Violación a mi esposa

Les contaré una historia real, que marcó mi vida y desde luego la de mi esposa, ya que después de lo que les platicaré nuestra vida no ha sido nunca la misma.

Se que el relato es un poco largo pero a aquel que lo lea completamente le gustará mucho.

Tenemos actualmente 37 años de edad, y nuestra vida tanto sexual como familiar, era tranquila, intensa y feliz.

Mi esposa Martha, siempre ha sido una mujer sumamente atractiva, sensual y coqueta, atributos que con el paso de los años, su madurez femenina ha ido acentuando, haciéndola verdaderamente una mujer sumamente deseable, a pesar de los dos hijos que hemos tenido.

Ella mide 1.70 mts, pesa 65 Kg., y sus medida perfectas de juventud, apenas se han modificado a 92-62-92. Rubia, de ojos cafés claros, y piernas perfectamente torneadas, siempre fue para mi una delicia tenerla sexualmente, y más de una vez, fue también una delicia disfrutarla después de darme cuenta como es deseada por otros hombres.

Por ultimo, para terminar su descripción, les diré que siempre ha gustado vestirse con muy sexy, pero eso sí, sin caer nunca en la vulgaridad.

Hace apenas 1 mes, con el motivo de celebrar nuestro aniversario de bodas numero 15, la invité a romper un poco la rutina, pasando únicamente ella y yo, sin niños, un fin de semana de locura en nuestra casa de que desde hace 6 años tenemos en uno de los balnearios más bonitos de nuestro estado, situado exactamente a 50 Km., por carretera de la ciudad y que por estas épocas, esta totalmente sin visitas.

Extrañada pero animada por pasar una velada romántica y tremendamente sexual sin testigos, aceptó gustosa mi invitación, por lo que el viernes, tras de haber dejado a mis hijos las instrucciones necesarias para ese fin de semana, partimos hacia la aventura sin imaginar lo que horas después ocurriría.

Durante el viaje, no pude evitar admirar a mi mujer: llevaba puesto un pequeño pantaloncito de mezclilla, que dejaba ver sus preciosas piernas y que cubría, según me comentó el calzoncito del bikini de hilo dental que había escogido para esa especial ocasión.

Arriba levaba únicamente el sujetador del bikini, el cual cubría exclusivamente hasta sus pezones, dejando entrever la hermosura de sus pechos.

No dejé de acariciar sus torneados muslos durante todo el camino mientras comentábamos todo lo que haríamos al llegar.

Al llegar al balneario, por estar nuestra casa colocada al final del mismo exactamente, pudimos comprobar, que tal como lo habíamos pensado, éramos los únicos seres vivientes en esa gran y hermosa superficie, o al menos, eso pensamos.

Al bajarnos del auto y acercándome a la puerta, me llamó la atención que no tenía llave como me acordaba de haberla dejado sino que únicamente el picaporte.

Pensando que tal vez lo había olvidado la ultima vez que habíamos estado ahí, no le di importancia y bajamos los víveres del carro.

Rápidamente, Martha se quitó los pantaloncillos para quedar enfundada solo en el bikini, que aunque no lo crean empezó a producirme una erección en mi miembro de solo verla, y corrió hacia el mar, dándose una zambullida con gran habilidad.

Con rapidez, saqué mi bañador de la pequeña maleta que llevábamos y entré a la habitación principal de la casa, dispuesto a darle alcance en el agua y empezar a disfrutar a ese cromo de mujer que tenía a mi disposición.

Apenas y acababa de pasar la puerta de la habitación cuando sentí un intenso golpe en el rostro que me hizo caer al suelo, dándome vueltas todo el cuarto, mientras me parecía oír voces extrañas a mi alrededor, y sentí que varias manos me sujetaban para ponerme de pie.

Eran tres tipos, de aspecto extranjero aunque hablaban perfectamente el español, tremendamente desaliñados, sucios y con barba crecida.

Según me dijeron a gritos hacía 2 semanas que estaban en la casa y venían huyendo del norte del país, aunque nunca entendí, quizás por mi aturdimiento de que o de quien huían.

En lo único que pensé en ese momento fue en Martha, quien al ver mi tardanza, velozmente se acercaba al interior de la casa, llamándome a gritos, los cuales no podía contestar por estarme tapando uno de los fulanos la boca.

Entre 2 de los tipos, me arrastraron hacia unos de los muros del cuarto, mientras el otro, aparentemente quien daba las ordenes que los otros obedecían sin chistar, se colocaba detrás de la puerta de la habitación abierta, en franca espera de tan jugoso botín que en ese momento entraba al cuarto.

El tipo brincó sobre mi esposa, sujetándola entre los brazos con tal fuerza, que ambos cayeron al suelo, mi desesperación fue terrible, el asqueroso sujeto dominaba con el peso de su cuerpo a Martha, su piel blanca y húmeda por el mar, su fina y elegante figura contrastaba dramáticamente con aquel tipo asqueroso y peludo, que rápidamente controlo la situación, sentándose en la cama, sin soltar a mi esposa, que quedó entre sus largos brazos sentada junto a el.

Sin apartar la vista de mi mujer, dio instrucciones para que me ataran donde estaba, lo que hicieron con mi misma camisa en las manos y con la cuerdas de las cortinas en los pies, dejándome totalmente inmóvil. Martha, quien ya para entonces lloraba y suplicaba nos dejaran en libertad, fue liberada por el fulano pero solo para que pudiera ponerse de pie en el centro de un pequeño circulo formado por los tres individuos, que comentaban algo en inglés, de lo cual solo pude entender lo buena que estaba, como se la cogerían y quien seria el primero.

El que parecía el jefe de los tres, gritó que el sería el primero, y que cuando se fastidiara de cogerse a mi mujer, se la daría a los otros dos.

Decir esto y empujar a Martha sobre la cama fue una misma acción, quedando tendida boca arriba cuan larga es, recibiendo encima al fornido sujeto que ya se arrancaba los pantalones enfebrecido por el precioso panorama que tenía ante sus ojos.

La lucha de mi mujer por liberarse, era inútil.

El cabrón al no poder adueñarse de los labios de Martha, dejó caer un soberbio manazo en su precioso rostro, lo cual hizo que Martha dejara de resistirse tan fuertemente , lo que aprovecho el violador para arrancarle el sujetador del bikini, mientras mordía sus labios y su lengua recorría salvajemente el interior de su boca.

Ella gemía de dolor y sollozaba implorando clemencia.

Los otros 2 sujetos se sentaron junto a mi, dispuestos a disfrutar la velada y obligándome a ver, lo que por momento intentaba yo evitar contemplar.

Al tiempo que los sujetos me decían en voz baja, todo lo que su jefe le haría a mi exquisita puta – así me lo decían –, el sujeto había arrancado violentamente la parte inferior del bañador de Martha, y sin despegar sus labios de los de ella, y sujetándole fuertemente los brazos por las delicadas muñecas con una de sus manazas, la otra sacó un miembro enorme, o al menos yo lo vi gigantesco, que sin ninguna piedad fue encajado en la cuidada raja de mi mujer, arándole un largo gemido de dolor.

Sin hacer ningún tipo de movimiento, el tipo liberó las manos y la boca de mi esposa, sobandole los pechos, pellizcando sus pezones, que vi como aumentaron rápidamente de tamaño, mientras con la boca, succionaba su blanco cuello desde las orejas hasta su base.

Empezó a bombear a mi esposa, a sacar y meter ese enorme miembro en la preciosa vagina, primero lentamente y luego más fuerte, y mas fuerte y más fuerte, hasta que mi esposa dejó de protestar.

Clavó sus ojos llorosos en los míos, como pidiéndome perdón por lo que iba a hacer, y se abandonó por completo al miembro inmenso que la estaba cogiendo, pasando sus brazos por la espalda del tipo y rodeando su cadera con sus torneadas piernas.

Empezó a agitar la cadera al ritmo de las embestidas masculinas, hasta que sus gemidos se fueron haciendo mas fuertes y seguidos y mirándome de nuevo, jadeando, sumamente excitada, su cuerpo se crispo, sus piernas apretaron la cadera masculina y comprendí que había llegado al orgasmo y que ahora disfrutaba sexualmente de la violación de que era objeto.

Mientras los otros fulanos festejaban ruidosamente la violenta posesión, mis ojos se nublaron de llanto, aunque he de aceptar que una morbosa excitación impedía separar mis ojos de mi esposa, que recibía y disfrutaba de otro miembro que no era el mío.

No se cuanto tiempo se la estuvo cogiendo el tipo.

A mi parecieron siglos, lo vi cambiar de posición a la grácil figura femenina incontables veces, hasta que ruidosamente dejo venir su semen en el interior de mi esposa, que yo calculo, habrá tenido ya para ese entonces unos 6 o 7 orgasmos. Tenía que reconocerlo, que cogida le había pegado.

Cuando pensé que los otros le saltarían encima para metersela por todos lados, pues esa intención tuvieron al acercarse a velozmente a la cama, su jefe los paró en seco gritando que Martha sería suya hasta que se cansara y todavía no la disfrutaba del todo.

Acto seguido, hizo que Martha se pusiera de pie, y sin dejar que se limpiara el semen que escurría entre sus piernas, ordenó fuera con ellos hacia la cocina para prepararles algo de comer.

A mi también me llevaron a la cocina, solo para ver como después de atenderles y aguantar llorando las manos de los tres fulanos en todo su cuerpo desnudo, el jefe la sentara junto a el en la mesa, y diciéndome lo buena que era en la cama, pasó un brazo por sobre los hombros de ella, descansando su manaza en los pechos, cuyos pezones jugueteaba con los dedos y pellizcaba, causando en Martha una reacción de excitación, misma que se adivinaba por la erección y dureza de los mismos.

Su otra mano se perdió entre los muslos de mi mujer la cual definitivamente ya disfrutaba del individuo, y gemidos de verdadero placer empezaron a escapar de su garganta.

Ella no pudo evitar un traicionero orgasmo en las manos de aquel tipo, pero mirándome fijamente a los ojos, suplico al fulano la hiciera suya en la habitación, sin que yo siguiera sufriendo la humillación de verlo.

El tipo, sorprendentemente aceptó tal petición y los vi perderse a los cuatro en la habitación.

El tiempo se me hizo eterno, fueron horas y horas, y horas, donde no escuchaba yo mas que los gemidos de mi esposa, cada vez que alcanzaba un orgasmo, y por seguir escuchando esos ruidos mientras el jefe iba a la cocina por cerveza o por alimentos, comprendí que Martha había sido violada ya por los otros dos tipos.

A ella no la volví a ver hasta la mañana del domingo, cuando sobresaltado desperté del sueño que afortunadamente me había ganado, al sentir un fuerte golpe en la espalda.

Ahí estaba mi escultural mujer, sin fuerzas, prácticamente levantada por cada brazo por cada uno de los fulanos, totalmente sucia, con semen reseco en las piernas, en los muslos, en la cara, en los pechos, los pezones totalmente amoratados, sus pechos llenos de marcas y mordidas, el pelo totalmente revuelto y cubriéndole la cara, la cual denotaba también muestras de semen reseco alrededor de los labios, los cuales denotabas también la manera tan brutal como habían sido tratados.

El jefe, parado frente a mi, me indicó que ya habían tomado una decisión respecto a nosotros.

Me dijo que por haber sido mi esposa tan complaciente con ellos, durante las mas de 24 horas que se la estuvieron cogiendo los 3, y por no haber disfrutado de una mujer tan fina en mucho tiempo, se iban dejándonos con vida, no sin antes advertirme, que en el éxtasis de ser cogida, mi esposa había revelado datos personales y familiares nuestros como para hacernos pagar con nuestros hijos, si es que denunciábamos este hecho.

Acto seguido aventaron al bulto que me habían dejado por esposa, sobre de mi y desaparecieron.

Ella no se de donde tuvo fuerzas para liberar mis ataduras, y sobreponiéndome al entumecimiento por la inmovilidad de mis brazos, la abrasé tiernamente mientras se convulsionaba en un frenético llanto.

Sentía como olía a sexo, a semen, al sudor de esos desgraciados que la habían disfrutado hasta hartarse.

Prácticamente cargándola, la lleve hasta el baño para lavarla completamente.

Fue cuando me di cuenta que de su culo, vetado hasta para mi, ya que ella no compartía la idea del sexo anal, también le escurría semen, no reseco, comprendiendo que por ultimo había sido penetrada por los 3 sujetos al mismo tiempo y por todas sus cavidades.

Ocultamos y disimulamos lo mejor que pudimos los rastros en su cuerpo que no podían ser cubiertos por sus ropas y abandonamos ese lugar, el cual obviamente hace 2 días vendí a un precio de risa.

Martha, obviamente ya no es la misma.

Despierta sobresaltada por las noches y llora al recordar que el tipo que era el jefe, mientras se la cogía por ultima vez y conociendo ya nuestra dirección, no descartó la idea de buscarla posteriormente.

Yo no lo creo, y aunque mi esposa no ha querido ya tener relaciones sexuales conmigo, se que el fondo, se despierta excitada al recordar la terrible violación de que fue objeto.

Por mi parte, tampoco soy el mismo, con el paso de los días y ante el comprensible rechazo de mi esposa, que se que con el tiempo ira pasando, me he masturbado frenéticamente recordando a mi sensual y fina esposa, siendo penetrada salvajemente por el enorme individuo que vino a cambiar radicalmente nuestras vidas.