Capítulo 1
Mi adorada cuñada
Todo lo que les cuento aquí es realmente verídico.
No daré nombres, no daré detalles de nuestros aspectos físicos, ni mencionaré lugares donde habitamos por razones obvias.
Con mi cuñada llevamos una relación formal, como cualquier familia conservadora de nuestro país.
Sucedió recién hace unos pocos días.
Después de haber trabajado todo el día, mi cuñada en sus labores de empresaria agrícola y yo en mis labores de profesional universitario (no diré que especialidad), ella me había llamado para pasar por ella, pues mi hermano estaba fuera de la ciudad, y por lo tanto no tenía carro para desplazarse, como se había hecho tarde me quede a dormir en su casa; a pesar de haber sido un día cansador, quería ver una película en video, le insinúe que viéramos una XXX, pero me dijo que no le gustaban, por lo tanto arrendamos una película de acción.
Bueno, como estábamos solos, nos dispusimos a ver la película en su dormitorio, por encontrarse allí el equipo de video, al poco andar de la película, me dijo que estaba muy cansada, que tenía mucho sueño y por tanto se dormiría, pero que no había problema en que yo terminara de verla, y que si gustaba me sirviera un trago de su bar. Así lo hice, me senté junto a su cama en un sillón y me dispuse a terminar la película.
Después de transcurridos unos tragos y unos cuantos cigarrillos, mi cuñada, ya dormida, comenzó a inquietarse en su cama, dándose unas cuantas vueltas y quejándose a causa de su cansancio; por mi parte, yo la miraba de reojo sin darle importancia.
Como era una noche de bastante calor, para este tiempo en nuestra ciudad, pronto comenzó a inquietarse por efecto del calor y del cansancio (supuestamente), por lo que comenzó a moverse inquieta deslizándose levemente las ropas de cama dejando una de sus exquisitas piernas a mi vista, ya por los tragos y por encontrarme en abstinencia sexual por mucho tiempo, comencé a dedicar mis ojos más a su pierna descubierta que a la película, deseando que siguiera con su inquietud y sus giros para que descubriera más de su cuerpo.
Mi cuñada, vestía un camisón largo casi transparente, que en esos momentos se encontraba a la altura de sus muslos, yo cada vez me encontraba más candente, deseando que su camisón subiera hasta que me mostrara algo de los encantos que él cubría; en esos momentos mi cuñada, se mueve dando la impresión de estar muy acalorada, descubriéndose totalmente de la ropa de cama, y con su mano derecha, haciéndose una especie de masaje en al vientre, levantando su camisón hasta la altura de sus pechos, dejando a mi vista su tesoro cubierto por un manto de vellos negros, su vientre coronado por un hermoso ombligo, y un pecho con un esplendoroso pezón.
Yo, me quedé inmóvil, estupefacto, caliente ante tan bella visión, mi verga por su parte, tomó vida propia, erecta totalmente pedía su ración de placer, pero mi mente, hasta ese momento, decía otra cosa, después de admirar todos esos tesoros; me dije ¡no puede ser!, es mi cuñada; no puedo pasar ese límite.
Así es que tímidamente, tome la ropa de cama y le cubrí por lo menos su tesoro, dejando a mi vista su tetita con su pezón que me miraba a los ojos, unos momentos después, mi cuñada volvió a moverse dejando nuevamente todos sus encantos a merced de mis ojos, y de mi verga, que ya pensaba por sí sola, y me pedía gozar de los encantos a los que estaba expuesta; pues, al destaparse nuevamente mi cuñada, subió una de sus piernas, dejándola en ángulo recto con la otra, dejó a mi vista una abertura rosada, rosada y húmeda, yo, aún recatado lo que hice fue sacar de su encierro a mi cipote, duro y erecto y masajearlo buscando algún tipo de alivio, mas eso no fue suficiente, desee tocar esa carne rosada reluciente ante los resplandores de la película que cada vez se hacían más llamativos, a esas alturas ya no veía la película.
Si no, que en mi interior, luchaba contra lo formal, pudoroso, o caliente.
No pude más; y lo primero que hice, fue acercarme muy cerca de ella y oler el perfume que esa carne emanaba, aspirando los aromas que más tarde me llevarían a desenfrenar mi calentura, y, cuidándome de no tocar ninguna parte de su cuerpo, sin poder contenerme, posé mi lengua sobre la joya que tenía a mi alcance, mi adorada cuñada, en ese mismo instante, sube su otra pierna, y en un movimiento imprevisto y exacto, deja su dilatado clítoris dentro de mis labios, instintivamente succiono ya fuera de mi, ella se relaja completamente, en un movimiento de abandono, dejándome su joyita entre mis labios, y luego ronca ruidosamente, por lo que sigo succionando suavemente por unos segundos, que me parecen interminables, mi calentura me lleva a lo siguiente: me separo de ella; muy lenta y sigilosamente me sitúo entre sus piernas para acomodar ya con mi calentura, mi verga entre sus labios vaginales y quedarme quieto.
Pero no puedo, pasados unos instantes me muevo instintivamente, y mi glande se introduce entre sus labios vaginales, la penetro suave, muy suavemente y mi pene se pierde en el tesoro de mi cuñada, ella se estremece y suspira agitándose levemente; pasado unos segundos, sigo moviéndome lenta y pausadamente con un movimiento de mete y saca, luego siento mi que verga se pone aún más dura, trato de contenerme pero no puedo eyaculo copiosamente dentro de ella, escucho que gime levemente, se estremece nuevamente, me quedo un momento dentro de ella, sin perder la erección, me salgo de ella aún con mi herramienta erecta, le beso suavemente el pezón descubierto que siento durísimo, sigilosamente me siento nuevamente en el sillón en que me encontraba anteriormente, la observo desde allí, admirando su tesoro que reluce húmedo y palpitante ante los resplandores de la tv. por unos minutos más, luego le cubro a medias su tesoro con la cobija, la dejo así, húmeda y chorreante, luego me voy a la habitación contigua, sigo pensando en ella con su imagen aún fresca en mi mente, no puedo aún saciar mi calentura después de admirar esa carne abierta húmeda y palpitante, me masturbo largamente en su honor hasta venirme en una eyaculación copiosa, finalmente me duermo contento y satisfecho.
Al día siguiente, al despertar, mi cuñada me saluda muy alegremente, con un beso en la mejilla como nunca lo había hecho anteriormente.
No hace mención a nada de lo ocurrido en la noche anterior, me pregunta sobre la película que había visto, si había sido de mi agrado, me comenta que ella había dormido muy bien, que el sueño la había repuesto de todo el cansancio acumulado en esos días, y que no había notado hasta que hora había estado yo en su habitación.
Desde entonces, sé que mi formal y adorada cuñada, será mía cuando yo quiera, para satisfacer mis necesidades de hombre soltero, y las suyas por supuesto.