Tras la experiencia relatada en otro capítulo anterior dedicado a mi especial familia, por fin se presenta la ocasión de experimentar con mi hermana, las mismas o parecidas sensaciones que ya había tenido con mi madre, como relataba en la historia aludida.
Yo le aseguré a mi madre que no creía poder cumplir con mi hermana, pero ella lo dio por bueno asegurándome que así aguantaría mas; que no tenía importancia, pues estaba en plena forma y mi edad lo aguanta todo.
Nada mas natural que en tu propia casa. Mi madre se ocupó de todo. Mi madre, mi mejor amante; y es que madre, no hay mas que una.
Me metió la mano bajo mi braga y comenzó a tocar mi sexo que, al instante, se preparó para una penetración segregando su flujo natural en abundancia.