La doctora protagonista

Mis muñecas estaban bien sujetas por unas esposas detrás del respaldo de una silla de escritorio, mis pies atados por los tobillos alrededor del pistón que regula la altura de la silla, y mi boca fuertemente amordazada por una enorme bola de piel. Estaba a unos escasos dos metros de un cajón de baja altura con varias anillas y cuerdas en un espacio de aspecto inquietante. La mezquina luz de unas cuantas velas grandes encendidas me permitía recorrerlo con mi mirada. Había cadenas que descendían del techo, paredes de ladrillos, una cruz de San Andrés, una jaula con barrotes, en una mesa había una colección de esposas, mordazas, y juguetes sexuales. En la mazmorra aún estaba solo. Repasando esos recuerdos me resulta difícil explicar cómo había llegado a esa situación, me sentía absurdo, supongo que más o menos tanto como Marselus Wallace atado en el sótano de Zed. Sin embargo lo intentaré. Esta era la única manera de poder ver a Patricia, mi novia, mejor dicho la única manera que ellos me lo permitirían. Podría ver con detalle todo lo que le harían en cuanto la trajeran.

Todo empezó en la clínica donde ella trabajaba como Directora bioquímica, en la que se hacían análisis ETS, el día el que doce actores porno fueron a hacerse un análisis rutinario completo. Se trataba de un equipo variopinto, de diversas nacionalidades y razas, aunque todos tenían en común su formidable presencia de hombres fornidos y recios, cuyas edades oscilaban entre los treinta y cincuenta años. Ella los reconoció de algunas películas pornográficas que solíamos mirar juntos mientras nos calentábamos en el sofá, como “Lujuria blanca”, “Ahogada en el blanco placer”, “Blancamente alimentada”, o “Caliente y blanco deseo por detrás” y varias más que incluían siempre la palabra blanco como adjetivo en sus títulos, no demasiado imaginativos pero que dejaban bien claro que el semen en abundancia era el principal elemento durante esos exhaustivos gangbangs en ambientes lúgubres, en general con una mujer atada. A esta altura seguramente ya podréis intuir el resto de mi relato.

La noche después de la visita de los actores, en casa, Patricia guiñándome un ojo me propuso ver la “Blanca dominación”. Una de mis favoritas, y con el placer añadido de gozar de una felación cada vez más intensa a medida que las escenas aumentaban de tono poniéndose cada vez más excitantes para la entregada chica de la película. De tanto en tanto ella se detenía para contarme su extraordinario día de trabajo. Aquel sorpresivo encuentro con esos fornidos y masculinos actores porno la había dejado caliente, más habiéndolos visto tantas veces en acción en sus películas. Una gran sonrisa le iluminó el rostro cuando le sugerí que sería genial verla como protagonista. Era exactamente eso lo que ella me había conducido a decir, más manteniéndome astutamente al borde del orgasmo. Al oírlo y a modo de aprobación aceleró sus movimientos llevando hasta el fondo de su boca mi polla que estaba a punto de explotar, para correrme deseando que ella fuera la chica del salvaje bangbang. Eyaculé como pocas veces y ella tragó todo. Solía ser esa su convincente aunque nada sutil manera de sugerirme algún especial juego sexual.

Cuando me repuse le pregunté:

_ ¿No te gustaría esa experiencia?_ mientras ella introducía su mano dentro de las braguitas húmedas

_ Sí_ Un monosílabo que no daba lugar a dudas. Ella era muy directa, cuando algo le gustaba no dudaba en llevarlo a cabo. Y aunque nunca necesitó mi autorización para realizar sus fantasías, le sonreí con gesto de complacencia.

_ Cuando vengan a buscar los resultados puedo proponerles un juego, creo que sé cómo hacerlo… Por supuesto siempre que estén sanos _Dijo con una sonrisa

Aquello fue mucho más sencillo de lo que me esperaba. Tocho, ese era el nombre artístico de quien cumplía con el rol doble de actor y director de esas películas, entró en su consulta. Ella le entregó doce sobres con los análisis, y con una amplia sonrisa le informó que los análisis dieron un resultado negativo y que estaban completamente sanos. Tocho le sonrió también, no sin mirarla con deseo. Patricia oportunamente se había puesto la bata más transparente y corta que tenía, que solía usar para jugar conmigo muchas veces. Podía verse la parte superior de su sujetador asomando por encima de bata, sus braguitas negras y sus piernas bien formadas, y su redondo culito respingón se transparentaban por debajo de la tela ligera blanca, y unos no exagerados aunque elegantes tacones le daban el toque final de sensualidad. Simplemente fue mucho más sencillo de lo que se esperaría gracias a la belleza irresistible de mi novia.

_Os he reconocido de algunas pelis, que a mi novio y mí nos gustan mucho_ Le dijo con una mirada de complicidad

_ Ah ¿sí? ¡Gracias! ¿Cuál te gustado más?_ Preguntó provocativamente el actor con una sonrisa maliciosa

_ “Blanca dominación” es mi favorita, y hasta envidio a la protagonista… _ Respondió osadamente la doctora para iniciar su juego.

Tocho sonrió ahora mirándola con nada de disimulada lascivia.

_ Bueno ¿Cuánto debemos?

_ Depende como quieras pagar, en dinero son 1800 euros, o…

_ ¿O…?

_ Siendo yo protagonista de una de tus películas.

Ella eligió la historia aunque con no más de tres o cuatro chicos, nunca había estado en un gangbang con más de tres, y un elevado número la inquietaba demasiado. Él la aceptó como protagonista siempre que solo llevara puesta esa pequeña bata blanca de Doctora y tuviese sus ojos vendados todo el tiempo. El encuentro sería esa misma noche en su estudio con dos o tres actores más. Le pidió que yo pudiese asistir como único espectador. Aceptó, aunque con unas estrictas condiciones, las mismas condiciones que me mantenían ahora inmovilizado en la penumbrosa mazmorra. En casa ella se preparó a conciencia, hizo varias lavativas anales, tenía muy claro lo que le esperaba. Luego un largo baño de espuma, exquisito perfume, su lencería más provocativa sin sujetador, su mínimo atuendo de trabajo y tacones. Vestida para que ellos pudieran disponer de su cuerpo fácilmente, y eso realmente la excitaba.

El timbre de la puerta sonó, y el enorme hombretón que me había atado fue a abrir. A mis espaldas oí voces y pasos. Tocho llegaba con Patricia y dos más, después de haberla recogido en nuestra casa unos minutos más tarde que yo llegara al estudio. En aquel breve trayecto mientras el director conducía sus dos compañeros se habían sentado en el asiento trasero, uno a cada la de mi novia que ya llevaba sus ojos vendados y sus muñecas esposadas. Si mediar palabras, la habían estimulado besándola, acariciando sus muslos, sus tetas, y acariciando su clítoris por encima de sus suaves braguitas. Cuando entraron al siniestro estudio mi novia ya estaba excitada y mis nervios se pusieron a flor de piel. El robusto Tocho la obligada a avanzar a ciegas jalando suavemente de una cadena que se conectaba a las esposas. Hizo que se sentara encima del cajón que tenía enfrente, casi al alcance de mi mano. Tres de ellos la rodearon de inmediato, y empezaron a manosear su cuerpo, sus manos la recorrían por completo. Se sintió invadida e imagino que con una mezcla de excitación y temor ante esta lujuriosa presencia masculina, según pude adivinar por sus tímidos gemidos. Ella con los ojos vendados solo podía experimentar el tacto de sus enormes manos explorando su pequeño cuerpo. La imposibilidad de ver por un lado aumentaba al extremo su percepción táctil, y por otro su ansiedad al imaginar qué sería lo siguiente que ellos decidirían hacerle en el siguiente paso. Uno de ellos filmaba. Mientras todo sucedía podía ver en directo como disfrutaban de mi novia, o podía ver los detalles más pequeños que enfocaba el de cámara en dos enormes pantallas que tenía a cada lado. Le quitaron las braguitas, ahora solo su mínima bata de trabajo era el único obstáculo que aún la protegía de la desenfrenada lujuria que estaba a punto de desencadenarse. La escena avanzaba rápidamente, la acostaron boca arriba con el culo al borde del cajón, levantaron sus piernas y las sujetaron separadas por unas tobilleras de piel a dos cadenas que colgaban desde el techo, y sus brazos extendidos hacia atrás con sus muñecas inmovilizadas por las esposas que a su vez se conectaban con una cadena al otro extremo de la mesa. La cena ya estaba servida para esos tres fornidos machos y suponía que para el de la cámara también.

Tuve unos breves instantes para admirar su belleza antes que se lanzaran hambrientos sobre mi pequeña novia. Una mujer de 1,56 m de estatura, con sus curvas pronunciadas, cabello oscuro y muy corto, tetas generosas con unos pezones pequeños siempre erectos, piernas bien torneadas y un culo redondo y firme. Su piel morena por el sol sin embargo contrastaba fuertemente con el color oscuro de algunos de estos chicos. Le habían desabotonado la bata por completo, sus piernas vestidas con medias de seda sujetas por un liguero, en alto y bien separadas, sus tacones remataban la belleza de sus pies encadenados. La piernas abiertas como una amplia “V” permitían ver su vagina y su pequeño y perfectamente circular ano apretado que quedaba a merced de lo que le quisieran hacer. La venda le sus ojos le impedía verme y mi mordaza, hablarle. Dentro de mis vaqueros ya tenía una enorme erección antes incluso que ella llegase. Había visto estas películas y sabía de sobra que estaban bien dotados, pero en directo y todos a punto de follarse a Patricia se cambiaba mi percepción, ¡esas pollas me resultaban colosales! Empezaron a ocuparse cada uno de una parte de su cuerpo. Le quitaron sus tacones y uno de ellos se aplicó mordisqueando y chupándole los dedos de los pies en alto, luego otro abriendo su atuendo blanco lamía y jugueteaba con la punta de su lengua haciendo rápidos circulitos alrededor de sus pequeños pezones erectos, otro la besaba e introducía sus dedos en su boca que empezó a chupar con ansiedad. Y al fin, Tocho comenzó repentinamente a la lamer su vulva y su ano, a lo que ella respondió con un grito de sorpresa. Dejaron que disfrutara a gritos esas indescriptibles sensaciones sin meterle de momento ninguna polla en su boca. Supongo que a esa altura ya no recordaría que estaba allí presente mirando como la comían.

Su cuerpo muy sujetada veces se estremecía y se sacudía de placer. Gritaba, suplicaba ¡Quería más! Me preguntaba si ella podría con esos titanes masculinos, y más aún por lo que recordaba de las películas, ¡las penetraciones eran mayormente anales! En las pantallas pude ver como enfocaban su cabeza, ligeramente caída del borde opuesto del cajón, sus ojos vendados y su boca entreabierta que dejaba asomar su lengua expectante. En esa posición uno de ellos no demoró en introducirle su miembro entero, deformando sus gritos en sonidos inquietantes, mezclando placer y ahogo mientras él disponía libremente de su boca para entrar y salir a gusto. Los otros dos seguían aumentando su excitación, recorriendo su cuerpo con sus húmedas lenguas. La imagen de las pantallas se dirigió a su sexo, Tocho ya estaba preparando su pequeño y apretado ano derramando una cantidad generosa de aceite para meterle primero un dedo, luego dos y… hasta tres, mientras con los dedos de la otra mano estimulaba enérgicamente su clítoris. Ella intentaba gritar todo el placer que sentía mientras ellos la disfrutaban atada, pero la enorme polla en su boca se lo impedía. Mi erección era máxima, abultaba mi vaquero sin poder ni siquiera masturbarme, la visión de cómo se afanaban en el deleite de mi pequeña me hubiese provocado una eyaculación con el más mínimo roce. Cuando Tocho se apercibió de mi estado y me sonrió con malicia y guiñándome un ojo me dijo ‘¡Sigue mirando como hacemos gozar a tu chica!’. En ese momento volvió a sonar el timbre.

Pude oír varias voces más de hombres que entraban. Me sacudí en mi silla, traté de decir algo pero era del todo imposible. Patricia también intento decir algo, pero la enorme polla que entraba y salía de su boca se lo impidió. Su cuerpo se sacudía presa de una enorme inquietud dejando oír un nervioso tintineo de las cadenas que separaban sus piernas. Unos instantes después no había duda alguna, la cena estaba servida pero para doce apóstoles… ‘La tenemos a punto, es toda nuestra’ _Dijo Tocho arrodillado mientras metía y sacaba sus enormes dedos por el culito de mi novia, mientras con su perversa sonrisa seguía mirándome. Por un momento ella fue libre de acudir a las palabras claves pactadas antemano, ‘no quiero esto’ para detenerlo todo. Sin embargo, su enorme gusto por las sorpresas la llevó a decir con firme decisión lo opuesto: ‘¡sí, quiero que sigáis!’. El director dijo con voz firme: ‘¿Entonces quién empieza con la Doctora?’, al tiempo que el primer voluntario de unos dos metros de estatura delante de mí se bajaba los vaqueros de un tirón para mostrarme provocativamente su enorme cosa, la llamo “cosa” porque por su descomunal tamaño no cabía llamarla simplemente polla. Por supuesto la estaban entregando al más dotado. Me sacudí, traté de decir algo pero resultaba del todo ininteligible, quería decirle ‘Espera, despacio, ten cuidado con mi chica’. Muchos se rieron al escuchar los absurdos sonidos que salían de la mordaza. ‘Tranquilo, sí no te preocupes te hemos entendido, todos le follaremos el culo muy profundo, supongo que es eso lo que nos estás tratando de decir ¿Verdad?’ Los demás se rieron más aún y hasta ella se rió aunque nerviosamente.

Pude ver su agujerito dilatado y lubricado con aceite ¡Pero esa cosa era demasiado para ella, y solo sería el primero de los doce! Por primera vez ella gritó mi nombre ‘¡Dani, me van a follar todos!’ No supe si lo gritó con miedo o extrema excitación, aunque conociéndola supuse que fue solo por para provocar perversamente en mí aún más ansiedad. Confiaba en que si había algo capaz de evitarle el dolor que esa monstruosa polla le produciría, era su enorme deseo por el sexo anal, y su extraordinaria capacidad de experimentar orgasmos anales múltiples desde el primer instante de la penetración y durante todo el tiempo que fuese follada. Sus agudos gemidos empezaron incluso en cuanto el miembro del enorme negro rozó su pequeño ano. Luego esos gemidos se convirtieron en sinfonía cuando su inmensa “cosa” empezó a abrirse camino dentro. Podía ver con detalle su vasto glande abriéndole su pequeño esfínter anal para explorar las indecibles sensaciones mientras avanzaba inexorable en su interior. Supongo que no podría contar las innumerables manos y lenguas que la recorrían mientras los movimientos del negro se aceleraban. Tocho mientras colaboraba excitándole su clítoris con ininterrumpidos y enérgicos movimientos de sus dedos. La dejaron gritar a gusto por un rato, y sus gritos no hacían más que animar al robusto penetrador a moverse con más energía asiéndola con sus manazas por sus los muslos. Los múltiples orgasmos de Patricia aumentaban en intensidad al sentir como aumentaban la frecuencia y la amplitud de sus embestidas. Unos minutos después (una eternidad para mí) se sumaron los gritos cada vez más fuertes del monstruoso follador. Me estremecí ante la idea de que ella nunca había recibido semen en su culo de otro hombre que no fuese el mío y ahora ¡este le estaba llenando!

¡No terminaba de correrse nunca ese hombretón, ni siquiera su voluminosa corrida detenía sus movimientos, seguía entrando y saliendo por completo de ella mientras descargaba su caliente chorro de semen dentro! Finalmente, cuando sacó su enorme pollón el de la cámara no perdió la oportunidad de enfocar su ano, ahora abierto como una enorme ‘O’, mientras un caudaloso rio de espeso fluido blanco y caliente salía para deslizarse hasta caer sobre el cajón como enormes gotas. No hubo tregua. En esta siguiente ronda ya no podría volver a gritar sus orgasmos a gusto. Dos pollas se alternaban en su boca, mientras ahora el mismo Tocho ocupaba el lugar del primero. Su culito quedaba a la altura perfecta en ese cajón, dejándola sin más opción que dejarse penetrar analmente todo lo que ellos quisieran, al fin y al cabo era lo que deseaba… Él se movía a gusto dentro de ella, la disponibilidad de su culito era completa, sus empujes estaban facilitados por la lubricación del semen que le habían dejado dentro. Sus enormes huevos golpeaban y rebotaban rítmicamente en las nalgas de Patricia cada vez que esos veintitrés centímetros se hundían por completo. Los dos que le metían sus pollas en su boca no tardaron en eyacularle. Intentó tragar todo lo posible, pero buena parte de la hirviente leche se deslizaba por su mejilla, por encima de la venda, y su frente y su cabello. Una sensación de orgullo y excitación me invadió ¡Era hermoso!

Una fila de tres chicos esperaban con sus enormes miembros erectos a que Tocho se las cediese. Y cuando éste le hubo descargado todo su contenido caliente, sumando aún más semen dentro de su recto, el primero de la fila me dijo guiñándome un ojo: ‘Ahora le llenaré su coñito’. Les encantaba fanfarronear y provocarme con sus cometarios del tipo: ‘mira como la estoy follando’, ‘mira como traga’, ‘escucha como la hacemos gozar’. No había duda, eso se los había pedido previamente ella sabiendo cuanto me excitaba oírlo. Sin dilación la polla del siguiente entró hasta al fondo para moverse con un ritmo vertiginoso en su vagina. Otro chico negro apoyó sus enormes huevos sobre sus labios y ella gustosamente abrió su boca para lamerlos mientas él se masturbaba. Esos huevazos eran recorridos gustosamente por su lengua mojada provocándole suaves cosquillas que lo llevaron a soltar toda su caudalosa leche sobre su cara, su boca y sus tetas que no dejaban de sacudirse frenéticamente. El otro no demoró en correrse en su vagina. Estaba claro que estos chicos se corrían cuando y las veces que el guión así lo indicase. Un pequeño charquito blanco ya podía verse sobre el cajón entre sus nalgas y un nuevo río se formó fluyendo hacia el suelo.

Le sucedieron dos más sin hacerse esperar, uno otra vez por el culo y por su coñito. Se alternaban rápidamente, al cabo de veintena sacudidas. Uno de los dos le metía y sacaba el miembro unas cuantas veces para volver a ser reemplazado sin la más mínima dilación por su compañero. Patricia había perdido la noción de quien la follaba y sobre todo por donde, entraban por igual tanto por su ano como por su vagina. Cuando estos últimos dos eyacularon dentro de ella, todos se apartaron un momento dejándola sola tal como la habían disfrutado para contemplar su obra entre exclamaciones de admiración. La escena era sexualmente dantesca, mi chica encadenada, había sido follada por cinco y otros cuatro se habían corrido en su boca y su cuerpo, sus medias estaban rasgadas por el frenesí, lo que empezó siendo un circulito apretado se había transformado en un agujerito dilatado, y todo su cuerpo empezaba a estar salpicado del semen de varios hombres. La liberaron, soltaron las cadenas que sujetaban sus piernas en alto y sus muñecas, pero Tocho me advirtió: ‘No creas que este es el final…’ Solo la estaban cambiando de postura.

La colocaron a cuatro patas sobre el mismo altar se sacrificio una vez más atada. Sus tobillos sujetos por cuerdas que se ligaban a unas anillas ubicadas a cada lado, de manera que sus piernas estaban nuevamente separadas, sus manos esposadas y ligadas por un pequeño tramo de cuerda a otra sujeción en la parte delantera. Para reforzar su inmovilidad otras dos cuerdas daban varias vueltas alrededor de sus muslos para acabar en dos anillas más a cada lado de la parte media del cajón. Sus rodillas quedaron apoyadas casi en el borde del cajón sobre unos cojines. Sus hermosos y redondeados glúteos a dos metros de mí presentaban manchas de la blanca miel de las reiteradas eyaculaciones de estos titanes, que empezaban a deslizarse por sus muslos hacia abajo. La visión se me tornaba de a momentos insoportable, quería al menos poder tocarme y correrme de una vez, ardía en deseo. Cuando uno de ellos le separó las nalgas, resultó más que evidente la enorme dilatación del círculo de su ano mientras un continuo hilo de semen que seguía fluyendo fuera de sus agujeros. Esta visión animó al primero en decidirse a probarla a cuatro patas. Su sexo seguía estando completamente a merced de ellos, ella lo sabía, y le encantaba considerarse como “una esclava sexual” obligada a recibir todos los orgasmos que ellos le proporcionaran. Se acercó detrás de sus nalgas para juguetear con su miembro erecto dirigido por su mano, rozándole suavemente con su enorme glande su ano y coñito, con un movimiento descendente y ascendente. El esbirro que le sostenía las nalgas casi se babeaba de deseo, al igual que yo también con el añadido que no podía contralar mis babas por la mordaza que se hundía en mi boca. El perverso jugueteo seguía mientras volcaba aceite sobre su culo, hasta que ella empezó a gimotear y suplicar que la penetrase de una vez.

Ella no necesitó esperar mucho, aunque ese fugaz par de minutos de juego se transformara para ella y para mí en una eternidad. Pude oír a mi novia suspirando de alivio cuando sintió el inmenso miembro hundirse suavemente en su interior de su culo. El ritmo fue subiendo de frecuencia, hasta que para proporcionarle toda la energía que él deseaba darle se valió de un cinturón muy ancho que pasó por debajo de su vientre. Él, jalando con fuerza de cada extremo del cinto, traía con fuerza el culo de Patricia hacia sí por cada vez que su polla volvía a entrar en lo más profundo de su recto. Los demás miraban la escena animando al follador a empotrarla más y más, mientras esperaban con sus miembros erectos y listos ser los siguientes ejecutores del demoníaco rito sexual al que ella estaba sometida. No dejó de incrementar sus sacudidas dominándola con esa fuerte sujeción hasta que entre fuertes gritos la rellenó con su espeso y caliente zumo. Cuando sacó su polla aún seguía eyaculando, soltándole algunos pequeños chorros más sobre su culo y su espalda.

Un momento después otro que se puso encima, lo hizo en cuclillas mientras el esbirro colaborador seguía separándole las redondas nalgas. La penetró sin piedad y aceleró sus movimientos hasta que los gemidos de ella se transformaron en gritos suplicantes que pedían que la ensartara más y más fuerte. Me resultaba impresionante la habilidad atlética de este chico, que en esa casi imposible postura para mí, él se moviera con completa facilidad durante largos minutos provocando salvaje placer a Patricia. Era simplemente sexo animal en estado puro. El que filmaba le dio la cámara a otro, y fue con su polla erecta hacia su boca. Dos tremendos gladiadores disfrutando de una ‘Patricia romana’ entregada por completo a ellos. El enfoque de atrás era perfecto, podía ver como ese gran miembro entraba y salía de su culo mientras sus labios vaginales se abrían y cerraban al compás de sus fuertes embestidas. Los dos se corrieron simultáneamente. Ni el que la penetraba profundamente en su recto ni el que lo hacía en su boca retiraron sus penes hasta completar toda la abundante descarga. En este punto ya había perdido la cuenta de cuantos la habían penetrado y de cuantos le habían dado su leche. Inmediatamente llegó el enésimo turno, otro negro que también se puso en cuclillas para ocupar el culo que el otro ya había dejado. Con movimientos suaves y profundos, a la espera de un compañero que se las arreglaba para apoyarle su glande sobre sus labios vaginales. Empujó despacio pero inexorable mientras el que estaba por encima seguía con su polla encajada a fondo en el culo de mi novia. Al sentirse doblemente penetrada ella explotó en varios enloquecidos orgasmos. Ningunos de estos folladores profesionales contenía en absoluto sus eyaculaciones, iban siempre directo a sus orgasmos para ser de inmediato reemplazados por otros, que habían recuperado sus erecciones para volver nuevamente a la acción. Algunos ya se habían corrido más de dos veces. Los de la doble penetración se corrieron casi simultáneamente y como los demás tampoco dejaron de penetrarla hasta haberle inyectaron hasta la última gota. Sus piernas temblaban del éxtasis recibido mientras dos flujos blancos que salían de su ano dilatado y su vagina para deslizarse por la cara interna de sus muslos y rodar como grandes gotas blancas por las rasgadas medias de seda.

Las penetraciones dobles no cesaron, se fueron combinando de pares unas tres o cuatro veces más sin descanso. Los gritos de mi novia no cesaban tampoco, y se tornaban en muy intensos solo cuando su boca quedaba libre de las miembros viriles, a veces hasta dos al mismo tiempo. Su rostro y su cabello estaban muy salpicados aún cuando el objetivo siempre era su boca y su lengua. De tanto en tanto podía ver como se empeñaba con deseo en lamer los huevos de algún chico como preludio a una nueva descarga, un juego que hacía con maestría y que siempre me enloquecía de placer. En algún momento Tocho se apiadó de mí, y me liberó solo para permitirme ocupar el último lugar de aquella orgiástica coreografía. Cuando todos se corrieron en ella todas las veces que quisieron, se hicieron a un lado para dejarme llegar hasta mi casi exhausta Patricia. Fui directamente a su culo mi polla tan dura que me dolía. La sensación de entrar en su pequeño ano sin el más mínimo impedimento, resbalando hacia su interior por las innumerables corridas recibidas, fue embriagante. A pesar de que conservaba sus ojos vendados pudo reconocerme. ’Te estaba deseando mucho, Dani’, me dijo con una voz extasiada. En parte por sus palabras, y por otra completamente diferente, como el intenso olor al semen de los otros que empapaba su cuerpo, y pequeños detalles como el de una gotita blanca que caía hacia abajo estirándose viscosa desde unos de sus pezones erectos, me llevó al orgasmo casi de inmediato.

Todos desaparecieron de escena, solo quedaba Tocho que me ayudó a desatarla. La envolvió cariñosamente en una manta y la llevamos hasta su coche recogida entre sus brazos. Él nos condujo a nuestra casa, mientras en asiento de atrás, ella a pesar de su agotamiento con su cabeza entre mis muslos no dejaba de sonreír. En nuestra casa le preparamos la bañera con agua caliente y espuma, y entre él y yo la bañamos con esponjas acariciando cada partecita de ese precioso cuerpo que tanto placer había dado y recibido. Ella parecía encantadísima por la presencia del actor que la envolvió con una enorme toalla, y muy gentilmente la alzó entre sus brazos para llevarla a la cama. La estaba acostando con cariñosa suavidad, cuando los dejé a solas para ir a la cocina a preparar unos sándwiches tostados y refrescos, y encender el ordenador para poner música suave.

Coloqué el aperitivo en una bandeja cuando por encima de la música pude oír unos suaves gemidos que procedían del dormitorio. No pude evitar entreabrir la puerta para ver una escena emocionalmente demoledora. Patricia yacía completamente desnuda costada boca abajo, con sus brazos extendidos hacia delante y sus piernas separadas, su culo en pompa ayudada por dos almohadas debajo de su vientre. Encima de ella un gigante la cubría por completo casi no dejando espacio para ver el cuerpo de mi novia debajo, sus fornidos brazos se extendían por encima de los suyos, y sus grandes manos la sujetaban por las muñecas. Sus piernas algo menos abiertas que obligaban a mantener las piernas de mi novia bien separadas. Los fornidos cuádriceps del actor acababan en musculosas nalgas que se movían suavemente de arriba a abajo. El actor la estaba haciendo íntimamente suya. Caminé sin hacer ruido alrededor de la cama para ver como una vez más su enorme polla se hundía en el interior de su culo, aunque esta vez con un ritmo suave y constante. Pude oír entre suaves gemidos los susurros de ella que le decía: ‘Así, así, suave, dame más, me encanta así de suave, soy tuya’. El recio implacable follador se había convertido en el amante cariñoso de mi novia, aprovechando mi ausencia, no había perdido ni un minuto en seducirla para penetrarla una vez más. Cerré suavemente la puerta dejándola disfrutar sin incomodarlos.

Unos días después Patricia recibió la visita del actor en la clínica para dejarle una cajita envuelta como regalo. Dentro había una pequeña unidad de memoria USB. Se despidió de ella con un beso en la mejilla y sonriendo le dijo las enigmáticas palabras: ’Hasta más ver, Patri…’ Era una película solo para nosotros, que de tanto en tanto volvemos a mirar para revivir aquella experiencia alucinante. Desde entonces nuestra película favorita es esta, “La Doctora protagonista”.

Espero que hayas disfrutado de nuestro relato. Os agrecería leer v contestar vuestros comentario ¡un saludo cordial!