Capítulo 3

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Hola. Soy Noemí, y ya me conoceréis un poco por los anteriores relatos en los que empecé a aprender sobre el sexo a una velocidad vertiginosa dejándome llevar por mi primo y mi amiga Lucía.

Eso supuso una liberación para mí y cada vez disfruto mucho más de mis experiencias mientras profundizo en ellas como ahora os contaré.

Soy una chica no muy alta, de pelo moreno y largo y físicamente considero que soy normal. Lo que más me gusta de mí son mis ojos verdes y mis caderas marcadas, principalmente porque soy más bien delgada aunque sin llegar a huesuda. Mis tetas tampoco son excesivamente grandes pero están en su lugar y aún soy joven para que me puedan crecer algo más.

Desde las experiencias de los anteriores relatos yo ya me sentía lo suficientemente confiada como para hacer cosas con Pedro.

Pedro me gustaba desde hace tiempo, es un chico guapete y resultón, atlético y muy simpático y amable.

Llevábamos ya unos días de verano en el pueblo como he contado en otros relatos y por fin llegaron las fiestas.

Los que conocen las fiestas de pueblo sabéis que no se cambian por nada.

Los días anteriores son muy ilusionantes y se pasan preparando la peña con la barra, las bebidas, los juegos para tomar chupitos, los altavoces y el equipo para poner música y se hace una buena barbacoa para celebrar que todo está listo.

El día se pasa participando en las actividades y juegos que hay repartidos por el pueblo, tomando el vermú o las cervezas por la tarde hasta que empieza la música con la orquesta que acaba de madrugada, con todo el mundo pasado y dispuesto a pasarlo bien de cualquier forma y con cualquier compañía.

El primer día comenzó la orquesta y el grupo de amigos estábamos tomando unas cervezas y riéndonos con los bailes de Lucía y Carlos, que sin muy tontos además de arrítmicos pero no les importa hacer el ridículo.

Pedro me pidió bailar un pasodoble, no lo hacía mal y además aprovechaba para arrimarse bien y hablarme al oído debido al volumen de la música y a mí, entre una cosa y otra ya se me empezó a poner el vello de punta.

Comenzaron los bailes del verano y algunas miradas sexys por algunos movimientos de cadera.

Ya después de la cena empezó la música a animarse un poco más, a subir más el alcohol y a desinhibirnos perreando a ritmo de reggaeton. Ahora me tocaba a mí arrimarme bien a Pedro ya que esta era mi especialidad.

Según íbamos bailando notaba que a Pedro le gustaban cada vez más mis bailes, ya sabéis 😉

Esa noche hacía calor y con tanto baile había que refrescarse, mi cubata se había acabado y le dije a Pedro que necesitaba recargar. Justo lo había estado controlando para que él también hubiese acabado su copa y me dijo que él también quería rellenar, así que nos fuimos a la peña con la excusa de coger un cubata pero mi intención era otra.

Cuando llegamos a la puerta y Pedro estaba sacando las llaves para abrir yo le empujé contra la pared y me puse muy cerca de él. Estaba todo bastante oscuro y casi no nos veíamos. Notábamos cómo nuestras respiraciones se aceleraban poco a poco mientras mi mano recorría su pecho y era lo único que necesitábamos para entendernos.

Pedro me empezó a acariciar el cuello con una mano y empezamos a besarnos con mucha pasión.

El momento era ideal, nos cubría un manto de estrellas, solo se escuchaba el canto de los grillos y yo estaba dando rienda suelta a lo que sentía con el chico perfecto.

Poco a poco nuestras manos empezaron a recorrer más partes del cuerpo y la excitación y el calentón iba subiendo y alcanzando el nivel de pasión que habíamos desatado, así que decidimos entrar.

Encendimos unas velas para poder ver algo dentro, ya que la bodega no tenía luz y eso daba un ambiente super romántico. Nos pusimos un cubata y nos sentamos juntos en el suelo. No hablamos mucho pero las miradas lo decían todo, nos teníamos ganas.

Empujé a Pedro para que se terminara de tumbar y yo me tumbé encima suyo y empecé a besarle.

Sus manos buscaron acariciar mi culo y me gustaba mucho la suavidad con la que lo hacía.

Mientras yo me rozaba contra él y sentía como su polla iba creciendo y se ponía cada vez más dura, parece que le encanta que le besen el cuello, espero no dejarle ningún chupetón que nos delate pero le doy rienda suelta a mi pasión.

Pedro ya debía estar muy cachondo porque la notaba super dura y comenzó a meterme la mano por dentro de la camiseta, me acariciaba la tripa y subía poco a poco pero sin llegar a las tetas por respeto pero yo notaba sus ganas, así que le di permiso y le dije que podía subir lo que quisiera y él término por acariciarme los pechos que tenía ya duros y con el pezón en punta.

Pedro empezó a jugar con ellos, lo que me puso super cachonda y me dió por pensar que menuda vergüenza si notaba lo mojada que estaba así que pensé que también debía hacer algo para que él también se mojara y estuviésemos en igualdad de condiciones.

Empecé a acariciarle el pecho y pasando un dedo por su tripa haciendo recorridos entre sus pezones y su ombligo, cada vez bajando más hasta pasar el dedo por encima de su bulto y volviendo a subir. Poco a poco iba metiendo mi dedo por la cintura del pantalón pero sin llegar a más intentando excitarle pero respetando su espacio.

Él también debía notar mis ganas y me dijo que podía bajar lo que quisiera poniendo una sonrisa picarona y apretando mis pezones mientras yo me seguía poniendo más cachonda aún.

Le hice caso y poco a poco bajé más el dedo en mis recorridos y terminé por tocar la punta de su pene con mi dedo. No me esperaba encontrarlo aún y me resultó muy excitante, su glande estaba muy suave y también le note toda la zona bastante mojada y sonreí.

– ¿De qué te ríes si se puede saber? -Me preguntó Pedro.

– Pues de cómo está esto, -le respondí.

– ¿Y cómo está? -me preguntó de nuevo sabiendo que me daba un poco vergüenza hablar de sexo tan abiertamente.

– Pues ya sabes, así de duro y mojado -le dije intentando que sonase natural.

– ¿Y por qué es tan gracioso?, -continuó sonsacándome.

– Bueno, realmente no es gracioso en sí mismo, más bien es por otra cosa.

– ¿Si, qué cosa?, continuó cuando veía que cada vez me sonrojaba un poco más.

– Bueno, es que… no te lo digo, que me da vergüenza!

– Venga va, ¿a estas alturas te va a dar verguenza? Hace un momento parecía que la habías perdido. -Me dijo el muy pícaro.

– Mira que eres tonto ehh, -le dije sonriendo. Pues me hace gracia porque me daba vergüenza que notases que estoy mojada y quería igualar condiciones pero ya me quedo más tranquila sabiendo que lo he conseguido, le dije poniendo cara de golfa y cerrándole la boca metiéndole mi lengua.

– ¿ahh si? pues tendré que comprobar si realmente están las cosas igualadas, ¿no? Me dijo pidiéndome permiso para meter su mano y comprobarlo.

– Me parece justo, le contesté. Y le volví a besar.

Pedro seguía acariciándome pero cada vez bajando más, volvía a subir a mis pezones y volvía a bajar, bajó a besarme el cuello mientras su mano también bajaba y se ponía en mi entrepierna.

– Uff, se nota esta zona super caliente y húmeda. Me dijo al oído mientas restregaba su paquete contra mi.

Yo comencé a desabrochar algún botón de su vaquero para tener un poco mejor acceso y comencé a acariciarle la polla por encima del calzoncillo.

– Tú no te quedas atrás, le dije mientras notaba la misma humedad con mi mano.

Entonces, sin darnos cuenta, se abrió la puerta de la peña y nosotros dimos un respingo, sin darnos tiempo a nada más, nos bajamos las camisetas y escuchamos una voz.

– Hola, ¿hay alguien?

– Aquí estamos -respondimos mientras nos colocábamos de la mejor manera posible las camisetas.

– Bueno bueno, ¿pero qué tenemos aquí? -Dijo Lucía cuando llegó a vernos.

– Pues nada, que estábamos poniéndonos una copa. -Dijimos intentando salir del paso.

– Pues a eso mismo vengo yo, ¿Os pongo algo o ya vais servidos? -dijo Lucía mirándome con cara de querer leerme la mente.

– Ehh, no, ahora nos servimos nosotros. – Dije yo poniéndome super roja y diciendo en mi mente ‘Vete pero ya!’ por si de verdad me podía leer la mente.

Pero Lucía ya tenía experiencia en estos temas, no era tonta y sabía perfectamente lo que estaba pasando. No sé si por meterse con nosotros un poco o por si necesitaba que me echara un cable se sentó a nuestro lado y empezó a tirarnos alguna indirecta.

– Bueno, ya sabéis que soy experta en ‘poner’ cubatas, no hay problema en ‘poneros’ uno ehh. Pero no me ando con tonterías, ya sabéis que a mi me gustan los licores ‘duros’. Aunque vosotros que sois muy paradillos igual preferís algo más dulce, os puedo preparar algún chupito, ¿Qué tal unas ‘mamadas’? -Dijo Lucía poniendo especial énfasis en algunas ‘palabras’ mientras ponía cara picarona y se iba acercando cada vez más a Pedro que también estaba super avergonzado.

Finalmente pedimos que nos pusiera un ron con limón con la esperanza de quitárnosla de encima una vez acabara su juego.

Cuando puso las copas nos las acercó, cogí la mía y cuando se acercó a Pedro y cogió la suya, Lucía le levantó un poco la camiseta y vió que tenía el pantalón desabrochado, y un bulto de mil demonios empapado.

– Bueno, ya veo que no necesitáis más ayuda, disfrutad de vuestras bebidas!, dijo mientras recorría el pasillo que daba a la calle.

Los dos estábamos avergonzados por la situación pero nos echamos a reír.

La verdad es que de Lucía me podía esperar cualquier cosa y se había portado super bien, seguro que tendría mejor plan, si no igual se hubiera intentado apuntar. Esa idea me había calentado aún más y que viera a Pedro empalmado también me ha resultado excitante.

Pensé que la situación había cortado el rollo, pero acababa de ver que el bulto de Pedro se mantenía así que aún podíamos continuar a lo nuestro.

– ¿Y ahora qué hacemos? -dijo Pedro.

– Pues nos ha puesto una copa, pero quizá tampoco era mala idea la de la mamada. -Dije yo ya super lanzada a lo que fuera.

Pedro puso cara de sorpresa pero enseguida la cambió poniendo una sonrisa pícara, me cogió del cuello y me acercó a su cara.

Empezamos a besarnos cómo si fuese la última vez, mi mano poco a poco iba bajando por su pecho hasta llegar a agarrar su polla por encima del calzoncillo.

La respiración de Pedro se aceleraba, le miré a los ojos, sonreí y fui bajando poco a poco hasta poder rozar sus calzoncillos con mi boca.

Restregué mi nariz por toda su polla un par de veces y le di algunos mordiscos cada vez que subía hasta arriba. Pedro me acarició la cabeza acercándola aún más y eso indicaba que era el momento de liberar aquella calentura.

Cómo puede le baje un poco los pantalones y retiré los calzoncillos. No era la primera polla que veía pero tampoco tenía mucha experiencia y ver aquel espectáculo duro y mojado me puso más caliente aún.

Comencé a pasar la punta de la lengua por su glande y me sorprendió lo suave que estaba, daba círculos abarcando cada vez más y cuando me quise dar cuenta ya tenía todo su capullo en mi boca.

Lo saqué y recorrí su polla desde la base hasta llegar a meterme la punta en la boca varias veces y cada vez que lo hacía Pedro resoplaba de placer.

Comencé a metermela un poco más en la boca pero a la tercera vez que baja Pedro me la sacó de repente y comprendí lo que pasaba cuando vi salir un par de chorros de semen que le mancharon los calzoncillos.

Vi que se avergonzaba un poco y yo le puse una sonrisa pícara.

– Uff, no he podido aguantarme más pero no te preocupes que esto solo es un calentamiento, ahora vamos a por el partido. -dijo Pedro

– Bueno, pues vamos a ver qué tal se te da el ataque, no? – dije sugiriendo que me quitara los pantalones con un gesto.

Pedro me pidió un clínex para limpiar un poco el desastre de su calzoncillo y terminó de desvestirse.

Se puso a mi lado, me besó muy apasionadamente y me gustó que no le diese asco probar sus propios líquidos que aún quedaban en mi boca mientras iba desabrochando los botones de mi pantalón.

Poco a poco me los quitó y comenzó a besarme la tripa y fue bajando por mis bragas mojadas donde daba algún mordisquito haciendo que pegara algún respingo.

Yo le apretaba si cara a mis bragas moviendo un poco las caderas para aumentar el roce, yo estaba súper cachonda y le pedí que me las quitara. Lo hizo y empezó a recorrer mis labios con su lengua, jugando con ellos pasando la punta de la lengua por el clítoris y limpiando todo mi flujo.

Le cogí del cuello indicando que fuera subiendo. Hizo una parada en mis tetas que tenían los pezones en punta, parecían limones de lo duras que estaban por la excitación y no podía aguantar más así que termine de subir su cabeza, le besé y le dije al oído lo que estaba deseando escuchar.

– Cariño, estoy lista, hazlo despacito, vale? – le dije susurrando mientras acariciaba su polla que ya había vuelto a estar dispuesta a todo.

– Claro que sí, tú vete diciéndome lo que necesites. -me dijo pedro con cara amable mientras yo le ponía mi mejor cara.

Pedro se puso un condón mientras yo me terminaba de quitar la ropa, se tumbó sobre mí y comenzó a introducirme su polla poco a poco mientras me miraba tiernamente a los ojos.

Me besaba mientras comenzaba a follarme lentamente, yo intentaba relajarme y disfrutar, el alcohol ayudaba pero las primeras veces no son fáciles.

Aunque me dolía un poco lo estaba disfrutando y Pedro iba muy poco a poco lo que ayudó a que me relajara y pronto el dolor desapareció mientras mis líquidos que resbalaban hasta mi culo ayudaban a lubricar las penetraciones.

Cambiamos de posición, Pedro puso mis piernas en sus hombros con el de rodillas y comenzó a penetrarme un poco más fuerte.

– Puff Pedro, está postura está genial, siento muchísimo cómo entras dentro, es súper placentera. – dije yo intentando controlar mis sensaciones.

– Si, verdad? Eso suelen decir las chicas, pero no es nada comparado con lo que te voy a hacer sentir hoy.

– No pares que no aguanto más, me voy a cooooreeeeeer! – dije yo mientras tenía mi primer orgasmo.

– Así me gusta cariño, me pone muy cachondo verte disfrutar así.

Nos recolocamos mientras yo trataba de recuperar un poco de aliento y me puse de pie, con el culo en pompa y apoyando las manos en una mesa, mi culo quedaba a su disposición pero le dije que no cambiarse de agujero, ese otro aún estaba prohibido.

Pedro me penetró desde atrás, parece que le gustaba la visión porque los empujones comenzaron a ser más fuertes que antes, mi cuerpo los aceptaba bien ya más relajado después del primer orgasmo.

Después de un rato así Pedro unió su pecho a mi espalda y me estimulaba los pezones mientras seguía con la penetración, yo notaba como la excitación iba subiendo a la par que surgía un calor en mi vientre que iba bajando hasta terminar en mi vagina que comenzó a palpitar mientras mi nueva corrida resbalaba por mis piernas en forma de líquido.

Hice que se separara un poco, me giré, le empuje y cayó sentado, posición ideal para sentarme a horcajadas encima suya poniéndole mis tetas en su boca.

Pedro comenzó a pasar su lengua por mis pezones mientras yo apuntaba su polla para introducirla de nuevo en mi ardiente coño.

Comencé a saltar sobre él, Pedro me agarraba dé la espalda para sostenerme y que mis tetas siguiesen cerca.

Yo estaba desatada y excitada como nunca o eso pensaba.

Pedro colocó su mano en mi coño y comenzó a estimularme el clítoris mientras yo saltaba sobre su polla lo que me llevó a alcanzar el mejor orgasmo de mi vida. Le agarre muy fuerte para sostenerme y parar cualquier movimiento mientras pasaban los temblores del orgasmo.

No sabía que una corrida pudiese ser tan intensa y yo necesitaba un descanso.

Tras un tiempo en el que me pude recuperar un poco me bajé, le quité el condón y le hice levantarse. Yo me arrodillé poco a poco besándole cada vez más abajo de su cuerpo haciéndole saber lo que iba a pasar para que su imaginación hiciese parte del trabajo.

Al llegar a la altura de su vientre comencé a chuparle la polla desde la punta y poco a poco a tragarmela lo más dentro posible hasta que terminó por correrse, está vez, sobre mis tetas.

Esa noche nos quedamos un buen rato abrazados, con su leche encima mía y sería la primera de muchos encuentros cada vez más intensos.

Continúa la serie