La llamada
Era una noche extraña. Como de esas que presientes que algo te va a suceder.
Sonó el teléfono y era Juan.
Ella: ¡Buenas noches!
El: ¿cómo estas?
Ella: bien, ¿y tú?
El: bien, ¿qué estás haciendo?
Ella: nada, aquí sentada frente al computador.
El: vine a comer y no pudo aguantar el empuje y decidí llamarte…
Ella: «Sí, claro»
El: «I always think on you»
Ella: ¿de qué vale que pienses en mi sino me puedes sentir?
El: eso es lo que quiero, sentirte y hacerte mía ahora…
*** 50 minutos más tarde***
Se encontraron en el estacionamiento de un restaurante de comida rápida. Eran las 10:30 de la noche y en ese lugar decidieron dejar un automóvil e irse en uno solo.
Condujeron hacia la salida de la ciudad, donde se encontraba un hotel de paso. Allí decidieron bajar.
Él fue y rento una habitación.
Ya con las llaves de la entrada en la mano se dirigió hacia el auto y juntos caminaron hasta la entrada de la habitación.
Entraron rápidamente, pero con cautela para no llamar la atención.
Tan pronto se cerró la puerta, fue como si un nuevo mundo se hubiese abierto ante ellos.
No hablaron simplemente se abalanzó uno contra el otro mientras sus manos inquietas recorrían sus cuerpos. Lo hacían con ansia y naturalidad.
Ansias de poseerse uno al otro y con la naturalidad de saber que querían uno del otro.
Se besaron con entusiasmo y se fueron quitando la ropa poco a poco sin dejar de tocarse y besar sus cuerpos.
Él, le quitó su traje de verano, el cual llevaba sin sostén y mientras le besaba el cuello, le masajeaba los pechos. Ella empezaba a gemir suavemente mientras sentía palpitar su clítoris lleno de excitación.
Lo agarró por el cabello y le bajó la cabeza hasta sentir su respiración en su pecho.
Él, comenzó a morderle un pezón, mientras suavemente le pellizcaba el otro.
Él sentía como en sus manos esos dos pedazos de carne empezaban a ponerse duros como piedras y ella incrementaba sus gritos de pasión mientras él le comía esas dos ricas tetas que lo volvían loco y solo él podía hacer que reaccionaran así.
Ella comenzó a temblar y él sabía que estaba a punto de llegar al orgasmo y bajo una de sus manos y la puso en su entrepierna para poder sentir como bajaban sus jugos.
Ella se recompuso rápidamente, abrió su correa y su pantalón y empezó a masajearle su miembro por encima de su «bóxer» de seda; mientras le decía con palabras obscenas y todo tipo de detalles lo que haría con él cuando le quitara su ropa.
Esto a él lo ponía a cien. Lo hizo sufrir y cuando sintió que lo tenia muy duro, le dio lástima y le termino de quitar su ropa.
Tenía su pene a punto de explotar, ella lo sentó en la cama y se sentó sobre él, pero sin quitarse sus bragas. Él podía sentir el calor de ese túnel que deseaba penetrar; pero que un pedazo de tela y esa mujer morbosa que lo volvía loco no le permitían.
El: ¿déjame penetrarte?
Ella sin inmutarse, ni le contestó, ni le hizo caso. Quería que se pusiera furioso, y que tomara él, el control de la situación.
El no aguantó el empuje. La tomó por la cintura, y la tiro en la cama. Arrancó sus braguitas y tirandoselas a la cara le gritaba: ¿Esto era lo que querías?
Y cuando ella pensó que se lo iba a introducir; el se subió a la cama y poniéndose en cuclillas frente a su cabeza empezó a masturbarse hasta que se corrió por toda su cara.
La halo por el pelo y se lo puso sobres los labios y cuando abrió la boca, la penetró hasta la garganta y ella, ni tonta, ni perezosa, comenzó a chupar hasta que nuevamente se le puso muy duro.
«Pequeña zorra, chupa pijas, esto querías y esto vas a tener» le decía mientras la levantaba de la cama y le ponía sobre sus manos y piernas sobre la cama.
Empezó a introducir sus dedos dentro de su concha, mientras ella le pedía a gritos que se lo metiera todo que ella lo quería sentir en sus entrañas.
Él le daba nalgadas mientras seguía metiendo y sacando sus dedos de su concha, así logro que tuviera dos orgasmos más, antes de meterle su pija.
Así, teniéndola en cuatro comenzó a introducirle su aparato bombeando fuertemente desde atrás arrancando sus gemidos los cuales se podían escuchar fuera de la habitación.
«Si, puta dime era esto lo que querías»- él
«si papito, siiiiiii, dame más, cómeme completa, aaaaaahhhhhhh, ssssssssssiiiiiiiiii»-ella
Él empezó un mete y saca violento haciendo que ella se corriera dos veces más.
Se la sacó de su vagina y se acostó sobre la cama, ella se abalanzó sobre su pene y empezó a mamárselo, él la halo posicionándola a ella sobre él para así hacer un perfecto 69.
Mientras ella lo succionaba, él le pasaba la lengua por sus muslos y sus nalgas.
Ella más chupaba y él más la excitaba con su boca hasta que él empezó a pasarle la lengua por su agujerito trasero, el cual era virgen.
El poco a poco siguió dando vuelta con su lengua entre su culo y su raja y esto hizo que ella se pusiera a mil, al ver que ella no ponía resistencia se ensalivo un dedo y empezó a meterselo en el ano, al principio le dolió pero el placer que sentía a la vez era tan intenso que no aguanto más y logro correrse en su boca mientras chupaba los jugos que salían del falo de su amante.
Fue ahí cuando me di cuenta que yo quería seguir siendo por siempre su amante, su zorra y su puta en la cama.