Encuentros inmobiliarios

Hace unos días mi mujer y yo decidimos cambiar de aires y mudarnos.

Compramos un pisito justo al otro lado de la ciudad y pusimos en venta el nuestro.

No teníamos muchas ganas de complicarnos la vida así que llamamos a una inmobiliaria y le encargamos el asunto.

La misma tarde en que llamamos se presentó en nuestra casa una chica que por teléfono tenía una voz melosa y dulce. Begoña.

Nada más verla lo que llama la atención es que su cara no es demasiado agraciada, es decir, que guapa lo que se dice guapa de cara no es.

Pero tiene algunas de las virtudes que me gustan en una mujer.

La principal de ellas es que las mujeres deben de ser elegantes, con buen cuerpo, bien vestidas, enseñando lo justo pero… y esto es lo importante, sin hacer gran alarde de ninguna de estas virtudes.

Es decir, que no me gustan las mujeres despampanantes aunque en realidad lo sean. Será por aquello de que a las despampanantes todos los tíos se pegan y a mí en general en la vida no me gustan demasiado las multitudes y mucho menos que nadie babee por nadie.

Begoña, muy morena de piel y pelo por cierto, llegó a mi casa con su cartel debajo del brazo y con esa manera de andar que fue lo que primero me llamó la atención.

No sé explicar como andaba pero os puedo decir que era muy sensual. Trae un pantalón vaquero pero de una tela veraniega.

El pantalón no es estrecho es estrechísimo. Marcaba un culo alucinante.

En la parte de arriba trae una especie de top agarrado al cuello con toda la espalda al aire lo que le obliga a no llevar sujetador.

Sus tetas no parecen demasiado grandes pero el tipo de prenda que lleva no te deja ver demasiado el tamaño porque lo que es el canalillo si que se le veía.

Le enseñamos el piso, un piso grande todo hay que decirlo, y se sienta a nuestro lado a rellenar el papeleo.

Yo estoy alucinado y no sé por qué, porque como ya os digo la niña no es exagerada, pero creo que es precisamente por eso. Les ofrezco un café y nos sentamos a dialogar.

Ella nos cuenta que tiene novio, que se ha comprado un coche, es decir, que intimamos los tres un poco.

También empieza a hacer mediciones y fotos y cada vez que se agacha yo intento averiguar si lleva tanga pero mi mujer es mas rápida que yo y me mira a mí antes de que pueda cerciorarme del uso de tan excitante prenda de ropa interior por parte de Begoñita, pero es que con ese culo un tanga es lo suyo.

Total, que se va y mi mujer me dice que se me iban a salir los ojos detrás las tetas de ella, lo cual demuestra que aunque ha estado muy atenta en realidad no se ha dado cuenta de en que cosa no ha ido por ahí.

A la semana siguiente, aunque ha pasado el tiempo a mí no se me ha olvidado el culo de la niña, aparece por mi casa a enseñárselo, el piso, a un cliente. Este es muy seco y parece no gustarle demasiado, pero al acabar este me comenta si habría algún problema en que viniera con su mujer otro día a verlo.

Yo la verdad es que pensé que lo decía por cumplir pero por supuesto le dije que sí.

Pues a la mañana siguiente me llama Begoña y me dice que viene con la señora a ver el piso. Allí que se presentan y empieza lo bueno. Esta si que es alucinante.

Provocadora, exuberante, tetona (muy tetona), unas piernas larguísimas, y unos labios….. ¡madre mía que labios!. Sobra que os diga que lo primero que pensé es que esos labios chupando mi polla debían ser alucinantes, te transportarían al cielo.

Olvido deciros que mi mujer no se encontraba en casa, cosa que a priori me alegró (entonces no sabía cuanto).

Durante todo el rato que Begoña esta enseñándole el piso a la cliente, yo no paro de mirar sus tetas.

Cada vez que se inclinaba esta sí que me enseña el tanga pero además por completo.

Es eso que el pantalón es de talle bajo y se queda más bajo que la braga y se ven los dos cachetes.

Begoña parece mi mujer.

Me mira de una forma como si quisiera derretirme, incluso llega un momento en que me doy cuenta que trata mal a la cliente, pero uno no piensa en que eso pueda pasar. No es normal que yo le haya gustado a Begoña y sienta celos de la rubia.

No soy tan guapo.

En un momento Bego le dice a la cliente que se lo piense mientras nosotros discutimos una cosa. Pienso que va comentarme algo del papeleo, me mete en la habitación de matrimonio y me dice:

«¿Te gustan las rubias con las tetas grandes?, pues se lo pienso decir a tu mujer que sepa que has estado mirando a esta como me miraste a mí………

Hace una pausa y se agarra a mi boca y me da un beso en el que su lengua entra hasta las entrañas de la mía. Yo me dejo por supuesto.

Nos tumbamos en la cama y yo alucino. Intentando no hacer ruido me dejo llevar, o algo más, y me voy directo a sus tetas. Eran grandes. En la anterior ocasión no pude apreciarlo pero tenía ocultas bajo sus ropas una tetas acojonantes.

En el magreo se baja hasta mi cremallera del pantalón y allí sale mi pene totalmente erecto y casi le pega en la cara.

Comienza a meneármela y a chupármela de una forma que nunca me lo habían hecho, he estado con pocas mujeres la verdad.

Cuando estoy a puntito de correrme levanto la vista y miro a la puerta del dormitorio y allí está la rubia. Pego un tirón hacia atrás y Begoña levanta la cara limpiándose la comisura de los labios llenos de mi líquido preseminal. No sabemos que decir hasta que ella, la cliente, habla:

«Os pareceré una guarra pero me muero por unirme a vosotros»

En ese momento estás con la polla tan tiesa y el coño tan húmedo que nos da igual a ambos. Que queréis que os diga. Un sueño, aquello es como un sueño. Yo que nunca me había acostado con otra mujer que no fuera la mía, estoy con dos!

Lo que no puedo describir fue la sensación que tuve cuando para empezar la rubia sin quitarse siquiera la ropa se tira sobre mi falo y comienza a chupar de arriba abajo, y cuando digo abajo es abajo. Se la mete entera en la boca.

Aquellos labios que yo había supuesto perfectos chupando la primera vez que los vi en realidad lo eran.

Evidentemente y en vista de mis antecedentes sexuales me corrí al momento y el colmo de la perversión fue que aunque la avisé solo se retiró para que parte de mi leche le cayera en las tetas.

La desilusión en Begoña se hizo notar. Le digo a la rubia sin cortarme un pelo:

«Lámela hasta que no quede ni gota»

Y ella obediente me da con su lengua un lavado de polla que ni en los mejores puticlubs.

Me voy a por Bego y le quito la ropa muy poco a poco mientras la otra se la quita ella misma. Tumbo a mi morenita en la cama y comienzo a comerle el coño. A ella estoy dispuesto pero la otra no me convence, y sabe Dios que acerté, ya sabréis por que.

No hay cosa que me excite más que ver a una mujer retorcerse de gusto al follar, y se retuercen más cuando, como yo hacía en ese momento, les rozas con las lengua en el clítoris, y vas desde arriba hasta abajo.

Las sorpresas no paraban. Begoña tenía su chochete rasurado y que gustazo. Nunca había pensado que me gustase algo así, aunque debo reconocer que los pelos en las mujeres es lo que más feas las hace a mi parecer. ¡Como se retorcía! Y mientras la rubia hizo algo digno de una experta. Dada mi postura metió su lengua en mi culo. Lo había visto en las películas pero no me parecía algo para pedirle a mi mujer que lo hiciera, ni tampoco a Begoña. A decir verdad no me parecía bien pedírselo a nadie que no pagara.

Al momento mi polla se puse tiesa como un palo. En ese momento lo único que pienso es en metérsela a Bego.

«¿Me pongo un condón y lo hacemos?»

Le pregunto

«Déjate de condones y métela de una vez, no te preocupes por nada, tomo la píldora»

Evidentemente ella se fiaba de mí y yo de ella, en cuanto a las enfermedades de transmisión sexual digo. Obediente se la meto pero antes ella se pone a cuatro patas.

Esta postura es la que más deseo en el mundo pero creo que precisamente por eso cuando me pongo así tardo muy poco en correrme y se lo digo. Debajo de nosotros está la rubia que está chupándome los huevos y lo que queda de coño de Bego que deja un momento su quehacer:

«No te preocupes yo lo paro o me lo trago sin problemas, pero no pares que lo jugos de los dos juntos están haciendo que la que me corra sin que me toquen sea yo»

Pues ahí me tenéis a mí empujando mi polla contra un pedazo de morena y cada vez que iba a correrme la sacaba y yo no veo lo que hace la otra debajo pero lo para, toda una experta sin duda.

Después de parar mi leche eso sí, chupaba dos veces para humedecerla y que entrara perfectamente de nuevo en el coño. El culo de Bego sonaba como en las pelis porno.

Carne contra carne. En el espejo del dormitorio nos reflejábamos los tres y yo podía ver las tetas de la morena adelante y atrás coincidiendo con mis embestidas de polla.

No pude aguantar más:

«Bego lo quieres dentro?»

«Échamelo sobre el culo, sobre el culo que lo sienta caliente pero espera que me corra yooooooooo»

No pudo acabar la frase. Sus gritos nos acallaron (con lo que a mí me gustan gritonas). Sus líquidos chorreaban por mi polla y caían en la boca de la rubita y también gritaba.

Begoña cambio de opinión:

«Te voy a hacer una cubana que no vas a olvidar y quiero tu leche en mis tetas»

Joder……………… lo que siempre había soñado hacer……… Adelante, atrás, adelant……… ahhhhhhhhhhhh, toma porrrón de semen. Nunca había tenido tanta fuerza. Llegó a su cara y cayó sobre la almohada. En ambos lugares la rubia se apresuró a lamer y de nuevo me lamió la polla hasta que estuvo perfectamente limpia. Y aluciné cuando mientras hacía esto comenzó a gritar:

«¡Me corro, me corro»

La muy puta, que es lo que era, se corría con el contacto de mi preciado líquido (preciado para mí) en su lengua, pero es que mi leche no paraba de salir, no lo entiendo aún hoy.

Ni que decir tiene que le vendí el piso. Ahora, mi Bego me llama cada vez que tiene un piso en venta y los dueños no están. Os contaré más cosas de la venta de pisos.

P.D. Espero que la chavala que me está vendiendo el piso lo lea y tome buena nota, porque es morena, tiene un cuerpazo y viene en un rato a enseñarle el piso a la mujer de uno que vino ayer.