Capítulo 5

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DÍA A DÍA CAPITULO 5

CHARLINES

Me puse mi traje azul marino de lino con una camisa blanca y sin corbata, ni ropa interior.

Pedí un taxi y le di la dirección de Ángeles, en un minuto estábamos en su puerta, le ayudé con su maleta y nos montamos en el taxi. Llegamos con tiempo al aeropuerto, nos tomamos un café en la cafetería y fuimos a embarcar.

  • Por cierto, estás preciosa ese vestido te queda de miedo.
  • Gracias, tú tampoco estás mal, con ese traje perfecto.

Me acerqué a su oído y le pregunté ¿llevas puestas las bragas?

  • Siiiiii
  • ¿Y para qué las quieres?
  • Para quitármelas.
  • Ya estás tardando.

Entró en el baño y al salir me las dio. Las cogí y las guardé en el bolso de mi pantalón, no sin antes notar que estaban caladas.

  • Estás empapada, cerda.
  • Desde que empecé a buscar el avión.
  • Echó su mano a mi polla y me dijo, veo que no soy la única.

Embarcamos en el avión, al ir en primera los asientos eran de dos en dos y estábamos casi solos.

Había otra pareja delante un hombre de una edad algo mayor que yo, detrás de nosotros.

Pasó la azafata y nos preguntó si queríamos algo.

  • Un botellín de champán.

Lo trajo antes de empezar a dar las instrucciones de qué hacer en caso de siniestro.

Eché champán en las copas, me quité la americana y la colgué en el asiento delantero. Nos tapamos con una manta y nos recostamos en los asientos. Mi mano fue directa al sexo de Ángeles y tras unas leves caricias metí un dedo en su interior. Estaba empapada y mi dedo resbalaba sin ningún impedimento entrando y saliendo con lentitud. Un suspiro salió de sus labios.

  • Tranquilo no tengas prisa que tenemos dos horas.
  • No te preocupes que no tendré prisa.

Mi dedo dejó entrar otro dedo, lentos ambos fueron haciendo que el flujo fuese cada vez más notorio. Con el líquido de su cuerpo fui lubricando su esfínter, muy lento, ponía la punta de mi dedo en su culito y lo recorría sin entrar en él. lentamente el dedo del culito fue ganando terreno hasta entrar la primera falange. Así mis dos dedos de su coño y el dedo del culito hacían una lenta doble penetración que tenía a Ángeles en la misma gloria. entraba y salía muy despacio, notando como su coño apretaba mis dedos y como ese culito absorbía mi dedo hasta el fondo.

  • Cabrón me vas a matar.

Su boca buscó la mía y nos comimos lentamente como dos amantes que tienen todo el tiempo del mundo. Su mano buscó mi polla y un suspiro salió de su boca al ver que no había muchos obstáculos.

Mi mano seguía haciendo su lenta e incansable labor. Mis dedos entraban y salían con una lentitud casi desesperante.

  • Dame más fuerte, me tienes muerta, jodeeer
  • No, hemos de ser cautos, seguiré despacio

Aun sabiendo que podríamos ser descubiertos, hice una especie de gancho con mis dedos buscando su punto G y empecé a moverme más deprisa

  • Así cabrón, así siiii, asiiii, meeee co…………..

Mi boca se pegó a la suya para comer y disfrutar ese orgasmo, que rico es recibir en la boca el orgasmo de una mujer.

Su mano seguía ahora con más fuerza sobre mi polla.

  • ¿Te vas a correr para mí? ¿me lo vas a dar todo?
  • Como sigas así, rápido.
  • Y aceleró su mano

Me acerqué a su oreja la lamí, lamí su cuello y le dije.

  • Me corro niña, me coooorroooooo.

Bajó su boca a mi polla y no dejó nada, limpió con amor mi polla repasando cada milímetro y después me la guardó en el pantalón.

  • Que rico y me comió la boca con pasión.

Desembarcamos, cogimos las maletas y buscamos un taxi. Le dimos la dirección del hotel y llegamos en una media hora.

El hotel era precioso, estaba recién reformado y denotaba lujo y confort. Un botones recogió nuestras maletas y nos acompañó hasta la recepción. Una vez hecha la entrada, nos acompañó a la habitación dejando las maletas sobre el reposa maletas. La habitación tendría cerca de cincuenta metros cuadrados y una gran cristalera daba a un precioso parque. La verdad es que era una preciosidad y estaba limpio como la patena.

Deshicimos las maletas y pusimos las cosas de aseo en el baño. – Una preciosa e inmensa ducha acristalada estaba diciendo ¿a qué estáis esperando?

  • ¿Te apetece una ducha?
  • Joder pensé que no lo dirías nunca.

Su vestido se deslizó hacia el suelo mientras mis pantalones lo seguían y Ángeles desabrochaba mi camisa. Entramos en la ducha y una agradable agua caliente caía sobre nosotros. Con un bote de gel en mis manos, empecé a pasarlo por sus pechos, el gel hacía que su piel aún fuese más suave. Pase mis dedos por sus pezones y estos se pusieron muy duros mientras mi polla los imitaba y daba golpecitos entre sus piernas.

  • Te voy a follar como a una perra

Levantando una pierna la penetré de una, hasta llegar hasta el fondo.

  • Mátame cabrón, dame fuerte, no pares. Dame fuerte, necesito que me des fuerte.

Le di la vuelta y se apoyó en la pared, cogí sus caderas y empecé un mete y saca poderoso y rápido, Estaba muy caliente y no tardaríamos mucho en corrernos.

  • Siiiii, maaaass, dameeeee, fuuuuueeeerrteeee, asiiii, siiiii, me corroooooo, no pareeeees.

Dándola la vuelta, bese sus labios y nos fundimos en un morreo muy baboso.

Ahora volví a levantar su pierna y se la metí despacio empezando un mete y saca muy lento, pero la verdad que estaba a punto y tenía que ralentizar la follada. Entraba muy lento mientras mi mano hacía diabluras con su clítoris, lo que poco a poco hizo que su pelvis se moviese delante y detrás para ajustarse a mi polla. Abrió su boca y me dijo.

  • Me corro

Junté nuestras bocas y le besé mientras se corría temblando sobre mi polla. Dejé que disfrutara su corrida y volví a besarla agarrando su nuca. sujeté con fuerza mi polla, la metí entre los labios de su coño y me masturbé con fuerza hasta dejar su coño bien bañado con mi semen. Tuve que agarrarla puesto que sus piernas ya no la sostenían y su cuerpo vibraba como un flan. Una vez recuperada, terminamos de ducharnos y nos fuimos a la cama. Le agarré una teta y me apreté fuerte a ella que seguía temblando por mis caricias.

  • Cabrón me has destrozado, cada vez que me tocas me corro y no puedo evitarlo.

Al poco tiempo se quedó dormida y temblando, mientras le apretaba fuerte contra mí. El día amaneció con una calima densa sobre la isla y ya apretaba el calor. Nos vestimos y desayunamos.

  • Cabrón aún me palpita el coño.
  • Pues esta mañana descansa jajaja que hay mucho trabajo.

Llegamos a la sucursal y pedimos todos los proyectos y las hojas de venta.

Analizamos el cómo y el por qué se hacían las cosas y llegamos a la conclusión, de que había una cierta dejadez. Paramos para comer y convocamos una reunión con el director a las cinco.

  • Esta gente es muy dejada, seguro que nadie ha estado encima de ellos y se han dejado llevar por un mal ritmo. Aquí tenemos mucho trabajo, voy a llamar para decir que nos quedamos más tiempo. Habrá que alquilar algo, el hotel saldrá muy caro.
  • Vale, yo me encargo del alquiler.

Primero reúnete con los empleados y mira quien puede ser un buen director o directora.

Vale, a las cinco me reúno con ellos y que se expliquen. hemos de saber que planes de trabajo tienen.

  • Ya me estás poniendo todo cachondo otra vez.
  • Peroooo serás… jajajajja. Venga a trabajar.

La reunión con el director dejó a las claras que ahí había mucho desorden y poca disciplina. Llamé a Ángeles y debatimos sobre su reunión y la mía. Convocamos una reunión para el día siguiente a las nueve.

  • ¿Qué te han parecido?
  • Pues la verdad no hay mucho de donde tirar, parece que el director había cogido a la gente para que no le hicieran sombra.
  • Joder, así mantiene su puesto, la verdad es que tampoco me ha gustado nada.
  • Tengo que llamar a la central.
  • Buenas tardes, esta sucursal es un desastre y hemos de reestructurarla entera.
  • Perfecto, tienes poder para hacer lo que quieras.
  • Vale, intentaré que sea lo menos traumático posible.

Nuestra empresa se dedicaba a la gestión y asesoramiento a otras empresas y teníamos una sucursal y tres oficinas en las islas.

Busqué los teléfonos de las oficinas y de sus responsables, y después de hablar con ellos los convoqué a una reunión en Las Palmas ese jueves a las once. Repasé toda la documentación para ver quien trabajaba mejor y quien peor y para mi sorpresa la oficina de la gomera funcionaba perfectamente. Al frente había una mujer de mi edad, más de cincuenta. La llamé la primera.

– ¿Carmen?

– ¿Si quién es?

– Mira soy Pablo el jefe de la zona sur de la empresa…

– Ahh hola ¿qué tal estás?

– Quería hablar contigo.

– Prefieres que vaya a la Gomera o vienes tú.

– El jueves nos habías reunido, podemos quedar a las nueve o así y hablamos.

¡Perfecto, inteligente y resolutiva!

– Perfecto, muy buena idea ¿sabes dónde está el Santa Catalina?

– Si, si

– Entonces en la cafetería a las nueve y media.

– Perfecto, el jueves nos vemos.

Me quedé mirando el teléfono esa mujer era lo que necesitaba estaba casi seguro y tenía una voz encantadora.

– Ángeles, creo que tengo una candidata perfecta.

– Qué raro que sea una jajajjaja.

– Cuando la conozcas ya me dirás.

Por la tarde alquilamos un 4×4 y nos fuimos a Guayedra, playa recomendada por el recepcionista del hotel. La verdad es que la cala era muy bonita y el paisaje impresionante.

– Tenemos que aguantar hasta la puesta de sol que me han dicho es impresionante.

– ¿tú crees que aguantaremos? Jajajajaj

Una ligera y fresca brisa soplaba, lo que hacía que los pezones de Ángeles se pusieran duros como piedras.

Ángeles se sentó entre mis piernas y la recogí con mis brazos mientras acariciaba y pellizcaba sus pezones.

– Me vas a poner cachonda antes siquiera que empiece la puesta de sol.

Besaba su cuello y pellizcaba sus pezones. Bajé mi mano y descubrí otro mar más cercano entre sus piernas.

Ángeles levantó un poco el culito y se sentó sobre mi polla dejándola dentro mientras su coño me la apretaba suavemente. De igual manera, mi polla latía en su interior. Mientras mi boca besaba y mordía su nuca, el sol iba desapareciendo en el horizonte. El espectáculo era precioso, el horizonte se tiñó de un oscuro naranja mientras el sol se fundía en el mar. En cuanto desapareció el sol un río empezó a brotar de su coño y me dijo.

– Este ha sido el orgasmo más bonito de mi vida. Estas palabras hicieron que no pudiera contener más mis ganas, me derramé en su interior, mientras mis manos apretaban sus pezones y nuestras bocas acallaban los gemidos de placer.

Recogimos las cuatro cosas que teníamos y nos fuimos a cenar al hotel. Al llegar le di las gracias al chaval que estaba en la recepción por la buena información que me había dado.

Subimos a la habitación y nos metimos en la ducha.

Hinqué mi rodilla en el suelo y puse tu pierna sobre mi hombro. Mi lengua buscó tu clítoris, quería tu orgasmo y lo quería ya.

– Estas saladita, que rico.

Metí un dedo en tu culito y entre él y mi lengua sobre tu coño, hicieron que tu pelvis se pegase a mi boca como queriendo meterse dentro.

– Siiiiiii que buenooooo que buenoooo. no pareees no pareees jodeeer siiiiiiiii

Después de la corta y placentera ducha. Nos vestimos y bajamos a cenar.

Durante la cena comentamos la reunión del día siguiente y repasamos algunos dosieres.

– Creo que tendremos que hacer una buena limpieza.

– Si, eso parece. La cosa está muy enquistada y será difícil de solucionar. pero bueno, mañana lo veremos con mejor claridad.

Nos acostamos y raro, pero esa noche no hubo sexo.

A las siete y media sonó el teléfono y el recepcionista nos comunicó la hora para despertar.

– Las siete y media señor.

– Muchas gracias.

Nos duchamos y bajamos a desayunar.

Ángeles llevaba una camiseta muy ceñida con unos pantaloncitos cortos y unas sandalias, estaba espectacular. Yo me había puesto mi traje azul marino de lino y una corbata roja.

– jefe está usted arrebatador.

– Pues usted está para follarla sobre la mesa.

– Mal hablado.

Llegamos a la oficina y nos reunimos con el personal.

Les comentamos que la gestión era un desastre y que teníamos que tomar medidas.

El director echó la culpa a los trabajadores llamándolos vagos, dejados, intentando echar la culpa de todo a su falta de compromiso.

Aquello no me gustó nada y le comenté que el culpable era solo él, mi tono era serio. Su mala gestión ha llevado a la sucursal a este desenlace, además el hecho de culpar a sus compañeros me parece lamentable.

Antes del viernes tendrá noticias mías. Ahora salga de aquí.

– ¿Alguien tiene algo más que decir?

Una joven de unos 25 años levantó la mano tímidamente.

– La verdad es que algo de culpa al menos yo tengo, nadie me ha enseñado que y como hacer y me encuentro un poco despistada. Terminé mi carrera y este es mi primer trabajo. Entiendo que algo más podríamos haber hecho.

– Muy bien, ¿tu nombre es?

– Esperanza señor.

– Muy bien Esperanza y resto de compañeros el viernes les daremos más noticias.

– ¿Qué hacemos con ellos?

– Tenemos que hablar con Carmen mañana y ella seguro que nos dará alguna pista.

– Vale, bueno empecemos a trabajar que hay mucho que hacer.

A eso de las once y media alguien tocó la puerta.

– Pase, pase.

– Hola Esperanza, que se te ofrece.

Unas lagrimitas rodaban ya por sus mejillas.

– Tranquilízate mujer, te diré que las lágrimas no me impresionan.

– Verá señor Pablo, me hace falta este trabajo y lo necesito mucho, haré lo que usted quiera.

– Bueno, yo lo que quiero es que esto funcione.

– Haré lo que usted me diga de verdad.

– Muy bien, eso es buena disponibilidad.

– ¿Te gustaría ir a trabajar a la Gomera?

– A la Gomera……….. pues no sé, no lo había pensado.

– Vale, piénsateló y el viernes a primera hora me dices algo.

– Gracias señor, muchas gracias.

La verdad es que, aunque vestía ropas holgadas se apreciaba un bonito cuerpo debajo.

– Ángeles, creo que tengo resuelto un problema.

– Ahora nos quedan las oficinas y aquí otros cinco que no sé qué hacer con ellos.

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