Chica fácil a la fuerza I
Mayra era una escultural colegiala de apenas 18 años.
Vivía en una de las colonias mas pobres de la ciudad, su padre era un humilde electricista que había luchado toda su vida por tratar de sacarla adelante y ella, consciente de su situación, estudiaba arduamente soñando con ser una profesionista y sacar a su padre de la miseria.
A pesar de su corta edad Mayra era una chica súper cotizada entre los hombres, su cabello negro como ala de cuervo caía libremente sobre sus hombros, sus pechos, aunque todavía un tanto pequeños, eran redondos y perfectamente formados y por la forma en que sus pezones se marcaban sobre el escote era muy fácil adivinar que no usaba sostén, algo que estaba muy de moda entre las chicas de su edad.
Era una adolescente que exudaba sexualidad ilimitada, su cuerpecito moldeado y sus largas y torneadas piernas parecían especialmente hechos para ser gozados en los placeres de la cama.
A pesar de ser una jovencita bastante responsable y controlada Mayra no era ya señorita, su primer novio la había desvirgado desde los 15 años y desde entonces permanecían juntos, aunque casi nunca se acostaban, Mayra sentía un especial cariño por él y sentía que compartirían el resto de su vida.
Todas las mañanas, al salir de su casa, Mayra se encontraba con el Diablo, un vago de la colonia que desde niño había querido andar con ella, Mayra lo rechazaba constantemente por ser un simple vago que se la pasaba todo el día drogándose y limpiando parabrisas, el Diablo se sentaba a una calle de donde la adolescente tomaba el autobús y la veía desde lejos, contoneando las caderas, oliendo a jabón y enfundada en su uniforme de escuela particular, con sus faldas tan cortas y con sus ombilgueras blancas que revelaban un abdomen liso y sin un gramo de grasa; todas las mañanas el Diablo corría a la azotea de su vecindad a hacerse una vigoroza chaqueta pensando en las nalguitas de la adolescente, sentía que iba a volverse loco si no introducía su inmenso pedazo de carne en la fresca y apretadita panocha de Mayrita. Tanto soñaba con ella que un día decidió jugársela y hacerla suya a toda costa, es decir, decidió violarla aunque aquella fuera la última parchada de su vida.
Ocurrió una tarde en la que la cansada adolescente salía de la escuela rumbo a su casa, caminaba por las sucias y enlodadas calles de la colonia cuando notó que alguien se le acercaba, al descubrir que se trataba del Diablo se paró en seco encarándolo con su acostumbrada seguridad de muchachita orgullosa.
– ¿Que haces aquí Angel? ya te dije que yo no quiero nada con un vago como tu, ya lárgate y no me andes siguiendo.-
Por toda respuesta el joven sacó de entre sus ropas una pistola mientras se aferraba al brazo de la adolescente. Mayra se llevó una mano a la boca para contener el espanto y sus hermosos ojos miel se abrieron como platos.
– Si gritas te plomeo- amenazó el Diablo, acto seguido condujo a la adolescente por aquellas callejuelas oscuras hasta que llegaron a una pequeña choza de adobe aparentemente abandonada.
Apenas entraron Mayra se zafó del brazo de su captor profiriendo toda clase de amenazas, jurándole que iría a la policía y que lo encerrarían de por vida, el joven sereno hizo una brusca señal con la mano para ordenarle a Mayra que guardara silencio y antes de que la adolescente pudiera proseguir con la gritería vio aparecer del cuarto contiguo a dos sujetos, uno de ellos era Don Sebas, un viejo alcahuete que hacía las veces de usurero de la colonia, el otro era un hombre maduro al que Mayra no conocía.
De inmediato don Sebas se acercó a Mayra y con una maliciosa sonrisa le mostró unas fotografías que le helaron la sangre.
Eran fotos de ella posando desnuda y en algunas hasta lamiendo tímidamente un consolador metálico, aquellas fotos las habían tomado hacía casi dos años, cuando la adolescente y su padre estaban en una desesperadísima situación económica, el viejo usurero le propuso a la chiquilla una sesión fotográfica privada prometiéndole que las fotos no las vería nadie, solo las usaría él para masturbarse pensando en ella, aquello había sido hacía mucho, Mayra estaba profundamente arrepentida desde entonces y vivía en el constante temor que las fotos fueran reveladas.
-¿Que es lo que quieren?- les espetó la joven tratando de ocultar su temor.
-Muy simple- dijo el viejo.- queremos venderte los originales de estas fotitos tuyas… claro que si no te interesan pues… quizá el pendejo de tu novio o tu propio padre se interesen…-
– ¿Cuanto dinero quiere por…?-
Los tres se echaron a reir.
-¿Quien habló de dinero? nosotros necesitamos otra cosa…llamémosle algo así como un pago en especie por el favor…-
Mayra se ruborizó como damisela y no supo que decir, sentía que las fuerzas la abandonaban y permaneció en silencio.
Sabía que si no accedía aquellas fotos podían ser el fin de sus sueños y la deshonra de su padre.
Así que inspirando hondamente se tragó su orgullo de colegiala y aceptó su rol de exquisito objeto sexual.
Bajó la mirada y tácitamente dejó en el suelo su mochila y comenzó a deshacerse del suéter.
Aquellos hombres comenzaron a frotar sus miembros con la palma de la mano por encima de la ropa.
Don Sebas fue quién tomó la iniciativa, sin perder el tiempo se sacó el falo de la cremallera y le ordenó a la chiquilla ponerse de rodillas.
Mayra obedeció dócilmente, sin terminar de desnudarse calló de rodillas con su hermoso rostro a tres centímetros de la mazacuata y sabiendo lo que se esperaba de ella abrió su boquita y dejó que el viejo fuera quien le introdujera la riata dejándosela ir de sopetón.
-¡Dame una mamada!- le ordenó el ruco, que para sus años mostraba una erección fuera de serie. La joven posó sus labios pulposos y mojados en aquel pene y comenzó a chuparlo vigorosamente. El vejete profirió toda clase de gemidos y sonidos de satisfacción, insultando de paso a la adolescente que le estaba practicando una felación por demás prodigiosa.
-Ya sabía que eras una braguetera facilona… asi… ¡asi!… que rico mamas putita de mierda…-
Aquellos insultos no hacían sino excitar más a los machos que, ardiendo en ganas comenzaban a frotar sus miembros tiesos como brazo de santo. Mayra sentía como aquella barra penetraba hasta su garganta, sentía la pegajosa humedad que manaba de la punta.
Casi sin quererlo comenzó a excitarse con el fuerte sabor a macho que se desprendía de aquel jugo sexual. Tenía la secreta esperanza de poder vaciar a aquellos machos con su habilidosa boquita de la cual se sentía muy orgullosa ya que mas de una vez había hecho a su novio correrse en menos de dos minutos, así que intensificó el ritmo de las mamadas sintiendo como aquel falo se iba hinchando dentro de su orificio bucal.
El vejete sentía que estaba a punto de correrse en seco y forzó de los cabellos a la chica para que suspendiera la mamadera, sin embargo Mayra se aferró al miembro succionándolo con fuerza y creando un delicioso vacío en el interior de su cavidad que era difícil de soportar.
Por fin Don Sebas logró sacarle la riata de la boca con una fuerza tal que salieron rebabas volando por los aires acompañadas de un chasquido seco , el anciano abofeteó ligeramente a la adolescente con su tolete todo ensalivado haciéndolo chocar contra sus mejillas rojas de excitación involuntaria, sencillamente no podía evitar que su cuerpo respondiera a los embates y escarceos de un macho en celo, el anciano le paseo la verga por su fino rostro pegándole el tronco húmedo contra sus labios, su nariz y sus ojos sintiendo como aquella frotada hacía crecer su falo aún mas.
– La mamas muy rico para ser una escuinclita mocosa… pero ya quiero probar tu rajada-
Mayra hizo caso omiso de los insultos de aquel hombre y se hizo a la idea de seguir mamando sabiendo que podía hacerlo venir con unas cuantas lengüetadas mas.
Con una mansedumbre delirante Mayra subió sus dedos a lo largo del tronco hasta tomarlo por la base del glande, apretó un poco y de inmediato unas gotas brillantes y pastosas escaparon por la raja de la cabeza comprobando que aquel viejo ya estaba a punto.
Mayra no pudo contenerse y sacó la lengua, endureció la punta y la acercó uniendo su saliva fresca a los líquidos del macho en una transfusión lechosa que electrizó al usurero. Mayra comenzó a mamársela de nuevo deslizando esta vez la esponjosa cabeza en la base de su lengua mientras succionaba fuertemente, aquella delirante mamada no hizo mas que avivar el hartazgo y la desesperación del viejo que le ordenó a Mayra dejarse de mamadas y recostarse en el piso, la chica se negó argumentando que solo estaba dispuesta a vaciarlo con la boca.
Como la muchacha rehusara una vez mas la petición del viejo para cogérsela, este estalló en cólera y le propinó a la adolescente un tremendo puñetazo en el vientre que dejó fríos a todos los presentes.
-¡Ya estuvo suave… te la voy a meter hasta desmadrarte los ovarios y te vas tener que dejar hasta que te saque la mierda!… asi que abre bien las patas porque ahí te va la verga-
Mayra lo vió tan decidido que comprendió que no tenía más remedio que hacerle caso.
Así que, luego de emitir un profundo suspiro de resignación, se quitó las bragas y ella solita separó los muslos ofreciéndole su vagina y dándole todas las facilidades para la penetración.
El usurero estaba colérico y le estampó otra cachetada en la mejilla izquierda dejándole los pómulos de un rojo encendido. No conforme con eso le lanzó un escupitajo en el rostro que la adolescente recibió estoica dejando que se resbalara por sus labios.
-A punta de madrazos te voy a convertir en hembra- masculló el viejo, acto seguido le encajó la verga hasta el fondo ensartándola limpiamente.
La joven sintió claramente cómo los pétalos de su rajada se abrían a todo lo que daban mientras era atravesada y procuró distensar sus músculos para evitar que la penetración fuera aún más dolorosa.
– Asi me gusta- se burló Don Sebas – Flojita y cooperando-
El comentario causó la hilaridad de los dos machos restantes. Mayra sabía que una vez penetrada por el primero, no habría nada que detuviera a los otros.
Antes de darse cuenta ya había enredado instintivamente sus largas piernas al rededor de la cintura del viejo el cual le metía y sacaba la tranca con tanto vigor que cada uno de sus embates hacía pujar a la adolescente dándole al acto el inconfundible sonido de una cópula cachondisima y animal.
Mayra no quería ver el rostro de aquel despreciable viejo mientras la penetraba fuera de sí, así que paseó su mirada al rededor del cuarto y vio a los dos restantes sobándose desesperadamente la macana mientras veían como hipnotizados como la adolescente era duramente castigada por su falta de disciplina.
Afortunadamente para Mayra el anciano estaba tan caliente que después de una docena y media de vergazos le soltó la leche echándosela hasta muy adentro de las entrañas, la joven sintió claramente el espeso liquido corriendo por su vulva mientras Don Sebas resoplaba y gemía dándole todavía los últimos bombeos a la consternada chica.
Mayra desenredó sus piernas de las caderas del usurero y se quedó despatarrada sobre la sucia duela mientras el vejete resoplaba y la maldecía a ella por haberse corrido tan rápido.
-Si fueras una hembra de verdad no te los habría echado tan rápido- le decía mientras le lanzaba un nuevo escupitajo que se estrelló contra sus labios, mezclándose con el fino sudor de la colegiala.
Don Sebas se levantó penosamente y el Diablo le dió la mano a Mayra para ayudarla a incorporarse.
La joven caminó unos cuantos pasos para desentumir sus muslos y pasándose la mano izquierda trató de limpiarse la saliva de su despreciable amante.
En eso estaba cuando el tipo al que ella ni conocía le dio un empujón que hizo a la adolescente caer boca abajo en el suelo.
Acomodándose detrás de ella el fulano la sujetó firmemente de la cintura y le acomodó su mochila debajo de su liso vientre, dejando sus nalguitas al aire y listas para una nueva embestida.
– Yo si te voy a dar por le culito- murmuró el sujeto. Mayra luchaba por soltarse de aquella posición mas era inútil, el infeliz la tenía bien sujeta por las caderas y para remachar la indefensión de la joven le torció el brazo derecho colocándolo por encima de su espalda, la joven no pudo más que recargar su mejilla izquierda en el polvoso suelo y suplicarle a su nuevo captor que se lo hiciera con cuidado. El fulano le echó un escupitajo a su barra y le ordenó a Mayra aflojar los musculos del esfinter para permitirle el paso; la resignada adolescente obedeció con tal de no sentir dolor y aquel fulano le metió el pene por su delicado ano. Mayra dejó escapar una serie de gemidos para aliviar la tensión.
Afortunadamente para ella tenía tan apretado el recto que el tipo no pudo aguantar mucho y al poco rato comenzó a eyacular en forma incontenible dentro del intestino de la Mayrita, bañándola con su viscosa leche.
La fatigada chica se incorporó pesadamente, acomodó sus cabellos con un ademán muy femenino que sólo sirvió para despertar de nuevo la excitación en aquella horda de sementales imparables.
Mayra miró a su alrededor comprobando que el Diablo la veía con un deseo incontenible como un gato relamieendose los bigotes, al bajar la mirada no dió crédito a lo que veían sus ojos; nada más de verle al Diablo el tamaño de la tranca que se cargaba sintió escalosfrios. Era una riata verdaderamente descomunal, pero antes de hacer nada el Diablo la sacó de su ensimismamiento ordenándole:
– Yo no voy a batir mezcla, primero sácate esos pinches mocos.-
Mayra abrió un poco su entrepierna y comprendió que el vago tenía razón.
Unos espesos goterones de semen comenzaban a resbalar por sus muslos y sus nalgas convirtiéndose en surcos blancuzcos que corrían peresozos por sus blancas piernas.
Con algo te trabajo la adolescente caminó hacia lo que parecía ser el baño y que en realidad era un cuarto con una taza rota y sin puerta, por lo que los hombres estaban al pendiente de todos los movimientos de la chica.
Tras comprobar que no salía agua de las oxidadas llaves del lavabo la muchacha inspeccionó el cuarto con la mirada hasta encontrar una bandeja de plástico en una de las esquinas, la colocó en medio del piso y sentándose en cuclillas abrió un poco su papaya con los dedos y dejó salir un largo chorro de orines mezclados con semen.
Cuando la última gota de leche de macho salió expulsada de su vagina Mayra se incorporó, tomó sus bragas del piso y limpió con ellas los restos de esperma que habían resbalado por sus duros muslos.
Una vez concluido su improvisado aseo volvió a la sala de la choza.
Nada más ver lo que le aguardaba sintió ganas de salir corriendo: el Diablo se había recostado sobre el suelo dejando que su verga luciera como poste de luz, dejándole ver a la joven sus claras intenciones de dejarse ser montado por ella. Sabedora de que aquello nunca acabaría hasta no haberles quitado las ganas a aquellos machos se armó de valor y con una seguridad que cualquier sexo servidora hubiera envidiado se encaró ante aquel temible falo.
Obediente la joven sujetó con su mano derecha aquella longaniza mientras hacía cálculos mentales; cayó en cuenta de que sí se podría engullir toda la pieza, siempre y cuando lo hiciera lentamente y con mucho cuidado, pues de lo contrario las consecuencias para ella podrían ser desastrosas.
Asi que sin darle mas vueltas se trepó sobre él agarrándole a dos manos el insólito vergón mientras oía las risas maliciosas de los otros dos que se disponían a ver como le daban a Mayra la pitiza de su vida.
Apuntando cuidadosamente hacia su vagina Mayra fue guiando la cabeza de aquel tremendo falo y cuando logró cubrir el glande con sus labios externos se mordió los labios y cerró los ojos resignada a encajarse el resto.
Haciendo de tripas corazón se fue dejando caer muy lentamente sintiendo como su codiciada vagina se iba rellenando como nunca antes.
La tremenda mazacuata la estaba abriendo toda y por un momento la hermosa adolescente temió que esa riata la fuera a partir por la mitad, pero siguió bajando heroicamente demostrando sin quererlo que era una hembra con una capacidad sexual fuera de serie.
Según los cálculos de la jovencita ya había logrado introducirse casi la mitad del poste, ahi se detuvo un momento.
Sin embargo el Diablo creyó que la chica le estaba sacando al parche, asi que hizo un breve movimiento de pelvis para introducirle un poco más de carne. La joven abrió los ojos como platos al sentir que aquella indomable verga le desgarraba la matriz y sin pensarlo reprendió a su picador:
– ¡Cuidado cabrón!, ni se te ocurra moverte porque me desgracias todita-
-Esta puta nada mas te va a dejar con las ganas Angel- Dijo de repente Don Sebas mientras le soltaba otra bofetada a la indefensa chica.
Mayira se limitó a recibir la bofetada sin molestarse en mirar al viejo.
– No es cierto…- se apuró a decir para apaciguar la desesperación del Diablo- …¡Tu tranquilo que yo me encargo de que te vengas, pero no te atrevas a dejármela ir…!- le advirtió. Afortunadamente el Diablo se dio cuenta de que su amada Mayra estaba realizando un esfuerzo supremo por ensartarse aquel mástil y obedeció.
Mayra respiró hondo, sentía el cosquilleo en su pómulo de la última cachetada que había recibido y trató de concentrarse en eso para ignorar la sensación del chile que la traspasaba.
Tomó aire y se sumió otra porción de la inmisericorde verga.
Ya solo le faltaba un poco, algo así como diez centímetros, y a pesar de que sentía que el glande le empujaba hacia arriba la bolsa del estómago aflojó su cuerpo y se dejó deslizar hacia abajo haciendo caso omiso del dolor, insertándose la fenomenal riata hasta dejar fuera de su cuerpecito los cojones. El Diablo dejó escapar un largo suspiro y Mayra también.
-Porfavorcito mi rey, sigue asi de quietecito ¿quieres…?- le suplicó al macho, buscando tiempo suficiente para que las estiradísismas y forzadas paredes de su vagina se acostumbraran por lo menos un poco a albergar tamaña macana.
Milagrosamente el Diablo supo contener sus impulsos y no inició un feroz bombeo. A Mayra le dio la impresión de que el vago gozaba tremendamente viendo como la adolescente que hasta hacia un momento lo despreciaba se esmeraba ahora por conseguir pensoamente un orgasmo masculino que la salvara.
Asi estuvieron por cerca de cuatro o cinco minutos, Mayra brutalmente ensartada, el Diablo aguantándose las ganas de empezar el mete y saca y los otros dos burlándose de la heroica jovencita, excitándose al espetarle toda clase de insultos:
– Te digo que esta puta no tiene los ovarios para dejarse bombear por una verga de verdad-
– Nada mas de verla así ensartada me dan ganas de venirme otra vez-
– Quien la viera, tan bonita y tan abierta…ja ja ja ja-
Mayra ni siquiera escuchaba las burlas, sudaba profusamente y su respiración era agitada, tenía la imperiosa necesidad de permanecer quieta, absoluta y completamente quieta. Sus muslos estaban extremadamente tiesos debido a la forzada posición en la que la empalada joven permanecía.
De pronto un afortunado adormecimiento comenzó a invadir su ultrajada vagina actuando como una especie de anestesia local que hizo que el dolor y las molestias fueran desapareciendo. Mayra comenzó a dar un tímido meneo de caderas y ese pequeño movimiento bastó para que se desencadenara la furia de esa salvaje verga que la tenía sometida y empalada.
El Diablo tomó a la fatigada Mayra de la cintura y después de extraérselo un poco, comenzó a subirla y bajarla esartandola una y otra vez en su demencial falo.
A Mayra le estaban dando una verguiza impresionante, la estaban tratando como a una muñeca de trapo y la adolescente era incapaz de mover un músculo, se sentía como si el Diablo se estuviera haciendo una puñeta salvaje con su cuerpo.
La colegiala solo atinaba a gemir y sollozar mientras era penetrada por aquel potente vergón que no parecía estar dispuesto a dejarse vaciar tan fácilmente.
El Diablo estuvo cogiéndose a Mayra por mucho tiempo, a la chica le parecieron minutos interminables en los que no le quedaba mas que dejarse violar por el chico que no se conformaba con encajarle la riata hasta que topara con sus paredes vaginales sino que le masajeba las tetas que para ese entonces ya estaban duras como rocas; Mayra estaba que explotaba, jadeaba y se aferraba con fuerza a los brazos de su penetrador y en un impulso que ella misma no pudo entender ni evitar se inclinó para darle el beso de lengua más penetrante que boca humana haya sentido.
Y por fin ocurrió lo que a la resignada muchacha le pareció que jamás ocurriría: aquel descomunal tolete comenzó a hincharse de forma precipitada y sin decir agua va el drogadicto desensartó a Mayra de un violento empujón que la hizo rodar por el enlozado, en ese momento Angel se puso de pie y teniendo a Mayra a sus pies levantó su cara dándole un fuerte tirón de cabellos y con la mano derecha frotó su inflamado pene haciendo volar por los aires espesos grumos de leche que fueron a caer en la cara y cabello de la joven, otros tantos goterones cayeron en el piso y en los propios pies del muchacho, la riata vomitaba sin parar chorros de leche, el Diablo tenía los ojos en blanco y estaba como ido mientras la adolescente recibía en la cara los viscosos mocos que se pegaban en sus mejillas y en sus labios, aquel bautizo de leche marcó a Mayra como una propiedad del Diablo, la hembra se dedicó a limpiar la cabezota con su lengua para quedar bien con su captor, una vez que éste acabó de escupir semen, tragandose las ultimas gotas del amargo liquido hasta dejar el palo reluciente.
Exhausta, la valiente chiquilla se dejó caer en el piso y allí permaneció unos minutos tratando de reponerse del brutal palo que la habían metido; afortunadamente para ella los hombres la dejaron descansar al ver el estado tan lamentable que la joven presentaba.
El Diablo guardó su temible arma dentro de sus gastados pantalones dando a entender con ello que por el momento no haría más uso de la hembrita y que el resto podía disponer de ella como mejor se le viniera en gana. Después de un cuarto de hora los incansables machos se avalanzaron sobre Mayra introduciéndole sus vergas en la boca. Mayra tuvo que trabajar horas extras hacíendoles incontables mamadas y puñetas que resultaron muy efectivas. Tan pronto el semen de una verga estallaba en su boca otro más ocupaba su lugar hasta dejarle la cabidad bucal pegajosa e irritada.
Al caer la noche los tres tipos estaban rendidos, cansados y sin una sola gota de semen en sus testículos. Mayra, al comprobar que ya ninguno quería que le diera servicio se irguió victoriosa y buscó su uniforme. El campo de batalla quedó convertido en un charco de lehe pegajosa y una atmosfera cargada de un intenso olor a sexo. Mayra se vistió apresuradamente sin pensar en limpiarse tanto moco que se había adherido a su piel.
– ¿Y bien?… ¿Donde están las malditas fotografías?- Preguntó al fin trunfante reclamando su tan merecido premio.
Don Sebas apenas si tenía fuerzas para señalar un bulto tirado en una esquina. Mayra confirmó que se trataba de los negativos, los metió a su mochila y arreglando un poco su cabello para disimular lo sucedido salió disparada de aquel lugar. Al llegar a su casa quemó las comprometedoras fotos y tras un rápido aseo corporal se tiró en la cama presa de un cansancio abrumador, sintiendo que por fin había salvado todas las pruebas para alcanzar sus sueños.