Capítulo 3

Capítulos de la serie:

La lluvia no había parado en toda la noche, golpeaba los ventanales del hostel como si buscara entrar. Leo despertó con el sonido del viento colándose por las rendijas y el olor a tierra mojada mezclado con madera vieja. La luz era tenue, amarillenta, apenas suficiente para dibujar sombras en las paredes. Bajó las escaleras casi despierto, el aroma a café y el sonido de las conversaciones aumentaban a medida que Leo se acercaba a la cocina.

La feroz tormenta afuera, la luz amarillenta y el decorado de madera antigua hacían que aquella pequeña habitación se sintiera aun mas acogedora. Detrás de barra de la cocina se encontraba Lidia, la encargada del hostel, preparando jarra tras jarra de café, frente a ella, en una mesa simple se encontraban una pareja de extranjeros, por el acento Leo intuía que son australianos. En los sillones que rodeaban la mesa ratona se encontraban varias personas agrupadas, riendo y conversando.

Leo le dio los buenos días a lidia mientras esta le servía el café sin siquiera que el joven se lo pidiera y se lo alcanzó. El joven se sentó en una de las butacas de la barra, tuvieron que pasar varios minutos y media taza para que su sistema operativo comenzara a funcionar. Miraba por la ventana, detrás de ella no se podía apreciar más nada que una cortina de agua cayendo con fuerza, Lidia, sin perder la cuenta de las monedas que contaba, le comentó que las rutas estaban cortadas, debido al sobrepaso del puente que auspiciaba como entrada y salida del pueblo. Si quería continuar su camino el día de hoy le seria imposible.

Leo se alegraba por no estar en el campamento en este momento, de no ser por las mujeres que lo habían traído hasta aquí, seguramente estaría flotando con su carpa por algún lugar del monte. Los recuerdos del viaje cayeron como un rayo, lo que ocurrió en el asiento trasero seguía sorprendiéndolo, los recuerdos fueron el rayo, pero su erección fueron el ruido del trueno que se hace presente a los pocos segundos.

Mientras intentaba sin mucho éxito tranquilizar a su miembro, recorría la habitación con la mirada, deteniéndose en cualquier objeto que le sirva para pensar en ello y no en la noche anterior. Mientras escudriñaba la habitación, posó sus ojos en una de las jóvenes que se encontraba en los sillones, era una muchacha delgada, vestía una musculosa blanca y holgada haciendo que su cuerpo pareciera mucho mas fino, por debajo vestía un pequeño short violetaceo, su cabello oscuro y suelto le llegaba a pasar los hombros. La chica se encontraba sentada con los pies cruzados subiendo por sus rodillas apuntando al techo en las cuales se reposaban sus delgados brazos.

Al conectar las miradas, la joven le sonrió a Leo, este le devolvió la sonrisa y la saludo levantando la taza. La joven desvió la mirada y continuó con la charla, eventualmente volvía a mirar a Leo, este se decidió y una vez su miembro se calmó, se dirigió a los sillones.

La junta que se encontraba circundando la mesa ratona estaba compuesta por cuatro chicas y dos chicos, ahora tres por la presencia de Leo.

Estaban Ezequiel y Clara, una pareja de jóvenes, casi niños para los ojos de Leo, tenían 18 y 19 años respectivamente, se encontraban festejando el fin de la secundaria pasando unos días fuera de su ciudad. Lucía, Florencia y Ana, siendo esta ultima la chica con la cual el joven cruzo miradas. Las tres amigas se encontraban en el mismo dilema que Leo. Las chicas se dirigían a la ciudad de la cual Leo deseaba huir. estaban en su ultima parada antes de llegar a destino pero la tormenta les impedía llegar a la ciudad. Por último estaba Guillermo, un hombre de casi cuarenta años. Guillermo era un nómada moderno. Vivía su vida viajando, su trabajo remoto y bien remunerado le permitía vivir así, Leo sintió un poco de envidia por el, el hombre era carismático, tenía dinero, vivía sin estar atado a nada y por lo visto tenia buena llegada al sexo opuesto, cada cosa que decía lograba sacar una risa o un suspiro de cualquiera de las chicas, incluso Ezequiel parecía estar cautivado por este hombre.

El grupo se mantuvo junto durante toda la tarde, contado anécdotas, jugando a las cartas, al que prefieres, llegaron a debatir a cerca de la vida, las razones de ser y demás.

El sol le había dado paso a la luna, la tormenta había parado unas horas solo para tomar mas aire y volver a caer mas fuerte.

La cena había pasado y el grupo estaba devuelta en los sillones los cuales ya tenían memorizado la forma de cada uno de los culos que habían pasado por ellos a lo largo del día. Lidia preparó la última jarra de café, pasó por la mesa sirviendo a los que lo requerían, cuando terminó de servirle a Guillermo, le acarició su brazo indisimuladamente, se acercó a su oído y le dijo algo. Guillermo rio, Lidia se retiró dando las buenas noches a los jóvenes no sin antes avisarles que debían regresar a sus habitaciones en poco tiempo ya que eran las reglas. Leo no quería retirarse, había pasado todo el día con el grupo y sentía que entre Ana y él podría pasar algo, tenían mucho en común y en más de una ocasión la chica le había tocado las manos, también rozaron sus piernas en varias ocasiones e incluso se había lanzado a abrazarlo cuando siendo pareja de juego les ganaron a Ezequiel y Clara.

Guillermo se levantó, les dijo a los jóvenes que se quedaran tranquilos, iría a hablar con Lidia para que puedan quedarse un rato más en los sillones, al terminar la frase guiñó el ojo.

Al retirarse, Ezequiel preguntó al grupo si creen que lo lograría, no se encontraba con sueño y quería quedarse conversando. Florencia, sin mediar palabra exclamó. -Con la follada que le va a pegar, Lidia va a dormir hasta el jueves. El grupo rompió en gritos y risas, no era la primera vez que la inocencia de Ezequiel era rebatida por la sexualidad a flor de piel de Florencia.

Pasó casi una hora y el grupo seguía rodeando la mesa, en este momento se encontraba Lucía relatando una experiencia sobrenatural que había tenido ese año. La tensión de los jóvenes era notoria, la historia de Lucía los tenía atrapados, la tormenta potenciaba el ambiente, los truenos parecían guionados por Lucía. Ana había empezado a abrazar el brazo de Leo con fuerza, el Joven no quería demostrarlo pero ella lo apretaba con demasiada fuerza, también quería pretender no estar asustado, pero se encontraba con los pelos de punta. De pronto el corazón le dio un vuelco al notar como una sombra pasaba bajando la escalera, la sombra se perdió en la oscuridad, Leo intentaba dejar de escuchar la voz de Lucía para concentrarse en lo que sucedía detrás de ella. No encontraba mas movimiento en la oscuridad hasta que un rayo iluminó la cocina, este destello dejó ver una figura humanoide acercándose al grupo. La cara de Leo tuvo que haber sido de un horror absoluto, ya que Lucía al verlo dejó de narrar su historia y giró su cara llena de miedo hacia la oscuridad de la cocina. el grupo quedó en silencio durante un instante, hasta que desde esa profunda oscuridad se escuchó una especie de gemido/quejido. El brazo de Leo fue apuñalado por las uñas de Ana clavados en el, el joven ahogo su grito y tragó saliva.

Apenas pasó un segundo cuando de la oscuridad surgieron las palabras que por un momento paralizaron en corazón de los presentes.

-No le digan a nadie, pero, no saben, QUE BIEN LA CHUPA LIDIA!!!

Guillermo emergió de la oscuridad con una sonrisa de oreja a oreja, los brazos abiertos y una botella en su mano.

Florencia saltó del sillón, se acercó al hombre, lo insultó y le dio una juguetona cachetada en la mejilla.

-No creo que lo haga mejor que yo. retrucó la chica mientras le daba otro sutil golpe

Guillermo rio y se disculpó ante ella y el grupo por asustarlos. a modo de disculpas ofreció la botella de tequila que sostenía. Informó al grupo que Lidia había accedido de muy buena forma a dejarlo a él como «encargado del Hostel» por esa noche y como encargado no podía permitir que en su guardia se hallaran jóvenes sin emborracharse. Florencia volvió de la cocina con vasos para chupitos, Leo notó como al pasar por atrás de Guillermo la chica le acarició la nuca y el cabello. El joven se preguntaba si Guillermo además de estar con Lidia también se encamaba con Florencia, eso hacia que la reacción de la joven cobre más sentido.

Tres chupitos más tarde…

La pareja de los mas jóvenes se habían ido y el grupo se encontraba jugando al famoso verdad o reto. En este momento estaba escuchando la verdad que contaba Lucía, hablaba de cuando estando en el primer año de la facultad tuvo un encuentro express en el baño con una chica de su clase. Ana y Leo se encontraban acurrucados, el joven había encontrado la manera de acomodarse para que su erección no fuera notoria. Guillermo por su parte se encontraba sentado con las piernas abiertas y su bulto era muy notorio, Leo cada tanto se encontraba mirándolo y en alguna ocasión el hombre lo atrapo mirándolo, solamente sonrió y desvió la mirada.

Lucía terminó su relato y ahora le tocaba preguntar.

-Ana… Verdad o reto.

-Mmmh Reto. dijo de manera decidida.

-Ahh queres arriesgarte, estas segura?

-Después de esa historia me animo a cualquier cosa….

-Bueno, entonces, te reto a besar a alguien.

El corazón de Leo palpitó con fuerza, sabía que le tocaba y se alegraba por ello. Ana se volvió hacia él, lo miro profundamente a los ojos, separó su cuerpo del suyo, miró a sus amigas y volvió la vista hacia Leo. Acercó su rostro al del joven, Leo cerro los ojos y esperó el contacto de los labios que había deseado todo el día. se escuchó un suspiro y una carcajada frente a él, al abrir los ojos encontró el rostro de Ana juntándose con el de Lucía, las jóvenes se encontraban besándose apasionadamente a apenas centímetros de su rostro, Ana inclinó mas su cuerpo y apoyo inintencionalmente (o no) la mano sobre el duro miembro del joven.

Luego del beso, Ana se volvió a mirarlo, guiñó un ojo de manera que solamente Leo lo pudo ver y volvió a posicionarse como estaba antes del beso, salvo que su mano se mantuvo sobre su miembro.

-Ya te dije que esa historia me calienta y la seguís contando. recriminó Ana a Lucía.

-Por algo lo sigo haciendo… Dale, te toca preguntar.

-Ok, Leo…. Verdad o reto.

El alcohol y la lujuria corrían por las venas del joven, entendió que Ana estaba jugando con él, así, que ahora el joven jugaría con ella.

-Reto. Dijo el joven sosteniéndole la mirada

-Así me gusta nene… Tu reto, es cerrar los ojos durante un minuto, no podes hablar ni moverte.

-¿Quién se asegura de que no haga trampa? Preguntó Guillermo – Yo. respondió rápidamente Florencia. la chica se levantó frente a Guillermo y se sacó la remera quedando solamente en sostén. La joven le «vendó» los ojos con su remera.

En la oscuridad en la que se sumía Leo, sus sentidos estaban agudizados, empezó sintiendo caricias con la yema de los dedos en su nuca subiendo hasta el tope de su cabeza, ahora la palma sobre él le hacia inclinase, en esta posición sintió el cosquilleo de una lengua pasando muy suavemente desde su cuello hasta su oreja, un mordisco en el lóbulo le hizo inclinarse. ahora el aliento que acariciaba el interior del oído le trajo las palabras. «Esta noche sos mio». Todo el cuerpo del joven se encontraba erizado, su miembro estaba que explotaba debajo de la mano de Ana, la cual nunca lo había soltado, ahora también lo acariciaba sin tapujos. Sabia que estaba siendo tocado por Ana, sentía el olor a su perfume en cada movimiento, de pronto su piel dejó de sentir contacto, sus oídos ahora escuchaban ruidos pero no podía definir a que se remitían. sus labios sintieron el aliento antes que los labios que ahora lo besaban, su lengua se encontraba con otra en un profundo intercambio. El beso duro unos segundos antes de cortarse. Ahora su respiración se cortó, algo le impedía el paso del aire, sentía la piel de su rostro atrapado por otra piel, era suave, muy suave, olía al perfume de Ana, algo estaba queriendo entrar a su boca, moviendo su lengua, sintió como lo que se encontraba apenas dentro suyo se comenzaba a erguir, en ese momento su cerebro descifró lo que estaba sucediendo, la piel suave, el aroma a perfume y el pequeño elemento que se erguía en su boca correspondía a las tetas de Ana, la joven se encontraba atrapando su rostro en ellas, y apoyaba su pezón en la boca del chico. Leo comenzó a lamerlo con suavidad, primero hacia arriba, luego en círculos, cuando sintió que el pezón intentaba salir de su boca estiro el cuello y atrapó el pezón devolviendole el mordisco que había recibido en un principio. El grupo se unifico en gritos y risas, le quitaron la improvisada venda, al abrir los ojos, se encontró con Florencia masturbando por encima del pantalón a Guillermo, el hombre había pasado su brazo por detrás de la joven y su mano estaba dentro del sostén de Florencia, ambos lo miraban a los ojos sin dejar de manosearse.

A su derecha se encontraba Ana acomodándose la musculosa mientras le sonreía, a su izquierda estaba Lucia limpiándose la boca.

-Te toca. Dijo la profunda voz de Guillermo

-Lucia, Verdad o reto…

-Se supone que después de este espectáculo te diga verdad? súper reto. Dijo la joven con decisión.

-Súper reto entonces… ves a Guille y flor, bueno, hazles un striptease a ambos.

-No es justo. reclamo la joven.

-Un reto es un reto dijo Florencia. – Dale, move ese culo lesbiano para mi.

Lucia se paro, y con cara sería le dijo a Leo que le caía mal.

La rubia se posicionó frente a su amiga y el hombre. con sus manos, les acarició el rostro al mismo tiempo, bajó por su pecho, haciendo énfasis en las tetas de su amiga, al hombre le metió la mano por adentro de la remera, quedó en cuclillas mientras bajaba las manos continuando con los mimos. movía su cintura al ritmo que les masajeaba el vientre, Florencia se abrió de piernas para permitirle tocarla bien. las manos ahora se encontraban en los sexos de sus victimas, el calor que salía de la entrepierna de su amiga era mortal y le incitaba a más. cortó con las caricias en seco, se paro dándoles la espalda.

-Si vamos a hacer esto, vamos a hacerlo bien, venga, levántense.

Guille y Flor se pararon como resortes, el miembro de Guillermo generaba una carpa en los pantalones.

-ustedes también. Indicó la chica apuntando con el dedo a Leo y Ana.

-Eso no es parte del reto. reclamó Ana.

-Me vas a decir que no quieres un poco de esto…. Dijo Lucia mientras acariciaba su cuerpo de manera sensual.

Ana atinó a decir algo pero cerró la boca antes de hacerlo.

-Así me gusta, las mujeres se quedarán en ropa interior, los hombres…. desnudos.

La mente de Leo no daba crédito a lo que pasaba, por una parte no quería desnudarse frente a todos, pero por otra parte quería estar desnudo con Ana. Antes de poder pensarlo, Guillermo ya estaba desnudo, Florencia y Ana apenas en ropa interior, esta ultima solamente ocupaba su tanga, el grupo lo miraba esperando por él.

-Si no lo haces el juego termina y me voy a dormir. Sentenció Lucia.

El joven no pudo decir nada, Ana se encontraba frente a el, sus tetas caían de manera natural frente a su pecho, la chica lo agarró y le sacó la remera. Leo rápidamente desabotonó su pantalón y lo bajó junto con su bóxer, Ana miró atentamente su miembro el cual estaba mas duro que una piedra, levantó la vista y le entregó una hermosa sonrisa de aprobación.

-Ahora si puedo continuar, tomen asiento.

El grupo se sentó, Lucia movió la mesa, dejando a Guillermo Florencia en un sillón enfrentados a Ana y Leo.

Al sentarse, Ana comenzó a comerle el cuello a Leo, posicionó nuevamente su mano sobre el miembro, esta vez masturbandolo muy suavemente.

Frente a ellos, Lucía se encontraba sentada sobre Florencia, movía su culo sobre el vientre de su amiga, mientras esta le besaba por atrás y, con una mano la manoseaba mientras con la otra masturbaba velozmente a Guillermo. Lucia tomó la mano de su amiga y la llevo por debajo de su camisa para que esta la tocara por dentro, con su mano libre empezó a frotarse por arriba de la falda, mientras lo hacia buscaba desesperadamente el botón para liberarse de ella.

Leo y Ana estaban besándose apasionadamente mientras se masturbaban mutuamente, los dedos de Leo sentían el calor y la humedad de la vagina de Ana por encima de la tanga, los jóvenes gemían entre besos, Ana paró en seco sus movimientos. -disfrutemos del espectáculo mientras podamos…

El striptease de Lucía se encontraba ahora con ella parada frente a sus espectadores, desabrochando su camisa mientras su falda yacía en el suelo.

El miembro de Guillermo era grande, bastante mas grande que el de Leo, estaba circuncidado y se encontraba absolutamente depilado, estaba siendo acariciado con rapidez por Florencia.

Una vez la camisa estuvo fuera, Lucía tomó a Guillermo y Florencia, y les guió sus cabezas hacia sus tetas, cada uno se encontraba comiendo su respectivo pezón, solamente se alejaban de ellos para encontrarse en un beso, luego volvían a devorarlos. Los gemidos de Lucía inundaban la planta baja de Hostel junto con los de los demás amantes. Guillermo comenzó a descender dejándole los senos de Lucia a disposición de Florencia. bajó por su abdomen, se detuvo unos segundos en su ombligo, luego continuó su camino hasta toparse con la seda de la tanga. Esta se hallaba ensopada por los fluidos de la rubia, mientras le acariciaba el culo, agarró de los costados de la tanga y rápidamente despojó a la chica de la única prenda que le quedaba. Lucía, con sus ojos cerrados y la mirada al techo levantó su pierna y apoyó el pie sobre la almohada del sillón, Guillermo separaba los labios de la chica a medida que su lengua avanzaba, lo que fueron unos suaves lengüetazos enseguida pasaron a ser vigorosas lamidas de coño, Lucía no paraba de largar viscosos fluidos los cuales se dispersaban por la boca y cara de Guillermo. La rubia estaba en el cielo, no paraba de gemir, tanto así que Florencia comenzó a besarla con fuerza para ahogar los gemidos. Lo ultimo que faltaba era que aparezca Lidia para echarlos a todos por lujuriosos.

Leo no aguantó más, su miembro le pedía acción al igual que su cerebro, Ana no había dejado de masturbarlo y besarlo mientras admiraban el show que los demás les brindaban. El joven se paró frente a Ana, esta, sin perder el tiempo abrió la boca y comenzó a mamarlo, primero, sin tomar el miembro con la mano, introdujo la cabeza apretándola con firmeza entre sus labios, lamia el glande con suavidad, alternando en caricias con su lengua y succionándolo. Leo le agarró del pelo indicándole que fuera a más. Ana lo miró a los ojos, abrió mas su boca y comenzó a introducir más del pene de Leo, sin perderle de vista, posó sus manos en las nalgas del joven y lo empujo hacia ella. Desde arriba Leo veía los oscuros ojos de la joven, estos se empezaron a aguar a medida que tragaba más y más de él. la garganta de Ana no ofrecía resistencia al paso de su verga. apenas si le arrancaba alguna arcada, cuando esto sucedía, Ana se limitaba a sacarla de su boca, escupirla con mucha saliva y volver a tragarla. El joven sabía que era la mejor mamada que le habían hecho nunca, y, de alguna manera iba a tener que retribuirle.

A espaldas de Leo se encontraba Guillermo, ahora sentado en el sillón, Florencia sentada de espaldas sobre él, con su miembro entrando y saliendo de ella, Lucía era masturbada por las manos de su amiga mientras ella le retribuía el favor comiéndole las tetas.

Ana escupiendo por ultima vez el miembro de Leo, se pasó y comenzaron a besarse, la boca de la joven estaba cubierta de saliva, a Leo no le molestaba y solo pensaba en comerse a su amante. La chica lo miró a los ojos y le indicó con la cabeza que lo siguiera. Por la oscura cocina pasó Ana primero, tomando del pene a Leo, cual vecino paseando al perro con su correa. y se lo llevó a su habitación, dejando a sus amigas y Guillermo para que se divirtieran entre ellos.

Al pasar por el umbral de la habitación, Ana se puso de rodillas nuevamente para comerse lo que restaba de Leo, a este no le faltaba mucho mas estimulo para llegar al clímax, entonces se inclinó y levantó a la chica. -Ahora es mi turno. Intimó Leo con toda la lujuria del mundo en su voz.

Apoyó su cuerpo con el de la chica, apenas ella se repuso de la única prenda que le quedaba. La tomó por el pelo, y la llevó a la cama. Ana cayó sobre el colchón con las piernas abiertas, la mínima luz que entraba por la ventana dejaba ver su sexo rodeado de oscuros cabellos. Leo se tiró sobre ella como un león lo hace con su presa, se zambulló directamente en la entrepierna de la joven, los fluidos que la recorrían y quedaban en sus recortados bellos púbicos se prestaban deliciosos ante él. El sabor del sexo de una noche con alguien a quien apenas conocía es único, irresistible e irreemplazable.

Pasaba la lengua acaparando toda la vagina de Ana, apenas se detenía unos segundos para acariciar el clítoris y volvía nuevamente al inicio de los labios. repitiendo ese loop durante varios minutos, cuando Ana le tiró del pelo supo que estaba haciendo las cosas bien, así que, llevó su mano desde los muslos, pasando por las tetas hasta llegar a la boca de la joven, la cual interpretó las intenciones y comenzó a lamerlos como si de su miembro se tratase. una vez estuvieron repletos de saliva, el joven los llevo hasta su sexo, metiendo el indice y medio dentro. Ana gemía a través de la almohada que ahora yacía en su cara, el joven le succionaba apenas el clítoris, los soltaba y lo excitaba con su lengua al mismo ritmo que los dedos entraban y salían de ella. Ana se liberó de la almohada

-Por dios Leo, me vengo, me vengo!!

Las tetas de Ana se movían al ritmo de su respiración, jadeaba con gemidos entrecortados.

Leo se acurruco junto a ella, la chica no perdió el tiempo, se trepó sobre el mojandolo todo a su paso. Besando su piel bajó hasta su miembro, lo besaba, chupaba y tragaba con voracidad, las arcadas y las escupidas eran cada vez más frecuentes. la excitación de Leo crecía segundo a segundo, en un momento, la chica lo tomo de las piernas y las levantó dejándole culo frente a su rostro, una explosión se expandió por el cuerpo de Leo. Ana le estaba pasando la lengua por el ano, Leo nunca había sentido tal placer, las oleadas recorrían su cuerpo con fuerza. La joven pasaba su lengua desde abajo, paraba brevemente sobre sus huevos y luego se tragaba todo el miembro del joven. la sensación del pasaje de la lengua era brutal, un suave y húmedo manto le acariciaba sus zonas mas sensibles. La garganta de Ana era el lugar perfecto para alojar su miembro. El joven estaba en el cielo, cuando no estaba la lengua, su culo era ocupado por el dedo de Ana, este lo acariciaba con mucha suavidad pero siempre ejerciendo presión. En un momento una oleada de placer invadió en las profundidades de Leo, el dedo que anteriormente lo acariciaba, se encontraba ahora dentro suyo, la sensación era extraña pero no dejaba de ser muy placentera. El ritmo que llevaba el dedo dentro suyo era suave, acompasado con el que llevaba la boca de Ana sobre su miembro. A medida que Leo se soltaba, el placer y el ritmo incrementaba, la chica sabía lo que hacía. Cuando empezaba a tener un ritmo frenético, Ana sintió como el miembro de Leo se hinchaba dentro suyo, asimiló enseguida lo que se venía, entonces, lejos de relajar, aceleró el ritmo, Leo gemía a gritos de placer lo cual hacia que Ana se gozase junto con él. El dedo de la joven acariciaba su próstata con experiencia, su miembro latía junto con su culo.

Las sensaciones de placer que lo golpeaban, sus gemidos junto con los que ocasionalmente venían desde el piso inferior, la lluvia golpeando la ventana, y los ojos de Ana mirándolo fijamente mientras todo esto sucedía, fueron el detonante, de pronto, ocurrió una explosión y los chorros de semen comenzaron a bajar por la garganta de Ana, esta los aceptaba gustosa y tragaba todo lo que salía del miembro.

Cuando las palpitaciones de Leo cesaron junto con sus gemidos, Ana se acurrucó junto a él, tuvieron una tierna sesión de besos antes de quedarse dormidos.

Las crónicas de un Mochilero

Capitulo I El sedan blanco