez que vivía sola en otra ciudad por la universidad.

Mi familia llena de cargas super conservadoras me habían mantenido en un nicho de cristal desde siempre.

Cursaba el primer semestre de administración, y mi talento en la poesía me llevo al club de la universidad, donde conocí a Joel, un chico un año mas grande que yo. Desde que lo ví me gustó; medianamente alto, con cabello quebradizo y barba abundante, presumía de recitar muy bien la poesía y vaya que lo hacía.

Con el tiempo Joel y yo comenzamos a salir, nos tomábamos de la mano e incluso nos besábamos en publico, todos pensaban que éramos novios, incluso yo. Joel es ese tipo de chicos que siempre evade la pregunta “que somos”. Así pasaron los meses pero yo me sentía muy bien en esa “Relación”.

Joel abandonó la carrera pero seguimos frecuentándoos. Ese día Joel vino a visitarme a mi departamento, mi amiga de la universidad, Citlally y otras amigas estaban con nosotros hasta que llegó la hora de ir a dormir.

Los planes eran quedarnos los 3 en el departamento, pero al final, Citlally se fue al departamento de nuestras amigas y solo nos quedamos Joel y yo. Yo no estaba convencida de quedarme con el pero termine aceptando.

Platicamos parte de la noche sobre poesía y después nos preparamos para dormir, la luz ya estaba apagada, nos acostamos de frente el uno al otro y comenzó a besarme, poco a poco fue tocando mi espalda con sus dedos y recorriendo mis muslos sin ser exagerado, bajó su boca hacia mi cuello y sin darme cuenta todo había subido de nivel, tenia una extraña sensación entre mis piernas, nunca había estado tan mojada.

Bajó sus manos hacia mis nalgas y comenzó a apretarlas, para después subir hacia mis pechos y terminar por quitarme la blusa, dirigió su boca hacia mi cuello y después a mis pechos de nuevo, su lengua rodeaba y mojaba mis pezones y una sensación de hormigueo recorría todo mi cuerpo. Yo estaba encima de el y ambos conservábamos nuestros pantalones pero podía sentir su erección, nunca había sentido una justo en mi vulva pues para entonces aún era virgen.

Esto mismo me hacía sentir insegura, el lo noto y se detuvo, me recosté en la cama e intente relajarme, el me abrazó y con su típica labia me tranquilizó asegurándome que podría esperar porque no buscaba solo esto. Me hizo pensar que estaba con el indicado.

Pasaron los minutos e intento masturbarme, metió su mano dentro de mi ropa interior y sus dedos un tanto fríos tocaron mis labios, pero también lo detuve, realmente estaba muy tensa.

Esa noche terminó, semanas después volvió a visitarme y los planes no eran que se quedara pero se quedó y ese día paso…

Esa noche volví a quedarme sola con Joel, otra vez estábamos recostados hablando de la vida cuando todo empezó a calentarse y sus labios tocaron los míos, me excité nuevamente y con el tendido boca arriba sobre la cama aprovechó para moverme encima y quedar sobre su pelvis, perdí el control sobre mi cuerpo y mis caderas comenzaban a moverse en sincronía con las suyas, lento y sintiendo su pene de nuevo sobre mi vulva aún con ropa, pensaba que se sentiría tenerla dentro.

Seguía sintiéndome insegura pero esta vez no puse ninunga objeción. Me quito la blusa y le quité su playera

Besó mis pechos de nuevo y su barba rozando mis peores me excitaba aún mas, yo no sabia que hacer y solo me deje llevar. Joel me volteo sobre la cama dejándome boca arriba y el encima de mi, la luz que entraba por la ventana dejaba ver su abdomen descubierto y solo pensaba en lo que vendría.

Me quitó el pantalón y el se quitó el suyo dejando por fin al descubierto su erección, era un pene medianamente bueno, como de unos 15 centímetros aunque para mi primera vez parecía un gigante a punto de partirme en dos, comenzó a recorrer mis labios con su pene sin llegar a meterlo, mi vulva escurría anhelando tenerlo dentro de mi. Nos vimos a los ojos fijamente y me besó, colocó su pene en la entrada de mi vagina y poco a poco lo fue metiendo. Sentía como entraba cada centímetro hasta que un dolor agudo me incomodó, sentí como rompió mi himen mientras el me decía “ya eres toda una mujer”. Lo metió por completo y el dolor comenzaba a desaparecer para convertirse en placer, comenzó a gemir y eso me excitaba mucho, lo hacía con un ritmo lento y después aceleraba un poco, yo también comencé a gemir involuntariamente. Había momentos en los que descansaba un poco y dejaba su pene dentro de mi, bien al fondo y eso se sentía bien, muy bien.

Pasaron algunos minutos entre sudor y gemidos cuando Joel logró tener un orgasmo y terminó dentro de mí, solo sentí un extraño calor dentro de mi vagina y el palpitar de su miembro. El se tumbó un poco sobre mi para después sacar su pene y dejarme recostada en la cama llena de su semen y con restos de mi himen recién perforado.

Me sentí extraña y tomé un baño de agua helada intentando procesar que había perdido mi virginidad…. Joel se fue a la mañana siguiente, pasaron los días y el no hablaba ni tampoco escribía, después de unos meses decidí darlo por perdido pero por mi cabeza aún rondaban pensamientos de lo que haría si volviéramos a hacerlo.

Solo lo ví una vez más aunque con más complicaciones.

Han pasado 3 años y hoy ya tengo novio, un psiquiatra excepcional, quizá después escriba un poco sobre el y su gran, gran, gran intelecto.