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Una fantasía convertida en proyecto

Una fantasía convertida en proyecto

Me encuentro frente a mi computadora después de terminar la carta escrita por mi amiga Ana, ella es de Buenos Aires, me comenta después de varios correos, sobre la fantasía erótica que había deseado por años y que al fin sucedió.

Ella es una persona muy especial para mi, es escritora, trabaja en una institución educativa de primer nivel, es de clase alta y créanme sumamente bella e interesante.

La verdad me sorprendió, yo mismo he tenido fantasías que difícilmente me atrevería a realizar, pero ella, bueno, júzguenlo ustedes mismos.

Ana me había dicho que el sexo era para ella algo aún desconocido, es inquieta y recatada, culta, dedicada y por sobre todo discreta.

Mantenemos una relación de amistad y respeto sin embargo la intimidad entre los dos es grande y hermosa.

Ella, con algunas experiencias sanas y curiosas con sus parejas, seguía manteniendo el dilema entre la virginidad y la aventura, leía e investigaba al respecto pero no se decidía.

El pudor de perder lo más preciado ante un novio o amigo era bochornoso pero el deseo a lo prohibido era aún más poderoso que ella.

Tras varios años de indecisión e inmersa en su trabajo, su inquietud fue creciendo y con ella una fantasía, llena de aventura y deseo de consumar lo prohibido sin ser descubierta.

Efectivamente, tener una relación con un extraño, bien dotado, bien parecido, ajeno a su entorno y con un intermediario que acordara los detalles.

Por desgracia había varios detalles que afinar como por ejemplo, era virgen y sin experiencia previa en sexo real, como encontrar un intermediario que no la conociera y que garantizara el éxito de la empresa, el lugar y momento más adecuado para ello, que esperaría de él y sobre todo si ella sería lo que él esperara. Algo sencillo como ven.

Sin embargo, su mente sagaz y creativa seguía trabajando en los detalles, sus instintos más profundos guiaban su plan y por fin aseguro todos los cabos sueltos y puntos delicados de la fantasía.

El día llegó, a través de una amiga cibernética originaria de una pequeña ciudad al sur del país, organizó los detalles. Su amiga localizó una serie de buenos mozos disponibles, de clase media alta, universitarios y recibidos, sanos y no viciosos; seleccionó los más probables y se acercó a ellos; les comento la fantasía y tres se mostraron animados.

Al indicarles que su amiga era virgen, aquellos galanes voluntarios se animaron aún más, sin embargo la selección era en este momento difícil.

Ellos debían narrar cómo desarrollarían la fantasía de Ana, así que tomo nota del momento narrado por cada candidato en entrevistas separadas, se lo envió a su amiga y ella de inmediato descartó a uno, los otros dos eran excelentes. Por último y para decidir al feliz afortunado lo dejo a la suerte.

Electo el varón adecuado, procedió a prepararlo.

Le indico que no conocía a su amiga físicamente, solo por correo electrónico, sin embargo le dio la descripción que Ana misma le envió: Rubia, ojo de color azul, 1.72 metros, cuerpo delgado pero en excelente forma y busto de tamaño mediano pero grande en proporción.

Le pidió que respetara ciertos detalles de la ocasión.

El lugar de reunión sería desconocido hasta el momento de verse, ella en persona lo llevaría, él debía ir aseado, no podía hablar en ningún momento, tendría 2 horas para interactuar, entraría a la habitación donde Ana esperaría y en ningún momento trataría de iluminar la habitación que permanecería en penumbra.

Al terminar, él saldría primero y se retiraría junto con la amiga, Ana lo haría después. Finalmente los dos seguirían su camino como dos personas desconocidas y felices.

Lo tenían, el plan era perfecto y el día de la fantasía llegó, las cosas sucedieron, según palabras de Ana como se las cuento enseguida:

Ana llegó a una cabaña de la montaña, un lugar que generalmente se alquila a vacacionistas en busca de alpinismo y aire puro. Esta cabaña estaba distribuida en dos habitaciones, una sala, una cocineta con comedor y dos duchas; se encontraba aislada de otras construcciones por varios cientos de metros y con la privacidad ideal.

Se acomodo en la habitación más grande y detallo el lugar, cerró las cortinas y colocó algunos cobertores extras que llevaba, sobre las ventanas, para garantizar la oscuridad necesaria que resguardara su anonimato. Aplicó algunos disparos de perfume al cuarto para excitar al visitante y se vistió apropiadamente.

Se despojó de sus jeans azules y blusa color rosa que le daban la identidad de una citadina en busca de la naturaleza y comenzó a observarse con la luz prendida sobre el amplio espejo junto al closet. Su cuerpo era sólido, preciso, curvo.

Acarició su cuello con un aplicador del mismo perfume que virtió en la habitación. Se despojó de la botella que contenía la deliciosa fragancia y tras tomar un poco de líquido en sus manos, comenzó a masajear sus pechos, rígidos, ligeramente puntiagudos, con su piel blanca y tersa, su pezón ligeramente rosado y erecto por la excitación, recorrió sus costillas, muslos y pies.

Extrajo de su bolso un bikini color morado y lo entallo en su hermoso cuerpo, era del tipo de hilo dental por atrás y triángulo delantero que tapa en lo justo su monte de venus.

De igual forma se colocó un sostén del mismo color y acomodo delicadamente ese hermoso par de senos en su interior, no sin la precaución debida de los pezones erectos.

Admiró su cuerpo y sensual atuendo por unos minutos hasta que escuchó el auto que se aproximaba. Nerviosa guardo su bolso y ropa en un cajón de la cómoda y apagó la luz, su excitación estaba al cien por ciento.

De inmediato, escuchó unas llaves y el abrir y cerrar de la puerta externa, los pasos de aparentemente dos personas y la voz de su amiga,….. Ana, si estás lista golpea la puerta tres veces… y así sucedió. La amiga le recordó los detalles acordados al afortunado y este asintió.

Tocó una sola vez y lentamente penetró a la habitación en completa penumbra. Al cerrar la puerta se detuvo algunos segundos tratando de ubicar la habitación y habituarse al mismo tiempo a la oscuridad.

De pronto, sintió una mano rozar su hombro por detrás, era Ana, recorrió su brazo hasta llegar a la palma de su mano, lo atrajo ligeramente y lo hizo girar de frente a ella, constato por unos minutos y a través del tacto el rostro de su amante, su cuello, su pecho, la rigidez de sus músculos, brazos y piernas.

Todo este recorrido con una sensualidad tal que el individuo permaneció inmóvil. Al terminar de reconocerlo él se acercó a ella, la tomó de su mano y la hizo girar lentamente, se acercó a ella por detrás hasta chocar su espalda.

Era el turno de Ana de ser admirada. Las manos del hombre jugaron con su pelo, recogiéndolo hacia atrás tan suavemente como era posible, brindando una caricia sutil.

Empujando su cabellera ligeramente a un lado con la otra mano toco su cuello, largo y delicado, sintió lo terso de su aroma y percibió un ligero temblor que lo excitó.

Recorrió su rostro, su nariz, sus labios, húmedos y carnosos, inició el recorrido de sus hombros, costillas y muslos con tal delicadeza y lentitud que proporciona el erotismo. Sus pechos fueron exentos del recorrido de sus manos.

Al finalizar el recorrido del cuerpo de Ana, ella volteo colocando su busto apretado contra el pecho varonil, tomó con su mano la nuca del tipo y fue acercando el rostro al suyo. Un largo y deliciosos beso surgió, lento y seco.

Sus lenguas, tímidas aún, rozaban discretamente, hasta ese momento en que la humedad volvió el beso en travesura. Los dos jugaron, mordisquearon sus labios y lenguas, siempre sin precipitarse y con dulzura.

Las manos de Ana comenzaron su trabajo, temblorosas y torpes inspeccionaron la prenda en busca de botonaduras para descubrir una camisa sencilla que retiró lentamente de su portador en un baile similar a una danza.

Él recorrió entonces la tersura de su espalda hasta sentir el broche de su sostén, lo venció sin dificultad y percibió de nuevo ese temblor de excitación vibrar por el cuerpo de Ana.

Ella continuó con sigilo, acarició el pecho desnudo de su amante apenas detallado por los músculos rígidos pero no muy desarrollados.

Continúa descendiendo hasta identificar el broche de su mezclilla el cual desabotono sin problemas.

Bajo lentamente su prenda hasta sentirla caer. Por su parte sentía las manos de su pareja retirar los cordones de su sostén y retirar su prenda liberando lentamente sus senos. Estaban hinchados, erectos y desafiantes.

Ana se concentró entonces en el boxer de su acompañante, lo inspeccionó en todo su perímetro sosteniéndolo del elástico. Lo retiro lentamente hacia abajo hasta percibir la liberación del pene que frenéticamente surgió de su prisión.

Él se quedó inmóvil, ella se incorporó poco a poco hasta quedar totalmente vertical.

Con su mano derecha toco el pene muy ligeramente, lo rodeo e inspeccionó su grosor y dimensiones, era grueso y de buen largo aunque nunca exagerado.

Le agradó la sensación de su grosor y el hecho de que estaba caliente y rígido como su portador. Ana guió la mano derecha de su amante por un viaje entre su cuerpo hasta la base de sus senos donde ella se apartó y el continuo suavemente.

Recorría la forma de su seno, midiendo su diámetro, textura y constitución, rozó ligeramente el pezón y detectó su rigidez, acarició la punta con ligeros pellizcos y comenzó su recorrido hacia abajo.

Con ambas manos delineo su figura, acarició su cintura y se detuvo en su bikini. Tomó sus delgados hilos laterales y lo jalo hacia abajo, no sin rozar accidentalmente su vello púbico, suave y sedoso. Sintió la prenda liberar su curvaturas y caer.

En ese momento Ana tras varias caricias aprende nuevamente su pene, esta vez con más fuerza y firmeza que la anterior pero sin dañarlo, comienza a rozar su cuerpo desnudo con el de él sin dejar de acariciar su pene.

Comienza una danza de fricción sensual y detallada que excita cada parte de su amante y de ella misma. Él permanece relajado y siguiendo el ritmo de su acompañante.

Ana inicia un rito de descenso sin dejar de contonearse y friccionar su cuerpo. Al estar su rostro a la altura del pene extrae de su boca una lengua tersa y juguetona que explora la cabeza, cuello y sabor del instrumento.

Poco a poco lo introduce suavemente en su boca degustándolo suavemente, hasta alcanzar el límite de su garganta. Empieza a retroceder y acometer generando más humedad a cada instante, saborea levemente algo de líquido seminal y saliva entremezclados. Continúa la faena hasta detectar que su pareja tiene ligeros espasmos. Se retira del pene y se incorpora lentamente.

Unos brazos fuertes y tiernos la guían lentamente hacia la cama, la recuestan delicadamente y finalmente se posan en sus hombros.

La lengua de su amante recorre ahora su cuello haciendo una deliciosa pausa en los hombros de Ana.

Inicia su trayectoria lenta hasta apoderarse del suculento y carnoso pecho izquierdo que masajea con suaves mordiscos, da un rápido lengüetazo al pezón e inicia una delicada y constante succión de su seno.

Masajea y succiona ininterrumpidamente percibiendo los ligerisimos suspiros expedidos por Ana. Continúa hasta su ombligo y juega con su lengua un instante.

Ana se contornea suavemente. De pronto se incorpora y da la vuelta a la cama colocándose a sus pies, levanta la pierna izquierda de Ana y comienza un suave recorrido por sus deliciosas carnes, sus muslos hasta reclinarse frente a su monte de venus.

Acaricia suavemente su pelaje, es tupido pero recortado a la silueta de la prenda que lo cubría, luce ya con humedad y un aroma inconfundible. Se acerca lentamente y con su lengua explora la humedad, poco a poco y lentamente hasta reconocer una piel tersa e inmensamente mojada.

Continúa su exploración hasta llegar el clítoris ya hinchado y rígido. Juega con él observando los espasmos que presenta Ana que ya no puede gobernar sus manos, mismas que acarician sus senos y en especial presionan sus pezones.

Con suave pero fuerte movimiento de manos le indica a Ana que gire su cuerpo quedando boca abajo. Incorporándose un poco, le coloca una almohada abultada bajo el vientre, elevando magistralmente su hermoso y bien torneado culo.

Se aproxima a ella y comienza un suave mordisqueo de sus nalgas acompañándolo de apretones cariñosos y masajes que delimitan la redonda suculencia de sus carnes.

Suavemente baja su mano derecha por la línea de sus nalgas acariciando de paso el ano, llegando a sus labios húmedos y suaves.

Acaricia sin penetrar su vulva y permite el sonido de la humedad que acompaña la fricción de sus dedos al rozar. Aprisiona ahora la parte trasera de los muslos recorriéndolos suavemente para medir sus precisas dimensiones.

Se incorpora un poco y se coloca junto a Ana acariciando lateralmente sus nalgas, espalda y cuello.

Ana gira dándole la espalda y acostada de lado. El sujeta su seno derecho y lo masajea al mismo tiempo que besa su cuello y hombro.

Después de un instante Ana acaba de girar y es ahora ella quien lo acomoda boca arriba.

Sin perder tiempo se apodera de su pene comenzando a explorarlo más a detalle con su tacto.

Acaricia su escroto y sus huevos perfectamente depilados, los saluda con su lengua y embulle el mástil que succiona frenéticamente. La mamada es rápida semiviolenta y ruidosa. Ella continúa.

Percibe los movimientos convulsivos de él pero continua sin perder el ritmo y al cabo de un par de minutos recibe una descargar de leche que atraganta su garganta. Devora la mayor parte de su descarga y continúa hasta dejar el pene limpio.

Ella también alcanzó su orgasmo. Se relaja levemente manteniendo un masajeo sobre el pene caliente y aún erecto.

A los pocos minutos ella es acomodada en la cama boca abajo, y comienza a sentir el masajeo de su carnoso culo. Esta vez se sobresalta al sentir la lengua juguetona en su ano, acompañada de un dedo que inspecciona su diámetro y profundidad. Percibe también la almohada y el reacomodo de su culo.

A pocos segundos recibe gustosa el cálido pene rozando sus jugos vaginales sin penetrarla, escuchando el chasquido de su humedad.

El dedo se une a sus jugos extrayendo cierta cantidad de ellos, mismos que lubrican su ya profunda exploración del ano. El placer desborda en un segundo espasmo y un incremento de los líquidos generados y es entonces que sucede.

Siente la punta del pene húmedo inspeccionar su pequeño ano y poco a poco el acomodo de su cabeza en su abertura. La sensación esta vez es de temor y curiosidad.

Atenta a esta sensación afloja un poco el esfínter relajándose lo más posible, acción que facilita la penetración de su ano por la cabeza del pene. Esta se detiene momentáneamente, después recibe poco a poco ese palo en su interior, avanzando delicadamente en su culo.

Cuando los huevos golpean su culo la sensación es de alivio, está totalmente ensartada, entonces comienza el bombeo que incrementa su ritmo.

Se incorpora inútilmente tratando de ver (en lo posible) las acometidas de su culo pero unas manos seguras se lo impiden al aferrar su cintura que recibe los impactos de su amante. Es aún virgen y esta siendo cogida por el culo deliciosamente.

De pronto siente su cavidad inundada por un líquido caliente, se estremece y suelta un suspiro involuntario.

Las acometidas cesan y su amante se incorpora a su lado. Ahora inicia su turno. Poco a poco y con gran delicadeza se acerca al pene que esta vez esta semiflácido. Inmediatamente toma una jarra de agua colocada sobre el buró y vaciando en su mano inicia el aseo del pene, a los pocos minutos lo acaricia y comienza a degustarlo logrando que al poco tiempo lo incorpora a su rigidez normal.

Él se incorpora y la coloca nuevamente en la cama, esta vez no juguetea mucho, ella boca arriba abre sus piernas atenta al momento, el pene rosa su vagina que poco a poco recobra su humedad, tranquila y relajada por lo suave del roce, descansa sus muslos en la cintura de su amante, siente la suave exploración de los dedos de él en su vagina y el roce del pene que inicia su entrada.

Zasss, es ensartada casi inmediatamente hasta el fondo, lanza un grito de sorpresa, temor y dolor, se trata de zafar pero es inútil, la tiene aferrada de su cintura y mediante movimientos circulares hace sentir aquel pene en toda su magnitud. Comienza el bombeo, el dolor cede y el placer aparece, es el éxtasis, las embestidas son cada vez más violentas y largas, el pene sale casi totalmente de la vagina para volver a entrar con un chasquido húmedo.

Ana se incorpora y cambia la posición ahora ella es la que monta al pene y tiene el control, cabalga en círculos y hacia delante y atrás.

El ruido húmedo y su aroma llenan la habitación, es la locura y de pronto siente venirse al mismo tiempo que una caliente descarga de leche la inunda.

El ritmo aminora y se acuesta junto a él. Después de un largo y tierno beso se relajan ambos en un abrazo cordial.

La puerta suena con tres toquidos, las dos horas terminaron.

El se levanta hasta sentarse, camina hacia la entrada, busca sus ropas y torpemente se viste con ayuda de una silla, mira sin ver gran cosa y sale de la habitación.

A los pocos minutos se escucha el auto que parte con tres bocinazos que señalan el fin de la fantasía. Ana se levanta, dirige al baño y tras una larga ducha se enfunda sus jeans y blusa rosa para retirarse y seguir con su discreta vida.

Pues bien esto ocurrió en mayo del 2002 y es la valerosa manera en que una amiga alcanzó su tan anhelada pero real fantasía.

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