Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Soy la responsable de lo sucedido

Soy la responsable de lo sucedido

Para mediados de año decidimos con mi marido hacer algunas reparaciones en casa para cambiar el piso del comedor y la cocina así como renovar los muebles de esta última.

Para ello contratamos un maestro albañil de unos 50 años quien vendría con dos ayudantes.

Justo cuando empezaron la obra a mi marido le surgió un trabajo en el interior del país y se tenía que marchar por alrededor de una semana, así que de repente, me quedé sola supervisando los arreglos.

Ese fin de semana, cuando ya estaban trabajando los hombres, tuvimos mucho sexo a manera de despedida. Como yo soy bastante ruidosa al hacerlo, cuando bajamos de la habitación después de haber pasado buena parte de la tarde cogiendo, los albañiles nos miraban con curiosidad y sobre todo a mí.

Creo que me ruboricé un poco pero no estaba arrepentida porque la habíamos pasado de maravillas con mi esposo. Habíamos hecho de todo y estábamos extenuados.

El lunes comenzaba unas vacaciones que me había pedido en la oficina a raíz del viaje inesperado de mi marido. Alguno tenía que supervisar a los albañiles, no podíamos dejar la casa sola todo el día.

El primer día bajé con unos pantaloncitos muy chicos y un top.

Mientras desayunaba me di cuenta que los hombres me miraban constantemente.

Deduje que era por mis grititos del fin de semana pero al bajar la mirada noté que mis shorts, que me quedaban algo flojos, dejaban ver los vellos de mi vagina dado que los albañiles estaban trabajando en el suelo.

No hice nada para evitarlo en ese momento ya que me excitó la idea de que mi presencia los estaba calentando.

Terminé y subí a mi habitación y como mi excitación no cesaba comencé a masturbarme.

De pronto escuché la voz del maestro albañil y dejé lo que hacía y me asomé por las escaleras.

Me preguntó algunas cosas de los arreglos no sin antes mirarme de reojo desde abajo por debajo de mis pantaloncitos.

Después regresé a mi cuarto para bañarme y arreglarme porque tenía una reunión con un par de amigas.

Los siguientes días seguí haciendo lo mismo.

Bajaba en shorts o minifaldas pequeñas y hasta algunas veces con una camisola larga nada más.

De ese modo mis piernas y nalgas eran miradas sin disimularlo por los trabajadores.

Un día bajé con un diminuto traje de baño y salí al patio trasero dispuesta a tomar sol.

Estuve leyendo un rato y me moví de diferentes formas mientras notaba que ellos, a través de una gran ventana que da al pie, observaban mis movimientos.

Cuando me avisaron que irían a comer me relajé y empecé a dormitar un poco cuando de repente escuché un ruido y miré de reojo al ventanal que era de vidrio ahumado.

Como tenía lentes oscuros no se me veían los ojos. Fue cuando noté que el jefe de los albañiles me observaba y de pronto aprecié un movimiento raro en él.

Me moví como si estuviera dormida de modo que pudiera ver más claro por debajo de los lentes y vi que sostenía en su mano una enorme verga y se estaba masturbando mientras me observaba. Comencé a excitarme.

El viernes seguía con mi rutina de bajar con poca ropa para que los albañiles disfrutaran de mi cuerpo.

Me avisaron que ese día se irían temprano porque tenían que visitar otra obra y aproveché para decirles que cerraban bien todo porque tenía una reunión con los compañeros de oficina y por ahí llegaba un poco tarde.

El brindis con mis amigos comenzó con una copa de champagne y luego sirvieron canapés y todo tipo de bebidas.

Seguí con el vino blanco pues me fascina y me tomé como cuatro copas. Cuando volví a pedir me dijeron que se había terminado así que seguí whisky haciendo una mezcla para nada aconsejable.

Como es fácil de imaginar al rato estaba mareada y mis amigas me metieron en un taxi, no sin antes indicarle la dirección dónde tenía que bajar porque yo no respondía de mí.

Entré a la casa tambaleando y me senté en un sillón del living y no se todavía por qué me quité toda la ropa y empecé a acariciarme y a masturbarme.

Estaba extrañando a mi esposo porque ya hacía unos cuantos días que se había marchado.

Recordé que teníamos un vibrador y fotos nuestras desnudos y haciéndonos el amor guardadas en el cuartito de servicio y me dirigí hacia él a buscarlas para seguir masturbándome.

Abrí la puerta del mismo y cual fue mi sorpresa al encontrarme al maestro albañil desnudo y con las fotos que yo buscaba en sus manos. Se estaba masturbando también. Al ver aquello quedé atónita.

El hombre me miró y yo no sabía qué hacer.

Me quedé mirando su enorme y gruesa pija, con la cabeza enrojecida por la erección cuando de pronto se levantó y acercándose a mí me dijo que ya nada de eso era necesario porque me tenía a mí.

En ese momento reaccioné y me di cuenta que estaba completamente desnuda. Sentí sus toscas y grandes manos que se apoyaron en mi cintura y como empujaba mi cuerpo hacia él. Me besó en la boca metiéndome su lengua y no supe qué hacer.

Entonces su cuerpo se pegó al mío y sentí como su pene erecto se incrustaba entre mis piernas mientras él seguía besándome el cuello hasta llegar a mis tetas, las que comenzó a succionar.

Sus manos se apoderaron de mis nalgas y traté de alejarlo pero la verdad no tenía las suficientes fuerzas para hacerlo dado mi estado.

Apretó mis nalgas elevándome hacia su verga que empezó a tallarme la vagina por el frente mientras que las mamadas de tetas y las sobadas de nalgas comenzaban a surtir efecto en mí.

Uno de sus gruesos dedos comenzó a acariciarme el culo y sentí como las piernas se me doblaban y la excitación me subía de golpe.

Abrí las piernas y la verga encontró lugar en medio de ellas. Las cerré nuevamente y el tallar de la pija hizo que me humedeciera como nunca .

El albañil se levantó y me tiró literalmente en el catre que teníamos ahí y se abalanzó sobre mí.

Me seguía sobando las tetas, me besaba, me mamaba, me hacía de todo y yo para entonces estaba disfrutando como loca de la situación hasta que de pronto sentí como su gruesa pija se abría paso en mis labios vaginales.

Reaccioné nuevamente y traté de evitarlo al tiempo que le decía que no, pues si iba a suceder quería que tuviera puesto un preservativo. No quería correr riesgos inútiles.

No me dio tiempo a nada. De un golpe y sin dificultad alguna por la gran humedad de mi conchita, su verga se abrió paso y sentí como el enorme falo me llegaba hasta el fondo.

Ello provocó que me arqueara y él comenzó a moverse rápidamente afianzado de mis nalgas.

Me seguía acariciando las tetas y yo por los efectos del alcohol nuevamente me relajé y comencé a pujar y a moverme disfrutando de la pija que tenía adentro.

Recuerdo que el albañil me decía que hacía rato que quería metérmela.

Que estaba muy caliente conmigo. Que lo había excitado mucho en estos días mostrándome casi desnuda y que por ello ahora había encontrado lo que tanto anduve buscando.

Yo seguía meneándome aumentando mi calentura hasta que de pronto el comenzó a hacer unos movimientos que delataban que estaba por acabar. Me vino un gratificante orgasmo mientras me aferraba a su espalda y mi abdomen comenzaba a convulsionarse. Con las piernas lo aprisioné hacia mí para que no se moviera y la mantuviera adentro.

Lo solté lentamente y siguió nuevamente con sus movimientos. Yo metí la mano izquierda entre los dos y le alcance la verga y los huevos y comencé a acariciárselos.

De pronto el tipo se pegó a mi cuerpo y con los dientes me mordió levemente una teta y simultáneamente sentí como su verga se descargaba y llenaba de leche caliente mi vagina.

Luego se quedó sobre mí descansando y yo acabé agotada quedándome dormida.

Desperté de madrugada en mi cuarto y sentí algo raro.

El albañil estaba sobre mi, yo me encontraba boca abajo y el metido entre mis piernas. Sentí nuevamente su gran excitación y en ese momento sentí dolo.

Todavía algo aturdida por los efectos del alcohol no lograba coordinar bien. Volví a sentir dolor y metí mi mano debajo y cuando estaba por tocarme la vagina sentí todo el peso de su cuerpo sobre mis nalgas y su verga perforándome el culo.

Me estaba cogiendo donde nunca me había dejado. Solté un quejido y volteé tratando de verlo y le dije que la sacara porque me dolía.

El albañil estaba tan caliente que hizo caso omiso a mi petición y siguió con su tarea.

Comenzó a moverse lentamente hasta que, luego de un rato de estar sufriendo con la verga tan gruesa dentro de mi culo, el dolor aflojó y el placer afloró, haciendo que en las repetidas embestidas tuviera un par de orgasmos antes que mi culo se inundara de semen.

Nuevamente me quedé dormida y cuando desperté tenía su enorme pija a las puertas de mi boca.

Quiso que se la mamara sin sacarla para nada de la boca pues cuando hice el intento le vi las intenciones de pegarme. Me sobaba las tetas y yo le acariciaba los huevos.

Luego de un rato la verga estalló llenándome de líquido toda la boca y la cara.

Me gritó que me tragara toda su leche así que obedecí al tiempo que comencé a espantarme.

Luego se recostó y yo también hasta quedarme dormida.

En la mañana me despertó y nuevamente me cogió hasta que se corrió nuevamente dentro de mí. Yo ya no disfrutaba nada pues me dolía todo el cuerpo.

Después de un rato se marchó y por la tarde volvió con sus ayudantes como si nada hubiera pasado.

A la tarde recibí un llamado de mi marido que me decía que no llegaría hasta el domingo a la noche.

No le dije nada de lo ocurrido y no se si lo haré ya que en parte soy la principal responsable de que esto hubiera sucedido..

Al bajar a comer obviamente lo hice más tapadita.

¿Qué te ha parecido el relato?