Capítulo 1
- Sumisión e infidelidad morbosa I
- Sumisión e infidelidad morbosa II
Sumisión e infidelidad morbosa I
Soy una mujer de 29 años, casada y con dos hijos. Un chico de 15 y una chica de 13 preciosa.
Si me quedé preñada muy pronto del padre de mi hijo, con 14 años recien cumplidos.
Con varias separaciones y reconciliaciones llegué a los 19, en que me casé con él.
La niña no es suya, sino de un alemán que compartió mi cama durante un par de semanas, aunque mi marido nada sabe de esto.
Por suerte salió morfena y tal y nunca hubo nada que hiciera dudar.
Es una escultura ya a su corta edad y guapísima.
Yo algo parecido, con pechos retocados tras mis dos partos, bastante grandes, 100 de talla.
Ambas llevábamos el pelo larguísimo, por la cintura casi y negro, ella ondulado y yo liso.
Mi hija solía traer a sus amigos y amigas (nada sexual) a casa.
No había problema hasta que un día apareció con un rubio impresionante, con unos ojos azulísimos que podían hacerte humedecer de solo mirarte, guapísimo.
La pega que tenía veinte años. Lo hizo cuando no estaban su padre ni su hermano, pues sabía que era mi favorita y todo acababa consentiéndoselo.
Después de mucho discutir. hice lo propio con aquello.
Al principio venía solo, luego con amigos.
De algún besito en los labios, pasaron a tomar confianza y pegarse unos revolcones en el sofá bestiales, en los que se comían las lenguas con avaricia y él le sobaba sus grandes tetas que le salieron antes que los dientes, con verdadera ansia, poniendo calientes a sus amigos y a mi misma.
Luego se metían en la habitación y sus gemidos y ruido de la cama se escuchaban con , as claridad de la necesaria para no ser exagerados a posta.
Aquel sinvergüenza quería dejar bien claro que se tiraba a mi hija, y la muy zorra de ella estaba encantada. .
No se quien empezó a tontear con quien, si él es mas cabrón o yo mas puta. El caso es que me enamoré perdidamente del chico, Daniel, y Amparo nos pillo en la cama, yo a cuatro patas y el metiéndomela por el culo, bien asido a mis tetas.
La siguiente escena es de suponer.
Nos enganchamos de los pelos y cambiamos patadas y puñetazos, como dos gatas en celo peleando, ante la risa de Daniel, que cuando se cansó de reir, se vistió y se fue, dejándonos allí liadas sin molestarse en separarnos ni aconsejarlo siquiera. le divertía aquello.
Tardó dos días en volver por allí, sin contestar a las llamadas mías ni de mi hija que suspirábamos por él. Por fin se presentó en casa muy ufano.
Esperábamos saber con quien se iba a quedar y casi se rie. «Vosotras decidiréis, , contestó misteriosamente.
«Me gustan las mujeres obedientes. la que mas lo sea, se quedará conmigo.
Era humillante pero ninguna estábamos dispuestas a dejarlo, así que no tuvimos mas remedio que aceptar el reto.
Sintiéndose vencedor total y sabiéndonos sometidas a él. se mostró como amante de los juegos de morbo y humillación, dándonos unas series de reglas.
A partir de ahora obedeceríamos todas su órdenes sin rechistar y con una sonrisa. Vestiríamos siempre blusas ajustadas de botones, vestidos abotonados por delante, faldas igual, todo abotonado por delante si no era minifalda, y aún así, alguna vez se iba con ellas también.
Nada e mallas ni pantalones, solo faldas y vestidos. Por supuesto, ninguna ropa interior, salvo medias y ligueros.
Tangas y sujetadores, solo si explícitamente él lo pedía. Se acabó cerrar la puerta el servicio ni para cagar, esté mi marido o quien esté, debíamos buscarnos la vida.
Otras mas se le irían ocurriendo a medida que se desarrollaran nuestras experiencias.
Si alguna no cumplía una orden, automáticamente la abandonaba y se quedaba con la otra. «¿Queda claro?», preguntó. Asentimos ambas entre avergonzadas y deseosas de demostrar quien era mas obediente.
-Muy bien:Ahora quiero que os deis un morreo.
-¿Cómo?-Preguntamos alarmadas
Una sola mirada bastó para que comprendiéramos que no se trataba de una broma y comenzásemos a darnos la lengua.
-¡Con mas pasión¡!Meteos mano en las tetas¡
Empezamos un franco magreo que empezó a resultar nada desagradable cuando nos mando parar.
-De momento está bien. Ahora os voy a dar unas instrucciones. mañana tengo una partida de póquer con los colegas y quiero darles una sorpresa. En estas reuniones puede pasar cualquier cosa, sin descartar nada. Mis amigos son muy morbosos y viciosos. Vosotras mismas.
Nos miramos y aceptamos.
-Ok, vamos a comprar algo de ropa para mañana.
A la hora convenida, llegamos al piso de la cita, vestidas como nos había ordenado, sin nada mas.
Era verano y yo llevaba un vestido largo blanco escotado, casi transparente. Mis grandes tetas se bamboleaban libres en él, y mis bonitas piernas se dejaban ver al andar, ya que solo iba abotonado hasta mas arriba de la mitad.
Mi hija llevaba una blusa superceñida color carne totalmente transparente, a través de la cual se veían claramente sus también grandes tetas, juveniles y mas bonitas que las mías.
Una mini negra de vuelo muy cortita y medias.
Ambas tacón alto y fino. Los asistentes se sorprendieron gratamente, aunque no demasiado.
Todos parecían sacados del mismo molde, rubísimos, guapísimos, menos un moreno y un negro no menos guapo y cachas.
Seis en total mas Daniel. Según supimos después, era un grupo de amigos entregados al sexo y la perversión, facultades para lo cual tenían y que se conocieron vía chat.
Estaban sentados a la mesa y jugaban a las cartas. Fumaban y el aire estaba cargado. Daniel nos mandó acercar y nos presentó;
-La vieja es Paqui, pero mirad que tetas tiene.
Diciendo esto me las tocó e invitó a los demás a imitarle, pasando mis tetas por manos de todos ellos. Luego lo mismo con mi hija.
-Pero Amparo tiene ademas un culito. . . !huuuummmmm¡-exclamó metiéndole un dedo en su agujero posterior – Mucho mas cerradito y tierno que el de su madre.
Una sonrisa de triunfo apareció en los labios de Amparo que, gustosa les ofrecía el culo de uno en uno para que comprobaran lo deliciosos que resultaba su culito, orgullosa de él.
-Son madre e hija¿morboso eh?Y no se sabe cual es mas puta.
El pelo lo llevábamos cortado a lo Cleopatra, pero mas cortito, y liso las dos.
Por orden de Daniel, cortamos sin dudarlo nuestras largas y amadas melenas, para llevar el pelo a su gusto personal.
Lo bueno del caso, es que teníamos que venir en autobús y andando hasta aquí, según nuestras órdenes, y hasta dejarnos ver así vestidas por mi marido y mi hijo.
Huelga decir que fue la parte mas violenta, pero también muy morbosa.
No estaba dispuesto a dejar salir así a la niña, pero como un calzonazos, y tras unas zalamerías y razonamientos («ya es mayor, es hora de que vaya aprendiendo de que va el mundo», «tranquilo, yo cuido de ella», etc), acabó confirmando que es un payaso patético y cedió.
Comenzamos sirviendo los whiskys, mientras nos metían mano por todos lados, cosa que en absoluto me molestaba.
Me encanta que me soben las tetas, si los hombres son de mi gusto, como era obvio que lo eran.
Estaba enamoradísima de Daniel y jamás le sería infiel, pero si él me lo ordenaba, por que no disfrutarlo. Parece que la niña pensaba igual, pues ella misma era la que pretextando inclinarse para ver si se habían bebido los whiskys, dejaba las tetas a su alcance muchas veces. !Cuan similar a su madre había salido la muy zorra¡
En un momento dado, nos hizo una seña y, tras poner música (Celine Dión y Whitney Houston sobre todo) comenzamos un baile sensual que nos había ordenado el día anterior.
Ambas bailamos muy bien, muy sensualmente. Comenzamos a amasarnos las tetas las tetas, cada una las suyas, con cara de vicio, caldeando el ambiente.
En una de esas, caminamos la una hacia la otra, y comenzamos a besarnos. Se nos había ordenado montar un bollo con el baile.
Acaricié sus tetas por encima de la blusa!Que pasada!!Mi hija estaba buenísima
¡A pesar de ser bisex nunca la había visto como mujer, ni siquiera el día anterior, debido a la sorpresa , los nervios y el odio que me inspiraba en ese momento. Pero ahora me estaba mojando! Que rebuena estaba
¡Agarró mis tetas con sus manos a su vez, mientras nuestras lenguas se enzarzaban en una lucha sin cuartel, cayendo nuestras salivas incontenibles sobre nuestros pechos. La niña gemía como una gatita.
-¡Que buena estás, pedazo de puta¡-me dijo.
-¡Calla y bésame zorra¡!Me encantas¡
Comenzamos a restregar nuestras tetas entre sí, bajando a veces hasta morder nuestros pezones sobre la tela, para luego subir y entrelazar nuestras lenguas de nuevo, tragando nuestras salivas con ansia.
De repente, Amparo me tumbó sobre la mesa, tirando las cartas y apartando ellos los vasos.
Abriéndome las piernas, desabotonó mi falda y comenzó a lamer mi clítoris.
Yo estaba a mil, no podía mas. Incorporándome, la puse ante mí, mi cara a la altura de sus tetas.
Desabroché su blusa sin quitársela y comencé a lamer sus pezones, esos pezones que tanto me estaban obsesionando, mientras sobabas sus tetas a manso llenas:Deliciosos. Ella gemía de placer.
-Vaya con la madre y la hijita¿Tú madre también es tan puta?
-Mi madre está muerta- contesté, no indignada, pero si dolida como di a entender. había muerto no hacía dos años aún.
Recibí entonces una sonora bofetada de Daniel.
-Nunca contestes así a un hombre, menos a un amigo mío. Tu madre era una gran puta y seguro que murió de gusto, metiéndose un palo por el culo ¿De que murió tu madre?
-De gusto, metiéndose un palo por el culo-contesté sin dudar – Perdóname por favor Daniel. Soy nueva en esto, porque siempre estuve casada con un imbécil. Mi madre era una gran puta y mi padre un cornudo calzonazos.
-Eso está mejor. Estoy seguro que tu madre se follaba a cualquiera y hasta pagaba por ello. !Que bueno que esté muerta¡
Un brillo de duda debió surgir en mis ojos, pero rápidamente lo borré al ver que se percató.
-Soy vuestro amo y debéis demostrarme que me queréis mas que a nada en el mundo, hijos, padres, hermanos, maridos… !Brindemos por la muerte de la puta de tu madre ¿Sufrió mucho?
-Si, fue enfermedad larga.
-Aún debió sufrir mas!ja, ja, ja¡
Se rió y todos le i itamos, con ganas he de admitir, me encantaba aquello y estaba dispuesta entregarme totalmente a aquel mundo de morbo insospechado oculto hasta ahora para mí.
Servimos whiskies y alzamos los vasos.
-Por que mi puta madre-propuse-se revuelque en su tumba.
-A la que nos llevarás cuando te pidamos para hacer allí lo que queramos.
-Por supuesto mi amor. Lo mio es tuyo, incluida mi familia y recuerdos.
-¡Me cago en tu puta madre¡!Por que se revuelque en la tumba¡
-Porque se revuelque-corearon.
-Vais a ser mis dos esclavas, pero tu estarás por debajo en la jerarquía de tu hija, que es mas joven y mas atractiva. Aceptarás sus órdenes hasta el mini o capricho, aquí, en la calle, en casa o cualquier otro sitio, siempre que no se opongan a las de un hombre. Ante él. obedeceréis ambas hasta el límite del sexo. Os dejareis sobar sin impedimentos, pero no os entregareis sin previo consentimiento mío. Y nuca contestareis y aceptareis lo que os digan.
Amparo sonreía maliciosamente.
-Mi amor-dijo-¿le puedo hacer una cubana a tu amigo negro?
Daniel sonrió.
-¿Te gustan negros?
-Me encantan.
¡Será puta¡Es igual que su madre en todo.
-Adelante pues. Haz lo que te apetezca con él, tienes permiso.
Era alucinante ver a mi hija que hasta ahora había sido una mocosa a mis ojos manejar aquella polla entre sus tetas con tanta maestría.
Obviamente, no era la primera que hacía.
El negro eyaculó en su cara y Amparo se relamió, recogiendo el resto con su dedos:me lo ponía ante los labios y cuando yo me inclinaba golosa a chuparlos, los retiraba y lo recogía con su lengua, muriéndome yo de envidia.
Una vez acabado, cogió con su mano la enorme polla negra y se inclinó hasta ella. Restos blancos de esperma, rezumaban aún gloriosos en ella.
-¿Ves esta preciosa polla, puta?-me decía-Tú la catarás ya blanda.
Comenzó a mamar hasta ponerla dura de nuevo, limpiándola y dejándola brillante.
-Ahora, si él quiere, me la meterá en el culo¿quieres cariño?
El negro asintió sonriente.
-Tú harás de mamporrera.
Así fue. Embadurné aquello con vaselina y coloqué aquella enorme polla a la entrada del culito de mi hija, sujetándola mientras se iba perdiendo interminable en su interior sin pausa. Ella suspiraba de placer mientras repetía»hasta el fondo, de un golpe por favor». Yo estaba boquiabierta. Obviamente la niña no había perdido el tiempo hasta ahora.
El negro comenzó un violento meteysaca, mas violento aún por las culeadas de mi hija que no dejaba de suplicar»mas fuerte, mas fuerte»
Aquello acabó en una orgía en la que ambas gozamos de cada una de las pollas y sus propietarios. A pesar de los intentos de mi hija, la polla del negro me llegó igual de dura. Era soberbia.
Hartos de follarnos por todos lados y de correrse en nuestras caras, bocas y tetas, nos pidieron que hiciéramos otro bollo para terminar ellos con una paja monumental. Nos enganchamos encantadas en él y esta vez nos fueron guiando, pidiendo lo que les excitaba.
En una de esas, mi hija, observando el morbo que les producía verla putear a su madre y esclava, me ordenó tumbarme boca arriba y colocándose en cuclillas sobre mi cara, comenzó a mear, ordenándome tragarlo todo, realmente no hubiera hecho falta que lo hiciera.
Me encantaba aquello y lo hubiera hecho de mil amores aún sin mandármelo.
Excitados, nos colocaron a las dos boca arriba y rodeándonos, comenzaron a mearse sobre nuestras caras, apuntando a la boca.
Bebíamos todo lo que podíamos, pero a veces nos atragantábamos y debíamos parar entre risas.
También entraba en los ojos y entonces picaba. Cuando acabaron, nos hicieron lamerlo del suelo, aunque no pudimos ingerirlo todo por mas que hubiésemos querido.
Después nos pidieron, colocarnos de espaldas a ellos en cuclillas, para cagar en el suelo mientras nos fotografiaban y filmaban. Fue muy morboso. A alguien se le ocurrió entonces que comenzáramos a jugar con la mierda, y así lo hicimos.
Me encantaba, y a ella también.
Acabamos restregando nuestros pechos en ella, embadurnando nuestras tetas de olorosa mierda mientras éramos retratadas así con una sonrisa de felicidad suprema, eramos conscientes de que con esas imágenes estábamos irremediablemente en sus manos, que nos podría chantajear con ellas cuando quisiesen, pero eso nos encantaba y éramos felices entregándonos sin remisión a Daniel.
-Venga, vale por oí-cortó finalmente-Iros a duchar que oléis a mierda, guarras. Y limpiar el suelo cuando acabéis.
Diciendo eso, se fueron y nos dejaron allí, con la orden de largarnos al acabar. En la ducha las dos, fue inevitable acabar en otro bollo.
El olor a mierda no desaparece fácilmente, y yo limpiaba a mi hija mientras ella hacía lo propio conmigo. Frotar sus tetas, su culo, !hhuuuummm¡. . . era demasiado para poderlo soportar. Está mas buena que el pan y es mas puta que las gallinas.
Me estaba enamorando de mi hija. En mi nacía un amor mas fuerte que el que sentía como madre y en ella igualmente. Ahora éramos mas que madre e hija, éramos amantes. Era era mi dueña y yo su agradecida esclava. la adoraba.
Ya en la calle, caminando hacia la parada de autobús, no pudimos evitar fundirnos en un apasionado morreo apoyadas en un portal, sin importarnos el escándalo de la gente que, aún sin imaginar nuestro parentesco, abominaban de una mujer de mi edad dándose el lote en plena calle con una niña.
Alguno comentó alguna burrada. Separando los labios unos centímetros de los suyos, la miré a los ojos.
-Te quiero- Ella sonrió -Te quiero como nunca te he querido. Lo eres todo para mí después de Daniel.
-Me alegra saber eso. Es ideal tener una madre tan puta como tú.
Continuará…