Capítulo 1
- Mi primera vez fue con un hombre mayor
- Mi despertar sexual
Mi primera vez fue con un hombre mayor
Todo sucedió hace unos quince años más o menos, acababa de alcanzar la mayoría de edad, en aquel momento nunca había tenido sexo ni tenía prisa por tenerlo, no era el caso de muchas de mis amigas que ya lo habían hecho hasta en varias ocasiones y hasta con chicos diferentes.
Por aquellas vivía a solas con mi papá y además de estudiar tenía que hacer las tareas del hogar ya que se las pasaba casi todo el día trabajando.
Yo por mi parte estudiaba el último año de instituto en la ciudad próxima a mi pueblo, cada día me tenía que despertar bien temprano para tomar la línea de bus que me llevaba hasta bien cerca de mi instituto, era un fastidio madrugar tanto pero no me quedaba de otra.
Como cada día me dispuse a tomar el bus hasta mi cárcel particular, pero ese día fue distinto a los demás. Acostumbrada a las mismas caras de todos los días, en su mayoría ancianos que toman la primera ruta de la mañana para realizar sus compras y volver a tiempo para preparar el almuerzo, ese día me encontré un hombre de unos treinta y pocos como mucho.
Desde el primer momento que lo vi subirse me sentí atraída por él, es el típico que ves en las novelas que echaban a todas horas en la televisión, alto y fornido, era la clase de hombre que realiza trabajos físicos y se mantiene en esa forma sin necesidad de pisar el gimnasio.
Yo me encontraba sentada al fondo del autobús, él en cambio se sentó varias filas más adelante.
Su mera presencia me ruborizaba y soñaba con la idea de que se fijase en mí aunque eso no creo que fuese posible, como ya dije en mi presentación que podéis encontrar en mi perfil, soy una chica normal no destaco sobre las demás y mucho menos se iba a fijar en una cría como yo. El trayecto transcurría sin más novedad así que me dispuse a estudiar un poco ya que ese día tenía examen y necesitaba repasar.
Eran las ocho de la mañana cuando el bus puntualmente había llegado a mi destino, me dispuse a bajar, no pude evitar en mi camino a la puerta darle un último repaso visual a ese apuesto hombre que tanto me había llamado la atención, pasé por su lado deseando que se voltease para verme pero no fue el caso estaba demasiado ensimismado mirando por la ventana y como era de esperar no reparó en mi presencia.
Sin embargo algo sucedió… lo sentí, sentí su mirada cuando estaba bajando ¿será que me estaba viendo el culo? el verano se estaba acercando y las temperaturas hacían que vistiese digamos que de forma más ligera, llevaba el clásico uniforme de instituto de camisa y falda.
Cuando bajé me hice la despistada para corroborar mis sospechas, decidí cruzar por delante de su ventana para ponerme de espaldas fingiendo buscar algo en mi mochila en esas estaba cuando me giré y mis sospechas se hicieron realidad allí estaba mirándome, una ráfaga de calor y autoestima recorrió mi cuerpo, había logrado llamar la atención de un hombre mayor y no sabía el porqué, la parada del bus había llegado a su final y se fue para continuar con su camino. Yo hice lo propio y me fui a clase.
El día continuó como de costumbre cuando acabé me volví a casa en la línea de las cuatro pensando en lo improbable que sería encontrarme a ese hombre otra vez y así fue, no estaba.
Llegué a casa y después de hacer las tareas propias de casa para ayudar a mi papá me desvestí para meterme en la ducha, me detuve un instante para verme en el espejo, la pubertad hace ya tiempo que había hecho su trabajo conmigo recorrí mi cuerpo de arriba a abajo, deteniendo mi mirada en mis pechos pequeños pero bien puestos con una aureola morenita y de un tamaño, comparadas con las de mis amigas, más grande, la vista siguió su camino y se detuvo en mi pubis lleno de vello el cual nunca me había planteado depilarme ya que no veía necesidad en ello, por último me gire y me detuve mirando mi culo sin duda de lo que más segura estoy es que tengo buen culo, grande y en su sitio, el imán de las miradas indiscretas… fue entonces cuando me acordé otra vez de aquel hombre, será que me deseaba o solo me había mirado por casualidad, quizá nunca obtendría la respuesta.
Me metí a la ducha y mientras me enjabonaba noté como mis pezones se estaban endureciendo mi mano bajó y empecé a frotar mi vulva, algo me había alterado estaba demasiado sensible cada roce de mis dedos me acercaba más y más al orgasmo en un tiempo récord realmente estaba caliente ese día, mi mente no pudo evitar recordar a ese hombre y como me miraba fue ahí cuando alcancé el clímax.
Me aclaré el jabón, me puse el pijama y me dispuse a cenar con mi padre ya que es el único momento del día en el coincidimos en casa, hablamos un rato de cómo había sido mi día ignorando por mi parte, obviamente, lo de ese hombre y lo mal que me había salido el examen. Cuando terminamos y después de recoger me fui a dormir.
A la mañana siguiente me desperté como cada día, desayuné algo rápido y me dirigí a esperar el bus.
Como siempre llegaba un poco tarde así que fui corriendo, afortunadamente llegué justo a tiempo, el conductor ya me conocía nos dimos los buenos días como de costumbre y me dirigí a mi asiento habitual, las paradas transcurrían y el bus se empezaba a llenar.
Entonces pasó… ese hombre había vuelto a subir y se dirigía hasta donde yo estaba, apenas quedaban huecos libres y uno de ellos era donde yo tenía mi mochila justo al lado mía, se paró junto a mi:
– Buenos días, ¿puedo sentarme aquí?- me preguntó mirándome a los ojos.
– Por supuesto.-le dije yo de forma tímida tomando mi mochila y poniéndola en mi regazo.
– Ayer me pareció verte, sueles tomar este bus?- me preguntó
– Si, lo uso todos los días para ir a clase.
– Ah entiendo, que bien. Bueno yo no suelo usar el transporte público pero mi coche se averió y es lo único que me deja cerca del trabajo.
– Oh que fastidio debe de ser y en qué trabajas?- le pregunté
– Trabajo en la fábrica metalúrgica de la ciudad.
– Aham- mis sospechas eran ciertas por algo estaba así de fornido.
Discretamente lo volví a mirar, llevaba una camisa ajustada que marcaba su cuerpo y unos jeans. En eso estaba cuando me pilló y me sonrió educadamente. Yo por mi parte llevaba mi uniforme de todos los días.
– Así que estudias- me dijo.
– Sii ya me queda poco para terminar e ir a la uni
– Entonces tienes ya dieciocho? Pareces más joven.
– Sii me lo dicen mucho, los cumplí el mes pasado.
– Pues estás bien linda con ese uniforme de instituto, lastima que ya te quede poco ahí.
Me sonrojé, no supe ni qué contestarle, acaso ese hombre me acababa de alagar de esa forma. Un calor empezó a brotar en mi interior.
– A ti también te queda bien esa camisa- al momento me sentí ridícula pensando en la pendejada que le acaba de decir.
– jaja gracias- me dijo educadamente.
Realmente ese hombre tenía algo que me encendía, el trayecto transcurría y no seguíamos hablando pero yo necesitaba hacer algo para volver a llamar su atención así que lo que se me ocurrió fue bajar la mochila al suelo y así mostrarle mis piernas.
– Uff como pesan estos libros, mejor la pongo en el suelo- dije haciéndome la inocente
– Me imagino que si deben pesar si, no entiendo como en las escuelas hacen cargar con tanto peso a los estudiantes.
– A que sí- le dije para seguirle la onda
Me hice la despistada mirando por la ventana, al rato sentí esa misma intuición que había sentido ayer.
Me está viendo, me está mirando las piernas lo siento. Continué como si nada y al rato hice que me recolocaba en el asiento al hacerlo se me subió más aún la falda, en ese momento ya solo me cubría lo justo para no enseñarle mis braguitas.
Me giré y lo vi, claramente estaba viendo mis piernas sin cortarse un pelo, al momento pareció sentirse incómodo y empezó a colocarse él también en su asiento.
Entonces yo también lo mire y encontré el motivo de su incomodidad claramente había un bulto más grande en ese pantalón en donde antes no lo había.
Le había provocado una erección a ese hombre.. la calentura ya era insoportable sentía como mis bragas se empezaban a humedecer. En esas estábamos intercambiando miradas indiscretas sin mirarnos directamente cuando por desgracia llegué a mi parada.
– Ay esta es mi parada, me tengo que bajar aquí. – le dije
– Bueno, pues estudia mucho. Igual coincidimos otro día, mi coche aún tardará varios días en ser reparado.
– Ah que bien.. digo.. vaya fastidio lo del coche. Chaoo.
– Hasta otra- sentí otra vez esa sensación y lo miré, esta vez me estaba mirando a los ojos, le mantuve la mirada durante apenas un par de segundos, lo suficiente para sentir el deseo en sus ojos.
Me bajé corriendo del bus necesitaba hacer algo con urgencia no podía soportarlo llegué al instituto y directamente me dirigí a los lavabos alli me baje las braguitas que en ese momento ya hacían lo imposible para taponar la humedad y me empecé a masturbar como una loca como era aún temprano no habían entrado los alumnos por lo que estaba sola en los baños, no me pude contener decidí meterme los dedos y calmar semejante calentura.
Mis dedos entraban y salían sonando un lógico chof chof debido a lo mojada que estaba, fue entonces cuando me imaginé lo que se escondía debajo de ese bulto que yo había provocado momentos antes.
Mi mano se movía sin parar algo estaba por salir de dentro de mi, algo que nunca había sentido hasta ese momento, seguí dejándome llevar por el placer y fue entonces cuando un chorro salió de mi interior mojando todo el suelo del baño entre convulsiones, nerviosa por el desastre que había hecho esquivé como pude el charco y salí del baño corriendo para dirigirme a clase como si nada hubiese ocurrido.
Nunca me había corrido de esa manera pero eso no era suficiente necesito más y mañana voy a conseguirlo.
Después de lo que había hecho en el baño, la mañana pasó sin mayor novedad, mi cabeza sin embargo no dejaba de darle vueltas a lo que había sucedido en el bus y no podía concentrarme en las clases.
Afortunadamente pasé inadvertida y ningún profesor me dio la vara. Eran las tres de la tarde y por fin otro día de instituto había llegado a su final. Me disponía a irme cuando escuché que me llamaban, era mi novio, por aquellas estaba empezando a salir con el que sería mi pareja durante muchos años.
– Lauraaa espera, no te acuerdas que habíamos quedado hoy?- me dijo, yo obviamente me había olvidado por completo pero hice como si no.
– Claro que no me olvidé bobo, solo estaba haciendo que me iba para ver lo mucho que te importaba el quedar conmigo jaja
Lucas había llegado a mi instituto en este curso y desde un primer momento se interesó por mí, sacándome conversación y dándome detallitos de regalo.
La verdad es que al principio me parecía un poco desesperado pero con el paso del tiempo me acabé por resistir ante su insistencia y me decidí a darle una oportunidad.
Ser la devoción de una persona siempre me ha gustado y claramente yo lo era para él. Por el momento nuestra relación no había pasado más allá de lo romántico todavía no nos habíamos visto desnudos ni mucho menos tenido sexo. Lo más lejos que llegamos por el momento fue a darnos algún que otro morreo al salir de clase.
Nuestro plan para hoy era ir por un helado y pasear por el parque, lo típico de las primeras citas.
Una vez llegamos a la tienda de helados de mi confianza me pedí un cono con una bola de arequipe y otra de naranja, él por su parte uno de chocolate con vainilla, seguimos nuestro paseo mientras charlabamos de como nos había ido el día, no pude ser totalmente sincera con él así que me limité a contarle que había transcurrido con monotonía y sin ninguna novedad.
Llegamos al parque de la ciudad y allí nos sentamos en un banquito donde nos dimos la mano y seguimos charlando durante otra hora. Pasado ese tiempo mi mente ya no le prestaba atención y se fue a otro sitio, a recordar lo que me había pasado hace apenas unas horas, volver a revivir ese momento empezó a calentarme así que decidí besar a mi novio para aumentar todavía más esa sensación, con eso no era suficiente así me dispuse a hacerle alguna que otra caricia para que él hiciese lo propio conmigo.
– Vente conmigo. – le dije levantándome, él como buen mandado que es se levantó sin rechistar y me empezó a seguir.
– ¿A dónde vamos?
– A un sitio más discreto para estar más tranquilos.- Aquel parque estaba lleno de padres con sus hijos jugando y el espectáculo que estábamos dando, empezaba a llamar la atención.
Decidí llevármelo a un lugar más apartado en donde no nos molestaran, afortunadamente conocía el lugar idóneo, el aparcamiento privado de la ciudad, nunca estaba lleno y mucho menos el segundo sótano por lo que las escaleras entre el sótano uno y dos era el lugar perfecto.
Nos metimos por la puerta de acceso de peatones y cuando llegamos al descanso de las escaleras lo empujé contra la pared y empecé a besarlo nuevamente. El pobre no sabía ni que hacer así que me decidí a llevar yo la iniciativa, tomé sus manos que hasta entonces las tenía educadamente en mi cintura mientras nos besábamos y las bajé hasta mi culo.
– Dale no seas tímido.- le susurré al oído.
Luqui empezó a soltarse y a besarme con más intensidad mientras me manoseaba el culo, yo por mi parte me arrimé más todavía apretando nuestros cuerpos, al hacerlo no me sorprendió encontrarme con su dureza ya que más de una vez la había notado mientras simplemente nos abrazábamos.
En esta ocasión se estaba recreando con mi culo por lo que obviamente iba estar empalmado. Una de mis manos también dejó su cintura y bajó para sobarle la polla por encima del pantalón del uniforme.
Allí me encontré con una mancha de humedad, el líquido preseminal había atravesado las finas telas de su ropa y se empezaba a notar afuera, yo por mi parte hice como si nada y se la empecé a acariciar por encima de la ropa me estaba poniendo demasiado cachonda con la situación, pero fue entonces cuando lo escuche gemir y noté como mi mano se mojaba más aún, se estaba corriendo sin mi.
Una mezcla de morbo y decepción a partes iguales me inundó, el pobre al ver lo que le había pasado se sonrojó y se quedó cortado.
– Lo siento mucho. – me dijo
– No pasa nada, es normal.- Le dije para tranquilizarlo y me separé para ver la situación.- Has hecho un buen desastre ahí abajo espero que tengas otro pantalón jaja.
– Si tengo el de deportes que hoy tuvimos clase.
– Ah que suerte pues póntelo y acompáñame a esperar el bus que en como lo pierda tengo un problema.
Eran las seis de la tarde y me dispuse a tomar el último bus del día en dirección a donde yo vivía, ya era de noche y estaba deseando llegar a casa y tomarme una larga y relajante ducha. Mientras me imaginaba eso el bus llegó, le di un beso de despedida a Luqui y me subí dirigiéndome a mi asiento habitual.
El bus a esas horas iba ya bastante vacío por lo que no había nadie a mi alrededor, sin pensarlo mucho y dejándome llevar me empecé a acariciar por encima de las braguitas, nunca había estado tan caliente como ese último día y eso me llevaba a correr riesgos que mi antigua yo nunca hubiera corrido, allí estaba yo acariciandome la vagina en pleno transporte público y como lo estaba gozando, lo hacía suave y disfrutando de cada movimiento de mis dedos calentando lo que se estaba por venir en cuanto llegase a casa.
Después de la media hora de camino de costumbre llegué a mi casa, me desvestí rápidamente y me metí a la ducha donde jugando con el chorro de y con mis dedos alcancé el segundo orgasmo del día. Lo poco que quedaba del día lo agoté haciendo la colada y la cena para mi papá y para mi. Hecho esto solo quedaba irme a dormir y pensar en el día que me esperaba mañana.
El despertador sonó como cada mañana aunque esa vez fue diferente porque yo ya estaba despierta desde hacía tiempo, por primera vez en mi vida estaba deseosa de tomar ese bus que me llevaba hacia mi instituto y el motivo no era por ver a mis amigas o a mi novio, era para encontrarme otra vez con ese hombre necesitaba volver a sentir esa mirada que altera cada milímetro de mi cuerpo.
Me dispuse a desayunar lo que de costumbre y a vestirme con el uniforme de todos los días pero con una pequeña diferencia no iba a llevar nada más debajo, no era la primera vez que iba sin brasier pero nunca antes había ido sin eso y sin braguitas, el motivo no era otro que evitar lo que ayer me había pasado con ellas y ponerlas secas una vez llegado al instituto.
Por primera vez también, llegué a la parada con tiempo de sobra. La anciana que cada día compartía trayecto conmigo se quedó sorprendida al verme tan temprano y no corriendo apurada como de costumbre. Era una mañana de primavera, no hacía frío pero si corría una brisita que acariciaba mis piernas, subiendo hasta mi entrepierna desnuda. Era una sensación muy agradable que nunca había conocido.
El bus llegó en su hora, procedí con la rutina de siempre saludé cortésmente al conductor y tomé dirección a mi asiento.
Me senté impaciente sabiendo que algo estaba por venir, pasaron las primeras paradas e igual que ayer los asientos se fueron completando a excepción de unos pocos. Llegó la tan esperada parada en ella se subió el objeto de mi deseo y se dirigió al igual que ayer hasta donde yo estaba.
– Vaya, que casualidad tu otra vez por aquí, me puedo sentar?- me dijo.
– Si claro, no hay problema.- Agarré mi mochila y al contrario de lo que ayer hice la puse directamente en el suelo, dejando a su vista mis piernas desnudas.
Se sentó no sin antes darme un repaso visual de arriba abajo, cosa que yo también hice. Hoy vestía de forma más informal que ayer, lleva una camisa deportiva y un chándal, pero a mi eso no me importaba cualquier cosa que llevase puesta le quedaba bien a mi parecer.
– Ya veo que hoy has puesto la mochila en el suelo directamente, gracias por cierto.
– ¿Gracias? Y eso por qué? – me hice la inocente.
– Pues que así no me tapa la vista jeje
No me esperaba que fuese tan descarado, claramente no le importaba que lo escuchasen pero a mí sí ese bus lo uso todos los días y la gente que va en él ya saben quien soy. Qué pensarían si le sigo la corriente y me escuchan hablar con un hombre mayor de esa manera.
– Córtate un poco, que aquí me conocen- le dije susurrando.
– Perdón se me escapó en alto lo que estaba pensando, menos mal que solo fue eso y no todo lo demás.- me dijo acercándose a mi oído
Sentirlo susurrándome al oído erizó cada pelo de mi cuerpo.
– Y qué más piensas?- no debía alimentar ese fuego pero era superior a mí no podía resistirme.
– Pienso en lo mucho que me gustaría recorrer esas piernas con mis manos y no solo con mi mirada.
Esas palabras acabaron por derretirme, necesitaba sentir su piel en contacto con la mía que ese momento ya estaba ardiendo. Una ráfaga de cordura quiso hacer acto de presencia reparando en que el bus estaba a rebosar y nos podían pillar. Pero no fue suficiente.
– ¿Y por qué no lo haces?- le susurré al oído mordiéndole el lóbulo de su oreja antes de alejar mi cara.
Como un resorte algo se movió en su pantalón, la tela de chandal no disimulaba tanto como la de los jeans que ayer llevaba y claramente se le notaba que tenía una erección.
Sin perder ni un segundo movió disimuladamente la mano que más cerca tenía de mí y la posó encima de mi pierna, sentir su tacto acabó con la poca cordura que me quedaba. Suavemente empezó a mover su mano acariciándome con pequeños movimientos fue entonces cuando me di cuenta que no llevar braguitas igual no fue la mejor idea ya que la humedad ya era desbordante y empezaba a sentirla corriendo por mi culo.
Su mano acariciaba el exterior de mi muslo pero ese territorio ya estaba más que conquistado por lo que fue adentrándose tierra adentro para explorar nuevos territorios, tanto se adentró que ya la sentía rozando la zona interior y subiendo cada vez más y más hasta llegar a donde el río de flujos estaba desbordado hacía ya tiempo. al llegar allí pude ver su sonrisa. Él sabía que la conquista ya estaba hecha.
– Vaya una niña traviesa, ¿y tu ropa interior donde se quedó?.- me preguntó jocosamente
– En la mochila, porque sabía que iba acabar molestando.- le dije ya de forma descarada
Nuestras miradas se cruzaron y fue entonces cuando supe que sería él y no mi novio a quien le entregaría mi virginidad, se la debía regalar a un hombre de verdad y no a un crio.
– Me tengo que bajar en la próxima parada. Me ayudas a llevar mi mochila está muy pesada otra vez.
– Por supuesto, sin problema.- dijo guiñandome un ojo.
Nos bajamos y sin dirigirnos la palabra lo conduje al lugar donde hacía menos de un día me estaba enrollando con Luqui.
En ese mismo descanso de las escaleras fue él y no yo la que tomó la iniciativa empujándome contra la pared devorando mi boca con pasión, sentía el roce de su barba contra mi cara era algo que nunca había sentido, otra sensación nueva que me agradó. Sus manos no necesitaban que le enseñase ningún camino ya sabían lo que tenían que hacer ya desde un primer momento se posaron en mi culo y de allí solamente salieron para colarse debajo de la falda y ponerlas en contacto directo con mi piel.
Yo en tanto decidí repetir la jugada de ayer y empezar a manosearle la polla por encima del pantalón, la tenía muy dura y claramente más grande que la de mi novio, años más tarde descubrí que no era ni de cerca la más grande que iba a usar.
Pero en aquel momento así la sentía, seguimos con ese juego durante unos minutos hasta que decidí sacarla de su jaula, por primera vez estaba tocando directamente una polla, comencé a menearla de arriba a abajo suavemente.
Estaba lista lo sentí y mi amante así lo hizo también, me levantó en el aire contra la pared y dispuso su polla erecta en la entrada de mi vagina.
Por favor ve despacio, es mi primera vez. -Le dije sabía que la rotura de himen no iba a ser un problema ya que como a muchas chicas me pasó montando en bicicleta, pero quería que fuese despacio para no hacerme daño.
– No te preocupes lo suponía, sé lo que tengo que hacer.
Esas palabras provocaron en mi interior una enorme satisfacción, me sentía llena en ese momento. Él por su parte procedió a introducirla lentamente, sentía como se abría paso en mi interior poco a poco provocando en mí una mezcla de placer y dolor a partes iguales.
Me encontraba entre la espada y la pared, literalmente. Nunca antes en tan poco tiempo había disfrutado de tantas sensaciones como en aquel momento, era el comienzo de lo que sería mi vida sexual.
Cuando mi cueva se acostumbró a lo profundo de sus movimientos fue cuando comencé a gozar de verdad, mis gemidos brotaban de mi interior sin cesar al igual que su movimiento de cadera contra la mía, sentí que me iba a correr de un momento a otro pero fue cuando me levantó la camisa y comenzó a comerme los pechos cuando lo hice.
Me corrí entre gemidos. Alcanzado mi primer orgasmo decidió bajarme al suelo y darme la vuelta yo me arqueé y subí una pierna a la escalera para facilitarle su trabajo, los siguientes minutos fueron un constante mete y saca sin parar por su parte, yo sentía como sus huevos chocaban contra mi enorme culo lo que me provocó el segundo de mis orgasmos fue entonces cuando me dijo que estaba a punto de correrse, yo me di la vuelta y me puse de rodillas para recibir en mi cara su eyaculación, mientras eso ocurría continué masturbando mi clítoris para alcanzar un nuevo orgasmo, su corrida me pilló por sorpresa justo en el momento que me estaba viniendo por tercera vez llenando mi cara por completo de su espeso y abundante esperma.
Me limpié como pude y miré el reloj, eran las ocho y media, iba a llegar tarde a clases pero no había cosa que me importase menos en aquel momento.
Él por su parte no podía llegar tarde a su trabajo así que se despidió apresuradamente y se fue dejándome allí a solas recomponiéndome de la que sería la primera de muchas veces más.