Capítulo 1
- El pueblo I: Dando clases a mi prima
- El pueblo II: Juegos calientes
Hace mucho tiempo que voy a veranear a un pueblo pequeño, de esos que tienen muy poquitas casas y poca gente en invierno pero que se llena de vida en verano, donde nos llevan con los abuelos en verano mientras los padres trabajan y tenemos mucha libertad.
Cómo hay menos peligros, nos pasamos el día en la calle, con la bicicleta, haciendo cabañas y con amigos que no vemos el resto del año.
Yo iba con mis abuelos y mis tíos también dejaban a mis primos, así que podíamos divertirnos en la piscina que teníamos en el patio y, aunque desde pequeño compartía habitación con mi prima y mi primo cuando iban porque no había habitaciones para todos, también eso nos unía y nos pasábamos hablando y contando nuestros secretos muchas noches antes de dormir.
En mi grupo de amigos éramos unos cuantos chicos y también alguna chica, entre ellos mis primos, éramos casi todos de edad similar aunque había alguno más pequeño, como mi prima que tenía un par de años menos, y yo, que era un poquito más mayor, hacíamos buen grupo y lo pasábamos genial.
Según nos hacíamos algo más mayores los juegos iban cambiando, hacíamos algo más de fiesta con el vino que robamos en casa y claro, empezamos a hablar de besos, chicos, chicas y demás, ya sabéis, según te conviertes en adolescente las hormonas empiezan a revolucionarse.
Aún éramos pequeños para cosas más fuertes pero algún día jugábamos a verdad, beso o atrevimiento y comenzaron los primeros besos, salía a la luz si nos gustaba alguien o nos tocaba correr en calzoncillos por alguna prueba que nos ponían las chicas que querían vernos en ropa interior.
Una noche estábamos en la cabaña mi prima y yo, el resto de habían ido ya a casa, al ser más pequeños tenían que volver antes y a mí prima la dejaban volver conmigo y empezamos a comentar cosas que habían salido del juego.
– ¿Así que te gusta Lucía ehh? Ya me parecía a mí que le ponías ojitos.
– Yo me puse rojo y dije: si, me parece súper guapa y tiene unos ojazos preciosos.
– Si si, seguro que lo que te gusta son sus ojos, ya te habrás fijado en ese par de tetas que tiene, que no veas lo bien puestas que las tiene para su edad. Pues lánzate chico, que seguro que te deja probarlas.
– Que bruta eres prima, pues claro que me he fijado pero eso no es lo único que me gusta de ella, hay más cosas, es muy simpática y me gusta hablar con ella…
– Jaja ya, claro, seguro que hasta te has hecho alguna paja pensando en esas tetas.
– Que idiota eres, no se puede hablar contigo, además las chicas pequeñas no hablan así.
– Si, pero mira lo rojo que te estás poniendo, venga va, será que no nos conocemos ya, que hay confianza, dime.
– Pues si me conoces y ya lo sabes, ¿para qué preguntas?
– Jaja, ya lo sabía yo, si es que te conozco mejor que tu madre.
– Bueno y tú con Pedro qué, el otro día os disteis un buen paseo, ya me dirás que estuvisteis haciendo.
– Pues nada, hablar un poco y ya está.
– Si, ya está, no me lo creo, seguro que intimasteis más.
– Que noooo, hazme caso y no insistas.
– Bueno, yo también pensé que teníamos más confianza pero si no me lo quieres contar pues nada.
– Que si que tengo confianza bobo pero es que de verdad no paso nada, aunque bueno, fue porque yo no quise, es que…
– Qué pasó?
– Bueno, el quería que le hiciera cosas pero es que yo…
-¿ No vas a terminar ninguna frase?
– Pues que yo nunca he tocado así a ningún chico y no se cómo hacerlo y me da vergüenza joer.
– Jaja, ahora la que está roja como un tomate eres tú.
– Ya, porque eres tonto, ya sabía yo que te ibas a reír.
– A ver, me hace gracia pero es que no pasa nada, alguna vez tiene que ser la primera, por ahí pasamos todos y se va aprendiendo con la práctica, seguro que si se habla con él te dirá qué quiere que hagas.
– Ya, pero es como en los juegos todo el mundo parece que ya tiene más experiencias pues me da corte y me vea como una niña.
– Bueno, yo tampoco te creas que tengo muchas, bueno, con chicas quiero decir, yo solo pues una poca más jaja.
– Ya me imagino porque tardas mucho en el baño algunas veces jaja.
– Los chicos a esta edad tenemos necesidades, que si no descargas luego duele o sale cuando menos te lo esperas, ¿Quieres que ponga la cama perdida una noche que tenga un sueño húmedo? Si quieres te aviso cuando pase y no pierdes detalle.
– No no, ¡que asco!
– Pues entonces hay que soltarlo antes, además hay que practicar para cuando llegue el momento de la verdad y saber cómo me gusta.
– Pues ya me podrías ayudar y darme unas clases majo.
-¿ Yo? Claro, si querés me la saco y te digo cómo hacer una paja no te digo… Jajaja
Ella puso cara de decepción y de vergüenza y yo me di cuenta de lo que quería.
– Pero ¿me lo dices en serio?¿Quieres que te enseñe?
– Bueno, es que a ver… Yo quería decir… No que te hicieras una, si no… Bueno, da igual, déjalo.
– Pero a ver, ¿tú que quieres saber?
– Pues cómo tocarle para calentarle, qué os gusta y cómo hacerle una paja.
– A ver, somos primos y tampoco vas a ver nada que no hayas visto ya en casa de la abuela, que llevamos años durmiendo en la misma habitación, nos hemos pasado tardes bañándonos desnudos en la piscina cuando éramos pekes y hemos crecido juntos en todos los sentidos, ¿no?, yo estoy aquí para lo que necesites y si te puedo ayudar pues venga, pero esto no puede salir de aquí.
Ella cambio la cara y dijo sonriendo:
– Claro claro, no te preocupes, yo solo quiero aprender. Oye, pero primero tendrás que…
– Bueno, no te preocupes, yo solo con hablar de sexo ya me caliento y encima me has sacado el tema de las tetas de Lucía y claro, uno no es de piedra maja.
Me puse delante de ella, a un par de pasos y le dije que primero jugase por fuera, quitando el botón, bajando la cremallera, con caricias alrededor y terminando en el paquete… Luego me bajé los pantalones, ella comentó que se veía buen bulto y yo le expliqué que sí, que nos gusta que nos toquen por encima del calzoncillo o nos den algún mordisco y jueguen antes de sacarla de ahí hasta que lo vea bien duro y mojado. Estuve tocándome un poco y terminé por sacarla de los calzoncillos cuando empezaban a estar mojados.
– Ala!, no había visto una así de dura en directo nunca, solo en alguna porno.
– Y qué te parece? Mejor al natural?
Ella se puso roja y asintió sin perder detalle. Vi cómo se mordía un labio imaginándose con Pedro.
Yo empecé a tocarme despacio, explicando qué tenía que acariciar y dónde tocar con cuidado, que si acariciar los huevos, que si estimular el frenillo el frenillo mojándomelo antes con saliva que había puesto en mi dedo, que si pasar la lengua simulando la recorriéndome la polla con mi dedo, el ritmo que había que llevar y cuándo acelerar, le di algunos trucos y consejos más y con la tontería estaba ya muy caliente.
– Oye, cada vez la tienes más mojada, te has corrido ya?
– No, eso es líquido preseminal, sirve para lubricar y que corra bien la piel sin que duela, pero no te preocupes, que ahora vas a ver la diferencia cuando salgan los chorros.
– Oye, ten cuidado no me dispares ehh
– Ahh, eso haberlo pensado antes.
Seguí masturbándome acelerando el ritmo hasta que me corrí y cayó todo al suelo llegando hasta cerca suyo, ella puso un poco cara de asco pero quedó contenta de ver cómo se hacía y me dijo:
– Muchas gracias primo, creo que con esto ya me sentiré más segura cuando esté con Pedro y pueda disfrutar sin miedo, ya sé que me tengo que poner a un lado cuando se vaya a correr jaja.
Estuvimos charlando un rato más sobre algunos detalles y luego nos fuimos a casa a dormir.
Ella también debió quedar caliente y pasó un rato en el baño antes de subir a la habitación, yo me hice el dormido para que no le diera vergüenza pero eso ya os lo contará ella en próximos relatos.