Mi Aventura I
Tenía 25 años y el mundo me parecía pequeño. A esa edad ya había probado casi todos los placeres del sexo, mi cuerpo era conocido por casi todos los «machos» de mi ciudad. Debido a mi juventud y a mi adicción al sexo – siempre supe que la padecía pero como me resultaba placentera nunca acudí a ningún lugar para superarla – me propuse recorrer mundo, experimentar nuevas emociones, nuevos placeres sexuales y convertirme en un gran experto en materia sexual.
El caso es que el 21 de Noviembre de 1994 cogí mi maleta y me lancé a la aventura sin mas ropa y dinero del que llevaba en la maleta. Vivo solo desde que cumplí los 18 y no tengo que rendir cuentas a nadie, mis padres son empresarios y siempre han pensado que a un hijo se cría sólo con dinero. Pero no os aburriré mas con mis problemas familiares. El caso es que vivo en una bonita isla, Ibiza; así que me encaminé hacia el puerto en busca de un amigo de mis padres que tenía un yate y que quizás me podría llevar a la península. Al llegar al puerto lo vi, estaba sentado afuera contemplando la maravillosa vista que desde allí se divisa.
» Hola Don Mario, ¿cómo estamos?, me preguntaba si podría acercarme a la península.» D. Mario es un empresario hostelero que vive de las rentas que le deja su negocio y que gastaba en su vicio preferido, jóvenes muchachos que le ponían el culo al rojo vivo. A mi D. Mario me conocía, es decir, sabía de mis escarceos con algunos conocidos suyos. Me hizo subir al yate, me dijo que me llevaría a condición de que … No lo dejé terminar, me dirigí hacia él y comencé a sobarle ese inmenso paquete que se le estaba formando. Me arrodillé ante él y le saqué su miembro, un gran trozo de carne erecto, grueso y chorreante con un agrio sabor y olor que vuelve loco a algunos maricas, entre los que me incluyo. D. Mario se corrió enseguida entre múltiples jadeos, me levanté con toda mi boquita rezumando jugos y nos fundimos en un mojado beso en el cual nuestras lenguas lucharon hasta la extenuación. Esa misma noche partimos, en la travesía volvió a disfrutar de mis «servicios». El muy cabrón se deleitaba con mis mamadas, babeaba como un chiquillo y cuando me la metía se movía violentamente oyéndose claramente ese divino «chasquido» de la polla entrando y saliendo del culo acompañado de los golpecillos de sus huevos contra los míos. Rompía con un gran grito que era la señal de que un nuevo torrente de leche iba a inundar mi ardiente culo.
Al mediodía día siguiente atracamos en el puerto, me despidió con un fuerte abrazo y deseándome suerte en mi aventura. Bueno, pues ahí estaba yo con mi maleta, mis 2.500 ptas. en la cartera y en una encantadora ciudad de la costa española. Decidí quedarme allí así que tenía que ponerme manos a la obra y encontrar un sitio en donde alojarme. Pero claro; sin trabajo, sin dinero y joven en ningún sitio me aceptaron. No tuve mas remedio que pasar al plan B; es decir, ligarme a algún chico para pasar la noche en su casa. Y eso hice, al caer la noche me dirigí a un local de ambiente en busca de mi «presa». Yo, modestia a parte, tengo un espléndido físico forjado en mis duras sesiones en el gimnasio y a la practica de todo tipo de deportes, así que no me es difícil ligar. Al rato de estar en la barra charlando con un más que atractivo camarero, un chaval se me acercó. Era guapo, no tenía un físico espectacular pero aun así era atractivo. El caso es que comenzamos a charlar.
«Hola me llamo Sergio, llevo un rato observándote y nunca te había visto por aquí.» De entrada no parecía muy espabilado pero dada mi urgencia no podía dejar pasar a aquel chaval. Empecé a contarle mi vida y como había llegado hasta allí, sin decirle mis favores al del yate. Él por un momento se quedó algo extrañado de mi iniciativa pero una vez que se lo volví a explicar, ocultando mi vida sexual, lo convencí. Entonces él comenzó a contarme cosas suyas. Tenía 28 años, trabajaba de administrativo en una oficina estaba algo triste porque su novio lo había dejado hace unos días. Entre copa y copa y entre confesión y confesión terminamos en su casa. Sergio me caía bien pero en ese momento mi primera intención era conseguir donde dormir que pasar la noche con él. Pero desde un primer momento empecé a notar que Sergio tenía algo especial; en ningún momento me propuso sexo y muy amablemente me ofreció una cama en una habitación de invitados y me dijo que podía quedarme en su casa el tiempo que necesitara. Eso me llegó al corazón, nunca había recibido tal muestra de confianza y generosidad hacia mí. A la mañana siguiente al levantarme vi que estaba el desayuno en la mesa y una nota en la cual Sergio me decía que se había ido al trabajo y que disfrutara del desayuno. Podréis pensar que soy tonto pero ante tal gesto unas lagrimillas comenzaron a brotar de mis ojos. Pasó un mes y Sergio y yo cada vez estábamos más compenetrados, yo había encontrado trabajo de camarero y contribuía en los gastos de la casa. Un domingo decidimos quedarnos en casa debido al frío que hacía en la calle. El caso es que estábamos los dos en el sofá cuando por un instante nuestras miradas se encontraron, sin decir ninguna palabra nos fuimos incorporando y nos fundimos en un apasionado y largo beso. Sergio me cogió de la mano y me guió hacia su cama, allí me acostó y me fue desnudando poco a poco. Recorría con su lengua toda mi piel, me hacía sentir el ser mas afortunado del mundo. Bajó hasta mi pene y lo engulló lentamente, saboreando cada centímetro de mi verga; lo hice girar y sacando su espléndido miembro del pantalón me lo tragué. Nos quedamos en el mejor 69 que yo había practico jamás; ambos chupábamos las pollas con auténtico deleite, con gran dulzura explorando cada pliegue de nuestros desnudos miembros. Sergio tendría más de 20 cm. aunque no era muy gruesa, eso y mi gran experiencia hizo que pudiera introducírmela toda. El quedó muy sorprendido al notar mis labios en sus huevos de tal manera que levantó la mirada y vio como su polla invadía mi garganta, esa visión le produjo un calmado orgasmo con el que llenó todo mi estómago de su espesa leche, la mas sabrosa que había probado en mi vida y creerme he probado muchas. Yo aun mantenía una gran erección y Sergio se sentó sobre mi polla clavándosela hasta que notó el impacto de mis huevos. Comenzó un pausado sube y baja a lo largo de mi mástil que hacía las delicias de los dos. Ver como entraba y salía de su culo mi pene me llevaba al éxtasis y él empezó a mover su culo más alocadamente lo que nos llevó a romper los dos en un orgasmo bestial en el que sus convulsiones hacían que su ano abrazara con una gran fuerza mi robusto pene que se agitaba en cada chorretón de leche que introduje en su ya cremoso ano. Lentamente me fue limpiando con su lengua los pequeños restos de semen que me cayeron de su segundo orgasmo y nos volvimos a besar peleando por compartir esa delicia de leche emanaba de mi amor. Se quedó acostado sobre mí, nos tocábamos, nos besábamos dulcemente y nos decíamos cosas que sólo somos capaces de decir cuando estamos enamorados.
En mi primer mes de mi aventura había descubierto lo que es amar, pero ¿éste es el final de mi historia?; si deseas saber que ocurrió escríbeme y te lo contaré todo.