Breve historia del dildo
La palabra dildo está descrita en el Diccionario Webster como «un objeto que hace de substituto del pene para la penetración vaginal».
Su etimología es desconocida pero se le dió esta denominación en el siglo dieciséis.
Algunos creen que se deriva de la palabra italiana «diletto» que significa complacer.
Sin embargo, los dildos se usaban ya en la antigua Grecia, cuando las mujeres solteras usaban el «olisbos», un substituto del pene hecho de madera y que lubricaban con abundante aceite de oliva.
Los asiáticos también utilizaban juguetes sexuales por lo menos desde hacía 1000 años.
En el Oriente Medio antiguo usaron dildos fabricados con boñiga seca de camello recubierta de una resina resistente.
Según esto el dildo tiene entonces una historia muy antigua y ha sido usado para la misma función básica desde tiempos muy lejanos.
Algunas referencias sobre la historia del dildo la encontramos cuando su imagen aparece como elemento decorativo o escultórico en las referencias a las celebraciones de las fiestas de la fertilidad o de la cosecha.
Las imágenes de la vagina, del pene y del huevo han sido elecciones obvias de la humanidad cuando celebraban los rituales de la fertilidad.
En 1955, arqueólogos descubrieron en Córcega monumentos fálicos de dos y tres metros de alto, pertenecientes a la Edad del Bronce (aprox. 4000 AC).
El dildo moderno es el vibrador. Sin embargo este no aparece sino hasta después que el uso de la electricidad se extendió a finales del siglo diecinueve. Curiosamente, su aparición original fue como instrumento médico, el cual se usó por casi 30 años.
Los vibradores se usaron ampliamente en el mundo médico en la década de 1890, cuando hubo una «epidemia» de histeria entre las mujeres occidentales.
Los síntomas de esta enfermedad, que en el pasado los médicos griegos describieron como el «útero ardiente», fueron múltiples, hasta el punto que cualquier forma de comportamiento extraño en las mujeres se consideraba histeria.
La ansiedad, irritabilidad, fantasías sexuales o una «excesiva lubricación vaginal» se consideraban los primeros síntomas de la enfermedad. Se consideraba que el origen de la histeria era simplemente el resultado de la frustración sexual femenina.
Durante el siglo diecinueve a las mujeres que sufrían de histeria los médicos les masajeaban el clítoris hasta producirles un «paroxismo histérico», que hoy simplemente denominamos orgasmo.
Esta había sido la práctica generalmente aceptada por más de mil años. Pero en la década de 1880, esta práctica médica se volvió en muchos casos tediosa y el médico británico Joseph Mortimer Granville patentó un aparato electromecánico de forma fálica como instrumento terapéutico para efectuar el «masaje pélvico» en forma más fácil, rápida y limpia.
Naturalmente que el masaje pélvico no curaba la histeria, y las pacientes tenían que recibir tratamiento médico periódico.
No había que hacer mucho esfuerzo para pensar que en la época Victoriana las mujeres iban donde los médicos a obtener el placer que no recibían en sus casas y que esta práctica se consideraba socialmente aceptable.
Este comportamiento se explicaba por la aceptación del «modelo androcéntrico de la sexualidad», que consideraba que el sexo era exclusivamente para la penetración y eyaculación masculina. Puesto que el uso del vibrador era sobre el clítoris y externo a la vagina, se concluía que no había contacto sexual y que el procedimiento era puramente médico.
Ciertamente, causaba más controversia que el uso del vibrador, la introducción del especulo y muchos años después el uso del tampón.
En un libro de 1883 titulado «Salud para Mujeres», su autor recomendaba los nuevos vibradores para tratar la «hiperemia pélvica,» o congestión de los genitales. Los vibradores eran operados con corriente eléctrica, baterías, pedal, turbina de agua, aire a presión o motor a gas y parecían más un equipo pesado de ingeniería.
Tenían velocidades que iban desde 1000 a 7000 pulsaciones por minuto y su precio, en 1904, variaba entre quince y doscientos dólares según el modelo.
Algunos de los primeros modelos fueron escandalosamente caros, como fue el modelo «Chattanooga» que se vendía por doscientos dólares al final del siglo diecinueve. Sin embargo, en 1905 los vibradores ya eran más pequeños y económicos e incluían varios aditamentos para otros usos domésticos como la batidora.
De hecho, el vibrador fue el quinto artículo para el hogar en ser electrificado, después de la máquina de coser, el ventilador, la cafetera y la tostadora y precedió en no menos de diez años a la aspiradora y a la planchadora de ropa, pues sus fabricantes seguramente se ajustaron a las prioridades de los consumidores de su época.
En la mitad del siglo veinte, los dildos y vibradores comenzaron a aparecer publicitados en las revistas y catálogos femeninos como «instrumento para la tensión y la ansiedad femenina».
La cadena de almacenes Sears Roebuck, describió en sus catálogos de venta por correo a estos juguetes como «una ayuda que toda mujer sabrá apreciar». Su uso se estimuló como una forma de mantener a las mujeres relajadas y contentas.
El reinado del vibrador como instrumento de los consultorios médicos terminó en 1920, cuando empezaron a aparecer en películas pornográficas y perdieron su respetabilidad como electrodoméstico.
De otra parte, la medicina había avanzado y se tenía un conocimiento más profundo sobre la sexualidad femenina. La propaganda sobre el uso de vibradores desapareció de las revistas y catálogos.
Entre los años 20 y los 60 hay muy pocas menciones sobre los vibradores. En 1949 se recomendaba el uso del vibrador en un manual de sexo titulado «El Goce Amoroso en el Matrimonio» y en textos similares aparecidos en 1959 y 1960. Los investigadores Masters y Johnson usaron los vibradores en su investigación sobre la sexualidad en los años 60. Por la misma época los vibradores en forma de pene se vendían en tiendas de sexo y en catálogos de venta por correo, conservando su reputación sórdida.
La feminista y terapista sexual Betty Dodson, dice haber sido la primera feminista en recomendar a las mujeres el uso del vibrador para auto producir orgasmos mediante la estimulación del clítoris. Dodson ha dictado con éxito talleres sobre la masturbación femenina con vibradores durante más de 25 años.
Hoy los vibradores eléctricos se venden en las tiendas de electrodomésticos como «masajeadores corporales» y no hacen referencia a sus usos sexuales.
Pero al mismo tiempo han aparecido innovaciones en el diseño de los vibradores. Cándida Royalle, una conocida actriz porno lanzó al Mercado el vibrador «Natural Contours» que tiene forma curva para adaptarse a la forma de la vulva.
Los japoneses desarrollaron un vibrador rotativo que se volvió muy popular entre los juguetes sexuales. Un desarrollo reciente es el vibrador «Fukuoku 9000», un pequeño vibrador que se ajusta en el dedo y operado con baterías, muy apreciado en las artes amatorias.
Otro vibrador reciente en el mercado es el «Eroscillator» y que en vez de vibrar hacia arriba y hacia abajo, oscila hacia los lados y trae un aditamento para ajustar al clítoris.
A diferencia de los primeros vibradores, los nuevos no vienen con batidora.
Quien sabe que estarán cocinando los fabricantes con sus programas computarizados de diseño de hoy en día.
Pero lo que es seguro es que no serán de boñiga de camello.