Capítulo 1
La mamá de mi amigo tenía el nombre de la prima hermana del famoso cantante Luis Miguel: Mariví.
Como toda dama tradicional, era respetada en la comunidad. Su casa estaba cerca de donde vivía en aquel entonces, y de pequeño con su hijo, con el cual compartíamos la misma edad, y solíamos ir a jugar a su amplio jardín, recibiendo reprimendas y consuelos de su parte, así que me conocía de toda la vida, incluso me acuerdo de que en alguna ocasión nos bañó a los dos cuando éramos más chicos, así que había confianza.
Un día de verano, fui a buscar a Daniel para jugar el nuevo FIFA en su casa, sus padres lo consentían y le compraron el nuevo juego que había salido, emocionado por estrenar el nuevo juego fui a buscarlo, pero cuando llegué me di con la sorpresa de que no estaba mi amigo.
La señora Mariví, de manera cálida como siempre la recordaba me recibió con una sonrisa, invitándome a probar un postre que había preparado, yo acepté por cortesía y por qué no quería quedar mal, aunque no quería encontrarme con ella, estaba un tanto avergonzado por lo que había sucedido en los chats, tenía cierto recelo y como no hablaba mucho ella me preguntó si no le gustaba la comida que preparó, yo le respondí que no era eso.
Ella replicó que de seguro estaba enamorado y tenía la cabeza en otro lado. Con sus ocurrencias empecé a reírme y negarlo de nuevo, tenía ese carácter, un tanto alegre la señora, seguidamente y con más confianza le dije que sabía que era ella quien había utilizado la cuenta de su hijo, ella empezó a taparse la boca y reírse con más ganas, ¡¡la había descubierto!!
Se disculpó contándome que estaba preocupada por si su hijo tenía malas juntas y que no podía desperdiciar la oportunidad…como madre tenía la responsabilidad de saber el camino que estaba siguiendo, yo la entendí ya que cualquier mujer que tiene hijo haría lo mismo y nunca me trató mal. Entonces me dijo que había descubierto algo que me dejó helado…
Lo siguiente que mencionó me dejó helado:
—Pienso que hice bien, descubrí que mi hijo estaba madurando más rápido de que creí.
—¿Cómo así? —le respondí.
—Sí, al parecer está enamorado de una compañera.
En ese momento me pregunté, y de seguro se me vio la curiosidad en mi cara por descubrir quién era. Ella me vio con ternura, como compadeciéndose de mi estado.
—Es Andrea, de su mismo salón de clases.
En ese instante sentí una aflicción en el pecho, como nunca, la cabeza me daba vueltas y mi cuerpo se estremeció. ¡No podía ser! ¿Por qué lo hizo?
No lo comprendía, y miles de pensamientos surgieron en mi mente. Después de todo Andrea era mi primer amor, ese que se tiene cuando empiezas a sentir algo que por otras chicas no, era lista, bonita, lo tenía todo, incluso soñé que me casaba con ella, en aquel entonces veía videos de hombres declarando su amor con pancartas, coreografías y demás cosas, yo pensaba hacer lo mismo solo que más sencillo, había preparado una carta con lindas palabras emotivas, que pensaba entregarla el día de su cumpleaños, que serían unos días después. Y lo peor es que el adorado hijo de Mariví lo sabía, se lo comentó en una ocasión.
Y entonces qué pasó ¿Era una traición? La señora al ver mi estado me preguntó si estaba bien, le respondí que sí, pero no me creyó y me pasó un vaso de agua, me agarró las manos y me tocó la frente.
—Estás sudando, toma esto.
Enseguida me alcanzó una pastilla para el mareo.
—No entiendo, que te pasó, pero si tienes algún problema me puedes comentar con confianza.
Yo en ese entonces no sabía que decir, no podía decirle nada, además me daba vergüenza y era evidente que algo ocultaba y para salir de la situación simplemente respondí.
—Es por los chats.
Ella pareció entender y me temía lo peor cuando empezó a abrir la boca.
—Seguramente es por los comentarios atrevidos.
Esa circunstancia me desconcertó, pero tenía que seguir la corriente, moví la cabeza de arriba a abajo como respondiendo afirmativamente.
—No lo tomes a mal, eres un buen muchacho, quería jugar un poco contigo. Mi hijo tiene tu edad por lo que supuse que también estabas madurando ¿Me perdonas?
Esto último lo dijo en un tono diferente, con una voz más aguda como sacando su feminidad.
Por un instante una idea pasó por mi cabeza, creí lo incorrecto, y me quedé inmóvil.
—¿Me perdonas? —repitió aún con más sensualidad, está vez sentí una pequeña presión en mi muslo, bajé la mirada y comprobé que era su mano la que me acariciaba esa zona, yo era inocente y solo me quedé quieto.
—Me encanta cuando te pones así, todo colorado —respondió sonriendo sensualmente la señora Mariví, en ese mi cerebro hizo clic, tenía miedo de verle la cara, estábamos bastante juntos y mi mirada fue accidentalmente hacia su escote, tenía buenos atributos, estando tan cerca….
Pero no podía ser, ella era una señora respetable, así que seguramente era mi imaginación y quité la idea de mi cabeza.
—Deben ser los mareos —respondí escuetamente.
—Sí, seguro es eso —replicó riéndose de la excusa que di. Enseguida me levanté del asiento y me apresuré hacia la puerta, inventé que tenía que hacer una encomienda de mi madre.
—Anda nomas hijo —la miré de reojo por última vez antes de salir y observé que se acomodaba su escote.
Avergonzado llegué a mi casa y me metí a la ducha para bajar el calor que sentía arder en mi cuerpo. En la noche reflexione sobre lo que estaba pasando, no podía entenderlo, me sentía confundido, no podía pensar de esa forma de la señora Mariví, eso era lo correcto. Enseguida me llegó mensajes de compañeros que irán al día siguiente al cumpleaños de Andrea, y me sentí hundido, había descubierto que el que era mi mejor amigo hasta entonces tenía intenciones con la chica de mis sueños, no sabía que hacer, tenía pensado darle la carta en su cumpleaños, pero ahora tenía otro problema, ¿Qué tanto era la relación de mi amigo con Andrea?
No creía que hubiese avanzado mucho, entonces aún tenía una oportunidad, pensé. Recordé una frase conocida que dice: «El que no arriesga no gana».
Un optimismo llenó mi mente. Alegre me fui a descansar.