Sin oponer resistencia, me permitió que le subiera la blusa, le desabroché el sujetador y tuve ante mí, un par de tetas tiernas y deliciosas; sin perder tiempo, me apoderé de sus pezones, chupándolos con suavidad, así que, con la mamada que le hacía mi hermano en el coño y la chupada de tetas que yo le estaba dando, Rosita no tardó en tener su primer orgasmo.
Al volverme hacia la puerta, descubrí a mi hermano, mirándonos con desparpajo y observando detenidamente al profesor; éste, al ver a mi hermano, se puso pálido y forcejeó un poco, para soltarse.
Mi abuelo y mi padre, a sabiendas de que yo estaba aún débil por mi anterior enfermedad, no buscaron tener relaciones conmigo, además, ambos se estaban divirtiendo con mi primo Daniel, que resultó un chico calentón, que le encantaba que mi padre y mi abuelo se lo cogieran.
Cuando íbamos en el auto, nos sorprendió un poco, que el barrio por donde manejaba mi hermano, no fuese precisamente lo que llamaríamos de lo mejor, sino más bien uno de esos sitios por donde una evitar caminar.
Se acercó a Lorena y le rozó la mejilla con suavidad. Cómo has crecido, Lorenita. Escuché que le dijo y mi amiga rió. Y Usted, sigue tan guapo como siempre. Mi abuelo rió y Lorena se puse de pie, para dejar su plato en el lavabo, mi abuelo se acercó por detrás y le restregó su polla en el culo a Lorena...
Una familia unidad y amorosa. Es la historia de cómo mi abuelo, mi papito, mi tío y mi hermanito, me despiertan a la sexualidad...