Aventuras de Cape: Correo electrónico
dibujar nuestra imagen en mi mente… tu sentado en una silla de Rey, yo en tu falda, dándote la espalda, encajada en tu verga deliciosa, palpitante, gordita, durísima, tu puntita, gordita y sensitiva con ganas de explotar… tú, manteniendo mis piernas abiertas sintiendo tus manos alrededor de mis muslos, y poco a poco pasas tus manos, tu dedos abriendo mi coñito excitado y deseoso… haciéndome venir una tras la otra, haciéndome que te chupe y te mame tu polla de los gustazos que me pego, dándote cuenta y perdiendo la cuenta de cuántas veces me hicieras correr esos jugos deliciosos, antes de que los dos explotemos al mismo tiempo…».
Respuesta:
Sentado en mi silla de rey, con una camiseta larga pero debajo desnudo. Entra en la habitación y ven hacia mí. Quiero que vayas vestida completamente, como cuando vas a trabajar, con una ropa seria para una reunión. Párate delante de mí, quiero observarte bien y apreciar tu cuerpo tan deseable enfundado en tu ropa de ejecutiva de empresa.
Ahora vas a empezar a desnudarte, quiero que empieces por quitarte las bragas. Debería castigarte por traerlas puestas a mi presencia, pero no lo haré porque te levantas la falda con gesto de niña arrepentida y me muestras un tanga encantador. Veo que la tela de la entrepierna está casi metida por los labios de tu coño. Has estado subiendo la tanga bien alta desde la cintura para que se metan en tus labios y así sentirlos separados y hacer que te vayan rozando tu clítoris en cada paso, masturbándote al andar.
Así me gusta, que seas una putita bien caliente para mí y que incluso antes de verme ya estés excitada imaginando lo que va a ocurrir… Y me gusta emplear esa palabra contigo… no tiene nada que ver con una prostituta… eres mi putita privada y quiero que te comportes como una autentica zorrita experimentada… me gusta llamarte cosas así mientras estamos follando y quiero que tu también me las llames. Quiero que utilices las palabras más fuertes que sepas, esas que mama te decía que una señorita educada no debía nunca de utilizar. Pero es que no te quiero ahora como una niña buena, sino como una putita perversa que esta mojando las bragas con su flujo, que tiene el coñito palpitando de deseo…
Llámame «mi macho, mi cabron…», dime «fóllame entera, rómpeme el culo con tu polla». No quiero que digas jamás «pene». Eso se deja para la consulta del médico. Quiero que me gimas «empálame el culo con tu vergaza de macho…», «fóllame con tu pollón y lléname bien la chocha, mi macho».
Con la falda levantada empiezas a girar hasta darme la espalada. Sabes que ver la tira de tu tanga dividiendo tu culo en dos me pone siempre muy caliente…
Y doblas la cintura, te agachas mientras vas bajando tu tanga hasta las rodillas. Miras hacia mí para ver el efecto que me produce ver tu culo en pompa y los labios de tu coñito recién afeitados… magnífica, como siempre, cuidándote de afeitar escrupulosamente tu chochita para tu macho…
Tu tanga esta arrollado en tus tobillos. Sacas un pie enfundado en un zapato de tacón muy alto… lo liberas del tanga, sacas el otro, y la prenda queda en el suelo.
¿Quieres mirar hacia mi vientre y ver cómo mi polla se esta levantando y forma un bulto debajo de la tela? ¿Quieres ver cómo he metido una mano debajo para empezar a moverla de arriba a abajo?
Continua desnudándote ante mí…
Desabotona la chaqueta lentamente y quítatela. Tu falda sigue enrollada en tu cintura, tus piernas lucen fantásticas sobre los tacos altos. Y tu culito es una delicia a la que es difícil resistirse. Llevas unas medias muy finas, sujetas con una blonda en la parte alta de los muslos. El brillo sedoso las hace más firmes y apetecibles aún. La chaqueta se desliza por tus brazos. Comienzas a desabotonar la blusa. Debajo un sujetador de encaje, a juego con el tanga. Tus tetitas apenas están contenidas dentro de las copas. Son unos pechos altivos, orgullosos, hechos para estar libres y ser adorados. Llevas las manos hacia el cierre del sujetador, los brazos atrás, uno de los gestos más eróticos que existen, un momento en que la respiración se detiene… y sueltas el cierre. Cruzas los brazos por delante mientras sujetas un instante la prenda ante tus senos. Estas jugando con mi excitación. El brillo de tus ojos delata que sabes el efecto que causa. Una media sonrisa en tu cara y el carmín húmedo en tus labios…
Dejas caer el sujetador despacito. Levantas los brazos para herirme aún más con la vista de tus magnificas tetas y esos maravillosos pezones que las coronan. Se aprecian duros, erguidos, delatan tu excitación tanto como el brillo que se adivina en los labios de tu coñito cuando comienzas a andar hacia mí. Los dedos jugando con tu melena, entre tu pelo, las tetitas temblando en cada paso, el ruido de los tacones, tac, tac… Hasta que te paras delante de mí. Te pones en cuclillas, no te arrodillas, sólo flexionas las piernas, pero separándolas mucho. Comienzas a pellizcarte un pezón con una mano. Y la otra la llevas a tu coñito… comienzas a jugar entre los labios, los abres y los recorres con tus dedos, acaricias tu clítoris y un respingo delata que lo has rozado y que ha mandado un escalofrío de excitación a todo tu cuerpo. Te llevas los dedos a la boca y los chupas como invitándome a compartir contigo tu sabor y olor en tu parte más femenina y más sexual.
Si no fuera porque no hay nada a mano seguro que te gustaría meter algún juguete en tu coñito, incluso el teléfono celular que dejaste en tu bolso o, aunque demasiado pequeña, hasta la barra de labios. Pero tus dedos se bastan para darte placer delante de mí. Estas metiéndolos y sacándolos de tu coñito, despacio pero con energía. Un gemido gutural escapa de tu garganta.
No puedes estar más abierta de piernas. Tienes tu culo apoyado en los talones mientras los tacones de tus zapatos te sujetan como dos columnas. Dejas de pellizcarte el pezón y llevas la mano hasta tu coño. Estas adelantando las caderas y te abres los labios de la chochita para mostrarme la humedad que rezuma de ellos. Abres la boca en un gesto de excitación y desafío, con los ojos entrecerrados como diciéndome «papito, mi coño esta ardiendo, no puedo esperar a que me folles ¿tú si?…».
Como respuesta levanto la ropa que cubre mi polla y al fin la ves toda dura y enorme, como tú me la has puesto. No hay otra putita que consiga ponerme tan duro como tú lo haces. Las venas están hinchadas y la cabeza rojiza, casi morada de la excitación, ha salido apuntando al techo, retirando la piel hacia atrás. Los cojones caen sobre los muslos, recién afeitados están más brillantes y parecen aún más grandes. Están llenos de leche que no tardará en cubrirte si sigues poniéndome tan caliente.
Te acercas y extiendes una mano. Me relevas en el movimiento arriba y abajo. Me miras fijamente y sin decir palabra pero manteniendo fija la mirada en mis ojos, abres la boca y sacas la lengua, lamiendo desde los cojones hasta la puntita. Sigues pajeándome mientras restriegas la verga por tu cara, llena con tu saliva y en un movimiento felino, de gata hambrienta, engulles la punta de mi polla, la llevas entre tus labios y haces que te penetre hasta la garganta. Siento como cierras los labios sobre ella y los aprietas mientras la sacas lentamente. Me la mamas de tal manera que mi culo se levanta de la silla para follarte la boca. Y con tus dedos libres sigues explorando tu coño, pero ahora llevas alguno a los alrededores de tu culo. Están tan mojados por tu flujo que no te cuesta trabajo meter uno, dos, dentro de tu culo.
Acaricio tu pelo y sujeto tu cabeza delante de mi polla y sigo moviéndome mientras haces una enorme y lasciva «O» con los labios. Y cuando ya siento que unos minutos más de mamada me harán eyacular, te levanto la cara, te beso en los labios y hago que te pongas de pie delante de mí. Te doy la vuelta y acaricio tu coño completamente mojado. Veo el agujero de tu culo dilatado por la exploración de tus dedos. Y decido que es el momento de lamerlo, te pongo inclinada hacia delante, las manos aferrando los tobillos y paso mi lengua entre tus nalgas. Tu culo tiene un sabor delicioso y mi lengua alcanza hasta tu coñito depilado. Sigo lamiendo y meto la punta de la lengua en tu orificio trasero mientras separo los dos magníficos globos de carne de tu culo.
No puedo esperar más. A pesar de los gritos de placer que estás dando te hago incorporarte y, de espalda a mí como estás, te acerco hasta la punta de mi polla y con las piernas bien abiertas, muy despacio, comienzo a clavártela en el ano… entra la cabeza, gritas entre dolor y placer, pero sujeto tus muslos y tus caderas y empujo hacia mí, media verga está ya clavada en tu culo y mis dedos juegan con los labios de tu coño. Quiero hacerte morir de placer, putita mía, quiero llenarte el conducto de tu culo con mi polla y mientras abrirte el coño para que siga chorreando flujo. Te agarras las tetas, te lames los pezones, gimes, gritas y el sudor corre por tu espalda cuando mi polla entra por completo en tu culito de zorra y posas tus nalgas sobre mis cojones que se llenan con el flujo que chorrea de tu coño abierto.
Y comienzo a follarte, comienzo a romper el culito de mi putita, siento cómo me aprietas con él lo mismo que sueles hacer con los músculos de tu coño. Sigo follándote mientras aguanto tu cuerpo por los muslos, con las piernas abiertas al máximo y tu chochito rezumando.
Sigo follándote, putita mía, dándote bien fuerte por tu culito delicioso hasta que te vengas como una guarra, chillando y llorando de placer, gritando que te meta más aún… y te meto, te lo aseguro que no te cabe más polla y que toda es para ti.