Por aquel entonces tenía 18 años, apenas con unos meses de casada, aún me resultaba conflictiva la experiencia que había tenido con mi marido y el conserje, pues hasta antes de ese día, siempre me había relacionado con personas que conocía socialmente, esta vez en cambio, me había permitido tener sexo con un completo desconocido, y todo debido a la perversa calentura de mi esposo que tanto insistió que acabe complaciéndolo.
Sin embargo, la experiencia vivida, algo totalmente desconocido para mí, me hizo no solo ponerme a mil, sino que hizo volar mi fantasía mientras el viejo pervertido ese disfrutaba de mi cuerpo, metiéndome verga a su gusto y haciéndome explotar en inmensos y tremendos orgasmos, cosa que ni ensueños mi esposo hubiera podido conseguir.
Cada vez que recordaba el hecho me ponía súper caliente y mi entrepierna se humedecía hasta mojar mis prendas interiores. Con tan solo recordar esa experiencia con un extraño, sólo imaginar esa sensación de ser usada y la adrenalina del peligro que eso suponía, hacía que mi excitación llegara a límites que yo misma desconocía en mí y claro está, hacia volar mi imaginación.
Sin querer, frecuentemente pasaba del recuerdo de la experiencia vivida a fantasear con ser una puta usada por algún pervertido desconocido.
Esa noche algo cambio dentro de mi profundamente. Mi deseo de volver a ser usada por desconocidos me hacía hervir la sangre. No era el hecho de coger, ya que mi marido me lo hacía cada rato, sino el hecho se sentirme abusada por extraños, ya que lo que el viejo depravado me hizo sentir, no lo olvidaría nunca y, definitivamente, yo quería volver a vivir esa excitación, esa adrenalina, ese peligro, esa fantasía.
Tome la determinación y jure no arrepentirme de conseguir con quien realizar esa fantasía de que algún extraño me hiciera sentir que era su puta y me humillara hasta el orgasmo.
Empecé a salir sola de noche en busca de aventura. Cada vez que salía a estas excursiones nocturnas, al paso de los días, sin darme cuenta comencé a arreglarme de un modo distinto, me maquillaba más, mi ropa era más provocativa y no sólo yo me daba cuenta de aquellos cambios sino también todos mis conocidos que me miraba por la calle.
Sin embargo, andar de caliente sola por la calle ya entrada la noche en busca de aventura era una cosa, tomar la decisión de aceptar meterme con un desconocido era otra, algo había en mí, que me detenía, realmente me daba pena, yo me moría de ganas, pero también me moría de vergüenza, realmente no era tan fácil como imagine. Además, no olvidar que yo era casada y muchas personas nos conocían.
Finalmente, un buen día, es decir una cálida noche, ardía yo de ganas, así que, cuando un auto se detiene junto a mí, aunque yo súper nerviosa, me moría de angustia por ser prácticamente mi primera vez, respire profundo, me arme de valor y, sin ya detenerme a pensarlo más, en un impulso irresistible me subí al auto del desconocido.
Mi corazón latía desbocado, parecía que se me iba a salir, de la emoción, yo me encontraba un poco aturdida y súper nerviosa, casi no sabía cómo comportarme. El hombre arranco el vehículo y se dirigió hacia unos barrios oscuros, un sector bastante peligroso, mi corazón se abombaba en el pecho, temor y excitación, en un sector desierto detuvo el auto sin detener el motor, mirándome con lujuria, bajó el cierre de mi chaqueta y manoseó mis pechos, yo lo deje hacer, me moría de excitación, liberando mis senos, subió el sostén a la altura de mi cuello y empezó a manosear y a chuparme mis tetas con lujuria, yo ya estaba poniéndome de lo más caliente y no era para menos.
Tomo mi mano y me la coloco sobre su bulto frotándoselo, así que yo, sin más, liberé su miembro y comencé a chuparlo dejándolo entrar hasta el fondo de mi boca, lo saque y lo lamí desde los testículos hasta su cabeza, chupo y aspiro, mi excitación iba en aumento, el marca el ritmo de los movimientos de mi boca, estoy deseando que me tome, cuando de pronto, se viene en mi boca derramando una gran cantidad de leche que sale por mis comisuras, nunca retiró el miembro de mi boca obligándome a tragar toda su explosión, al terminar se retira y me pregunta donde me deja, le digo que en el mismo lugar donde me recogió, no han pasado veinte minutos y mi cuerpo está que arde, necesito una penetración ya, urgente, el pendejo me dejo peor que cuando me subí a su auto, así que yo todavía seguía que me moría por sentir una verga dentro de mí.
Sin decir nada maneja y llegamos al lugar donde me levanto y me pasa dos mil pesos!! Solo por una mamada y la verdad ni duro nadita, me dejo con tremendas ganas.
Ni bien me acababa de bajar, cuando de pronto aparece una camioneta de lujo, la cual se detiene muy cerca de mi haciéndome señas que me acercara.
Me acerco a la ventana y los dos pasajeros me proponen llevarme, así que, sin dudarlo un instante, acepto su amable ofrecimiento y enseguida me subo al vehículo, me senté en medio de los dos hombres y rápidamente nos marchamos de ahí.
Durante el trayecto apoyé cada una de mis manos sobre el bulto de cada uno sonriendo de manera inocente, pero de lo más coqueta, de lo más insinuante y descarada posible.
Ya no era momento de andar con falsos fingimientos. Les sobaba por sobre el pantalón notando como les crecía y se les ponía dura, no dejaba de mirarlos a los ojos y sabiendo como eso los excitaba.
Cuando llegamos al lugar, nos bajamos y entramos a una salita muy lujosa, me ofrecieron una bebida y los tres empezamos a tomar, pusieron una música de lo más cachonda y acercándose a mí, me empezaron a besar cachondamente manoseándome por todos lados.
Uno me manoseaba los senos y el sexo, el otro por detrás, también me agarraba las tetas y las nalgas. Yo me movía coquetamente sonriendo y ronroneando como una gatita.
Uno de ellos, me levanta la faldita y bajo el panty me empieza a meter los dedos en mi ano, los introducía y sacaba simulando una penetración, mis gemidos lo excitaban, necesitaba que me penetrara ya, yo ya no podía más de la excitación, necesitaba sentir una verga atravesando mi cuerpo.
El otro hombre hacía lo propio chupándome los pezones y metiéndome los dedos en el sexo, notando como me encontraba ya de mojada. Yo suspiraba y gemía con sus manoseos, excitándolos al máximo.
Me gusta tu culo, decía uno de ellos, quiero dártelo por detrás. Si bb, dame por atrás- le digo, el otro hombre se recostó en el sofá bajándose los pantalones en una clara muestra de que se la chupara.
Así que me quité los calzones y se la empecé a chupar al tiempo que me ponía en cuatro de espaldas al otro hombre, el cual, sin más, se acomodó detrás de mí y me la empezó a meter de a poco por detrás. Haciéndome gemir y suspirar de placer y lujuria.
Yo ya caliente como verdadera puta, me acomode sobre el hombre que estaba tumbado sobre el sofá, tomé su verga la acomodé a la entrada de mi sexo y comencé a bajar lentamente, sentía como se abría hasta que entró la cabeza, me mantuve quieta un rato y luego dejé caer todo mi peso de modo que la verga entró de un solo golpe, un grito de lujuria y placer salió de mi garganta, el hombre detrás de mí me sujetaba de las nalgas mientras se movía sacando y metiendo su verga dentro de mi culo, yo gritaba de placer, instándolo a darme con más fuerza, a que usara bien ese culito que le ofrecía a alguien por vez primera, hasta que acabé con un tremendo orgasmo inacabable que me dejó agotada, les pedía que acabasen dentro de mí , hasta que sentí un mar de leche caliente regar mi recto y mi sexo.
Los dos hombres me dieron muy buena verga durante un buen rato hasta que se vaciaron dentro de mi llenándome todita de leche caliente.
Finalmente, los dos hombres me fueron a dejar, quedando que me buscarían en otra ocasión y me regalaron 2000 cada uno. Me sentí súper orgullosa, no por haber ganado ese dinero, sino que significaba que yo había realizado una buena labor con esos hombres y de esa manera me agradecían, para mí fue como una graduación por haber conseguido pasar la prueba como toda una verdadera puta y eso me causaba gran satisfacción.
Sentirme puta entre desconocidos me ponía a mil de volada y casi enseguida me mojaba todita, nomás de pensarlo.
Así que cuando llegué a mi casa, me topé con el conserje que, ya traía unos cuantos tragos encima, así que no me costó nadita seducirlo. Enseguida me metió a su cuarto y le deje que le diera vuelo a su perversión y bajos instintos en lo que a mí me sacaba tremendos orgasmos incontenibles. El pinche viejo-sabia coger como pocos y te dejaba botada exhausta en el piso escurriendo semen y pidiendo por más. De esos hombres sí que vale la pena temer por lo menos un par de amigos así para lo que se ofrezca.
Así fue que empecé a ofrecerme como puta en las esquinas oscuras de la colonia. Me sentía una mujer súper ardiente y súper realizada. No se me hacía que estuviera haciendo nada malo debido a la tremenda excitación que eso me provocaba y la tremenda satisfacción que lograba con los clientes ocasionales.
NOTA: por cierto, que la venta de capsulas para hombre ha sido todo un exito. Solicita informes en mi correo que está en la página de Relatos Eróticos.
Venta de Contenido
Melany0209@proton.me