CAPÍTULO 1 ~ Algo de color
Estaba sentado en los asientos libres de una cafetería, había pedido mi café, como siempre lo hacia, y me puse a ver mi entorno mientras le daba un pequeño sorbo. Todo era lo mismo, la misma vista, la misma gente por las mañanas, la misma sensación de sentirse aburrido con la vida.
Baje la vista, viendo mi propio reflejo en el café de la taza, el vapor subiendo, y el olor era algo relajante. Mi expresión era de lo peor: serio, ojos oscuros sin brillo, rostro algo pálido, cabello corto y revuelto, no habia ningún orden ni preocupación real por mi aspecto.
Por naturaleza siempre observaba a mi alrededor, escuchaba las conversaciones entrelazadas entre personas desconocidas, murmullos, pequeñas risas, gente hablando del trabajo, de la familia, de todo lo cotidiano, todo era gris para mi.
—»Que aburrido…»
Dije en un suspiro bajo para mi mismo.
Cuando vuelvo a subir la vista al frente, veo un destello, algo brillante, fue solo por unos milisegundos, era una chica que nunca había visto, era la primera ves que la veía en esa cafetería. Ella se sento varías mesas más allá de donde estaba yo, sola, o al menos me parecía que no estaba con nadie más.
Me sentía muy extraño en ese momento, me daba la sensación de que había visto algo que me abrumó derrepente, no había notado que mis ojos se abrieron más de lo normal.
—Quisiera un café vainilla por favor.
Pidió ella con un tono tan dulce y tierno al mismo tiempo.
Su aspecto era totalmente distinto, algo que llamaba mi atención; llevaba un poleron ancho de color verde agua con un pantalon sencillo, pero lo que más me atraía de su aspecto era su pelo teñido de blanco, corto largo, desordenado pero liso, era una imagen completamente nueva para mi, no pude evitar seguir mirandola de reojo.
Su pedido llego, y su expresión quedo totalmente eufórica, parecía una niña que estaba apunto de comer un dulce. No tardo en dar el primer sorbo y mostrar un rostro lleno de satisfacción y felicidad.
—Hmmm ¡Que rico!
Por algun motivo, cuando la vi poner esa expresion, esa cara de felicidad, como si no le preocupara absolutamente nada más, se formo una pequeña sonrisa que se dibujo en mí sin darme cuenta.
CAPÍTULO 2 ~ Esa chispa, esa electricidad
Ella disfrutaba tanto de su café, que parecía exagerar la felicidad que mostraba, en mayor parte se mostraba relajada, calmada mientras miraba por el ventanal con una mano apoyada en la mejilla.
Pero ocurrió lo que no me esperaba…
En un momento dado, cruzamos miradas, y senti un rubor en las mejillas, bajando la mirada apenas mientras seguía tomando de mi café disimuladamente. Ella lo noto, y no pudo evitar soltar una pequeña risita que alcance a escuchar.
—¡Ji, ji!…
Mis ojos inevitables, se desviaban hacía donde estaba ella, cada vez que volvia a observarla de reojo, alcanzaba a ver como ella seguía manteniendo la mirada hacia mí. Cada vez estaba más nervioso, mis manos temblaban al tomar la taza, me encogí de hombros sintiéndome atrapado, acorralado en su mirada que ella seguía manteniendo.
Pero…
—¡Cof! Hugh.. ugh…
Casi me atraganto con el café cuando vi como ella se levantaba de su asiento, acercándose hacia donde yo estaba.
—Hmm..mmm..
Ella tarareaba mientras caminaba con pasos lentos hacía mi y se sento en la silla de enfrente con su taza, apoyándola en la misma mesa donde estaba la mía.
—Hey… ¿Acaso tengo algo en la cara?..
Pregunto ella con un tono tierno, coqueto.
Yo no pude responder de inmediato.
—Eh… No..
Mi voz era un total atropello de palabras que no se lograban formular.
—¡Ji, ji! Es que no dejas de mirarme…
Dijo en un tono bajo, que solo se permitió escuchar en el espacio que había entre nosotros.
—N-no es nada…
Ella tomo un sorbo de su cafe, expectante, con una sonrisa entre medio, analizando mi mirada que se mantenía baja, observando mi mentira descuidada. Al subir la mirada para verla a los ojos, algo ocurrió en ambos, un escalofrío electrizante recorrió nuestros cuerpos, y por primera vez un brillo intenso se vieron en mis ojos, los dos nos quedamos sin palabras, y ella comenzó a sonrojarse también.
CAPÍTULO 3 ~ Algo nuevo
—Yyy… ¿Cual es tu nombre?
Preguntó ella de repente, tratando de esconder su rostro ruborizado bajo su manga del poleron.
—J-Jason… Mi nombre es Jason…
Respondí, también escondiendo mi rostro bajo la taza al tomar otro sorbo.
Los dos estábamos evitando un poco la mirada cuando hablábamos, no podíamos evitar cruzar miradas y apartarla un segundo después, solo que ella lo mantenía más tiempo, solía tener confianza muy rápido algunas veces, haciendo notar la clara diferencia de quien de los dos era más tímido.
—Y… ¿C-cual es el tuyo?
Pregunté, tratando de mantener un tono más relajado, cosa que se me hacía imposible por que era realmente muy timido. Ella por un momento olvido su poca timidez que posee cuando le pregunte también su nombre, mostrando una sonrisa inocente y alegre.
—Soy Sofía, mucho gusto… Mirón…
Dijo en un tono algo burlón y amable, haciéndome toser un poco cuando estaba terminando de tomar el café.
—B-bueno, yo solo estaba… ¿¡Mm!?
Mi voz se apago inmediatamente, cuando sentí un roce de sus piernas tocando los míos por debajo de la mesa, mientras ella fingía inocencia, con una sonrisa coqueta.
—¿Que ocurre? ¿Te pasa algo?
Pregunto ella, fingiendo como que no se daba cuenta de lo que estaba haciendo.
—¿Q-que haces?
—Naada… ¿Por que?
Me temblaba tanto la voz que no podia hablar, queria disimularlo con otro sorbo de café pero me lo había terminado.
Ella no detuvo el movimiento de sus roces, de hecho, lo hacia con más intención.
—Eres muy lindo cuando estas nervioso ¿Lo sabías?…
—O-oye, disculpa…. Este…
Por instinto, moví mis piernas para evitar sus roces, tratando de mantener la compostura.
Ella se fijo que evitaba mirarla, incluso noto una pequeña expresión apagada en mi rostro.
—No te disculpes… —dijo con un tono más cariñoso.—Supongo que nos veremos en alguna otra ocasión verdad? ¿Siempre frecuentas esta cafetería?
Su cambio de actitud fue un poco forzada, en ese momento no había entendido.
—Si… Cada mañana… Vengo aquí a tomar un cafe…
—Humm… Esta bien entonces, vendré mañana otra vez..
Su voz volvió a subir de tono coqueto en la ultima frase. Yo sin nada más que pudiera decir, ella se levantó de su asiento.
—Bueno, yo tengo que irme ahora, un gusto conocerte… Jason…
Esa pausa, fue un total aviso de que la volvería a ver.
—C-claro, nos vemos Sofía..
Antes de irse, noté como se le cayo algo al suelo, ella disimulando descaradamente, se inclino para recogerlo, mostrando la curva que se le marcaba en el trasero. Mi vista se desvío por un segundo apartando rápidamente, por simple cuestión de no arruinar nada. Se incorporo de nuevo, mirándome de reojo por el hombro, viendo como me sonrojaba aun más.
—Nos vemos…
Dijo finalmente y salió de la cafetería.
La observe irse, con el corazón latiendo a mil por hora, mientras trataba de procesar todo lo que ocurrió, era tan inesperado lo que había pasado, que no pude evitar pedir otro café para relajarme.
Desde entonces, supe que algo nuevo se había añadido a mi rutina mañanera. Sofía.
CAPÍTULO 4 ~ Todo avanza muy rápido no?
Después de lo que ocurrió, ya habían pasado solo dos días y Sofía se encontraba en la cafetería incluso antes que yo, ella era demasiado intensa, muy directa a veces, parecía jugar con mi timidez en ciertos momentos, en ocasiones se acercaba mucho, rozaba mi mano a propósito, y se acomodaba los pechos como si nada.
Al tercer día, nos encontramos justo en la esquina de la calle, donde quedaba justo la cafetería.
—¡Hola Jason! Llegamos al mismo tiempo eh?
—H-hola Sofia.
Ella tomo mi brazo y se apego a mi derrepente.
—¿Entramos?—Dijo con una sonrisita viendo como me sonrojaba de inmediato.
Cuando nos sentamos, pedimos como siempre nuestro café y pasamos una mañana tranquila, todo parecía relajante por momentos muy prolongados, hasta que ella preguntó algo que me dejo helado.
—¿Cuando vas a invitarme a tu casa?—Pregunto con cierta mirada intensa mientras tomaba de su café, observando mi reacción.
Todo mi cuerpo se puso tenso, apretando la taza entre mis manos.—¿Q-que dices?—Pregunte con la voz un poco temblorosa.
—Bueno, hoy es sábado, y no pienso no hacer nada cuando estamos libre de trabajo… ¿No crees?—Su tono era cada vez más penetrante, era como estar rodeado de espadas contra la pared, sintiendo que no había escapatoria por ningún lado.
—B-bueno, yo… Yo no se si… Debería realmente…—Cada vez controlaba menos mis palabras, pero ella presionó aun más.
—¿Que ocurre Jason?¿Tanto te intimido? Yo no muerdo sabes?… Bueno, no todavía…
Sentía como Sofía rompía todas mis defensas, cada cosa que decía, cada movimiento suyo repentino me quebraba de a poco. Ella solo se me quedaba mirando, con pequeñas risas juguetonas mientras terminaba su café, algo impaciente por mi respuesta.
—Quizas… Podría invitarte a mi departamento alguna vez…—Dije evitando su mirada intensa.
—¿Vives en un departamento? Eso es más interesante…—Dijo mientras se levantaba tomándome del brazo, pagando nuestro café—¿Me llevaras entonces?…
Salimos de la cafetería con pasos rápidos arrastrado por Sofía.—¿¡Ahora!?—Dije sorprendido por lo rápido que todo estaba pasando.—Ni siquiera había terminado mi café.—Ella solo pudo reír por mi reacción mientras sostenía mi mano.
Sin más remedio, caminamos juntos, mi corazón latía tan rápido que parecía que saldría de mi pecho en cualquier momento. La personalidad, la felicidad de Sofía me provocaba una chispa de emociones que había reprimido hace tiempo. Finalmente llegamos a mi departamento.
—A-aqui es… Aquí vivo…
CAPÍTULO 5 ~ Lo que tanto temía, salio a la luz
—¡Wooaaa! ¡Es un gran departamento! —Dijo cuando abrí la puerta invitándola dentro.—¡Es asombroso el espacio que ahí aquí!
Miraba a todos lados, viendo cada decoración que había; una gran televisión en una pared, en medio una mesita que acompañaba a un sofá grande, en el suelo, se posaba una alfombra de tirantes coloridos que decoraba todo muy bien por la parte de la sala, al otro extremo, estaba la cocina que rodeaba dejando un espacio en medio para cocinar, lavar, y dejar todos los trastes, en un costado había un refrigerador y un pequeño almacén donde se guardaba los alimentos.
—No puede ser…—Dijo en un suspiro extenso de asombro— ¿¡Tienes una vista increíble desde este ventanal!?
—Bueno… Viste que subimos varios pisos hasta acá no?
—¡Wua ha ha! ¡Es impresionante! —Su rostro de felicidad era todo un espectáculo mientras miraba por el ventanal, se veía como toda una niña en un parque de diversiones.
—Estas exagerando.—Le dije mientras colgaba las llaves al lado de la puerta
—Pero que dices? ¡Esto es genial! Seguro que ya has invitado a otras chicas antes.
Mi expresión cuando dijo eso fue un poco apagada, solté una risita irónica.—Si, seguro…— Dije en voz baja.
Sofía al mirarme de reojo, noto que no estaba tan emocionado en ese momento, me senté en el sofá, y ella se fue acercando de a poco, a pasos muy lentos.
—Te…—Comenzó a hablar, dudando si preguntarme o no.—¿Te ocurre algo Jason?
Su pregunta sonó muy delicada, como si sus palabras pudieran romper algo frágil.
—No… No es nada…—Dije en un tono muy somnoliento.
Sofia comenzó a sentarse lentamente a mi lado, viendo como tenía la mirada un poco baja. Por su lado ella siempre notaba esos pequeños detalles en mi, como que sentía ese pesar en el ambiente.
—Hay algo…—Sofía volvió a dudar.—¿Hay algo que te molesta?
Su voz, tan dulce y relajante, era como ser abrazado por un aire cálido.—No.. Yo…— Mis palabras no lograban salir de mí, no podía.
Ella en ese momento también notó ese detalle, era asombrosa en ese aspecto, lentamente y con duda también, tomo mi mano despacio que estaba apoyada en mis piernas.
—Crees que… ¿Crees que fui muy rápida al venir aquí? Es… ¿Es eso?
Por alguna razón, mi corazón dio un pequeño vuelco, no era eso, no era para nada lo que ella creía.
—Disculpa si es que… Si es que tomó confianza muy rapido, es solo que…
—¡No es eso!— Mi voz se disparó de repente, mi mano tensandose bajo la suya.
—Yo…— Sofía estaba muy expectante y atenta a lo que estaba por decir.— Yo simplemente… Nunca estuve con nadie así antes y ahora… Tengo miedo…
CAPÍTULO 6 ~ El impulso quebradizo
Sofía se sorprendió al escucharme, y por algún motivo que ni ella sabía muy bien exactamente, comenzó a temblarle la mano.
—J-Jason, por que tienes…—Sofía se detuvo en seco, al ver como se me escapaban unas cuantas lagrimas.
Fue entonces, que Sofía lo sintió, algo que nunca había sentido la invadió completamente, un impulso que la hizo actuar. Soltó mi mano lentamente, y la subió hasta mi mejilla, girando mi rostro para que la viera mientras sus labios se acercaron a los míos, besándome con un cariño que lo mantuvo largo rato.
—Sofía…—Me aparte un momento para decir algo, pero ella volvió a juntar sus labios con los míos, derramando lágrimas también.
Me sentía tan confundido y asombrado, que no sabía que ocurría en ese instante, pero si sabía, que mi corazón no dejaba de latir—¡Tucum, Tucum!—Fue un momento completamente inesperado, era la primera vez que alguien hacía algo así, no pude evitar cerrar los ojos.
Ella también tenía lo suyo escondido, solo que ni ella lo sabía hasta que surgió esa chispa cuando nos miramos en la cafetería. Nos apartamos un momento, yo para respirar un segundo, pero Sofía, Sofía estaba agitada, jadeando a un ritmo moderado.
—Sofia…
—Jason… Yo…
Me levante lentamente del sofá, pero ella lo hizo más rápido, y comenzó a caminar contra mi a una pared.
—Jason…Cuando…—Sus pasos eran lentos, muy apegado a mi.—Cuando te vi en la cafetería ese día, algo… Algo paso…
—S-Sofía… Yo… Nose…—Mi voz estaba completamente helado por sus pasos mientras yo retrocedía lentamente.
—Jason…—Sus manos comenzaron a rodearme, terminando acorralandome en la pared, mi espalda chocando completamente.—No sabes… No sabes lo que provocaste…
No entendía nada en ese momento, pero poco a poco acercaba su rostro al mío, atrapandome con las manos a un lado de mi cabeza.
—¿Q-que dices Sofia?— Ella estaba dominándome por completo, pegando sus pechos en mi torso.
—N-no lo se… Solo se que..—Las mejillas de Sofía estaban ardiendo, estaba completamente ruborizada.— Se que esto que siento… Nunca lo había sentido antes…
Sofía tomó una de mis manos y las puso entre su pecho, presionando.—¿Puedes sentirlo?… ¿Sientes como mi corazón late por ti? —Sus palabras me quebraban, una sensación me hundía en el pecho.
—S-Sofía…. Yo…—Sofía empezó a acercar sus labios a los míos, tomandome otra vez.
Una de sus rodillas comenzó a presionar un poco mi entrepierna.—Sofía… espera…—Me aparté un momento para detenerla.
—Yo… no puedo…
Sofía me miró como si todavía no supiera que me ocurría, comenzaba a creer que yo no quería nada con ella.
—No quieres… Hacerlo conmigo Jason?—pregunto con una voz casi rota.
—Es que… Tengo miedo de… Que solo quieras mi cuerpo y nada más…
Gire el rostro a un lado para evitar verla a los ojos, Sofía solo pudo ver como mi voz se quebraba cada vez más.
—Y si después de esto te vas… No podría soportarlo de nuevo…
—¡¡No es así!!— La voz de Sofía salió disparada de repente, tomándome el rostro con sus manos, girándola para que la vea a los ojos.
—Jason, ¡Yo nunca sentí algo así antes! ¡Yo nunca hice esto con nadie!— Mis ojos brillaban al verla, no podía contener la emoción de que todo esto era demasiado para mí.
—¡Nunca sentí este impulso de entregarme a alguien así!
Sofía comenzó a derramar lagrimas mientras volvía a tomarme con sus labios, su beso era más intenso, hambriento, jadeaba como si se estuviera quedando sin aire.
—¡Sofia! ¡Yo!…— Sofía no se detenía, parecía incluso desesperada, pero se detuvo jadeando al máximo mirandome a los ojos con intensidad y fuego contenido.
—No digas nada… Tómame, llévame a tu cama por favor…—Su tono era bajo, sus mejillas encendidas, sus palabras me destrozaban, ese impulso quebradizo me dejo con todo el deseo al límite.
CAPÍTULO 7 ~ La primera vez de ambos
El ambiente estaba completamente cargado de calor, la habitación estaba un poco desordenada, una cama lo suficientemente grande para dos personas, otro ventanal más pequeño que llevaba a un balcón, y un cuarto de baño. Sofía estaba ardiendo, no soportaba el calor que sentía en su cuerpo.
—Sofía… Esto es tan… Repentino…
Mis mejillas ardían, rojas, mientras que ella me empujaba suavemente hacia la cama, subiendo lentamente sobre mi.
—Yo no quiero usarte Jason… Quiero estar contigo, no quiero irme…
—¿Por que? Yo no soy tan especial…
Sofía silencio mis palabras cuando comenzó a desnudarse lentamente mientras mantenía la mirada en mis ojos.
Yo no podía, esa reverencia, esa imagen que ella dejaba mostrarme me rompía, mis manos temblaban a más no poder.
—Para mí lo eres Jason… Mírame, quiero que me veas entregada a ti.—Yo evitaba la mirada, pero ella sostuvo mi rostro con sus manos, todo su cuerpo era una obra de arte; su cuello fino y brillante, sus pechos sobresaltaba aún más sin nada puesto, las curvas de sus caderas que se posaban sobre mí, todo era un espectáculo lascivo.
Sofía comenzó a sentir que mi entrepierna comenzaba a surgir entre sus piernas desnudas, que la hizo sonreír de picardía.
—Ohh… Así que me deseas tanto como yo a tí…—Su voz era toda una provocación.
—Yo solo… Es que…
—Shhh… Lo se… Tranquilo… —Sofía comenzó a desabrocharme el pantalón lentamente.
—Quiero ver lo que vas a usar para hacerme tuya… —Dijo susurrandome al odio.
—Sofía…—Mi voz temblaba, no podía controlar mi voz.
Finalmente, Sofía dejó libre mi erección, duro, palpitante. Quedo completamente con los ojos abierto, comenzó a temblarle la mandíbula, tragando saliva.
—Dios… Es… Es…—No pude evitar taparme el rostro con las manos.
—Es perfecto… Es más lindo de lo que pensé—Sofía no podía dejar de admirar mi pene.
—Sofía… No digas eso…
Sofía lo tomó con una mano, acariciándolo lentamente.
—Tiene una buena forma, nunca pense ver uno tan de cerca…
—Ayy…—Mi cara ardía al máximo, sentía que moriría de vergüenza ahí mismo.
Sofía se acomodo encima, guiando mi pene a la entrada de su coño sin meterlo todavía.
—Jason… Mírame…—Se detuvo antes de introducirlo, viendo como estaba tapando mi rostro con las manos.
—No puedo…Me da mucha vergüenza.—Ella hizo un puchero tierno, tomando mis manos y apartándolas con algo de firmeza.
—Mirame Jason… No voy a dejar que mi primera vez sea sin ver a los ojos a la persona que esta por follarme.— Su voz sonó firme, casi autoritario.
—Es… ¡¿Es tu primera vez!?—Dije sorprendido.
—¡Claro que si tonto!
—¿¡Y como es que haces esto sin titubear!?
Sofía relajo la voz.
—¿Esta es tu primera vez también?—Dijo ella con una voz dulce.
—¡Nunca estuve con alguien así! —Le respondí con la voz rota.
—Entonces…hagámoslo juntos…—Sofia colocó mis manos en sus caderas.—Que nuestra primera vez sea así…
—Espera Sofía… Yo todavía no estoy list…
Sofía no me dejo terminar, y comenzó a descender lentamente, dejando que mi pene desapareciera dentro de su coño poco a poco.
—Aaahhh Jason…
—Sofía Ahh.. Ahhhhhhgh…
Nuestros gemidos salieron al unisono, al mismo tiempo, el calor de su interior me rodeaba, me apretaba como si no quisiera soltarme nunca.
—Jason… Ahhh… Puedo sentirlo… Puedo sentirte dentro…
—Sofía… Estas… Muy apretada…
Nuestras voces se perdían en la sensación del otro, mis manos temblorosas sujetaban sus caderas, mientras que ella apoyaba sus manos en mi abdomen bajando hasta el fondo.
—Aaahh… Estas… Todo dentro…—Sofía puso su mirada fija en la mía con una expresión de felicidad y satisfacción.
—Jason…
—Sofía…
—Te amo…
CAPÍTULO 8 ~ Ninguno de los dos lo olvidará jamás
El vaivén comenzó, Sofia se movía lentamente, subiendo y bajando mientras gemía.
—Ahhh… Se siente… Tan bien.— Sofía se estremecía con cada uno de sus movimientos sobre mi, el placer recorría cada fibra de su piel.
Mis manos sujetaban sus caderas aun más firmes, acompañando sus movimientos empujándola hacía abajo.
—Sofía… Ahhhhh… Tu coño esta tragandome hasta el fondo…— Mis gemidos se mezclaban con las de ella, mientras que ambos acelerábamos el ritmo.
—¡Ahhhh…! ¡Sii! ¡Jason, más fuerte!— Sofía suplicaba entre gritos de placer, inclinándose para morderme el hombro.
El sonido de las embestidas resonaba por toda la habitación, cada choque de nuestras caderas eran cada vez más intensos.
—Jason…— Sofía acercó su rostro al mío, tocando la nariz con la suya mientras su aliento caliente se escapaban en mis labios.
—Sofía… —Mis labios chocaron con los suyos en un beso desesperado aún sin detener el vaivén casi frenético.
—¡Sofía…! ¡Me vuelves loco!— mis manos comenzaron a presionar su trasero con fuerza.
—¡Ahhh…! ¡Jason, te amo, te amo mucho!
Sofía se volvió a enderezar apoyando sus manos sobre mi pecho.
—¡Sofía! ¡No se cuánto más pueda aguantar!— Dije entre gemidos ahogados.
—¡No pares! ¡No te detengas Jason! ¡Sigue follandome así!— Sofía arqueaba la espalda hacia atrás, perdida en el placer.
El clímax comenzaba a subir, sintiendo que estaba por explotar.
—¡Tienes que salir! ¡Estoy por correrme! —Avise en un gemido que a Sofía le estremeció todo el cuerpo.
—¡Correte dentro de mí! ¡Lléname de tí Jason!— Sofía presionó sus caderas aún más con las mías para que no saliera de ella.
—¿¡Pero que dices!? ¡No puedo! — Le dije mientras trataba de salir de ella.
—¡Si puedes! ¡Hazlo! ¡Quiero que mi coño conozca tu semen!— Sofía sostuvo mis muñecas para evitar que la moviera, sintiendo como mi pene palpitaba dentro de ella apunto de explotar.
—¡Espera! ¡Sofíaaa!
La última embestida fuerte hizo que el semen saliera descontrolado, derramando cada gota como si llenara un recipiente.
—¡Aaaaaaahhh…! ¡Sii Jason! ¡Tu calor está llenándome tanto! —Su orgasmo llego tambien, apretando su interior con tanta fuerza que mis gemidos salieron sin control.
—¡Aahhhh! ¡Sofía! —Mis caderas convulsionaban, dando pequeños empujes dentro de ella, derramando hasta la ultima gota.
—S-Sofía….—Mi voz se perdió en el abismo del placer, mi cuerpo relajándose debajo de ella.
Sofía cayo en mi pecho, sus piernas temblaban sobre mi mientras el semen chorreaba entre sus muslos.
—Ah… Aah… Jason…— Sofía jadeaba descontroladamente, apenas controlando la respiración agitada.
—Por que…. ¿Por que no saliste?….—Dije jadeando con un brazo en la frente.
—Quería…—Sofía me miro a los ojos, llenos de un brillo intenso.— Quería sentir tu calor dentro de mi en nuestra primera vez…. Para no olvidarlo nunca…
Esas palabras me atravesaron como una flecha, sintiendo que por primera vez en mi vida, alguien me amaba a ese nivel.
—Entonces… Yo nunca lo olvidare…—Dije besando su cabello.
Sofía movió un poco sus caderas en círculos, aun con mi pene dentro de ella.
—Yo tampoco…—Dijo ella besando mi pecho.
—Te amo mucho Sofía…
—Yo te amo aún más…
CAPÍTULO 9 ~ La confesión
El silencio en la habitación nunca se manifestó, era interrumpido continuamente por nuestros jadeos, nuestras respiraciones aceleradas que aún anunciaban el eco de nuestra primera vez.
—Y ahora… ¿Ahora que?—.pregunte jadeando todavía y aún dentro de ella sintiendo su calor.
Sofia, que estaba apoyada en mi pecho, levanto la vista sonrojada y con los ojos brillando de ternura.
—¿Vamos a comer algo?…ji, ji…—su voz era toda una caricia para mis oídos, y su risita juguetona me hizo soltar una pequeña risa tambien.
—Sí, vamos…—le dije mientras le daba un beso tierno en la mejilla.
Ella cerro los ojos un momento, sintiendo el calor del semen en su vientre, apoyo sus manos en mi abdomen, y lentamente comenzó a salir, en ese momento un cosquilleo placentero nos rodeo, haciéndonos soltar un gemido ahogado cuando mi pene salió de ella.
—Ahhhhh…—el gemido salio de ambos mientras el semen escapaba de su coño, abundante, chorreando en sus muslos, dejando un hilo tibio que bajaba por sus piernas cuando estaba ya de pie.
—Me llenaste hasta desbordar…—dijo ella mientras yo me sentaba al borde de la cama, observándola con las mejillas ruborizadas. —Mira como sale de mi…—con sus dedos abrió su coño, dejando ver como brillaba por nuestros líquidos mezclados.
—Eres…eres muy pervertida.—dije tapándome el rostro con la voz tiritando por mi timidez y avergonzado.
—Ji, ji… —ella solo río, amando mi expresión por su descaro.—me iré a dar una ducha…—dijo mientras caminaba a la puerta del baño.
Después de que ella se ducho, fuí yo el siguiente, y ya en un rato salí también, secandome el pelo mientras caminaba hacia la cocina. Vi como ella estaba preparando comida para los dos, con una enorme sonrisa de felicidad en el rostro.
—hmmm..mm..mmm.—ella tarareaba mientras iba de un lado a otro.
—Así que preparas la comida eh?—le dije a sus espaldas mientras me acercaba.
—Sii, ¿quieres ayudarme?—dijo mirándome con esos ojos que ya no eran la de una desconocida, si no la de alguien que había entrado de repente a mi corazón, pero sin saber un secreto que pronto conocería.
—Claro, en que ayudo?—ella me apunto a un costado de la cocina justo en el lavaplatos.
—Podrías lavar esas verduras y hacer la ensalada?
Entonces ahí estábamos los dos, preparando la comida juntos, el agua corría del grifo, lavando los tomates, mientras ella me lanzaba miradas de cariño. Pero fue en ese instante en que a Sofía se le cruzo una duda en la cabeza, y fue cuando me pregunto, con duda y algo de miedo por algún motivo.
—Jason… ¿Por que tenías miedo de…hacerlo conmigo?
En ese momento me detuve en seco cuando estaba limpiando la última verdura que tenía en las manos, el agua caía, el sonido llenaba el ambiente en el que me quede en silencio por unos segundos.
—…—quede en completo silencio, recordando una experiencia que no quería recordar.
—¿Jason?—se acercó a mi por la espalda, viendo que me había quedado en silencio.
Sofía cerro el grifo, y observo mi rostro, que tenía una expresión apagada, como si esa pregunta hubiese tocado algo en el fondo de mi.
—Yo…—mi voz apenas era un susurro, ella tomo el tomate de mis manos y lo dejo a un lado, y luego me sostuvo las mejillas para que la viera de frente, a los ojos.
—¿Que ocurre amor?…—su voz era una caricia dolorosa.
—Yo… Antes de conocerte… Viví muchas experiencias pasadas que, solo me hizo querer no sentir nada…
Sofía me miraba con los ojos brillando, como si su expresión estuviese purificando cada miedo, como si iluminara cada sombra que ocultaba sin apartarse en ningún momento.
—Estuve con alguien antes… Que solo me usaba… Que solo me veía como un objeto para su placer…—no era capaz de mirarla a los ojos, sentía que todo podría ocurrir otra vez de algún modo, mis pensamientos me acechaban.
—Jason…—ella no me soltaba, mantenía sus manos en mi rostro, viendo cada mascara que caía al suelo, descubriendo la confesión.
—De algún modo… Logre que no cruzara esa línea, mantuve mi primera vez hasta hoy…
—Jason… Así que por eso temblabas tanto cuando…— Sofía logro entender todo de repente, mis temblores, la mirada que siempre desviaba, mis expresiones apagadas.—cuando yo te bese y te monte…
—Si…eres la primera que…se queda aquí conmigo y no se a ido…—mi mirada por fin se colocó a verla directamente.—y mi miedo era que… También me usarías y después me dejarías…
Mis ojos estaban húmedos, cristalinos, comenzaron a brotar lágrimas que se deslizaban por mis mejillas.
—Jason yo… No quiero que pienses eso…—ella también se le escaparon las lágrimas, mientras apoyaba su frente con la mía.—nunca sentí nada como esto antes con nadie, eres el único que me hizo sentir viva de esta manera…
—Te amo Sofía…—dije con voz quebrada.
Sus labios chocaron suaves con los míos, me besaba con una ternura y calidez que se sentía como si hubiese encontrado mi refugio.—Yo también te amo Jason…—dijo entre besos.
Nuestras lágrimas se mezclaban al estar tan cerca, y fue cuando ambos sentimos que ya no podiamos estar sin el otro.
CAPÍTULO 10 ~ El miedo de Sofía
Luego de ese momento, nos calmamos y comimos lo que preparamos, el día había sido toda una experiencia nueva para ambos, no podiamos dejar de vernos de reojo, de tomarnos la mano en cada momento que podíamos. Llego la tarde y ella decidió pasar la noche conmigo.
—¿¡Vas a pasar la noche aquí!?—pregunte algo exaltado y sorprendido.
—Si, ¿Hay algún problema?—dijo con un tono juguetón y provocadora, mirándome con los ojos llenos de picardía.
Su mirada me hizo ruborizarme al instante, evitando verla directamente.
—E-esta bien entonces…—dije tímido, con la voz algo temblorosa.
—¿Que ocurre? ¿Acaso no quieres dormir conmigo?—dijo ella, provocandome mientras apoyaba sus pechos en mi torso, jugando con mi timidez.
—Eeeh… No yo…—cada vez mi cuerpo temblaba aun más, su presión tanto con su cuerpo como con su mirada me quebraban por dentro.
—Je, je…—ella soltó una pequeña risa, y acerco sus labios a mi oído.—Te ves muy lindo cuando te pones así… Tan timido…
Su voz tan cerca, me hizo estremecer por completo.—D-deja de jugar conmigo.—dije en un tono débil.
Pero Sofía, a ella le encantaba jugar con mi timidez.—Ji, ji… Es que amo eso de tí…—dijo mientras jugueteaba con su dedo en mi pecho, marcando pequeños círculos.
Mis mejillas estaban ardiendo, y en un pulso que no pude aguantar me aparte para escapar de sus provocaciones.
—B-bueno ya, basta de burlarse de mí.—dije mientras me dirigía hacia la habitación.
Ella hizo un pequeño puchero.—Bueno, está bien.—dijo, a su vez recordando la confesión anterior, pensando en que quizás estaba siendo muy directa.
—Vamos a dormir…—le dije al entrar en la habitación.
Ella entro seguido después de mí, mientras veía como me dirigía al baño. Sofía por su parte, fue a acomodarse a la cama, y se acurruco de lado bajo las sábanas, con la mirada fija en la puerta del baño.
Cuando salí, y la vi cómoda en la cama, mirándome con esos ojos brillantes de ternura, no pude evitar ruborizarme y tragar saliva.
—Ven…—dijo, abriendo las sábanas con sus brazos extendidos para acurrucarme con ella.
Yo camine nervioso a pies descalzos, fui entrando poco a poco en el calor de su abrazo, y ella me sostuvo con fuerza contra ella.
—Hmmm… Eres tan calentito…—dijo acariciando con sus manos mi espalda.
Su calidez me quebraba, estaba temblando ligeramente por su cariño.
—¿Seguro que sólo quieres dormir?—dijo con un ultimo tono provocador.
—S-¡sii!—le dije, cerrando los ojos mientras ella soltaba una pequeña risa.
De pronto, su voz sonó más suave, como si mi confesión la hiciese dudar por dentro, sintiendo que podría quebrarme con solo mencionarlo.
—Jason… Yo… No quiero obligarte nunca a hacer algo que no quieras…—su voz era tierna y dulce, como si estuviera cuidando algo muy frágil.
—Estas aquí… conmigo, puedes pedirme lo que quieras…—mi voz estaba relajada.
—Pero yo…—Sofía dudaba, temía que su lado oculto fuese demasiado para mí.
—¿Vives aquí solo?—pregunto de repente, tratando de detener su impulso de si misma.
—Si, ¿Por que lo preguntas?
Ella contestó con una sonrisa satisfecha.—Nada… solo quería saber.—dijo apegando mi cuerpo aun más con ella, cerrando los ojos para dormir.
Esa noche no ocurrió nada más destacable, Sofía no quiso hacer nada por temor a perderme, mantuvo su lado oculto, esperando el momento en que estuviera en disposición.
Al despertar, la luz del sol entraba por la ventana, dando con el brillo justo sobre nosotros. Yo aun estaba entre la conciencia y el sueño, recordando lo ocurrido. Sofía seguía con sus brazos rodeandome, aun durmiendo.
Fue cuando recordé su sonrisa al ver su rostro dormido, me dejo con dudas y curiosidad, pero no le di tanta importancia y solo acaricia su mejilla, apartando un mechón de pelo que la cubría.
Ella comenzó a abrir los ojos lentamente, aún perdida en el sueño.
—Buenos días…—dijo con una sonrisa.
—Buenos días.—conteste también.
Me dió un pequeño beso tierno en los labios.—¿Dormiste bien?—pregunto con su voz ronca por el sueño.
—Si, nunca había dormido tan bien.—confesé.—¿Y tú?
Sofía tenía miedo, no note nada en ese momento, pero solo pudo contestar con una sonrisa mientras se apegaba aun más a mi.
CAPÍTULO 11 ~ Los miedos se desvanecen
Nos levantamos y desayunamos tranquilamente, el día transcurrió de manera muy natural a primera impresión.
Sofía se despidió con un beso tierno y se fue con una sonrisa enorme escondiendo su plan.
La rutina volvió, me levanté al día siguiente, con el eco de Sofía aun en la habitación, ya no estaba a mi lado, pero sabía que la encontraría en la cafetería así que no estaba preocupado por no verla otra vez.
Pero fue entonces que ocurrió…
Ella no estaba en la cafetería, y fue en ese momento en el que algo muy extraño comenzó a surgir en mi pecho. Fui al trabajo con esa sensación rara, todo el día estuve así, pero me convencí de que solo ese día no habría ido.
Llegó el día Martes, y Sofía otra vez no estaba en la cafetería. La sensación en mi pecho comenzó extenderse por mi cuerpo, sentía una presión, un pequeño dolor, que trate de calmar.—»Tranquilo, solo estará muy ocupada con su trabajo.»—me dije convenciendo.
Pero la sensación no desaparecía.
Miércoles, Jueves y Sofía no aparecía.
El miedo y el temor volvió a surgir en mi, la mente jugaba conmigo, haciéndome pensar que todo había sido una mentira:
—»Sofía te uso.»
—»Eres solo una fuente de placer para ella.»
—»Solo fuiste su juguete.»
—»Todo fue una ilusión.»
Miedos y más miedos se acumulaban, hasta que todo me consumió, cuando Sofía no volvió a aparecer el día Viernes.
El trabajo ese día fue una tortura, solo quería llegar a casa y dormir.
Cuando llegó la noche, me encontraba solo en la cama, acurrucado bajo las sábanas, mientras mi mente me mataba con su último pensamiento.
—»Todo fue un sueño…»—me quede dormido, creyendo que todo fue como las veces anteriores.
…
Desperté a la mañana siguiente, con una sensación de vacío en el pecho, no quería ni levantarme, solo ví que eran las 7 de la mañana en el reloj digital de la mesita de noche. Los recuerdos me quebraban: El calor de Sofía, su voz tierna y dulce, esa primera vez inolvidable, todo eran un eco que estaban por apagarse.
—¡Tin ton!
El timbre de mi puerta sonó de repente.
—¡Tin ton!, ¡Tin ton!
Se escuchaba como si nunca se fuese a detener, así que me levante y camine por el pasillo con los pies pesados, llegando a la puerta que seguía sonando.
Sostuve la manija de la puerta y abrí lentamente.
—Buen día.
Era un repartidor, o al menos lo parecía, tenia un papel en sus manos con un bolígrafo.
—¿Es usted el señor Jason?
—Si…—respondía con un tono seco y apagado, tenía unas ojeras horribles de no poder dormir bien.
—Necesito que firme este papel por favor, es un pedido importante.
—Claro…—Ni siquiera pregunté lo que era y tampoco leí lo que decía en la hoja, solo puse mi firma, sin importarme nada.
—Muchas gracias por su tiempo señor Jason, subiré todo hasta la puerta de su departamento.
Toda mi vista estaba nublada, veía todo apenas oscuro a mi alrededor, ni siquiera escuche realmente lo que el repartidor dijo, solo quería volver a mi cama.
Cerré la puerta y camine con pesadez por el pasillo, pero no paso ni un minuto cuando…
—¡Tin ton!
La puerta volvió a llamar, se escuchaba otra vez ese timbre. Suspire profundo y volví a caminar hacia la puerta.
—»Maldito repartidor, seguro olvido decir algo…»—pensé al posar otra vez la mano en la manija.
Abrí lentamente la puerta y vi ese brillo otra vez, ese destello.
—¡Hola! ¡Que tal!
Era Sofía, era ella, con su sonrisa impecable, con su rostro que parecía una niña alegre que no tenía preocupaciones.
—Sofía?…—No podía creer lo que mis ojos veían, de manera inevitable comencé a derramar lagrimas que no pude contener, caían como cascadas por mis mejillas sin control.
—Jason? ¿Que ocurre?— Sofía se preocupo al instante, sosteniendo mi rostro con ambas manos.
Yo apoye mis mejillas aún más en sus manos cálidas, como si al fin descansara.
—De verdad eres tú…— dije en un susurro desgarrador.—pensé que…me habías usado…
—¿Por que dices eso?— dijo ella con su rostro brillante que mostraba una expresión preocupada.
—No fuiste a la cafetería… en toda la semana…. y pensé que…—dije levantando lentamente los brazos para rodearla en un abrazo que contenía todos mis miedos.
—Tenía tanto miedo de creer que todo había sido una mentira que creí…
Sofía se abalanzó contra mí, caímos al suelo y ella apoyo sus manos a un lado de mi cabeza, fijando su mirada brillante de lagrimas que comenzaron a salir.
—¡Eres un tonto!—dijo mientras sus lagrimas caían por mi rostro.—¡No sabes el miedo que sentía yo por perderte, que tuve que esconder todo lo que sentía!—su voz era toda una confesión rota que nos quebraba a ambos.
—Que dices?…—pregunté con los ojos abiertos, llorosos, sorprendido.
—No quería…—Sofía cerró los ojos con fuerza.— No quería decirte lo mucho que deseaba tocar tu cuerpo, besarte, acariciarte, montarte…
Me quedé mirándola fijamente, en cómo su voz se quebraba, en cómo su voz rota soltaban sus deseos y temores.
—Tenía miedo de hacerlo y me contuve, no quería que te sintieras usado cuando dormimos juntos…—dijo ella abriendo los ojos para mirarme.
—Entonces… ¿Por qué no dijiste nada, porque no fuiste a la cafetería a decirme?— pregunté con un ardor contenido en el pecho.
—Estuve toda la semana preparándolo todo…—dijo en un susurro.
—¿De que hablas?—estaba tan confundido que no entendía a qué se refería.
—¡Para venir a vivir aquí contigo idiota!—dijo mientras apoyaba aún más su cuerpo sobre mi.
—¿¡Q-que!?—estaba completamente sorprendido, sin entender nada aún.
—¿Que no viste lo que decía en la hoja? El repartidor vendrá a dejar todas mis cosas.
En ese momento estaba en shock, no lo podía creer en absoluto.
—¡Pero que dices Sofía!, yo… yo creí que…
Sofía me silencio con un beso desesperado, hambriento.
—Nunca podría dejarte Jason… quiero estar contigo siempre, en cada momento.—su beso era pura pasión contenida.
—Te amo tanto que duele, tanto que quiero tocarte, quiero tenerte en mis brazos pero… temía que te sintieras usado, así que viviré contigo.
Sus miedos chocaban con los míos, era un paralelismo brutal.
—¡Soy una pervertida Jason, siempre pienso en tí!—dijo, confesando su mayor miedo.
—¿Una pervertida?—dije sonrojado.
—¡Si! Pero tenía miedo de que pensaras que solo queria eso de tí.—dijo en otro tono quebrado.—¡Pero quiero todo de tí! ¡TODO!—dijo en un grito.
—¡Así que quiero vivir aquí solo para estar contigo siempre, y si te sientes usado, entonces úsame tú a mí!
En ese momento, los miedos se desvanecieron en ambos, y nos dimos cuenta que todo era un deseo compartido.
CAPÍTULO 12 ~ La perversión de Sofía
Estábamos aún tirados en el suelo, ella sobre mí, casi suplicándome.
—Sofía…—mi voz estaba relajado ahora que entendía todo.—no me importa que me uses, si estas conmigo, eso no importa.
—P-pero yo… a veces…—ella todavía dudaba, le preocupaba en cómo me sentiría.
Yo me enderece un poco levantando mi torso para abrazarla.—te amo tanto que te daré todo lo que quieras, quiero darte todo el cariño que tengo.—ella sintió mis palabras como un alivió.
—Jason… Yo…
—¡Disculpen!
El repartidor llegó con las cosas de Sofía.
—Al parecer están muy felices eh?—dijo el repartidor, dejando las cosas en la puerta.
Nos levantamos en un parpadeó, la vergüenza invadiendo.
—G-gracias señor, por traer las cosas hasta aquí.—dijo ella ruborizada.
—No hay de que señorita, cuidense.—dijo, caminando hacia el ascensor del edificio.
Dimos un suspiro por el susto y volvimos a cruzar miradas.
—Entremos tus cosas.—dije ruborizado también.
—S-si..—dijo ella, mientras comenzamos a entrar las cosas uno por uno.
Estuvimos toda la mañana acomodando todo en el departamento: su ropa, sus utilerías, algunos libros y demás cosas extras.
—Uff… Pero que cansancio.—dijo ella mientras dejaba los últimos libros en una estantería.
—Bueno… Al menos, ya todo quedo claro ahora.—dije aliviado, todavía sin creer lo que estaba ocurriendo.
Caimos rendidos en el sofá, dando un suspiro de relajación, observando como había cambiado la vista del departamento, todo estaba más ordenado que antes incluso.
Nos miramos una vez más con una sonrisa inevitable en el rostro.— No puedo creerlo…—dije mientras observaba el nuevo ambiente.
—Yo tampoco…—dijo ella, como si ambos estuviéramos en un sueño del que no queríamos despertar.
Apoyo su cabeza en mi hombro.—Por fin estamos juntos…—dijo con voz relajada.
Yo apoye mi cabeza en su cabello.— eres todo lo que necesito.—susurre, sosteniendo su mano con cariño mientras cerraba los ojos relajado.
Nos quedamos así, respirando tranquilamente, sintiendo como el aire entraba a los pulmones, llenando de vida.
Creí que todo estaría en calma, pero no paso ni un minuto, cuando sentí la respiración de Sofía en mi cuello, que comenzaba a dar pequeños besos y lamidas tiernas.
Me estremecí de inmediato.—Sofía?…—dije con las voz un poco tensa.
—Si? ¿Que pasa amor?— respondió, fingiendo que no estaba haciendo nada.
—¿Que haces?—pregunté, mientras sentía como posaba su mano en mi pierna, acariciando lentamente mientras subía.
—Nada… —dijo con inocencia fingida, mientras me sonreía.
Su mano finalmente se detuvo en mi entrepierna, que ya estaba marcando una erección en el pantalón.
—Vaya… ¿ya estas duro con tan poco?— dijo mirándome con los ojos ardiendo mientras presionaba su mano más fuerte.
—B-bueno es que…—Sofía me puso un dedo en los labios.
—Shhh… Me hace feliz que te pongas así por mí.—su voz era un filo ardiente que rompía mis defensas.
Comenzó a empujarme con su cuerpo hasta recostarme en el sofá, quedando encima de mi con sus piernas en cada lado, apoyando su coño en mi pene duro sobre la tela.
—¿Quieres que me detenga?—me pregunto con un tono provocativo.
—N-no…—dije en voz baja, temblando.
—No escuche…dilo más fuerte.—dijo susurrando en mi odio mientras comenzaba a mover sus caderas, frotando su coño aun cubierto por su ropa interior.
—No quiero que te detengas…—dije más firme.
Ella sonrió con malicia perversa, guiando mi mano a su coño.—¿Puedes sentirlo? Ya estoy mojada para ti…
—E-eres… muy pervertida.—dije temblando.
—Ya estoy aquí contigo por fin… además, tengo que recompensar esos días en los que te sentiste tan solito.
Su voz era toda una provocación casi exagerada.— Y esa mudanza me dejo tan casada, que ahora solo quiero relajarme…¿No puedo?—su mano se metió por debajo de mi ropa, sacando mi polla dura y palpitante.
—C-creo que… me arrepiento de decirte que hagas lo que quieras conmigo…—dije sonrojado, mis mejillas ardiendo.
—Ju, ju ,ju…—rio con un tono malicioso—Es muy tarde cariño, ya no te dejare escapar ahora que estoy aquí, tan dispuesta a ti…
Soltó un pequeño gemido, mientras me masturbaba muy lentamente.
—¿Y me vas a decir que no cuando tu polla esta pidiendo a gritos que lo meta en mi coño?—su descaro era tanto que me mataba con cada frase que soltaba.
—Dios… realmente eres muy pervertida… Y amo eso de tí.—confesé, tomándola de las caderas.
—Ji, ji…—soltó una risita.—entonces preparate amor, por que pienso devorarte cada día, no te dejaré en paz…—acerco sus labios a mi oído y susurro la ultima palabra.—nunca…
CAPÍTULO 13 ~ Ella no se detendrá
Acelero el ritmo, moviendo su mano un poco más rápido.
—Ahh.. espera…—el placer aumentaba con cada una de sus caricias.
—No quiero…—dijo ella, acercando su rostro aun más a la mía, apoyando su mejilla mientras me susurraba al oído.—no puedo esperar más…
Cada vez su ritmo era más intenso, me masturbaba mientras soltaba pequeños gemidos contra mi odio, como si yo no fuera el único que estaba sintiendo placer.
—Una semana…—dijo, con tono suave pero cargado de lujuria contenida.—una semana sin tí, sin tu calor…
Yo jadeaba, sintiendo como si me robara todo el aire con solo sentirla.—Sofía… eres demasiado…
—¿Demasiado que?—dijo mientras acercaba sus labios a los míos, rozando apenas sin besar aún.—¿que ibas a decir? Dilo…
Mi voz no lograba salir, me perdía en la sensación de su mano, que seguía aumentando el ritmo cada vez más rápido.
—Si sigues asi…voy a…—dije apenas, temblando debajo de ella.
—Aun no respondes mi pregunta…—replicó, sin detenerse, susurrandome al oido.
—Por favor… Sofía…—dije apenas, ahogando los gemidos.
En ese momento, se detuvo, sin dejar que me corra aún. Mis jadeos estaban en descontrol mientras cerraba los ojos, sintiendo como ella estaba bajando, acomodándose entre mis piernas.
Creí que eso sería todo, pero fue entonces que sentí un cosquilleo.
—¡Oye! ¡Espera!…—dije, viendo como Sofía estaba sosteniendo mi pene, rozando sus labios muy cerca, con su aliento tibio acariciando mi piel.
—Ya te lo dije… No me detendré…—respondió, y comenzó a dar pequeños besos en el glande, bajando poco a poco, recorriendo todo el largo hasta la base.
Mis mejillas ardían, no podía evitar soltar gemidos que salían de mi garganta, que yo ahogaba con mi brazo.
—Eres… Muy intensa…—dije, a la vez que no podía mirarla directamente.
Ella sonrió, soltando una pequeña risa.
—Mirame Jason, déjame escuchar tus gemidos…
Su petición me atravesó como un filo dulce de su voz.
—N-no puedo…—dije sonrojado al máximo, con la voz temblando.
Ella extendió sus manos y tomó las mías, guiando hasta sostener su rostro.
—Quiero que veas como te devoro.—dijo, justo cuando mis ojos vieron como sus labios rodeaban la punta, comenzando a descender lentamente, succionando cada centímetro.
—Ahh..no…no tienes por que hacer eso…aah.—mis gemidos salian con cada vaivén de su boca.
—Claro que quiero…—dijo apartándose un momento para formular palabras.—Te adoro…—y volvió a chupar, con mayor intensidad, arrancándome gemidos que ella disfrutaba escuchar.
La sensación de sus labios tomándome era todo un descaro, su calor húmedo de su boca, la saliva que escurría por su mandíbula, su lengua que recorría cada zona dejando nada sin saborear.
—Sofía…—mis caderas temblaban, buscando instintivamente sus caricias.—No se… No se cuánto más pueda resistir, tienes que… tienes que detenerte.—dije con voz rota por el placer que ella estaba dándome.
—Claro que no amor… Quiero tragar cada gota de semen que salga de ti… Lo quiero todo.— y volvió a succionar aún más intenso.
—Mierda… Sofía…—intente detenerla aun con mis manos sosteniendo su rostro, pero ella no lo permitió, y sostuvo mis manos, entrelazando sus dedos con los míos, evitando que la detuviera.
Ella gemía contra mi piel, y la vibración de su garganta mientras succionaba fue el detonante.
—¡Me corro! ¡Sofia! —avise, sintiendo como el clímax recorría mi cuerpo desde el abdomen hasta explotar en su boca.
Sentí como la llenaba, derramando cada gota de semen en su garganta.
Ella no se aparto ni un poco, recibió cada oleada como una recompensa mientras gemía contra mi piel.
Cuando acabe, ella se aparto, tragando todo mientras mi cuerpo temblaba por el orgasmo.
—¡Hmmm!— la expresión de Sofía, era la misma que cuando tomaba su café vainilla.
—Eres muy delicioso…—dijo mientras me miraba con ojos brillantes.
—N-no digas eso…—dije, mientras ella limpió con su lengua lo último que quedaba en la punta, haciéndome estremecer una vez más.
—Es la verdad amor…—decia mientras volvía a subir, acomodando su mentón en mi pecho con esa sonrisa inocente y tierna, como si nada hubiera pasado.—Tu sabor es único…
Sus palabras tan dulces pero rodeado de descaro me atravesaban todo el cuerpo.
—Puede que hasta sea mi nuevo café favorito…—dijo con tono picante mientras acercaba su rostro al mío.
—D-dios… Me matas…—dije, cubriendo mi rostro con los brazos por la vergüenza y cariño que sentía, mientras ella soltaba una risa juguetona.
—No amor… Te doy vida…—dijo al mismo tiempo que se levantaba mientras comenzaba a desnudarse.
Yo levante una mirada, viendo como estaba ya desnuda por completo.—¿Q-que haces?—dije, temblando por saber a medias que esto todavía no terminaba.
—Que crees? Preparandome para sentir tu semen en mi coño cariño.
Y fue cuando me di cuenta, que ella no se detendría, hasta agotar todas mis fuerzas y energía en ella.
CAPÍTULO 14 ~ La ironía del dominio rompiendo la timidez
Sofía caminó lentamente, ladeando las caderas con pasos obscenos hacia el pasillo que daba a la habitación, me miró, y me apunto con un dedo.
—Sígueme…—dijo, casi un susurro.
Trage saliva, sintiendo la tensión que ella provocaba.—S-si…
Me puse de pie, y la seguí, ella tomándome la mano mientras me guiaba hacia su lujuria.
Llegamos a la habitación, mi corazón latía rápido, mis manos sudaban, mi cuerpo tenso, y ella notaba todo eso, dando una pequeña risa otra vez, haciendo notar que le gustaba jugar conmigo.
—Ji, ji… Estas muy tenso amor…—dijo mientras me levantaba la camisa, dejándome al desnudo también.
Yo no podía responder, me quedaba embobado viendo su cuerpo, sus pechos, sus caderas, y su coño húmedo que brillaba entre la penumbra de sus muslos.
Ella comenzó a ruborizarse, viendo como observaba su cuerpo.—Me miras demasiado…—dijo en un susurro.
—Es que eres perfecta…—respondí, viéndola a los ojos.
—Me observas igual como aquel día en la cafetería…—replicó de repente.—¿Acaso ya imaginabas perversiones en ese entonces?
—¡C-claro que no!— dije con un rubor intenso en mis mejillas.
—A-además, la pervertida aquí eres tú.—le solté su punto fuerte, gran error de mi parte.
—Quizás tengas razón…—dijo, acariciando con sus manos mi pecho.—quizás era yo la que imaginaba cosas…—su voz fue entonándose cada vez más descarada.
—Quizás ya te imaginaba aquí, apunto de que metas tu polla dura en mi coño mojado.
Sus palabras me destrozaban completamente mi resistencia y fue cuando mi pene volvió a endurecerse.
—Deja de decir esas cosas…—dije con voz temblorosa.
Ella comenzó a descender sus caricias, poco a poco, hasta llegar a mi entrepierna.
—Dices que soy la pervertida… ¿Entonces por que tu polla esta dura otra vez?— dijo en una sonrisa perversa.
—C-cállate…—dije, evitando su mirada.
Ella volvió a soltar una pequeña risa juguetona.—¿Vas a darme lo que quiero?
—N-no se por que lo preguntas si… Eres tu la que domina siempre…—dije sonrojado, con la voz débil por su impotencia pervertida.
—¿A si? ¿Entonces quieres dominar tú?—dijo con una mirada que me rompía.
—N-no… No puedo…—dije temblando, sin poder verla a los ojos.
—¿Por qué no?…—preguntó con voz traviesa, mientras guío una de mis manos a su pecho, presionando su teta.
—¡Por que no! Soy muy timido, no me siento seguro… Tomando el control…—dije en un tono firme pero débil.
Sofía ensanchó una sonrisa tierna al ver mi vergüenza extenderse en mis mejillas rojas y fue cuando decidió romper mi timidez con su descaro.
Acto seguido, se aparto de mi y me observó de arriba abajo, cargada de calor contenido, con los ojos que parecían quemar cada parte de mi piel con su mirada.
Se acomodo en el colchón colocándose en cuatro, dándome la espalda, apoyando sus manos sobre las sábanas mientras arqueaba las caderas, subiendo el trasero y marcando sus curvas perfectas.
Giro el rostro para verme de reojo con las mejillas rojas por su atrevimiento.—Ven amor… Y follame…—con descaro, abrió su coño con los dedos, dejando ver como ya estaba completamente mojada.— Llename de ti… Mi coño esta ansiosa por tu pene duro…
Mi respiración se volvió errática, temblorosa, el deseo de verla así aumentaba por todo mi cuerpo. Lentamente me acerque, con las manos temblorosas sosteniendo sus caderas.
—Y-yo… No se si pueda…
—¡Hazlo amor! No pienses… Solo hazme tuya aquí mismo, márcame con tu semen caliente…
Los dos estábamos temblando; ella por su descaro que la desnudaba no solo en cuerpo si no también del alma, y yo por ver como se entregaba por completo a mi, sin pudor, totalmente pervertida en su pedido.
Acomode la punta de mi polla en su entrada, sintiendo ya el primer contacto cálido, haciéndonos estremecer enseguida.
Y lentamente, comencé a penetrarla. Ahogamos un suspiro seguido de un gemido que soltamos al mismo tiempo mientras mi pene entraba despacio, cada centímetro que desaparecía en su interior era una oleada de calor que parecía quemar de placer en ambos.
—Dios… ¡Si! ¡Todo!… metelo todo amor.
Llegue hasta el fondo, mis piernas temblaban mientras ella mordía su mano para resistir un gemido inevitable.
Comencé el vaivén, entrando y saliendo lentamente con un ritmo torpe.
—Que tierno eres…—dijo entre gemidos.—pero quiero que me folles más fuerte, más duro…—exclamo, empujando su trasero contra mis caderas, hundiéndose aún más en mi pene.
—Eres muy pervertida…—sentía sus nalgas chocar fuerte en mi pelvis, marcando el ritmo perfecto.
—¡Si! ¡Lo soy! ¡Por que te amo y quiero todo de ti!— su voz rota me partía en dos, me demostraba no solo con palabras si no con todo su ser que me deseaba.
El vaiven se volvía cada vez más frenetico, sujetaba sus caderas con fuerza, acompañando y empujando aun más fuerte dentro de ella.
El sonido de su culo chocando contra mi retumbaba la habitación, cada gemido intenso que ella dejaba escapar, avivaba aun más el fuego entre nosotros.
—¡Sofía! Ya voy a…
—¡Aguanta! ¡Solo un poquito más! Solo…¡Solo sigue follandome así!—suplicaba entre gemidos rotos.
Yo estaba al limite, sostuve sus brazos y comencé a empujar con una última oleada frenética, haciendo que soltara gemidos aún más altos que ya parecían gritos de puro placer.
Ella empujaba aún más sus caderas contra mi, aumentando una vez más el ritmo.
Era una ironía, parecía que yo la dominaba, pero realmente era ella quien estaba marcando la velocidad de nuestros movimientos.
—¡Me corro! ¡Me voy a correr Sofía!—avise en un gruñido.
—¡Yo tambien me corro! ¡Hazme llegar con tu semen! ¡Llename! ¡No te guardes nada!
Y en una ultima embestida profunda, el climax explotó, llegando como un trueno que nos partió a los dos.
Mi semen la llenaba por completo mientras ella temblaba y se estremecía en su orgasmo.
—¡Dios! ¡Si,si,si! ¡Tan caliente!—dijo en un gemido intenso.
—¡Ahhhh Sofía! ¡Mierda te amo! ¡Te amo mucho!—mis palabras rotas salían sin control mientras que la abrazaba fuerte por la espalda.
Cuando todo terminó, nos derrumbamos completamente a merced del placer intenso que compartimos, con mis brazos aun rodeando su torso, abrazándola aun dentro de ella.
Sus piernas temblaban, y el semen escurría por los bordes, deslizándose por sus muslos.
—Te amo Jason…—confesó entre jadeos, su pecho subiendo y bajando.
—G-gracias…—dije sobre su oído.—gracias por quedarte conmigo…
Giro su rostro para verme a los ojos, con lagrimas de placer cayendo por sus mejillas ruborizadas.
—Siempre estare contigo… Eres el unico que me ha hecho sentir así…
Me beso con ternura, como si hubiéramos sobrevivido a una tormenta intensa.
Y fue en ese momento en que los dos supimos que ninguno tenía el control, terminamos dominados por nuestro propio deseo.
CAPÍTULO 15 ~ Su descaro no tiene límites
Nos tumbamos en la cama, habiendo recuperado el ritmo de nuestras respiraciones, estábamos aun desnudos uno al lado del otro, observando lo agotados que estábamos mientras nos lanzábamos sonrisas de alivio.
—Nunca creí que… Alguien me amaría asi..—solté de repente, como una frase melancólica al aire.
—Pues aquí me tienes, entregada a ti completamente…—dijo ella, acariciando mi rostro aun sudado.—y no pienso dejarte nunca… Ya eres parte de mi, y si te pierdo, moriré…
Sus palabras me hacian sentir que tenía razón, tenía la sensación de que si ella se iba yo también moriría.
Un beso reconfortante y cariñoso nos hizo confirmar que éramos real, que todo esto estaba pasando de verdad.
Me quedé viendo su cuerpo desnudo; sus pechos, la curva de su trasero, su coño que aun chorreaba de mi semen.
—¿Que miras tanto pervertido?— me miro con una sonrisa traviesa y juguetona.
—¡Tu eres la pervertida!—dije cerrando los ojos.—Te…te estas tocando.
Ella se estaba metiendo los dedos en el coño como si nada, sin pudor, como si estuviera respirando. El sonido húmedo de sus dedos en su coño eran todo un descaro.
—Oh… Eso? Bueno… es que me gusta jugar con tu semen en mi coño.—lo dijo como si fuera lo más natural del mundo.
—No tienes remedio…—dije tratando de apartar la vista que inevitablemente se desviaban a su entrepierna.
—Y que me dices tu eh? No dejas de mirarme…—con descaro, levanto los dedos húmedos manchados con mi semen, mostrando como se los llevaba a la boca.
—Hmmm…*pop* Ah.. no hay nada mas delicioso que esto…
—Estas loca…—dije mientras me cubría el rostro con las manos, sonrojado por su atrevimiento.
Ella soltó una pequeña risita.—No es locura cariño… Es amor, te amo tanto que quiero probar cada parte de ti…—volvió a hundir sus dedos en su coño.—hasta en esto…—dijo con un gemido bajo.
Después de eso, los siguientes días con Sofía fueron un descaro, con ella ahora en mi vida, todo era nuevo, y yo todavía no estaba acostumbrado… Ni preparado…
—¿Tienes hambre amor? La comida esta casi lista.—desde el estudio de trabajo escuche su voz que venía de la cocina.
—Si, ya voy.—respondí mientras terminaba de revisar unos documentos.
Cuando camine por el pasillo, sentí algo peligroso, el ambiente estaba cargado de algo extraño, algo que por alguna razón me ponía en alerta, mi cuerpo se tenso.
—Sofía?…—no la vi en la cocina, observe por todas partes, pero no estaba a la vista.
—Ouch! Aquí estoy…—dijo cuando se dio un pequeño golpe con la orilla del mueble.
—Que…¿Que haces?
—¿A que te refieres? Estoy terminando de hacer el almuerzo.—dijo mientras caminaba a la nevera.
Fue cuando me di cuenta, que llevaba un delantal, pero nada más por debajo, sus pezones duros debajo de la tela.
Abrió la nevera, buscando algo mientras se inclinaba sin cuidado, dejando ver su trasero desnudo.
—Y.. por..¿Por que estas desnuda?—dije sonrojado al instante, tratando de no mirar demasiado.
—¿De que hablas tontito?, es tu postre.
Su descaro me quebraba, me atravesaba como cuchillas afiladas, y lo peor era que lo decia con un tono natural, como si fuese de lo más normal.
Yo no la tome en serio en ese momento, solo ensanche una sonrisa nerviosa mientras me sentaba en la mesa.
Ella venía con los platos ya servidos colocándolos en la mesa, yo no podía dejar de ver sus curvas descubiertas, sus pechos rebotar, el balanceo de sus caderas.
—Bueno amor, espero que te guste lo que prepare para ti…
Se mordió el labio inferior, mientras me veía comer lo que ella preparo.
—Hmmm…—ahogo un jadeo mientras se mordía un dedo.
—S-sofía?…—la veía inquieta, ansiosa.
—Amor…—dijo en un susurro ardiente.
Fue entonces que escuche algo, un sonido húmedo, lascivo. Sofía tenia una mano en su entrepierna, que ya estaba comenzando a introducir sus dedos de manera lenta.
—Ahh..—soltó un pequeño gemido.
—¡O-oye! Estamos comiendo…—dije con el deseo creciendo desde mi vientre.
—Asi es amor… Y ya estoy preparando tu postre…
Sofía alzó sus dedos frente a ella, cubiertos de su jugo, mostrándome como se los llevaba a la boca.
Se levanto de su silla, y camino con pasos lentos hacia mi, dejando ver sus muslos goteando. Se subió sobre la mesa enfrente mío, apartando el plato, y descaradamente abrió las piernas.
—Ya estoy lista para ti… devorame.— apoyó sus manos en mis mejillas.
—Sofía… No puedo hacer algo tan…
—Si no te apresuras… ¡Dios! ¡Jason! ¡Solo hazlo!— me suplicaba con lágrimas que comenzaban a surgir de sus ojos, expresando todo el deseo contenido.
Al escucharla rogar, un impulso se produjo en mi, y acto seguido, enterré mi rostro entre sus muslos. Comencé a succionar su clítoris y ella instintivamente rodeo mi cuello con sus piernas, gimiendo en tono agudo que me atravesó el pecho.
—¡Si!.. ¡Ahh! Jason te amo.—su voz salió rota, entre gemidos y jadeos podía sentir como su coño se derretía en mi boca.
No podía formular palabras, de hecho apenas podia respirar, pero su olor, humedo y caliente me volvia loco, introduje mi lengua dentro, chupando directamente todo su coño como si todavía tuviera hambre, su sabor dulce-salado me encantaba, y la devore justo como ella deseaba.
—Mierda.. Jason ¡Me corro! ¡Se siente muy bien!— su voz dulce me hacía estremecer, quería hacer que se corra con todas sus fuerzas.
Mis movimientos se hicieron mas intensos, mas profundos, sin parar ni un segundo de saborear su néctar.
Sentí como su coño comenzaba a temblar entre mis labios, y fue cuando su orgasmo llego, todo su cuerpo temblaba mientras se corría en mi boca, sosteniendo mi cabello con fuerza, como si fuera el único apoyo que tenía para no desmayarse.
—¡Ahhh! ¡Siii! ¡Te amo! ¡Te amooo! ngh aahh…
Su cuerpo quedo arqueado sobre la mesa, jadeando y sudando como si hubiera corrido una maratón.
—Gracias por el postre..—dije inclinándome en su odio.—estaba muy delicioso…
Ella rio entre jadeos, sin poder respirar correctamente, y me beso lento, pero profundo, ahogando sus pequeños gemidos contra mi boca.
Estabamos agotados, Sofía se quedo dormida muy rapido en mi pecho con una sonrisa aliviada en el rostro, como si estuviera reviviendo el momento en sueños. Yo estaba temblando, sus descaros constantes me mataban, ¿Como podía ser tan pervertida y tierna al mismo tiempo?… Me quede dormido, pensando que eso sería todo…
A la mañana siguiente, sentí el calor del amanecer entrando por el ventanal. Comencé a abrir los ojos lentamente y lo primero que vi, fue su coño en mi cara.
—Buenos dias amor.
—¡Sofi..mmg!
Me silenció colocando su coño sobre mi boca, sin poder reaccionar a su descaro matutino. Ella comenzo a mover sus caderas, frotándose, sintiendo como ya chorreaba de su líquido caliente.
—Quiero despertarte así cada mañana.—dijo mientras ahogaba sus gemidos con su mano.
—Hmmpf ¡Mmmmhh!
—No se que tratas de decir cariño… Pero si sigues así… Voy a correrme enseguida.
Su cuerpo volvió a temblar, esta vez sobre mi, sin dejarme escapar, sin mas remedio que hacerla chorrear su jugo sobre mi.
—Ahh! ¡Mierda si!— dijo entre gemidos agudos.
Cuando todo termino, se levanto de mi, yo jadeando, cubierto por su squirt en mi rostro.
—Eres un Dios en esto Jason… Haces que me corra en segundos.
—Tu… No tienes ningun limite ¿verdad?— mi mandíbula temblaba mientras que ella acerco sus labios a los míos, rozando sin besar aún.
—Contigo no quiero límites.
Respondió besándome, probando su propio sabor en mis labios.
(CONTINUARÁ…)