Capítulo 1

Por lo general suelo ser un tipo rutinario, con una vida descomplicada y feliz; aunque sumamente aburrida, según la perspectiva de otros, especialmente de mis familiares y mis amistades. Sin embargo hay algo que me saca de la rutina y añade algo de emoción a mi existencia: soy digamos, un poco, solo un poquito adicto al placer solitario.

Otros entienden que esto no es tener sexo de verdad, pero para mi no hay ninguna diferencia; se activan los mismos mecanismos, punto. Además para ligar, debes tener con quién, mientras que en este caso te tienes a ti mismo siempre que quieras.

Nunca me había entusiasmado tanto como ahora, ya que apenas ayer he recibido el nuevo juguetito que encargué en línea: un plug anal. Este, por supuesto no vibra ni tiene baterías, ya que quiero ir de a poco. Es de tamaño mediano y muy coqueto en su forma, parece una pera; al ser de acero inoxidable e hipoalergénico, se siente frío al tacto ¿Será la misma sensación en mi recto?

La presentación del producto es algo…explícita; con un modelo como en sus cuarenta, rubio champaña y bronceado, de espaldas y dilatándose las nalgas para mostrar el plug. Las insturcciones también mostraban al mismo modelo siguiendo cada paso.

Acabo de tomar mi baño y voy a vestirme para el trabajo. Me seco lo mejor que puedo, alcanzo el tubo de lubricante y embadurno generosamente el plug y también mi recto; . Me acomodo sobre la cama, con el hoyito lo más expuesto posible; luego, nuevamente siguiendo las instrucciones, me dilato el ano, entrando un dedo y luego dos, por unos minutos; presiono suavemente con el plug, en los primeros dos intentos mi recto lo expulsa, pero en la tercera ocasión tengo más suerte, ya que lo engulle golosamente, tanto que me araña un poco y me hace dar un respingo.

Al principio se siente extraño, como si me aplicara un enema frío. Debo moverme lentamente, ya que siento que al hacerlo de manera brusca, una corriente recorre todo mi cuerpo. Pero empiezo a dar pasos por la habitación por una media hora, hasta que comeinzo a acostumbrarme a las sensaciones.

La nueva experiencia me ha puesto erecto, esta cosa debe estar rozando mi próstata. me coloco bocabajo en la cama, acomodando bien mi pene en medio; el guapo modelo de la caja, con su actitud tan atrevida me sirve de estímulo visual y empiezo a moverme imáginando que lo penetro a él. Estoy tan erecto que mi prepucio se desliza con suma facilidad y en cinco minutos tengo el orgasmo más itenso de mi vida; por suerte no hay nadie más en los departamentos vecinos, porque he dejado escapar gemidos como si estuviera en peligro.

Debo echar a laver mis sábanas, porque han quedado hechas un asco con el tremendo chiguete de semen. Reviso la hora en el celular, estoy sobre el tiempo, pero aún así debo entrar a ducharme de nuevo.

Aprovecho la ducha para tocarme también, al compás del correr del agua; las tetillas, el glande; al tocarme el culo, sin quere muevo un poco el plug y una nueva corriente me recorre de pies a cabeza.

Salgo del cuarto de baño y acabo de vestirme. Camisilla, camisa color zapote, corbata verde de seda y traje azul marino. Me encantan estas combinaciones, en la oficina dicen que parezco El Guasón. Completo mi oufit con mi cinturón de hebilla personalizada, mis zapatos italianos y mi perfume de lavanda. Es un poco incómodo vestirse con un dildo en el culo; mientras me acuclillaba para ponerme los pantalones lo sentí deslizarse y tuve que acomodarlo nuevamente.

Peino mis hebras castañas con goma, como de costumbre, finalmente me cepillo y hago mis gárgaras de enjuague bucal.

Salgo de mi departamento lo más rápido que puedo, por lo que siento el recto aún más frio, con esta cosa rozándome intensamente. Por suerte no me topo con nadie, ya que me estoy empezando a poner erecto de nuevo y la verguenza con este paquete sería épica.

Cuando salgo a la calle, me encuentro con los trnaseuntes de siempre, los saludo como de costumbre y parecen no notar lo dotado que me veo hoy; pero imediatamente llego a los límites de mi vecindario, me encuentro con algunos extraños que sí lo perciben. Una señora de unos sesenta años hace un gesto de desaprobación, una mujer de mi edad me mira discretamente y sonríe, mientras que un chico que luce muy gay, me mira sin poder disimular y al cruzar junto a él siento su mirada clavda a mi trasero también.

He llegado por fin al metro, al bajar resbalo en el piso recién encerado y me veo a un paso de perder el equilibrio, aprieto las nalgas de manera instintiva en mi intento de recuperarlo y siento como el plugo se hunde un poco más en mi recto; es tan excitante pero a la vez tan desconcertante, que a punto estoy de perder el equilibrio de vuelta.

Sigo erecto y ahora chorreando precum, mis calzoncillos nuevos deben estar hechos un asco. alcanzo apenas la última puerta del tren justo cuando iba a cerrarse, varios me miran con desaprobación y el vigilante me reprende de manera amable, pero es una reprimenda al fin y al cabo; me disculpo.

—No puedo esperar el otro, voy retrasado.

Y eso que no podía ir más rápido o esta cosa me va a dar taquicardia.

—Pues debe levantarse más temprano— me indica el caballero.

Si supiera el motivo de mi retraso de hoy, le contesto en mi mente.

Tiene cuerpo de Gym, cabello rizo, ojos verdosos y dentadura casi perfecta; su pecho es muy amplio, por mi mente cruza una imagen mía chupándole las tetillas y el mástil.

Circulo por el vagon. Esta muy lleno, por lo cual me rozo con varios otros pasajeros, un par de veces en el trasero; lo cual me pone a mil nuevamente. Todos los asientos están ocupados, así que me agarro de uno de los barandales.

Un chico viene también abriendose paso entre las personas. Es trigueño con un lunar en una mejilla y la boca como un bebé; sus músculos están incluso un poco más trabajados que los del agente del cuerpo de seguridad.

Se detiene detras de mí, ya no hay más espacio. Y cuando digo detrás de mí, me refiero a que se coloca justo detrás. ¿será que este sujeto…?, comienzo a preguntarme; y sus actitudes posteriores parecen confirmar mis sospechas, ya que estrecha el contacto y hasta me toma del estómago, fingiendo perder el equilibrio.

El chico me da unas cuantas embestidas discretas; por supuesto, lo más lejos que estaría de imaginarse es que tengo un plug anal; por lo que pareciera que efectivamente me está penetrando. Es una lástima no poder ser más expresivos, pero el lugar y las cricunstancias me imponen controlarme, aunque aquella tortura interna casi me hace correrme en los calzoncillos.

El sujeto procura ser tan discreto como yo, aunque efectivamente no hay más lugar hacia donde rodar, por lo que efectivamente no que da de otra y hasta donde alcanzo a ver, nadie esta pendiente a nosotros.

Aquello es de lo más excitante y sin embargo no puedo ceder a mis instintos en ese momento ¡Qué mierda!

Ha llegado mi parada, que casi se me pasa con lo «ocupado» que iba. Cuando me estoy bajando, el chico me muestra discretamente el logo en su camisa, es de una cadena de ferreterías muy conocida. Elías, gesticula con los labios.

Miro mi reloj, llevo casi media hora de retraso. Pero no puedo darme tanta prisa con esta cosa en el culo. Salgo de la estación tan rápido como puedo y recorro las dos manzanas que me separan de la agencia publicitaria donde laboro ¡La que me espera no es pequeña!