Una mano la metí debajo del top para poder apretar las tetas, la otra la empleé para meterle un dedo mientras con mi boca succionaba su clítoris. Como si fuera un sueño, escuché la mejor frase que he escuchado en mi vida “tío por favor penétrame”,
La miré a los ojos estando encima de ella, me abrió la boca, no hubo necesidad de más señales, sabía lo que quería, así que le escupí la boca, sonrió al darse cuenta que el mensaje había sido entendido y siguió gimiendo con cada embestida que le daba.
Escuché entre gemidos, mi mano se acomodó en su débil y elegante cuello, apreté ligeramente, pero ella me pidió que lo hiciera con fuerza.
Una joven pudiente y educada debe ir a recoger un trabajo que le encomendaron sus padres en la carpintería, lugar donde pasan cosas que jamás hubiera imaginado