Recuerdo que era viernes, había ido al centro de la ciudad con la idea no solo de pasarlo bien, si no que además esperaba poder encontrar alguien con quien follar, y mi gozo en un pozo, a eso de las 2 de la madrugada, volvía para casa, mojado por la lluvia que estaba cayendo, y medio colocado. Y lo peor, es que llevaba unas tremendas ganas de follar, pues tal y como se había puesto el día, apenas había gente por la calle y tal y como me encontraba, había decidido irme a dormir a mi casa, ya bajaría al día siguiente que era sábado en busca de un buen macho que me rompiera el culo.

Pero lo que es la vida, cuando estoy abriendo el portal de mi edificio para subir a mi casa, escucho detrás mía la voz de mi viejo y perverso vecino, tino, que me dice:

Puedes abrir, o dejas que abra yo la puerta…

Miré para atrás, comprobando que efectivamente era el viejo de mi vecino. No, no hace falta, es que tengo las manos congeladas y la llave…

Sí, claro la culpa es de la llave. Yo creo que lo que pasa es que vienes un poquito colocado, ¿eh?

Que hijo de puta, claro que estaba algo colocado, me había fumado un porro y cada vez que se me daba por fumar porros, terminaba medio colocado, no estaba acostumbrado a hacerlo y cuando se me daba por fumar, colocón al canto.

Como veía que seguía sin abrir la puerta, apartándome con la mano, dijo, deja que será mejor que la abra yo, si no vamos a estar aquí toda la noche.

Me aparté a un costado, dejando que mi viejo vecino abriera el portal. Cosa que hizo al momento, haciéndome pasar luego de haber entrado él.

Vienes bien, ¿eh? Menuda fiesta debió ser, me decía mientras ambos nos dirigíamos al ascensor. Joder si hasta vienes todo empapado, decía tocándome el cachete del culo. Mira como estás de mojado, decía palpándome de nuevo el cachete del culo.

Que hijo de puta, el cabrón no perdía ocasión. Me giré hacia él, y con una sonrisa maquiavélica, llevé mi mano a su entrepierna, le agarré el paquete diciéndole, si quieres puedes secarme tú.

Vaya vaya, pero mira que sorpresa, si al final mi vecinito además de mojado y colocado, nos viene caliente, ¿eh? Me respondió dejando que yo le siguiera palpando la verga por encima del pantalón.

En esos momentos llegó el ascensor, por lo que el viejo de mi vecino abrió la puerta de este, haciéndome pasar primero. Entré y me fui hacia una esquina de este, dejando que fuese él el que pulsara los botones para subir a nuestros respectivos pisos.

Yo no me di cuenta de a que piso marcaba, me enteré al ver que el ascensor seguía subiendo hasta la planta donde vivía mi vecino, Tino. Este justo después de marcar el botón que nos llevaría a la planta donde vivía él, se giró hacia mí, y echando su mano de nuevo a mi culito, me dijo, pues ya que lo estás deseando, vamos a secarte, a ver que tal te portas, me decía manoseándome el culo.

Yo que todavía no había asimilado el alcance de mi acción, al haberle agarrado con mi mano el paquete, quedé medio pensativo, dejando que manoseara mi culito, sin saber lo que estaba intentando decirme. Empecé a darme cuenta, al ver que el ascensor no paraba en mi planta y seguía subiendo.

Cuando por fin supe cuales eran sus intenciones, ya estaba en la planta donde vivía él, y me encontraba delante de su puerta, siendo llevado por él.

Nada más abrir la puerta de su domicilio, me hizo pasar delante del y justo cuando pasó él, cerró la puerta abalanzándose sobre mí.

Ven aquí putita, anda ven aquí, me decía abrazándome a él. Así que nos andas caliente y con ganas de fiesta, ¿eh? Me decía empezando a meter mano por todas partes.

Dios, no lo podía creer, había despertado al monstruo de mi viejo y perverso vecino, y ahora iba a pagar las consecuencias. La verdad es que sí, andaba caliente y tenía ganas de un buen macho, pero no era precisamente el viejo de mi vecino, en quien estaba pensando. No me gustaba, tenía cara de cabrón y perverso, y además el físico que tenía, la verdad es que no me atraía mucho, aquel barrigón que tenía no era precisamente que me excitara. Es cierto que la polla que se gastaba, 18 centímetros de verga me hacían babear, pero… lo que son las cosas, sin yo pretenderlo, allí me encontraba en la casa de mi vecino, delante del, siendo manoseado y a punto de ser follado.

Cuando me quise dar cuenta, no solo me había mordido los labios, además me tenía enterrada la lengua en toda la boca. Y joder menuda lengua que tenía, si llega a ser más larga, me llega hasta la boca del estómago.

Después de tenerme un buen rato, metiéndome mano y magreando todo mi cuerpo y haberme comido la boca, estando allí en el pasillo de la entrada, me sacó la cazadora que llevaba, dejándola colgada en el perchero que tenía en la entrada.

Después me fue llevando, abrazado a él, hasta la sala, donde luego de encender la luz, empezó a aflojar el cinturón del pantalón, así abrazado por la espalda como me tenía.

Bueno mi putita, ahora vamos a cumplir tus deseos, y vamos a secar a este caliente mariconcito, me susurraba al oído, mientras me tenía abrazado por la espalda e iba aflojando el cinturón. Mientras lo aflojaba, además de susurrarme al oído, iba dándome mordiscos en la oreja y cuello, cosa que sabía me hacían estremecer de gusto.

Yo aún todavía aturdido por los acontecimientos, me dejaba hacer mientras gemía estremeciéndome por los mordiscos que me daba en el cuello y oreja.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía empezando a temblarme las piernas a causa de los mordiscos que me estaba dando el cabronazo de mi vecino.

Andas caliente, ¿eh mi putita?

Hoy no te follaron, ¿verdad?

Pues no te preocupes, mariconcito, que ahora tú y yo, vamos a follar, te voy a dar por el culo y calmar esa calentura que traes contigo. Te voy a preñar este culito tan rico que tienes, ya verás como vamos a disfrutar tú y yo.

Cuando consiguió aflojar el cinturón, siguió desabrochándome el pantalón y una vez lo hubo hecho, empezó a bajarlo, pudiendo ver lo empalmado que ya estaba y que además no traía puesto slip. Ese día no me lo había puesto ya que tenía intención de ir a los jardines a dejarme follar, y además de ser mucho más cómodo, últimamente me excitaba no llevarlo puesto, desde el día que, Bío, el dueño de dicho café bar, me ordenara ir un día sin él para que me diera por el culo y así me devolviera el slip con el que se me había quedado, me gustaba la sensación que me daba no llevar slip puesto.

Pero mira que salido me andas, y mira que pedazo de maricón me estás hecho, si hasta me andas sin nada debajo del pantalón. Te gusta ir preparado para ser enculado, ¿eh maricón? Me decía dejando que el pantalón cayera a mis tobillos, mientras manoseaba mi polla y genitales.

Yo que estaba más caliente que el palo de un churrero, me retorcía frotando mi culito en su entrepierna mientras él me acariciaba la polla y genitales.

Sin esperar nada, tiró de mi camiseta hacia arriba, sacándomela por la cabeza, a la vez que me daba la vuelta quedándome desnudo por completo delante del, con los pantalones sobre los tobillos.

Volvió a abalanzarse sobre mi boca, empezando a morder los labios mientras con sus manos manoseaba los cachetes de mi culo.

Ufff, maricón que follada te voy a dar, me tienes a mil, maricón. Hoy te voy a romper el culo y follar hasta que te reviente este culito que me vuelve loco, me decía mordiéndome los labios.

Pasó su lengua por todo el contorno de mis labios, y mientras metía su lengua en mi boca saboreando todos los recodos de ella, me hizo sentar en el sofá, donde allí mismo después de quitarme los zapatos y terminar de sacarme el pantalón, me hizo que le fuese sacando la verga que tan idiotizado me tenía.

Mientras él me acariciaba la cabeza y cara con sus manos, susurrándome lo bien que lo íbamos a pasar aquella noche los 2 solitos, fui aflojándole el cinturón, luego seguí con su pantalón, y una vez se lo hube desabrochado y bajado la cremallera, tiré de él para abajo, haciendo lo mismo con el calzoncillo, pudiendo ver por fin aquella verga que me tenía idiotizado y que tanto me iba hacer gozar aquella noche.

Sin que él me dijera nada, sujeté aquella verga que miraba tiesa y dura para mí, empezando a acariciarla, a la vez que iba acercando mi boca a ella. Mientras le acariciaba los huevos manteniendo la verga por la base, pasé la punta de mi lengua por la punta del glande, empezando a saborear aquel rico manjar.

¡Ohhh maricón! ¡ooo que boquita! Así, así, pasa tu lengüita, pasa tu lengüita y y chúpala, ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gemía mientras yo le metía la lengua por la piel del prepucio y con mis labios chupaba la cabeza del glande.

¿Te gusta la polla, verdad maricón? Me decía acariciándome la cara mientras miraba como yo empezaba a chupar aquel manjar.

tenías ganas de pollita, ¿eh? Seguía diciéndome a la vez que enredaba sus manos en mi pelo, empujando mi cabeza para que tragara más verga.

Poco a poco fui tragándome aquella verga que tanto me gustaba, mientras el viejo de mi vecino iba quitándose toda la ropa.

Una vez estuvo desnudo al igual que yo, solo le faltaba quitarse los pantalones y calzoncillo que tenía caídos sobre los tobillos, volviendo a sujetarme por la cabeza, empezó a meterme todo lo que podía la polla, haciéndome tragar cada vez más aquel pedazo de cipote.

Así maricón, así, abre bien esa boquita y traga. Anda trágala toda y chúpala bien que luego te la voy a meter por el culo. Ya verás como vas a chillar de gusto cuando te la meta.

Así, maricón así, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba enterrándome todo lo que podía la verga en mi boca.

Yo ya estaba que no podía más, tenía las mandíbulas desencajadas de tanto abrir la boca. Los ojos me lloraban y por la comisura de mis labios me iba cayendo las babas y bilis, de tanto chupar.

Después de tenerme un buen rato dándome polla por la boca, haciendo que llegara a tragar todo aquel cipote y en varias ocasiones me abriera en vómitos, cayéndome la baba por la comisura de mis labios, con los ojos llorosos y la mandíbula medio desencajada, sacó su verga de mi boca, dándome un pequeño respiro.

Miraba para él, viendo como liberaba mi cabeza de sus manos, se agachaba empezando a quitarse los zapatos y terminaba de sacarse el pantalón y calzoncillo, a la vez que iba diciéndome que ahora era el turno de mi culito. Yo que seguía medio ido y algo colocado, seguía con mis manos apoyadas en sus caderas, quedándome, mirando como colgaban varios hilos de saliva que iban desde la cabeza de su polla hacia mi boca. Viendo aquel cipote que todo babeado y brillante tenía delante mía, solo pude acercar mi cabeza a aquello que me tenía hipnotizado, pasándole la lengua por toda la punta, recogiendo así aquellos hilos de saliva que colgaban.

Vaya, mariconazo, sí que me andas salido, ¿eh…?

Tan desesperado y con ganas de polla me estabas, ¿eh perrita?

Pues no desesperes, que hoy te voy a dar lo que tanto estás deseando, me decía terminando de desvestirse, quedando como Dios lo trajo al mundo, al igual que me tenía a mí, allí sentado en el sofá de su casa.

Sin esperar a que yo reaccionara, después de terminar de sacarse el pantalón y calzoncillo, poniendo una mano sobre mi pecho me empujó, haciendo que quedara reclinado sobre el sofá, y mientras él se ponía de rodillas, elevó mis piernas sujetándolas por las corvas, abriéndome de piernas a la vez que mi culo quedaba totalmente expuesto y a su vista.

Mira que caliente estás, maricón, decía apartando mi polla y huevos con su mano, dejando a su vista todo el perineo y contorno de mi ano. Sin esperar más llevó su boca allí, y luego de pasar su larga lengua por todo el contorno de mi ano, empezó a morder mi perineo y base de los huevos, haciendo que me estremeciera sin poder aguantar que soltara unos chillidos de placer, al notar su húmeda boca mordisqueándome, aquella zona tan sensible.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité a la vez que mis piernas intentaban cerrarse, a causa del enorme placer que estaba sintiendo, al sentir como su boca mordía aquella zona de mi cuerpo. Por instinto llevé mis manos a su cabeza, y sin poder aguantar, gemía a la vez que me retorcía de gusto.

Notaba como mordisqueaba e iba chupando la base de mis huevos y perineo, luego iba bajando por todo el contorno de mi ano, para luego pasar su lengua e intentar que mi ojete se abriera. Yo que no podía dejar de gemir, me aferraba con mis manos a su cabeza notando como mis piernas temblaban e intentaban cerrarse no pudiendo hacerlo.

Oyendo como gemía y me retorcía de gusto, ayudado por sus dedos, fue abriendo mi ojete, y a la vez que metía su lengua por él, iba abriendo y dilatando mi esfínter, hasta que consiguió meterme 2 de sus dedos, dejando mi agujerito listo para ser perforado por su polla, después de haberme dedeado y lubricado el culo.

Viendo que ya me tenía listo para ser enculado, agarró su verga y después de colocarla en la entrada de mi ano, mientras se echaba sobre mí, fue introduciendo todo su cipote por mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba yo, notando como aquella polla se iba introduciendo en mí, abriéndome el culo por completo. Clavaba mis dedos en sus hombros a la vez que todo mi cuerpo se estremecía, notando como la verga del viejo de mi vecino entraba por mi culo, hasta que sentí como sus pelotas y pubis pegaban en la entrada de mi ano, dejándome totalmente ensartado en aquella verga que tanto me estaba haciendo estremecer y gozar de gusto.

Ya perrita, ya, ya tu culito se ha tragado toda mi verga, ahora puedes chillar, putita, chilla y disfruta de ella, ¿no era lo que estabas deseando, eh putita?

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía yo notando como mi culo se iba abriendo y acostumbrando a aquel intruso que lo estaba profanando. Claro que lo estaba deseando y aquello me gustaba, era tanto lo que me gustaba y disfrutaba, que hasta por mi pobre polla, empezaba a asomar pequeñas gotas de líquido preseminal.

Así putita, así, decía el viejo de mi vecino, empezando a mover su pelvis, haciéndome que gritara más y clavara mis dedos en sus hombros, aferrándome a él.

¡Ohhh que gusto! ¡ohhh que gusto! Gritaba el viejo de mi vecino, empezando a taladrar mi culito con su verga.

Como me gusta tu culito, maricón, tienes un culito que me vuelve loco, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba una y otra vez enterrándome toda su verga en el culo.

Yo notaba como sus huevos y pelvis pegaban en la entrada de mi ano, cada vez que me enterraba toda aquella barra de carne en mi culo, y como se escuchaba el chof, chof chof chof chof, de su sexo, entrando una y otra vez por mi culo, haciendo que esa noche sin yo pretenderlo, fuese su perrita. Jamás había soñado con encontrarme aquella noche estar en la casa del viejo y perverso de mi vecino, Tino, siendo follado, como tampoco sabía lo que aquella noche me esperaba. Y todo por el puñetero día de lluvia que se había desatado, y la maquiavélica ocurrencia que se me había ocurrido, al agarrarle la verga y decirle si quería secarme él.

Gozando e ido como estaba, al rato de estar siendo follado por mi viejo vecino, empecé a notar como una sensación muy placentera subía por mis huevos, ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemía empezando a correrme sobre mi pecho y abdomen, mientras seguía siendo follado por mi viejo vecino.

Había alcanzado el orgasmo y me había corrido sin poder resistirlo. Solo pude aferrarme más a él e inclinarme en busca de su boca, cosa que conseguí con cierta dificultad, empezando a morderle los labios y meterle mi lengua en su boca, mientras me corría.

Así putita, así, mira como te he hecho correr, me decía después de que liberara su boca. Hoy voy a hacer que te corras más de una vez, hoy tu culito va a rezumar leche de las folladas que te voy a dar, me decía sin dejar de darme por el culo.

Al poco de alcanzar mi orgasmo, noté como apuraba sus embestidas y sus clavadas de polla eran mucho más profundas y agresivas, hasta que mi viejo vecino, empezó a gritar que se corría.

¡Ohhh putita! Ya, ya me vengo, gritaba dándome unas estocadas profundas a la vez que su polla se hinchaba más, empezando a expulsar todo el esperma en el interior de mi culo, dejándome preñado con su semen. Me corro, me corro, gritaba clavando salvajemente su polla en lo más profundo de mis entrañas. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gimió derrumbándose sobre mí.

Después de que su polla hubo soltado todo el esperma, una vez el viejo recuperó el resuello, y su verga ya había salido de mi culo, echándose a un costado del sofá, empezó a acariciarme manteniéndome abrazado a él. Así estuvimos un buen rato, hasta que, sin darme cuenta, a causa del colocón y relajamiento después de recibir aquella follada, me quedé dormido abrazado a él, sobre el sofá.

Cuando desperté, iba abrazado por él siendo llevado a su cama, donde nos metimos ambos, volviendo a quedarme dormido, hasta que me despertó a las 10 de la mañana.

Desperté notando como estaba siendo abrazado por alguien, no recordaba en esos momentos donde estaba, hasta que fui espabilando y oía como me susurraban a la oreja, lo bueno que estaba y lo mucho que yo le gustaba. Cuando por fin pude acordarme de donde estaba y lo sucedido esa noche, poniéndome boca arriba, le pregunté a mi viejo vecino que hora era.

Son las 10 de la mañana, me dijo abrazándome a él, ¿tienes que ir a algún sitio? Me preguntó arrimándose a mí.

No, no tengo que ir a ningún sitio, pero tengo que ir para mi casa, no les dije nada y seguro que mi madre, estará preocupada.

Bueno, está bien, a las madres no hay que preocuparlas, solo déjame follarte otra vez y luego si quieres puedes irte, me decía abrazándome a él. Quiero disfrutar de este culito que me vuelve loco, decía llevando sus dedos a la entrada de mi ano.

Espera espera, le dije, tengo que ir a mear. Además, ya es tarde y quería lavarme un poco, estoy todo sudado y huelo a sexo y semen por todas partes. Si quieres puedo volver esta tarde después de comer, le dije, esperando que aceptara mi ofrecimiento y dejara que me fuera.

Ven, vamos al aseo y déjame pensar primero lo que me estás proponiendo, dijo levantándose de la cama.

Dios, que pedazo de cabrón, el muy hijo de puta ya estaba totalmente empalmado. Veía aquel pollón que le colgaba totalmente erecto, sin comprender como aquel pedazo de carne, podía entrarme por mi estrecho culito y darme tanto gusto. Bufff, no se como iba a ser capaz de poder convencerlo, seguro que él estaba bien caliente y con ganas de cogerme, y yo viendo aquella maravilla de la naturaleza, iba a ser capaz a resistirme.

Fuimos los 2 al baño, no me soltaba ni para ir a mear, cosa que pude hacer no sin grandes dificultades, ya que el viejo de mi vecino no dejó de meterme mano ni cuando yo meaba.

Después de haber vaciado mi vejiga, me puse en el lavabo para lavarme un poco, y mientras me estaba lavando, el muy cabrón, empezó a meterme un dedo por el culo y pellizcar mis pezones, mientras me susurraba mordisqueándome el cuello, anda mariconcito, se bueno y abre las piernas para que te pueda follar, anda que se que lo estás deseando. Se que te mueres por tener mi polla de nuevo en tu culito, anda deja que te folle y vayas para casa bien preñadito. Luego si tu quieres, puedes volver esta noche y te vuelvo a dar por el culo como esta noche.

Yo que no las tenía todas conmigo, sintiendo aquellos mordiscos en mi cuello y como sus dedos hurgaban en mi culo abriendo este de nuevo, temblando de gusto, no pude más que quedarme pegado a él, quedándome medio inclinado sobre el lavabo.

Él que vio como poco a poco me rendía y me iba sometiendo a sus caricias, fue abriendo mis piernas, y así medio inclinado como me tenía, empezó a meterme la polla por el culo, hasta que consiguió tenerme totalmente empalado en ella.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité al sentir como volvía a ser sodomizado por aquella verga que tanto me hacía disfrutar.

Así maricón así, dame tu culito y déjame que te posea, deja que disfrute de este culito tan sexi y caliente que tienes.

¡Ohhh! ¡ooohhh que gusto! Gritaba cuando terminó de meterme toda aquella tranca por el culo.

Así, así maricón, abre bien las piernas y dame tu culito, ¡ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba empezando a mover sus caderas, metiéndome una y otra vez su polla por el culo.

Yo abría mis piernas inclinándome sobre el lavabo, dejando que el viejo de mi vecino me volviera a follar. Gemía como una perrita en celo, notando como su polla entraba una y otra vez, golpeándome la próstata con cada metida de su verga.

Después de un buen rato donde me estuvo dando polla por el culo, teniéndome allí inclinado sobre el lavabo del aseo, empezó a gritar que se corría.

Ya, ya me corro, ya me corro, gritaba aferrándose a mis caderas y golpeando mi culo con su pelvis una y otra vez, salvajemente.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! ¡ooohhh ohhh! Gritaba derramando todo su esperma por mis entrañas, dejándome preñado de leche.

Yo que estaba sudando por todas partes, me sujetaba al lavabo, notando como mi pobre polla no dejaba de gotear pequeñas gotas de semen.

Cuando por fin terminó de preñarme el culo con su semen, sacando su verga de mi caliente y dolorido culito, me dio la vuelta y dando un largo y ardiente beso, me ordenó que me metiera a la ducha y así poder lavarme mejor.

Cosa que hice al momento, lo que el muy cabrón no me dijo, es que todavía no había terminado conmigo. Detrás mía, se metió él también, y luego de abrir el grifo, mientras el agua salía por el maneral de la ducha y esperábamos a que esta saliera caliente, me obligó a agacharme y que metiera su polla en la boca.

Así maricón, así, abre esa boquita y chúpame la polla. Anda, chúpala y saboréala bien, que se lo merece por haberte hecho gozar y disfrutar tanto.

Haciendo lo que me decía, abrí la boca, excitado y caliente como aún estaba, empecé a chupar aquel trozo de carne que tanto me había hecho gozar, probando los restos de semen que todavía le quedaban.

Después de dejarle bien limpia la verga, mientras yo estaba de cuclillas terminando de chuparle la polla, mientras sujetaba esta con mis manos, noté como se hinchaba un poco, empezando el muy cabrón a mear por mí.

Así putita así abre la boca y deja que te mee por ella.

Hijo de puta, pensé en esos momentos, mientras cerraba apresuradamente la boca, notando como caía por mi cara y pecho la meada que me estaba largando el muy hijo de puta.

Nada más terminar de mear por mí, cogiendo el maneral de la ducha, empezó a echarme agua por todo el cuerpo, arrastrando con ella los restos de su meada. Luego me hizo levantar y cogiendo gel en su mano, pasó este por mi cabeza y cuerpo, enjabonándome a la vez que se aprovechaba y me iba metiendo mano. No me volvió a follar, porque su polla colgaba flácida entre sus piernas, que, si llega a ponérsele dura, el muy cabrón era capaz de volverme a follar.

Lo que sí hizo, fue pajearme mientras me abrazaba por la espalda a la vez que mordía mi nuca y cuello.

Así mariconcito así, deja que te saque la lechita y no te me vayas a marchar caliente cómo te encontré esta noche, me decía mientras me pajeaba.

No tardé mucho en correrme, notando el calor de su sexo pegado a mi culo y aquellos mordiscos que me daba, hicieron que mi cuerpo enseguida empezara a convulsionar y por mi polla empezara a expulsar el semen que contenían mis huevos.

¡Ohhh! Me corro, me corro, gritaba yo, eyaculando sobre los azulejos de la ducha, mientras mis piernas no paraban de temblarme.

Una vez terminé de correrme y aún me temblaban las piernas mientras él me mantenía abrazado, terminamos de lavarnos, luego salimos de la ducha, nos secamos y luego de vestirme, marché para mi casa.

Iba agotado y muy pero que muy relajado, eso sí, llevaba el culito algo dolorido y bien preñadito de semen, semen de mi viejo y perverso vecino, Tino, que esa noche volvió a hacerme suyo.