Capítulo 1
Ángela: La puta de Rafaela, con las tetas bien puestas y el alma libre
Mi nombre es Ángela Leandri, y si pensás que mi vida fue un cuento de hadas, andate a la mierda. Desde pendeja, en Rafaela, Santa Fe, mi concha y mis tetas se convirtieron en un puto negocio. Mi vieja, viuda y en la lona, me empujó a este barro y yo aprendí rápido lo que valía mi carne. Treinta años en este puterío me dejaron la piel más curtida que la suela de un zapato de mierda. Las cicatrices las llevo en el alma, pero acá te suelto la posta, cómo esta puta de mierda se hizo dueña de su carne y de sus tremendas tetas.
La Mercancía Inicial: Mickey y los Manoseos Tempranos (11-14 años)
El primer degenerado fue el Mickey, el amigo de mi vieja. Empezó a manosearme cuando yo era una pendeja de once. Le gustaban mis tetas como a un puto el alcohol.
Yo (11): «Mickey, ¿por qué me tocás las tetas? ¿Están asquerosas?»
Mickey: «Tus tetitas son mi vicio, nena. Las quiero para mí solito.»
Recuerdo una noche, a mis once. Estaba durmiendo y de pronto sentí algo en mis pezones. No era mi mano. Era su boca. Mickey me estaba chupando las tetas mientras dormía. Y me encantó. Esa sensación, ese placer prohibido, me marcó a fuego.
Después bajaba la mano, el viejo asqueroso.
Yo (11): «¿Por qué metés los dedos ahí abajo? ¿Qué buscás?»
Mickey: «Te estoy limpiando el coñito, mi amor. Para que huela a jazmín cuando me lo chupe.»
Yo (11): «Mickey, ¿por qué me metés el dedo en el culo? ¿Te gusta el sorete?»
Mickey: «Tu culito es mi puto tesoro, nena. Donde guardo mis joyas.»
A los doce, me desvirgó. Me abrió la concha como un puto melón. Dolió como la mierda.
Yo (12): «¡Mickey, me duele! ¡Me estás rompiendo!»
Mickey: «Así se hacen las putas, nena. Aguantate.»
Siempre la sacaba, el cobarde, para no dejarme la panza llena de su mierda.
A los trece, mi culo también fue su burdel.
Yo (13): «Mickey, ¿qué te gusta más, mi concha o mi culo? ¿Cuál te aprieta más la verga?»
Mickey: «Tu culo es un vicio, pero tu concha me la traga entera, puta.»
Pero a mí lo que me ponía caliente era chupar pija. Desde los once, esa era mi especialidad.
Yo (13): «Mickey, ¿te gusta cuando te chupo la verga hasta la garganta? ¿Te la dejo bien limpia?»
Mickey: «¡Me ponés como un puto toro, puta! ¡Seguí tragando toda mi leche!»
Y veía su semen, esa cosa blanca y pegajosa.
Yo (13): «¿Qué es eso blanco? ¿Es veneno?»
Mickey: «Ese es mi semen, puta. Hoy te lo vas a tragar todo, hasta la última gota.»
A los catorce, ya quería que me preñara.
Yo (14): «¿Por qué no me la metés bien y me llenás de tu porquería? ¡Quiero sentirte!»
Mickey: «Calma, puta. Ya va a llegar el momento de que te embarace.»
Yo (14): «Mickey, ¿siempre vamos a hacer estas cochinadas? ¿Sos un pervertido?»
Mickey: «Mientras los dos tengamos ganas de calentarnos, puta.»
El Cuerpo Como Campo de Batalla: Polo, Clientes y Familia (14-18 años)
Pero el Mickey era solo el puto aperitivo. A los catorce, mi vieja me vendió al Polo. Ahí sí que mi concha y mis tetas valían la plata que mi familia necesitaba.
El Polo me hablaba como a una mierda.
Yo (14): «Polo, mi vieja dice que tengo que venir a chuparte la pija y que me vas a coger.»
Polo: «Qué bueno que viniste, putita. Abrime esa concha que la quiero llenar de mi semen. Y esas tetas… ¡también las quiero chupar hasta dejártelas rojas!»
Yo intentaba sacar ventaja, aunque era una nena.
Yo (14): «¿Cuánta plata me vas a dar por abrirte las piernas, chuparte la verga y mis tetas?»
Polo: «La que te merecés, puta. Ahora chupá mi verga, abrí las piernas y dame esas tetitas para mi boca hambrienta.»
Y siempre el puto miedo a quedar embarazada, aunque con el Polo no había piedad.
Yo (14): «No quiero que me llenes la concha, Polo. ¡Tengo miedo!»
Polo: «Callate y abrí las piernas, que para eso viniste, puta. Te voy a coger bien adentro. Y después te chupo esas tetas otra vez, hasta que llores.»
Con los clientes era lo mismo. Todos me cogían, sin asco, dejando su porquería en mi concha. Y claro, todos me manoseaban y me chupaban las tetas. Parecía que eran de goma, que no sentía nada, pero por dentro me hervía la bronca. Lloraba después de cada corrida adentro, con el terror de verme con una panza gorda.
Cliente 1 (sudado, viejo): «Abrime esa concha, pendeja. Y dame esas tetas para chupar, que hoy tengo ganas de leche.»
Yo (15): «Pagame primero.»
Cliente 1: «Si me la chupás bien y me dejas chupar esas tetas ricas, te doy doble.»
Cliente 2 (joven, borracho): «Qué conchita más apretada tenés, nena. Parecés virgen, pero ya estás marcada. Y esas tetas… ¡qué buena delantera!»
Yo (16): «Para que veas lo que te perdés.»
Cliente 2: «Hoy te la voy a dejar bien abierta y chorreando mi leche. Y tus tetas bien marcadas por mis manos.»
Hubo de todo: viejos putos, pibes calientes, gordos asquerosos. Mi concha era un puto agujero donde todos dejaban su porquería, y mis tetas, plastilina para sus manos babosas.
También estaban los primos. En las fiestas familiares, siempre alguno se zarpaba.
Primo (17, en el pasillo): «Angela, ¿me dejás tocarte las tetas? Dale, si sé que te calienta. Y de paso, ¿me la chupás?»
Yo (14): «Si no me denunciás, te las dejo tocar, pero solo un poquito.»
La Fiesta de Putas: Abierta para Todos (14-18 años)
Una noche, a mis 14, fue una puta locura. Seis tipos, gratis, y hacían fila para cogerme la concha y manosearme las tetas. Una fila de chabones babeando por mi agujero y mis incipientes lolas. Yo ahí, una pendeja, viendo cómo me la ponían uno tras otro, y sus manos no paraban de apretarme las tetas. Mi única diversión era chuparles la pija para sentir algo de placer. Una puta fiesta de carne.
Tipo 1 (grandote): «Abrime esa concha, puta. Y dame esas tetas para agarrar.»
Yo (14): «Dale, pero venite rápido.»
Tipo 2 (más flaco): «Después de él, voy yo, zorrita. Y quiero tu boca… y tus tetas.»
Yo (14): «Lo que pida el señor.»
Tipo 3 (con olor a alcohol): «Tu concha es un vicio, nena. Me la voy a coger hasta dejarte seca. Y esas tetas… ¡las voy a dejar marcadas!»
Yo (14): «Metemela, dale.»
Mientras todo esto pasaba, al Mickey le hacía creer que yo era virgen de concha para otros. Él vivía en su mundo de fantasía, pensando que solo él me la ponía y me tocaba. Pobre viejo boludo. Yo ya era una puta hecha y derecha, con la concha bien cogida y las tetas bien manoseadas por todos lados.
¡Libre y Tetona! Mi Cuerpo Sin Bozal (18-24 años)
El día que mi vida dio un giro fue a mis 18. Me enteré: ¡no podía quedar embarazada! Fue como si me sacaran un puto tumor. De repente, el miedo a la preñez se fue a la mierda. Las lágrimas por la eyaculación vaginal, ¡a la mierda! Mi concha y mis tetas eran mías, al fin.
Ahí, mi cuerpo y mi mente empezaron a respirar. El culo, que antes usaba para zafar, ya no me atraía tanto. Mi concha, ahora libre de miedos, empezaba a pedir más. Y mis tetas… bueno, con tanta mano encima desde pendeja, y con las hormonas haciendo lo suyo, se me pusieron tremendas, bien de puta tetona.
A los 24, el Polo lo notó.
Polo (24): «¿Ahora ya no tenés cagazo de que te llene la concha, verdad? Y mirá esas tetas… ¡se te crecieron un montón!»
Yo (24): «Ya no, Polo. Quiero sentir toda tu leche ahí adentro. ¡Llename! Y sí, mis tetas crecieron… ¿te gustan?»
Y ahí fue la primera vez que me acabó bien adentro, en mi concha liberada. No lloré. Sentí curiosidad, y un placer que recién empezaba a ser mío de verdad. Y mis tetas, ya dos tremendos balones (120), llamaban la atención de todos los pajeros.
El Infierno Donald y la Reconquista con Mickey (15-30 años)
Con el Mickey, la cosa también cambió. Ya sin el cagazo del bombo, mi concha y mis tetas eran para disfrutarlas a pleno.
Yo (15): «Mickey, me encanta cuando me chupás fuerte los pezones y después me cogés bien la concha hasta el fondo.»
Mickey (15): «Es que tu conchita es mi paraíso, Angela. Siempre quiero estar ahí, bien adentro. Y esas tetitas… ¡cada día más ricas para mi boca!»
Yo (15): «Mickey, quiero tragarte toda la leche en mi boca después de que me hayas cogido bien la concha. Y después, ¿me chupás bien las tetas?»
Mickey (15): «¡Esa es mi putita! ¡Así se hace… y que te la tragues hasta la última gota! Y tus tetas… ¡son mi postre!»
Yo (16): «Mickey, ¿te gusta cuando te abro bien el culo después de que me hayas cogido rico la concha? Y después, ¿agarrás mis tetas mientras me das por el culo?»
Mickey (16): «¡Me re calienta, nena! ¡Me encanta tu culo después de tu concha! Y tus tetas… ¡son perfectas para agarrar mientras te rompo el orto!»
Yo (16): «Mickey, hoy quiero que me cojas bien duro la concha y después me des por el culo hasta que me duela. Y no te olvides de mis tetas.»
Mickey (16): «¡Prepárate, mi zorra caliente! ¡Tu concha, tu culo y tus tetas van a ser míos hasta el amanecer!»
Yo (17): «Mickey, ¿por qué siempre terminás en mi boca o mi culo después de cogerme la concha? Y ¿por qué siempre me chupás las tetas?»
Mickey (17): «Son mis lugares favoritos para dejar mi semen, puta. Te los guardo. Y tus tetas… ¡son una adicción!»
Yo (17): «Mickey, hoy quiero darte un buen pete y después que me cojas la concha hasta que grite y no pueda más. Y quiero que me dejes las tetas marcadas.»
Mickey (17): «¡Esa es mi chica! ¡Sorprendeme con tu boca, tu concha y esas tetazas!»
Yo (18): «Mickey, ¿te gusta cómo gimo cuando me cogés bien fuerte la concha y me llenás de tu leche? ¿Y te gusta cómo se ponen mis tetas cuando me tocás?»
Mickey (18): «¡Es la mejor música para mis oídos, puta! ¡Tu concha gimiendo es mi gloria! Y tus tetas… ¡se ponen duras como piedras, me encantan!»
Yo (18): «Mickey, ¿algún día solo me vas a coger bien la concha y te vas a venir adentro y no vas a sacar la pija? ¿Y solo te vas a dedicar a mis tetas?»
Mickey (18): «Ya veremos, puta… a su debido tiempo.»
Yo (19): «Mickey, ¿siempre vas a ser el primero que me cogió bien la concha y me chupó las tetas?»
Mickey (19): «Siempre tendrás un lugar especial en mi… recuerdo de tu conchita apretada y tus tetitas de pendeja, Angela.»
Yo (19): «Mickey, hoy quiero que me folles la concha como si fuera la última vez y que te vengas bien adentro, sin sacar la pija. Y quiero que me dejes las tetas doloridas de tanto chuparlas.»
Mickey (19): «¡Agarrate fuerte, mi niña! ¡Tu concha va a explotar de mi leche y tus tetas van a quedar marcadas!»
A los 25, llegó el boludo del Donald. Ese quería que le abriera la concha gratis en cuanta orgía se le cruzara. Me decía que mi falta de placer era mi culpa, que yo no estaba a la altura. Y claro, a tocar mis tetas no se negaba, aunque después me dijera que no valía nada.
Donald (25): «¡Puta, no te movés! ¿Qué, no te calienta mi pija? ¡Sos una puta de mierda que no sabe ni gozar! ¡Y esas tetas… ni siquiera se ponen duras!»
Yo (25): «Estoy… estoy tratando, Donald.»
Donald (25): «¿Tratando? ¡Mi pija es una verga de oro y vos ni gimes! ¡Y tus tetas parecen dos bolsas vacías! ¡Por eso no te pago, porque sos una puta de mierda que no vale la pena!»
Yo (25): «Pero… pero me duele… y no siento nada.»
Donald (25): «¡Callate, puta! ¡Si no te gusta, andate! Pero no me arruines la noche con tu cara de culo. Y esas tetas… ¡déjalas quietas!»
Yo (25): «No, no, Donald… yo me quedo. Voy a hacer lo que quieras.»
Donald (25): «Así me gusta, zorra. Ahora movete, o te voy a enseñar cómo se goza a la fuerza. Y deja de tocarte esas tetas flácidas.»
Yo (25): «S-sí, Donald…»
Mi concha, en esa época, era un puto colador sin que me dieran un mango, y mis tetas, humilladas y despreciadas.
Pero esa mierda se terminó. Y a los 29, con el Mickey, mi concha y mis tetas por fin tuvieron lo que querían.
Yo (29): «Mickey, ¿te acordás de mis pezones de pendeja, cuando te los ofrecía para que me cogieras bien la concha y me chuparas las tetas?»
Mickey (29): «¡Claro, Angela! ¡Ahora son una invitación directa a tu conchita caliente y a mis labios hambrientos por tus tetas!»
Yo (29): «Mickey, ¿tu pija sigue siendo tan rica para mi boca después de que me la metas bien en la concha? ¿Y tus manos siguen disfrutando de mis tetas?»
Mickey (29): «¡Para vos siempre va a estar lista para llenarte bien adentro hasta el fondo! Y mis manos… ¡tus tetas son mi perdición!»
Yo (29): «Mickey, ¿mi concha sigue siendo tu favorita para llenarla de tu leche hasta que rebalse? ¿Y mis tetas siguen siendo tus preferidas para chupar y manosear?»
Mickey (29): «Es mi puto destino, Angela… siempre quiero acabar ahí dentro. Y tus tetas… ¡son mi mayor tesoro!»
Yo (29): «¿Alguna vez solo me vas a coger bien la concha y te vas a venir adentro y no vas a sacar la pija? ¿Y te vas a pasar horas chupándome las tetas?»
Mickey (29): «Ese es mi plan para hoy, puta. Voy a dejar mi semen dentro de tu concha y voy a dejar tus tetas doloridas de tanto amor.»
Yo (29): «Mickey, ¿seguís pensando que soy tu pequeña puta a la que le encanta que le cojan bien la concha y le chupen las tetas?»
Mickey (29): «Siempre serás mi putita preferida para llenarle bien la concha con mi leche caliente y dejar tus tetas marcadas.»
Yo (29): «Mickey, ¿querés recordar viejos tiempos con un buen pete y después cogerme bien la concha hasta que no pueda más? Y no te olvides de mis tetas, Mickey.»
Mickey (29): «¡Esa es mi chica! ¡La tradición bien cogida y tus tetas bien chupadas hasta el final!»
Yo (29): «Mickey, ¿aún te gusta sentirme gimiendo bajo tu cuerpo mientras me coges bien la concha? ¿Y te gusta cómo se hinchan mis tetas cuando las tocas?»
Mickey (29): «Es la mejor sinfonía, Angela… tu concha gritando mi nombre es música para mi pija. Y tus tetas… ¡se ponen tan turgentes que me vuelven loco!»
Yo (29): «¿Por qué nunca me cogiste bien adentro la concha hasta ahora y me dejaste las tetas tan doloridas de tanto chupar?»
Yo (29): «Mickey… ¿sabés? Hoy quiero que me cojas bien y te vengas adentro hasta el fondo. Y quiero que me ames las tetas hasta que no pueda más.»
Mickey (29): «¿Llenarte bien la concha, Angela? ¿Y dejar tus tetas al rojo vivo? ¿Estás segura de mi semen y de mis labios?»
Yo (29): «Nunca lo hicimos así de verdad… quiero sentir tu leche bien adentro, toda. Y quiero sentir tus labios en mis tetas hasta que duela de placer.»
Mickey (29): «Pasó mucho tiempo… ¿tu conchita y tus tetitas están listas para recibir todo mi amor?»
Yo (29): «Más que lista, Mickey… tengo ganas de sentirte bien adentro, hasta el útero. Y quiero que me dejes las tetas temblando.»
Y cuando pasó, mi concha sintió el cielo y mis tetas, el paraíso.
Yo (29): «¡Ah, Mickey! ¡Se siente… tan lleno! ¡Me estás cogiendo bien la concha! ¡Y mis tetas… ahhh!»
Mickey (29): «Cuidado… hace mucho que no te llenaba así de mi porquería y no te amaba tanto las tetas.»
Yo (29): «No importa… quiero sentir toda tu leche y el calor de tus labios en mis tetas.»
Y después de la corrida.
Yo (29): «Mickey… se siente… caliente y lleno ahí dentro [vagina]. ¡Mi concha explota! Y mis tetas… ¡duelen de placer!»
Mickey (29): «Mi semen… por fin en el lugar correcto de tu concha. ¡Te dejé bien marcada! Y tus tetas… ¡son mías!»
Yo (29): «¿Por qué esperamos tanto para que me cogieras bien la concha y me amaras tanto las tetas?»
Mickey (29): «Las cosas se dieron así, puta… pero ahora… tu concha y tus tetas van a ser mías para siempre.»
Yo (30): «Mickey… después de eso… ¿me vas a coger bien la concha y te vas a venir adentro más seguido? ¿Y vas a amar mis tetas así siempre?»
Mickey (30): «Si es lo que quiere esta conchita caliente y estas tetazas, así será. ¡Tu concha será mi guarida y tus tetas mi perdición!»
Yo (30): «Se siente… bien… tan cogida… pero bien. ¡Mi concha está feliz! ¡Y mis tetas también!»
Mickey (30): «Tenemos un montón de tiempo para que tu concha y mi pija se conozcan bien, bien adentro. Y para que mis labios y tus tetas se amen para siempre.»
Mi Concha, Mis Tetas, Mi Regla, Mi Placer (30 años)
Ahora, a mis treinta, mi concha y mis tetas son las que mandan. Con Mickey, es una fiesta de cogidas bien dadas y corridas adentro, y de chupadas de tetas hasta el dolor. Es lindo sentir 2 penes bien adentro de mi concha. El culo ya fue, salvo alguna noche de vicio. Lo que siempre me gustó y me calienta hasta el tuétano es chupar pija, mi vicio desde los once, y que me chupen bien las tetas, esas que el viejo Polo tanto despreciaba, pero que tanto disfrutaron todos los demás, hasta convertirme en esta tremenda tetona. Mis tetas, dos tremendas gomas (120), son mi orgullo, mi bandera.
Hace poco, mi concha y mis tetas me llevaron a un trío pago con un chabón y una mina. Ahí confirmé que soy bisexual y que me encanta chupar conchas y que me las chupen, y que mis tetas también son para las mujeres. La besé, le lamí la concha y las tetas, y fue un viaje. Meterle los cinco dedos hasta el fondo fue la frutilla del postre. Y ella también amó mis tetas.
Pasé por la mierda, el cagazo, las cogidas obligadas y la humillación de Donald, pero ahora mi concha y mis tetas son mías y las abro para quien quiero y como quiero. Esta puta de Rafaela, con las tetas bien puestas, se hizo reina de su propio placer y de su cuerpo. Y mi concha, al fin, está bien cogida, bien llena y bien feliz. Y mis tetas… ¡más orgullosas que nunca.