Una semana con una diosa

Un día estaba en mi casa como a las 10 de la noche viendo mucha pornografía en internet, por lo tanto estaba sumamente mojada y sola.

La noche se me hacía larga estaba tan excitada y deseosa por tener a un hombre que habría hecho lo posible por salir a las 3 de la mañana a follar con el velador de la tienda de enfrente.

Desde hacía varios meses había estado espiando a mi vecino por las ventanas de mi cuarto, cada que lavaba su coche se le escurrían las gotas de sudor por la frente, sus brazos atléticos me mojaban las bragas sólo de pensar en tenerlo en mi propia cama, siempre salía arreglada con ganas de encontrármelo en cualquier lugar.

Una mañana en la que hacía mucho calor, él estaba afuera con sus amigos bebiendo unas cervezas, yo desde mi cuarto los observaba esa verga que al parecer estaba de muy buen tamaño se me antojaba, sentirla dentro de mí, probar sus jugos de pasión y sentir su cuerpo sobre el mío, piel con piel irradiando calor hasta por el cabello.

Esa mañana decidí salir a encontrarme «casualmente» con él, me arreglé de lo más sensual posible, llevaba unas botas de cuero debajo de las rodillas, una minifalda sumamente transparente que con el sudor se me pegaba a los muslos dejando imaginar mi escultural y cogible figura, arriba un top blanco sin brasier que dejaba transparentar mis senos y mis grandes pezones y mi gran cabellera negra al aire libre, todo marchaba a la perfección.

Salí a encontrarme con él, sus amigos no dejaban de mirarme los pechos, y él… se veía a leguas como se excitaba, un gran bulto en su pantalón, me hizo invitarlo a mi casa horas más tarde, mi plan estaba dando resultado.

Cuando se fueron sus amigos, inmediatamente hice una llamada tipo hotline a su casa diciéndole que estaría disponible toda la tarde, que tal vez podría venir a hacerme compañía, no pasaron ni 10 minutos de haber colgado cuando ya estaba tocando el timbre de mi puerta, yo ya estaba excitadísima.

Le ofrecí bebida, a la cual aceptó le dí el vaso más grande que pude haber encontrado para que le rindiera, pues no iba a estarme parando cada vez que él quisiera, de repente me dijo que ese día me había arreglado muy cachonda y ya entrados en la plática, confesó que yo era la protagonista en sus sueños más calientes desde hacía años. Le dije que él también me gustaba y que sólo quería follar con él como nunca lo había hecho antes.

Me tumbó en el sillón, me empezó a besar el cuello, mientras pegaba su gran verga sobre mi luli todavía escondida bajo la falda.

Me empecé a humedecer de gran manera que se podía notar sobre mis bragas aquel líquido lubricante esperando a recibir ese espectacular miembro, ya bien calientes le empezé a bajar la cremallera, el bulto dentro del pantalón era demasiado cada vez se me antojaba más.

Sentí su mano bajo mi minifalda, audazmente sus dedos buscaban mi clítoris ya erecto por la excitación, masturbaba taaaaan bien, que nunca lo voy a olvidar.

Lentamente fui bajando hasta colocar su pija dentro de mi boca, empecé a chuparla suave pero liberalmente a leguas se podía notar como aquello iba creciendo le dí tan perfecto, que logré que se viniera en mis labios, me dijo que quería verme tragar su semen, y así lo hice, pues aunque no lo supiera yo era su esclava. Inmediatamente me jaló y me quitó la tanga fuertemente, bajo su cabeza hasta mi sexo, y empezó a lamerlo como nunca, sentí sus dedos hasta el fondo, tuve mi primer orgasmo.

Empezó a jugar con mis pezones, los pellizcaba sutilmente mientras los mordía y los lamía con gran ansia, le dije que se apurara que ansiaba sentir su verga dentro de mí., me abrió las piernas de par en par, e inmediatamente de una sola embestida me penetró.

Fue un orgasmo largo e intenso, jamás pensé haber podido sentir tal cosa, mientras me penetraba cada vez más rápido, me susurraba cosas sucias en el oído, ¿como sabía que me gustaba que me llamaran puta? No lo sé, pero me excitaba cada vez más.

Me cogió de las caderas y me hizo hincarme en el piso, mi rico culo estaba ante su resplandeciente berga a punto de reventar, tenía la cabeza morada, sentí una gran penetración que creo que me desgarró y en eso sus jugos dentro de mí, ya ansiaba sentir su semen caliente dentro de mi cuerpo, sentir como se corría.

Acabamos y se fue a su casa, todo ese tiempo después y toda la noche me estuvieron escurriendo jugos por las piernas, pasé el resto de la semana haciéndole llamadas calientes, y estuvimos así por varios meses hasta que tuvo que irse a vivir fuera del país.

Todavía sigo pasando noches de pasión con mi misma, pensando en esa verga tan jugosa y placentera.