Capítulo 3

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— Vamos puta, sal del coche.

— Pero, ¿cómo voy a salir así?

— ¡Que salgas te ha dicho!

Un agarrón del pelo me sacó a la fuerza de la parte trasera del coche. Nos encontrábamos en un parking, por suerte, alejados de los demás coches. Noté cómo me soltaban el pelo y pude levantar la cabeza. Vi a mis tres amigas delante, rodeándome, de forma que quedaba entre ellas y el coche. Sus miradas eran divertidas, todas con un aire de superioridad también, tenían la situación completamente controlada, y les encantaba jugar con mi incertidumbre.

— Puta, estamos en público, así que te queremos de pie.

Obedecí a Lucía y me incorporé hasta poner mis ojos a su altura. Llevaba mucho tiempo sin ponerme de pie, tanto que al principio tuve que apoyarme en el coche para no perder el equilibrio. Me dieron la vuelta empujándome contra el coche, una mano se paseó con descaro por mi entrepierna, llevaba una minifalda por lo que era muy fácil acceder a mis intimidades; así me querían ellas, siempre accesible.

— Es la primera vez que sales de casa, pórtate bien y obedece. Hoy vamos a pasar el día de compras jeje. — Dijo Lucía, no me gustaba nada ese jeje.

— Eso es, irás siempre un metro por detrás y llevarás nuestras bolsas.

— Harás todo lo que digamos y entrarás en donde te digamos. Vas a pagar tú todo porque eres la que más dinero tiene seguro, y bueno, porque lo decimos nosotras.

Se coordinaron perfectamente para hablar. Ante la orden de: “Andando” por parte de Susana, estas empezaron a andar sabiendo perfectamente que las seguiría. Me sentía super incómoda con la ropa que llevaba: una camiseta de una talla menor, una minifalda y unos tacones. Solo llevaba eso, nada más; con la camiseta se me marcaban los pezones y creaban la curva perfecta de mis tetas, cualquiera que mirase sabría perfectamente cómo son sin necesidad de levantarme la ropa. En el momento que me agachara se vería absolutamente todo, no tenía permiso para llevar bragas y la minifalda llegaba justo por debajo de las nalgas. Sabía perfectamente por qué eligieron los tacones, eran cómodos y no muy altos, pero hacían ruido al caminar, y en el suelo de baldosa del sitio dónde estábamos sonaban con cada paso como un elefante tocando la pandereta.

Según los coches de ese parking, no parecía haber mucha gente en el centro comercial. En el trayecto del coche al ascensor, tres miradas curiosas se dirigieron hacia mí al escuchar los pasos, bajé la cabeza de la vergüenza que me daba ir así por la calle. Siempre había sido una chica recatada, no me gustaban los escotes en exceso ni las curvas ni nada, y ahora pasearme así… tenía la mente hecha un lío.

— Puta, necesitamos ropa vamos a entrar en esta tienda de aquí. — Fui a seguirlas mientras entraban, pero la mano de Irene directamente agarrando mi teta derecha me impidió andar. — Tú no, tú te vas a quedar exactamente donde estás quietecita, aquí en el medio de la puerta para que te vea todo el mundo.

— Sí Señorita Irene. — Dije, no podía creerlo.

— Vas a guardar tu móvil por si decidimos escribirte.

— Vale, Señorita Susana. — Extendí las manos para recoger el aparato.

— No no, tú quieta, lo guardarás en tus tetas, está en vibración por lo que si te vibran las tetas, miras el mensaje.

Miró alrededor un par de veces para asegurarse de que no había ningún guardia ni nadie que pudiese llamarles la atención y con un movimiento rápido metió la mano por debajo de la camiseta y colocó mi teléfono entre mis tetas. Como tocamiento final me pellizcó un pezón y se fue con sus amigas dentro de la tienda.

Yo creo que los tomates a mi lado serían pálidos, no sabía donde meterme y no quería decepcionar ni desobedecer a mis amigas, cada persona que pasaba me dedicaba una mirada completa de arriba a abajo como cuando analizas algo. Algunas eran divertidas, otras sorprendidas y otras expresaban repugnancia.

“Mírala ahí de pie como las putas del polígono” escuché decir a una señora que pasó por delante. “Guarra” escuché a una chica más joven. Los chicos en cambio me veían con lascivia, me desnudaban con la mirada y, para ser sincera, esto era como ir desnuda. Algunos pasaban más cerca llegando a rozar mi trasero, estaba a punto de ponerme a llorar, no podía soportar ser el centro de atención.

No supe cuánto pasó hasta que me vibraron las tetas, saqué rápido el móvil y vi el mensaje de Lucía: “Puta, al baño ahora mismo, entras en un cuartito y cierras la puerta pero sin pestillo” me moví buscando el baño mientras seguía leyendo, “en cuánto estés te desnudas dejando la ropa en el suelo, coges papel higiénico y lo metes a tu sucia boca, tanto como puedas. Te sientas en la taza con las piernas subidas, de forma que quien entre te vea abierta de patas”.

No pueden decirme que haga esto, estaban locas. Era super arriesgado entrar en un baño desnudarse y quedarse así hasta nueva orden. Sin embargo, ya me encontraba dentro del baño, “ah una cosa más, en cuanto te coloques, quiero tres dedos en tu coño y tres dedos en tu culo, así hasta que lleguemos, mastúrbate con ambos”.

Estaba chorreando, apunto de correrme y con el ano dolorido de tanto mete-saca de mis dedos sin parar. Tenía frío por el contacto de mi piel con el inodoro y bajaba el ritmo cuando escuchaba pasos dentro del baño, no podía hablar por el papel en mi boca así que rezaba a todos los dioses de que no abriesen mi puerta buscando un váter donde hacer sus necesidades.

— JAJAJAJAJA oye eso es buena idea eh. — Ya estaban aquí.

— Sí tía, nos podemos divertir mucho con eso.

— Bueno, vamos a ver qué tal está la puta.

Abrieron mi puerta en el momento que Susana dejó de hablar. Su primera reacción de las tres fue reírse a carcajadas del panorama, yo sentada en el váter con las patas abiertas y tres dedos en mi culo y otros tres en mi coño, sacándolos y metiéndolos. Estaba llorando de impotencia, por no poder correrme y querer hacerlo, podría haber parado en cualquier momento y empezar a masturbarme cuando las hubiese escuchado entrar, pero yo no era así, yo era obediente y sabía perfectamente que ellas se darían cuenta.

— Para, manos a la cabeza.

Así hice, mi coño rojo e irritado y mi culo abierto con el grosor de mis tres dedos. Me dolía la espalda, me dolían las piernas, me dolían mis agujeros, me dolía todo.

— Abre la boca. Muy bien, con el papel higiénico, eres una buena puta. — En el momento que escuché eso me palpitó la entrepierna.

— Sácate el papel y limpia tus asquerosos dedos.

— Y de rodillas encima del inodoro.

Mientras me colocaba, mis amigas se lanzaron a por mi cuerpo, una a las tetas, arañándolas y pellizcando los pezones; otra a mi cara, escupiendo y abofeteando; la otra se entretuvo con mi coño, pellizcando el clítoris e introduciendo dedos.

— Quieres correrte seguro.

— Sí Señorita Lucía.

— Mmmmm es demasiado pronto para correrte.

— Sabemos que eres muy puta y ninfómana, pero ten un poco de decencia, estás en un centro comercial y te puede ver todo el mundo.

Ahora que Irene decía eso, no se molestaron en ningún momento de bajar la voz, e incluso la puerta estaba abierta a la vista de quien pasara. Me dieron la vuelta y azotaron mi culo por ser una puta que quería correrse a cada rato, dejándolo del color de mi coño, rojo. Me dolía todo el cuerpo, me sentía cansada y todo se me hacía pesado.

— Puta, en cuatro ahora mismo, cierra los ojos y abre la boca. — Sentí una tela entrar en mi boca, empujando mi lengua hacia dentro.

— JAJAJAJA PERO QUE GUARRA ERES. — Dijo Susana. — Anda que meterle el tanga en la boca mientras meas.

— Así no se me ensucia. — Rió Lucía.

— Pero querida, vas a tenerlo mojado ahora si te lo pones.

— Ay es verdad. Puta, saca el tanga. — Abrí los ojos y saqué el tanga de mi boca.

— No no, no te limpies con papel. — Dijo Irene.

— ¿Cómo?

— Anda deja, puta, manos a los pezones, pellízcalos. — Lucía dejó que Irene se acercara y le pasara su tanga por el coño, limpiándolo y dejándolo seco. — Antes de que hables, deja que termine, si sé que te gusta que te toque el coño jajajaja.

Rieron mientras Lucía se dejaba hacer, pasados unos segundos acabó y metió directamente el tanga de nuevo en mi boca.

La siguiente fue Susana que repitió lo mismo, dejando su tanga también dentro de mi boca, casi no podía cerrarla. Por último fue Irene la que lo hizo, pero ella en vez de limpiarse, hizo pis directamente sobre el tanga. Me sentía humillada, usada, controlada… de todo, y no dejaba de chorrear, no sé si por el tiempo que estuve masturbándome o por la situación de ahora mismo.

— Vístete guarra, tenemos hambre.

Abrí los ojos de par en par, pretendían salir así al centro comercial de nuevo. No llevaban tanga pero su ropa hacía que se cubriera todo así que no pasaba nada. En cambio yo, iba que parecía una ardilla con sus tangas en la boca, con regusto a orina y sudor. Me puse la ropa corriendo mientras ellas ya salían del baño, dejaron allí todas las bolsas que compraron haciendo que cargase con ellas.

Dimos dos o tres vueltas al centro comercial mientras buscaban un lugar discreto para comer, un sitio que estuviese en público pero que también tuviera la privacidad suficiente como para entretenerse conmigo.

— ¿Y si vamos a un Burger King y nos ponemos en las mesas que están pegadas a la pared con sofás? — Se le ocurrió a Susana, cansada de dar vueltas.

— Venga vale, me parece bien.

En el sitio, ellas se sentaron y a mi me ordenaron pedir su comida además de unos míseros fingers de pollo para mí, su razonamiento fue que yo no valía lo suficiente como para gastarse tanto dinero en alimentarme.

Me quedé delante de todos esperando a que me dieran las hamburguesas, fue una situación y una sensación muy parecida al momento de la puerta de la tienda, muchas miradas analizándome y comentarios despectivos hacia mí; a esto le sumábamos los tangas en la boca para hacer la escena más humillante.

En cuanto llegué me ordenaron meterme debajo de la mesa e ir hasta la pared para quedar protegida de las posibles miradas. Solo podía estar en cuatro patas y con cada movimiento recibía una patada leve en alguna parte de mi cuerpo: en la cara, en el cuello, cabeza, tetas, cadera…

Mis amigas hablaban y hablaban mientras comían y yo con el hambre que tenía no veía nada. Vi como Lucía se levantaba el vestido que llevaba lo suficiente como para enseñarme su coño perfectamente depilado.

— Puta, ¿tienes hambre? — Escuché decir.

— Sí, Señoritas.

— Muy bien, come. — Me dijo Lucía enseñando una patata pasada directamente por sus labios.

Me moría de hambre, por lo que abrí la boca y engullí esa patata. “Aquí va otra” escuché decir, abrí la boca y unos pies en mi espalda empujaron mi cabeza directamente hacia el coño de Lucía. Esta dio un salto de sorpresa para después reírse y aprisionar mi cara con sus piernas. Continué comiendo hasta que se cansó y me empujó apartándose. Volvió a colocarse la ropa que llevaba bien.

— Puta, trae aquí tus agujeros.

Unas manos me agarraron por la cintura y tiraron hacia atrás, mi culo quedó en pompa. Dos dedos entraron como un misil por mi ano mientras que otros dos me pellizcaban el clítoris, hoy parecía ser día de pellizcos. “No te preocupes que hoy vas a comer, pero antes hay que dar de comer a tus agujeros”

Sentí que algo con los bordes muy marcados entraba directamente en mi esfínter, era una patata, después otra, y otra, y otra… no sé cuántas entraron entre mi coño y mi culo, lo que sí sé es que no hubo nada que entrase a mi boca más que el coño de mi amiga Lucía.

— Tenemos aún muchos planes, se nos va el día chicas. — Escuché decir a Irene.

— Es la guarra esta que nos entretiene.

Se refería a mí, eso estaba claro.

— Hay que darla de comer…

— Bah podemos hacerlo luego.

— Total, su comida está guardada.

Me ordenaron aguantar con las patatas dentro de mis agujeros hasta nueva orden mientras paseábamos de nuevo hacia cualquier otro destino que se les ocurriese. Otro sitio donde seguir usándome a su antojo. Cada vez me sorprendía más a mí misma, era verme desde fuera y había llegado un momento que quería más, quería seguir obedeciendo. Sentía que cada vez estaba más cerca de conseguir su perdón y volver a ser amigas todas. Entre paso y paso sintiendo las patatas dentro, me di cuenta de una cosa que no me gustaba nada, me hacía mucho pis…

CONTINUARÁ…

(Muchas gracias por los mensajes al correo en el capítulo anterior, me alegra que os haya gustado y espero que este os guste igual o más. Cualquier cosa ya sabéis, podéis escribir al correo this2is4roy@gmail.com).

Continúa la serie