Capítulo 3
Mi cuñadita ha hecho algo que no debería. Parece empezar a disfrutar la penitencia.
Cuando se le escapa un gemido y chupo más fuerte y empiezo a darle lametones largos de nuevo, apretando en el pezón. Le azoto el culo y la miro. Estás gimiendo fácil, putilla. Ha sido buena idea, la de Carmen: “espera a pillarla in fraganti, y ahí le das”.
— Muévete — digo, dándole otro azote.
— Mmff… — respira en mi oreja con fuerza. — m-m-n.. — Sus gemidos se acentúan y tengo que cont
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