Encuentro por chat
Una tarde demasiado tranquila para mi gusto (ya que ni mi novia, no se encontraba en la ciudad) y mientras esperaba que unos amigos me pasaran a buscar, decidí conectarme a Internet con el fin de pasar un poco el tiempo.
Como mucha idea no tenía del tema y no sabía bien que hacer, sin pensarlo demasiado entre en chat (ya que un amigo me lo había recomendado) en uno de esos servidores conocidos por todos los ciberadictos.
Conversé con algunos personajes interesantes, hasta cuando ya harto de estar conectado, y a punto de terminar con eso, entre en conversación con una señorita, por demás interesante, culta y muy inteligente, en ese preciso instante me vienen a buscar, por lo que decidí intercambiar mail para seguir la comunicación con ella.
Y así fué, como de a poco nos pusimos en contacto a través del mail, por algún tiempo. Hasta que ella me propuso que siguiéramos el contacto a través de esos sistemas de chat pero más personalizados, hecho que me agrado, ya que el contacto a través de mail con ella me gustaba y de ultima no perdía nada.
Por lo tanto acepté, encantado.
El tiempo transcurrió y mis charlas/ chat con Luciana (así se llama ella) iba mejorando, cada vez hablábamos más de nosotros y de cómo nos sentíamos, hasta que una noche lluviosa, en la que estábamos acordando encontrarnos, nuestra charla cambio de tono y comenzamos a hablar sobre sexo, tema que nunca habíamos tocado en profundidad.
Así, de repente, nos encontrábamos contándonos nuestras más íntimas fantasías y lo que a cada uno nos gustaba que nos hagan y hacer en materia de sexo.
Pasaban los días y nuestras charlas iban mejorando, y subiendo la temperatura, y obvio a mí, se me subía otra cosa que debía bajar pensando en otra cosa o aunque no me gustara (ya que no me parecía bien estar con alguien pensando en otra persona), debía bajarlo con ayuda de mi novia o bien con caricias propiciadas por mi. Así de calientes eran nuestras charlas.
Hasta que una noche, (de tantas que pasábamos juntos a través de la web), decidimos que era hora de conocernos. Sin intención de nada, solo de pasar un buen rato de charla cara a cara, nada más que eso.
Nos encontramos en un café, cerca de donde vivo, un lugar muy acogedor y tranquilo, alrededor de las 18hs.
Llegado el momento me sentía como un adolescente en su primera cita, tenía mariposas en el estómago y hasta no sabia que ponerme, con lo que decidí usar jeans, unos abotinados, remera y pullovers, me bañe, perfumé y salí al encuentro de mi cita.
Ella, Luciana, apareció, con una camisita blanca, pullovers, jeans ajustados y botas.
Parecía una chica mas, de muchas con las que había salido o conocido, no tenia nada de extraordinario, 1,63 mts de altura, ojos marrones, pelo castaño, y todo en su lugar.
Luego de los saludos y presentaciones del caso, nos dimos un gran abrazo y un beso, y luego entramos al café.
Nos sentamos y comenzamos a charlar, de cómo había llegado, (ella vive un poco retirado de mi casa), que le pareció el viaje, cuál fue su primera impresión al conocerme, pregunta que también me hizo ella a mi.
Cuando quisimos acordar, ya eran más de las 20hs entonces decidí invitarla a cenar en casa (debo aclarar que vivo solo) y tras la cena y algunos tragos (demasiados diría yo), el tema de nuestra charla volvió a rondar sobre sexo, y cuando las cosa se ponía más que interesante, Luciana cortó el clima diciéndome que se iba a lavar los platos.
No les puedo explicar como quede yo, mirándola irse hacia la cocina para hacer los quehaceres de la casa, en ese instante tuve una idea loca, me pare y fui tras de ella, y tomándola de la cintura, la di vuelta y le propicié un acalorado beso, el cual ella reacciono de la mejor manera, devolviéndomelo muy apasionadamente.
En ese momento mis manos se apoderaron de su cuerpo, acariciándola frenéticamente como si fuese la primera vez que tocaba el cuerpo de una mujer, mientras le besaba los ojos, cuello, nariz, boca mis manos recorrían sus pechos redondos, su culo y su vagina, y ella hacía lo mismo conmigo, de a poco nos fuimos desnudando, allí comprobé la suavidad de su piel y el dulce olor de su cuerpo.
Saboree sus pechos, mordisquee sus pezones redondos y rosados, comencé a notar que eso le gustaba y en demasía, ya que cuando no lo hacia (solo pasaba mi lengua por su contorno) ella me pedía que la mordiera, y en cada mordida mía ella acariciaba con mas fuerza mi miembro, que a esta altura estaba súper duro.
Casi sin pensarlo, ella bajó el cierre de mi pantalón y saco mi miembro de mi boxer, ya que él mismo hacía fuerza para librarse de la tela que lo oprimía, comenzó a acariciarlo suavemente, sin que yo tuviera que pedírselo, bajó hasta él, y muy lentamente comenzó a pasarle la lengua, primero por la cabeza, mojando con su saliva la rayita que tenemos en la cabeza del pene, para luego lamer el tronco, haciéndolo como si tomara un helado, mientras lo refregaba sobre su cara, la miraba hacerlo y me fascinaba, subía y bajaba por con su lengua por mi tronco, hasta que llegó a mis testículos, los lamió y se los metió de a uno a uno en su boca, luego volvió a arremeter contra mi tronco, hasta llegar de nuevo a la cabeza y desde ahí se lo metió entero en su boca, comenzó a mover su cabeza, yo sentía como me la estaba cogiendo por la boca y como ella lo disfrutaba.
Presentí que me venía después de semejante mamada y no quería terminar tan pronto, quería seguir disfrutando y disfrutándola.
Por tal motivo la levanté, diciéndole que quería yo darle el mismo placer que ella me dio a mi, la subí sobre la mesa de la cocina abrí sus piernas un poco y desde allí me encontré con su pompón rosado y velludo, hundí mi cabeza allí, en su vagina.
Comencé por lamerla de arriba abajo, lentamente, mientras con mis dedos índice y del medio, le acariciaba con movimientos circulares en su clítoris, en eso estaba cuando comencé a sentir como Luciana, comenzaba a contraerse, la piel de sus piernas se ponía como de gallina y luego ella me confesó que se sentía como si una electricidad le recorriera por todo su cuerpo y me di cuenta que estaba a punto, de terminar, cosa que no me equivoque, y con sus jugos inundó toda mi boca.
Yo absorbí con gusto, cada gota de sus jugos disfrutando de los mismos como si fuera el mas preciado néctar del sexo.
Salí del lugar calentito donde me encontraba y le propine un beso cálido y tierno.
Aproveche, que su cuquita se encontraba a la altura de mi pene erecto y sin pensarlo, lo introduje de un saque, ella solo atinó a moverse un poco, para acomodarse, hasta que comenzamos suaves y lentos movimientos acompañando nuestros cuerpos en ese ir y venir de dos almas que se encuentran y disfrutan del placer de hacer el amor.
En un momento ella me pidió que aumentara los movimientos ya que el segundo orgasmo asomaba a su puerta la, lo que accedí con gusto y comencé a bombear mas y mas fuerte sintiendo como golpeaban mis testículos contra su cuerpo.
El orgasmo no tardó en aparecer y pude ver como su cuerpo temblaba y con sus manos volteaba con sus manos todos los utensilios de la cocina que estaban a su alcance.
Saqué mi pene de su interior y decidí montármela de atrás ya que ese culito me fascinaba. La di vuelta sobre la mesa, quedando de espalda, y comencé a hacerla desear tener mi pene dentro suyo, lo pasaba por la entrada de su vagina húmeda y caliente, mientras ella me pedía que la penetrara, que me dejara de jugar y que la penetrara de una vez, y ante sus ruegos así lo hice, despacio le fui metiendo mi pene en el interior de su vagina, mientras con mis dedos exploraba, el redondo agujerito de su ano, introduciéndolos alternativamente, primero el mayor y después el índice, hasta sentir que se estaba dilatando cuando pudieron entrar ambos dedos en su interior.
Decidí actuar y por lo pronto bajé mi cara hasta ese maravilloso lugar metiendo mi lengua en su agujerito, con mis dedos y mi lengua lo dilate hasta que pudiera entrar mi pene con facilidad, así lo hice, una vez adentro me quede quieto, hasta que después de un rato comencé a moverme lentamente, ella suspiraba y jadeaba de placer, y empezó a moverse junto conmigo, al poco tiempo ambos nos vinimos en una acaba maravillosa en donde le inunde su interior con mi semen, nos quedamos exhausto reposando uno sobre el otro un rato, lentamente se la saque de su interior mi pene y la invite a bañarnos juntos.
Después del baño y como ya era demasiado tarde, como para que se vaya a su casa, la invite a que se quedara a pasar la noche conmigo, cosa que aceptó de buen agrado.
Luciana, luego de bañarse, se puso una bata mía de seda que le quedaba muy sensual, y yo por lo pronto usé otra que tenia por ahí guardada.
Nos dispusimos a tomar un café juntos sentados en el sillón del living, sabiendo ambos que la contienda sexual aún no había terminado.
Hablamos de todo un poco pero al rato mi apetito sexual y creo que también el de ella fue más fuerte que todos los temas interesantes que estábamos tratando.
Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo a través de la bata y sentí la misma sensación de suavidad que cuando hacía un rato acariciaba su piel.
Luciana se recostó sobre mí y sus cuerpo fue acomodándose lentamente para quedar atravesada en el sillón, casi como acostándose sobre el mismo exponiendo su magistral figura a mis mas lujuriosas caricias.
Lentamente sus piernas fueron abriéndose para que mi mano se introdujera a través de la bata, dejando su sexo húmedo libremente a mis deseos, mis dedos comenzaron a rozar en forma circular alrededor de su clítoris, introduciéndose de vez en cuando en su vagina para humedecer los mismos y con ellos, mojar y lubricar el clítoris ardiente de esa mujer enardecida.
Sus pechos calientes se exponían a mi boca como pidiendo los aliviaba de su calor con mi lengua, cosa que hice de buen agrado.
Luciana me pidió que mordiera nuevamente los mismos, parecía que dicha actitud excitaba sobremanera a esta mujer por que cuando lo hice su cuerpo comenzó a retorcerse anunciando que el orgasmo llegaba con una magnitud extrema.
Abrazados, besándonos apasionadamente nuestros cuerpos se pusieron de pie camino al dormitorio, mientras nuestras pocas ropas iban quedando dispersadas por la casa.
Cuándo llegamos al mismo recosté a Luciana suavemente sobre la cama y con mis manos abrí lentamente sus piernas anunciando que mi boca iría al encuentro del caudaloso río de fluidos que de ella emanaban.
Luciana con su mirada, parecía solicitar casi de manera desesperada, atención oral.
Sus piernas y sus muslos fueron besado y lamidos por mi de una manera especial tratando así, de que su vagina se lubricara aún más para luego dedicarme por largo rato a tomar desenfrenadamente una innumerable cantidad de líquidos que de ella fluían.
Mis dedos se introducían y salían con una intensidad apreciable y de vez en cuando alguno de ellos buscaba llegar a su ano tratando de introducirse para propiciar también a través de ese camino deseos incontrolables que Luciana estaba sintiendo.
Ella por lo tanto con sus manos abría sus nalgas exponiendo su agujerito aún más, era evidente que esto estaba haciendo sentir en ella placeres infinitos.
Luego de un rato que Luciana recibía de mis las más acogedoras caricia y lamidas, mientras ella acariciaba sus propios pechos tratando de calmar el calor de los mismos, y fue cuando su cuerpo empezó a moverse de manera poco usual, su espalda se arqueo y un nuevo orgasmo explotó sobre mi boca, sin perder ninguna gota, bebí la totalidad del mismo quedando hasta ese momento totalmente saciado de su sexo por lo que me decidí a subir besando todo el cuerpo que aún no había podido recorrer.
Intenté penetrarla, pero Luciana no me dejo, con sus manos me separo de encima de ella y me recostó.
Con su boca comenzó a besarme desde mi frente hasta llegar a mi erecto pene que se encontraba en condiciones óptimas para realizar su actuación.
Debo confesar que recibí de esta mujer, el mejor sexo oral que mi persona haya experimentado jamás, con la experiencia de una profesional, Luciana recorrió con su lengua los más oscuros rincones de mi cuerpo sacando de mí, los placeres más intensos que un hombre puede recibir.
Cuando llegó a mi pene su lengua pareció cobrar vida propia, recorrió mi falo enardecido desde su comienzo hasta su tronco, para luego de manera suave pero sensual, meterse en su boca la totalidad del mismo, me quedé asombrado por la forma en que lo hizo, pero debo reconocer que sentí una sensación de placer pocas veces experimentada, el fondo de su garganta hacía cosquillas en mi glande y ella respiraba profundamente a través de su nariz tratando de que ninguna parte de mi pene quedara fuera de su boca.
También mis testículos recibieron atención, su ancha lengua recorría los mismos los mismos y entraban a su boca uno a uno haciendo que mis espermatozoides se revolucionaran tratando de buscar la salida al exterior.
En un momento le solicite a Luciana , que se detuviera porque llegaba a mi una sensación conocida que era ni mas ni menos un orgasmos intenso.
Ella paró, se acercó a mí con una mirada pícara y al oído me preguntó si me gustaría terminar en su boca, cosa que asentí casi como rogándole a esa experiencia que tanto me gustaba.
Al cabo de un rato, cuando la sensación de eyacular se había calmado, Luciana se subió sobre mí, tomó mi pene con su mano y se lo introdujo lentamente pero de manera segura hasta tener la totalidad del mismo dentro suyo.
Con suavidad pero sin pausa, Luciana comenzó su cabalgata sexual, con sus propias manos mientras se movía acariciaba su clítoris, mientras yo con las mías me hacía dueño de sus pechos acariciándolos, mordiéndolos y lamiéndolos.
Cuatro fueron los orgasmos que ella tuvo en ese momento, todos casi seguidos una cosa extrañísima, estaba frente a una mujer multiorgasmica, dado que a pesar de la cantidad de orgasmos que había tenido desde que iniciáramos nuestro encuentro sexual, Luciana se movía con la pasión, la excitación, y el desenfado del primer orgasmo.
Exhausta, Luciana se salió de encima mío y arrodillada frente a mi erecto y húmedo pene comenzó una lamida que no pude frenar con ningún pedido para que se detuviera, la sensación que hacía un rato había sentido, nuevamente comenzó a rondar mi cuerpo, pero esta vez no logre que se detuviera por lo que mi cuerpo y mi mente empezó a sentir una vibración hasta que unos movimientos contoneantes se apoderaron de mí, produciendo que una gran cantidad de semen se descargara en la boca de ella.
Luciana tragaba con desesperación, tratando de no perder ninguna gota de esos jugos que yo soltaba descaradamente y sin pausa, pero lo que realmente me dejó anonadado fue que con su boca y sin mediar tiempo alguno, consiguió que mi pene nuevamente se pusiera duro con la misma magnitud que hacía una rato se encontraba pareciendo que nada hubiera sucedido.
La miré agradecida de la tarea que había conseguido, y con un gesto de picardía Luciana se acostó boca abajo para que yo comenzara la tarea de penetrarla.
Lamí su cuello y bajé suavemente por su espalda, besé su cola de perfectas formas e introduje la punta de mi lengua en el borde de su raya, ahí a la altura de su coxis, para luego recorrer la misma hasta llegar a su ano, ella se retorcía de placer y mucho más aún cuando mis dedos comenzaron a introducirse lentamente en ese pequeño agujerito.
Primero entró un que después de un rato de jugar con el mismo, dio lugar a que un segundo dedo se introdujera para dilatar suavemente esta cuevita que tanto placer propicia a los hombres.
A pedido de ella introduje un tercer dedo, pero esta vez algunos quejidos de dolor hicieron que se los sacara, en ese momento me lamenté de no tener algún juguete en mi casa porque seguramente le hubiera producido a Luciana una mayor cantidad de placeres (juguetes que ya he comprado y utilizado, pero esto es otra historia que contaré en otra oportunidad).
Luciana se acomodó de la mejor manera, puso una almohada a la altura de su vientre, levantando más aún cola, acomodó las manos entre sus piernas y expuso su ano en su totalidad para que yo la penetrara.
Con suavidad pero sin pausa mi pene fue penetrando lentamente hasta el fondo, ahí nos quedamos un ratito para que ella se acostumbrar al mismo, pero sentí como con sus manos acariciaba su clítoris en una masturbada de película.
Fue ella que comenzó los movimientos anunciando que ya estaba en condiciones de que yo comenzara con mi embestida y así lo hice suavemente metí y saque mi falo de su estrecho agujero por largo rato, mientras Luciana se propiciaba sus propias caricias sacándose los orgasmos más bestiales (debo reconocer que los orgasmos más emotivos son los que la mujer se extrae de sí misma).
Nunca había tenido por tanto tiempo y a mi merced el culo de una mujer, pero esta vez ella había conseguido y permitido que yo por largo tiempo no eyaculara precozmente ya que penetrar por atrás a una mujer me excita tanto que es poco el tiempo que aguanto sin terminar, a esto sumémosle que ella me había hecho tener una erección rápidamente después de tener mi orgasmo, por lo que mi cuerpo estaba relajado y dispuesto a abusar del ano de Luciana y ella estaba también dispuesta a disfrutar sobremanera de dicha situación.
Más de una hora llevo el trámite de «comerme» el ano de Luciana, y ésta ahora si se sentía un poco agotada de la situación, fue cuando se me ocurrió pedirle que me dejara eyacular sobre los hermosos pechos que ella poseía.
Luciana me hizo acostar a caballito de ella a la altura de sus pecho acomodó mi pene en medio de los mismos y comenzó lo que para mi fue una de las más agradables sensaciones que he sentido hasta el momento, yo me movía en un movimiento de mete y saca mientras ella apretaba mi falo con sus pecho y de vez en cuando acercaba su boca al mismos para lamerlo con ansiedad.
Fue así que mi desesperación pudo más que mi mente y gruesos chorros de semen se esparcieron sobre su cara, boca y pechos para quedar ahora si exhausto de cansancio pero también de placer.
Abrazado así desnudos no dormimos hasta el otro día donde ella se despidió con un abrazo y un beso de la misma manera que nos habíamos encontrado y así luego recomenzar vía chat nuevamente a hacernos propuestas obscenas pero esta vez sabiendo fehacientemente todas las cosas que nos gustaba hacer y que nos hicieran.
Nuevamente la ansiedad y la pasión comenzaba a apoderarse de nuestras vidas esperando una nueva oportunidad para reencontrarnos y así sucedió, pero esto lo contaremos en otra oportunidad