Capítulo 5

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Cuando mi Ama volvió esa tarde estaba ya rara, estuve con ella toda la mañana en el trabajo, sin ningún tipo de novedad, al acabar nuestra jornada yo me vine a casa y ella se quedó con unas compañeras, darían una vuelta por el centro, y tomarían algo para comer.

Llegó sobre las 5 , y yo enseguida supe que algo le rondaba la cabeza, cuando le hablaba no me escuchaba, estaba como ausente, se tumbó en el sofá y me dispuse a darle un masaje en los pies como sé que le gusta.

Me encanta masajearle los pies alternándolo con besos en sus dedos, en sus plantas, mientras ella está tumbada viendo tranquilamente la tele o sencillamente relajada, y en esas estábamos cuando empezó con una batería de preguntas un poco a desmano.

-¿Has puesto la lavadora?

-Sí cariño.

-¿El programa corto?

-Sí mi amor.

-Hay que pintar el pasillo, ya lo sabes.

-Vamos mañana a elegir la pintura, ¿no?

-Ya te dije blanco Ramón,¿cuantas veces hay que decirte las cosas?

Yo a esas alturas ya sabía que algo alteraba a mi Señora, me estaba buscando, y eso solía significar una buena paliza para mí. En realidad no le hacía falta ningún motivo para darme una azotaina, pero por alguna razón ella se sentía más cómoda si me castigaba por una razón, por peregrina que fuera.

-Mañana iré cariño, y empezaré a pintar enseguida, yo pensaba que íbamos a ir juntos a comprar la pintura.

No es que lo pensara, es que ella me lo había dicho así expresamente, pero siempre le digo todo con mucho tacto, primero porque la adoro, y después porque es mi Ama.

-¿Ahora sabes donde vas a ir?

-No.

– Pues vas a ir a por la fusta.

Me quedé helado, la miré un segundo, porque inmediatamente me dijo.

-¿Tengo que ir yo, Ramón?

-No mi Ama, ya voy yo, lo siento.

Me fui para nuestra habitación, y allí en un altillo del armario junto a una vara, guardaba una fusta muy elegante, era de equitación, negra, fina, con el mango un poco más gruesa, y al final la adornaba una fina lengüeta de cuero.

Cuando la tuve en mis manos antes de entregársela supe que me iba a dar una señora paliza, ya la probé en una ocasión, y fue muy dolorosa, pese a que me pegó medio de broma, pero parecía que hoy no estaba muy de broma, lo que me intrigaba era saber el motivo de mi castigo, algo debía de haber.

Llegué al salón y cuando me vio se levantó calzándose sus zapatillas, y prácticamente me arrancó la fusta de las manos.

-Pantalones y calzoncillos fuera, y apóyate en la mesa, anda.

Su voz era imperiosa, algo la estaba turbando, y lo iba a pagar mi culo, me apoyé en la mesa, y me puse de puntillas para poder sacar bien el trasero como sé que le gusta, y me dispuse a recibir mi castigo con la mayor dignidad posible.

Pero la dignidad, y con ella la postura, se me fue al segundo azotazo, buf, no recordaba que la fusta doliera tanto, no sé si era la fusta, o era la fuerza con las que me estaba dando; la secuencia era la siguiente, silbido de la fusta cortando el aire, chasquido del impacto sobre mis nalgas, y quejido que salía de mi garganta.

El ritmo fue infernal, silbido, chasquido, quejido, silbido, chasquido, quejido… Hubo un momento en que los quejidos se convirtieron en alaridos, el dolor era lacerante, me estaba dando un palizón tremendo, no creo que me diera menos de 25 azotazos, cuando me vi las marcas en un espejo pude ver una buena cantidad de verdugones perfectamente horizontales surcando mis posaderas.

-Levanta.- me dijo cuando acabó con la azotaina.

Y la verdad es que no podía hacerlo, era tal el dolor que parecía que me había dejado clavado en la mesa a fustazo limpio.

-¿No me has oído?

-Si, si, ya voy, mi amor.

-Pues espabila que hay que preparar algo de cena, esta noche viene Carmen, y parece que trae a un medio novio que se ha echado.

-Anda, que alegría, ahora mismo preparo algo.

-Venga anda, que te ayudo.

La atmósfera se destensó un poco, y aunque no sabía porqué, estaba seguro de que la tunda que había recibido, tenía que ver con la visita de Carmen y su chico.

Preparamos un poco de paté, fiambres, humus, algo de fruta y un poco de dulce todo frío y bastante informal,también descorché una botella de vino, cerveza fría en la nevera, y charlamos alegremente sobre como seria el chico de Carmen.

-¿Cree mi Señora que además de novio es su sumiso?

-Como se nota que no conoces a Carmen… pues claro que es su sumiso, ella siempre ha llevado a los hombres así ( y puso el dedo recto para indicar que iban derechos como velas) menuda es la Carmen.

Como sabrán algunos fieles lectores, Carmen es una amiga de mi Ama, ligeramente más alta que ella, morena de piel y pelo, ojos negros penetrantes, y también en la cincuentena, unos meses mayor que mi Señora, y aunque es muy divertida, en su vida personal es muy estricta con sus hijos, y también lo fue con el padre de sus hijos, que no pudo soportar la presión y se largó, según me contaron en una ocasión.

Ambos estábamos expectantes por ver como sería el chico de Carmen, yo nunca la había conocido con pareja, y Pepi apenas se acordaba de su primer y único marido, y por fin sonó el timbre.

Tras las presentaciones, besos y abrazos, ellas se sentaron en el sofá, y yo me dispuse a traer alguna cerveza como aperitivo, entonces Alex, que así se llamaba,se ofreció a ayudarme, eso sí, mirando antes a Carmen, como esperando su aprobación, y la tuvo. Ya solos en la cocina empecé una discreta pero intensa sesión de preguntas sobre la relación que tenía con Carmen.

-Bueno Alex, imagino que sabes que Pepi es mi Ama, no sé si Carmen es también la tuya.

-Sí, si lo es, bueno, la verdad es que me dijo que estoy un poco a prueba, así son las cosas, si le convenzo seguiré con ella, y si no, fuera.

-En realidad estamos siempre en período de prueba, pero entiendo lo que me dices… pero bueno ¿que tal os va?

-De maravilla Ramón, Carmen es una mujer excepcional y con un carácter brutal, estoy muy enamorado de ella, esa es la verdad.

-Pues ya somos dos amigo, yo estoy enamorado de mi Pepi hasta las trancas, y eso que me lleva derecho como una vela, o quizá precisamente por eso jajaja.

-Pues algo de eso me pasa a mí, te lo digo en confianza, me encantan los azotes amigo, pero desde hace mucho.

-Bienvenido al club Alex, yo también soy spankee hasta la médula.

-Joder tío, me parece que nos vamos a llevar muy bien.

-Eso también creo yo, y ahora vamos a llevar algo a las chicas, que como tardemos un poco nos van a calentar el culo jajaja.

-Si jajaja.

Cuando mi Ama nos vio aparecer con las bebidas y algo de picoteo nos dijo con su característico tono admonitorio a ambos, pero mirándome a mí.

-¿Vosotros qué?¿Dónde estáis metidos?¿Dandoos a conocer?

-Sí mi Ama, y hemos dicho, vamos a llevar algo que cobramos jeje.

-Pues no lo descartes.

Y todos reÍmos, pero mi Señora tenía ganas de más, así que prosiguió, y siguió hablándole a su querida amiga, pero mirándome a mí

-Además tu has cobrado ya, ¿no lo sabes Carmen?

-No sé nada, ¿que ha pasado?.- dijo divertida ella.

-Pues ha probado la fusta, hacía tiempo que no la probaba, y hoy la ha catado, pero bien… enséñale el culo Ramón.

Miré a mi Ama un poco sorprendido, a ella no le gusta enseñarme desnudo, aunque con su amiga Carmen siempre era especial, pero de golpe lo entendí todo, por eso me había pegado aquella tunda, quería enseñarle a su amiga su obra, su autoridad sobre mí, su poder.

Me puse junto mi Señora y me di la vuelta a la vez que me bajaba pantalón y calzoncillo, sé que a ella no le gusta que nadie me vea mis partes, es muy pudorosa para eso.

-Madre mía, que palizón le has dado Pepi, ¿que te ha hecho nena?

Mi Ama estaba radiante, su cabellera rizada la tenia recogida por detrás, lo que aumentaba más aún su aspecto elegante, los ojos le brillaban de orgullo, y la sonrisa le iluminaba toda la cara, se notaba que estaba feliz, estaba muy a gusto con la situación, con su amiga, con su sumiso.

-No me ha hecho nada, no me tiene que hacer nada para que le de una paliza. Le he pegado primero porque me apetecía, y después porque lo necesita, el día que le pego está más suave que un guante todo el día, si no le pego también, pero parece que con una buena tunda funciona mejor- entonces me miró y me dijo- ¿no te parece cariño?

-Claro que sí amor mío.

Las mujeres rieron y se daban la razón mutuamente, mientras nosotros sonreíamos cómplices, y como mi Señora estaba juguetona, siguió con el juego, ahora iba a ser Alex el objeto de su atención.

-Bueno Alex, ¿y tú qué? ¿Cómo te trata tu Ama? Ten cuidado que mi amiga Carmen se quita la zapatilla muy rápida.

-Mi Ama me trata de maravilla, Señora, y la verdad que ya sé que se quita la zapatilla muy rápidamente, pero eso lo único que hace es que esté más unido a ella.

-Anda, que bien enseñado lo tienes, me encanta.- Dijo Pepi.

-Sí que está bien enseñado esa es la verdad, pero no me gusta que vaya diciendo por ahí que me quito la zapatilla muy rápida, mira bonito, la zapatilla me la quito cuando quiero, como quiero, y las veces que quiero, lo tienes claro?

-Si mi Ama, lo sé y lo tengo claro, siento mucho que haya sonado a reproche.

-Y más que lo vas a sentir, dame una de tus zapatillas Pepi, que le voy a explicar al listo este un par de cosas.

-Claro que sí, tómala.

Entonces mi Señora que estaba sentada en el filo del sofá, dio una patadita y salió su chinela, se agachó y la recogió, y cuando la tenía en la mano, le dijo a su amiga.

-Quieres esta, o quieres que Ramón te traiga otras, y ya te las pones y estás más cómoda toda la noche.

Carmen dudó y se quedó mirando aquella zapatilla eran unas zapatillas abiertas por detrás o destalonadas con suela de goma y un poquito de cuña y colores fundamentalmente blanco rojo, con algún toque azul, los colores eran objetos geométricos que le daban una forma final muy bonita y que podría decirse que le daban un aspecto mitad navideño mitad étnico.

-Me gusta tu zapatilla nena, y además, creo que hace pupa, pero tienes razón, me apetece quitarme los zapatos, y quedarme en zapatillas, traéme otras tuyas.

-¿No lo has oído Ramón?

Yo claro que lo había oído y me dispuse a ir a por ellas, y me encantó lo que me dijo mi Ama cuando ya iba al armario donde las guarda.

-A ver las que le traes…

-Eso, me traes alguna con las que le pueda dar una buena paliza.- Apuntilló Carmen.

Cuando llegué con ellas en la mano me atreví a decir.

-Mi Ama no tiene zapatillas que no duelan al azotar con ellas.

-¿Y te parece mal?.-Saltó mi Señora como un resorte.

-No mi Ama, al revés, me encanta.

-Ah, me había sonado a queja.

-Ninguna queja mi Ama, ¿quiere que se las ponga? ( le dije refiriéndome si quería que se las pusiera a Carmen)

-No… tú, las zapatillas sólo me las pones a mí, ¿lo sabes o no lo sabes?

-Yo se las pondré, si me permite mi Señora.- dijo Alex.

-Venga sí, haz algo.

Entonces le dí a Alex unas zapatillas negras, cerradas, con dos finas mariposas plateadas bordadas en el empeine,eran de felpa y con una suela amarilla que dejaba el culo ardiendo a poco que te esmeraras con ellas.

Alex, se arrodilló delante de su Señora, le quitó con suavidad los zapatos, y le calzó con mucha delicadeza primero la zapatilla izquierda y después la derecha, y nada más ponérsela le dijo su Ama.

-Ya me la puedes quitar, me la das, y ya sabes donde te quiero.

En menos de medio minuto estaba con el culo desnudo sobre el regazo de su Ama, yo pensé que Carmen y Pepi eran muy parecidas, tanto,que supuse que hablaban entre ellas de la forma de aplicar los castigos, pero según me contó mi Ama más tarde, jamás habían hablado de ello, en realidad era pura casualidad.

Me gustó que mi Dueña, me volviera a llamar a su vera para que presenciáramos el castigo juntos, así que me arrodillé junto a ella, y empezamos a ver el espectáculo.

Me sorprendió el culo tan blanco que tenía Alex, si bien es verdad que le duró poco, madre mía que palizón le dio su Ama, no sé si la paliza fue más dura de lo habitual por impresionarnos, o bien que Carmen siempre pega así, pero los zapatillazos fueron desde el primer momento severísimos.

Sentí bastante pena y angustia ante los alaridos de Alex, casi desde el primer zapatillazo, tanto mi Ama como yo dimos un respingo de sorpresa al oir el grito de puro dolor del pobre hombre, algo que pareció enfurecer a su Ama, porque los en siguientes azotazos no aflojó ni un ápice su brutal fuerza.

Levantaba el brazo todo lo alto que podía, armada con aquella zapatilla implacable y PLASSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

-AAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY AUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU AAAAARRRRRRRRRRRRRRGGGGGGG

Aun siendo cierto que la paliza estaba siendo monumental, me parecieron un poco exagerados los gritos de mi nuevo amigo, pero claro, cada uno tiene el umbral del dolor donde lo tiene, y en mi opinión yo lo tengo bastante alto, y así me lo hizo ver mi Ama mirándome con orgullo, y cogiéndome la mano.

Alex no se cayó del regazo de su Ama, porque esta lo agarró con fuerza, pero tras cada forcejeo de estos la paliza se reanudaba con más fuerza, los alaridos de dolor iban a alertar a los vecinos, y ya estábamos un poco incómodos, menos mal que la tunda pese a ser durísima, no fue excesivamente larga, pero sí que dejó al pobre Alex llorando a lágrima viva en el suelo a los pies de su Ama, que dio por concluido el palizón dejando caer su zapatilla al suelo y calzándosela en chancla.

Nos quedamos todos un poco parados, y fue mi Ama la que reaccionó rápidamente, y me dijo:

-Acompaña a Alex al baño y le ayudas en lo que necesite.

-Si mi Ama.

Ya en el cuarto de baño y mientras se estaba lavando la cara le dije.

-Vaya azotaina, amigo, menuda es tu Carmen.

-No sé si te lo creerás, pero soy el hombre más feliz del mundo Ramón, esta mujer me trata como necesito que me traten, ¿no sé si sabes de lo que hablo?

-Perfectamente amigo, perfectamente, mira a mi me encantan los azotes, y más aún con zapatilla, y tengo la suerte de que Pepi es partidaria de castigarme casi siempre así, y eso me da la vida.

-No puedo estar más de acuerdo contigo, a mi también me chifla la zapatilla y los zapatillazos, desde hace mucho tiempo, somos almas gemelas amigo.

-Me alegro mucho de haberte conocido, y ya tendremos tiempo de hablar de nuestra afición común, y sabes lo que te digo, que somos muy afortunados de tener las Amas que tenemos.

-Yo también lo creo.

Y volvimos al salón donde seguían nuestras Señoras conversando animadamente.

Y en este caso fue Pepi la que con mucha gracia dijo.

-Bueno qué? pensáis poner algo de cena esta noche?, o queréis más zapatilla?

-Noooo, cena cena, y nos apresuramos entre risas a preparar todas las viandas para esa noche.

Continuará….

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