Begoña, que puta eres
Andrés era el más veterano de la empresa y se había ganado a pulso su puesto de director comercial. Su carácter se había ido agriando con los años y casi siempre estaba solo. Los compañeros ya no le invitaban a tomar una cervecita al terminar la jornada y la verdad es que eso sí que lo echaba de menos. Con su carácter autoritario e intransigente, a sus 58 años y a punto de jubilarse se veía cada día más solo. Ahora la empresa necesitaba un nuevo rumbo y sabía que su puesto pendía de un hilo, aunque sabiendo próxima la jubilación tampoco le importaba mucho. Estaba repasando unos escritos que había mandado a la nueva secretaria y encontró dos faltas de ortografía.
Joder, esto no es normal, pensó para sí.
- Begoña, ¿Qué coño es esto?
- Dígame, Don Andrés.
- Aquí hay dos faltas de ortografía que casi se me saltan los ojos
- Usted perdone, Don Andrés
- Ni perdoné ni hostias, que sea la última vez o te recostaré sobre la mesa y te daré una buena azotaina.
Las bragas de Begoña se llenaron de sus jugos, se había puesto cachonda con los comentarios de Andrés.
- Sí señor, sí, no volverá a ocurrir.
A los dos días y a última hora Begoña entregó un resumen de la última reunión y en él había puesto un par de faltas con toda la intención.
Las voces no tardaron en escucharse, pero ya no quedaba nadie en la oficina.
- Begoña… ¿Qué cojones haces? Otra vez igual. Ven aquí ahora mismo.
Ese día Begoña se había puesto una faldita un poco corta, sobre media pierna y una blusa negra sin sujetador, quería provocar a Andrés.
Begoña entró rauda en el despacho de Andrés y este le dijo:
- ¿Pero qué cojones es esto? ¿Te quieres reír de mí?
- Túmbate sobre la mesa.
Las bragas de Begoña ya estaban empapadas y la excitación hacía que se le encogiese el estómago. Se tumbó sobre la mesa dejando su culo en pompa.
Andrés levantó lentamente las faldas de Begoña
- ¿Pero qué hace…??
- Te dije que te daría una azotaina y eso voy a hacer.
Begoña intentó salir de la postura, pero ya era tarde. Andrés cogiendo los cables del teléfono ató sus manos a la espalda. La tumbó sobre la mesa y bajó su tanga hasta las rodillas. Con su mano abierta la empezó a azotar con fuerza. Diez palmadas en cada nalga. Paró y acercó su mano al coñito de Begoña. El coñito estaba encharcado y por sus muslos corrían unos regueros de flujo.
Begoña había sentido en su cuerpo como los azotes hacían que el coño le ardiera.
- Begoña, que puta eres, mira cómo estás.
Echando mano a su bragueta, bajó la cremallera y sacó su polla. La embadurnó con los jugos de Begoña y dándole la vuelta, la puso de rodillas frente a él y le metió la polla en la boca.
Begoña a duras penas podía contener el grosor de esa polla en su boca. Estaba encantada así, sintiéndose usada por Andrés y bien usada. Andrés movía su polla muy rápido en la boca de Begoña, follándosela sin piedad, mientras apretaba su cabeza para dejársela adentro lo más posible.
La blusa de Begoña estaba llena de babas y su coño chorreaba. El sentirse así, usada, la excitaba sobremanera. Andrés apretaba su cabeza con fuerza y mantenía su polla lo más adentro posible. Notando cómo le llegaba el orgasmo y apretando fuerte la cabeza de Begoña, se corrió en su garganta.
Begoña a duras penas podía contener las arcadas y tragaba cómo podía todos los fluidos que llegaban a su boca. Su coño era un charco y estaba a punto de correrse, pero no había podido llegar a correrse.
- Muy bien Begoñita, ¿Quieres correrte? ¿Necesitas correrte?
- Sí señor, sí, joder sí.
- ¿Qué estarías dispuesta a ofrecerme para que deje que te corras?
- Joder, lo que quiera, señor, lo que quiera.
- ¿Cómo, estás segura?
- Lo que quiera, de verdad lo que quiera.
- Muy bien, te dejaré la punta de mi zapato para que puedas correrte, pero tienes cinco minutos.
Andrés metió la punta de su zapato entre las piernas de Begoña. Esta empezó a mover su cuerpo llevando su coño desde la punta hasta los cordones del zapato. Begoña se retorcía buscando su placer. Bailaba sobre el zapato intentando frotar su clítoris lo más posible. El roce con los cordones estaba consiguiendo su propósito. Su cuerpo se bamboleaba sobre el zapato llenando los cordones con sus jugos.
- Sí, joder sí, Me corro… sí. Así, si, que rico
Begoña se corrió como una perra dejando el zapato de Andrés lleno de sus jugos.
- Muy bien, Begoña, putita. A partir de hoy no llevarás más ropa interior y siempre irás con faldas. Harás todo lo que te diga y cuando te diga y no rechistarás.
- Lo que usted diga Don Andrés.
- Muy bien, te soltaré.
Andrés desató a Begoña y ésta movió sus brazos para desentumecerlos un poco.
- ¿Puedo irme?
- Si, si y no olvides lo que te he dicho.
Begoña estaba loca por llegar a casa y masturbarse, el roce con los zapatos en vez de calmarla le había puesto más caliente. Esta nueva experiencia la había puesto muy cachonda y necesitaba una satisfacción. Caminaba por la calle, esperando llegar a casa, estaba ansiosa y notaba como sus jugos corrían por sus piernas. Su tanga se le había quedado Andrés y notar el aire entre sus piernas aún la ponía más cachonda. Por fin llegó a su casa y buscó ansiosa su consolador y se tumbó en la cama recordando cómo la había tratado Andrés. Sujetaba con fuerza el consolador y lo metía lento en su coño. Entraba y salía. Recordó cuando la dijo:
- Vamos puta, chúpame la polla.
Y sus manos empezaron a volar con el consolador entrando y saliendo con fuerza de su coño. El orgasmo estaba cercano y apretándose con fuerza un pezón, se corrió como nunca, gritando como una posesa. Begoña quedó rendida y el sopor la invadió.
Despertó sobre las seis era pronto, pero estaba excitada. Se metió en la ducha y sus manos acariciaron sus pechos y recorrieron los labios de su coño. se acariciaba con lentitud pudiendo notar los incipientes pelillos que empezaban a despuntar. Las yemas de sus dedos acariciaban su clítoris y le producían un gran placer. Metió un dedo en su coño y rápidamente otro, a la vez que pellizcaba su pezón. Él propio ansia por correrse, hacía que su mano cada vez fuera más deprisa. estaba fuera de sí, por lo que bajó su mano hasta su culito y lo perforó con un dedo. Ese dedo entraba en ella haciendo hervir su culo, proporcionando un gran placer, que, junto con los dedos en su coño, le llevaron a tener un largo e intenso orgasmo. A los pocos minutos caía de rodillas sobre el suelo de la ducha.
- Si, joder, si, que gusto joder, que ganas.
Durante unos segundos, más bien unos minutos, estuvo de rodillas sintiendo como el agua caía sobre su cuerpo. El orgasmo la había dejado rendida.
Se terminó de duchar, y miró que ponerse. Se puso una blusa negra semitransparente y una falda de tablas cuatro dedos por encima de la rodilla. La blusa dejaba adivinar sus pezones. Una chaqueta tipo sastre y unos zapatos con unos tacones de quince centímetros, terminaban su vestimenta. La verdad es que le hacían un cuerpo espectacular. Al salir a la calle el viento levantó un poco su falda enseñando parte de su culo, esto provocó un escalofrío en Begoña, que sintió como su coñito empezaba a segregar jugos. Cada paso que daba se excitaba más y al montar en el bus, experimentó una subida de adrenalina. Se sentó en el medio del autobús y de frente tenía a un chaval de unos 18 años. Este no había dejado de mirarla desde que había montado en el autobús. Begoña lo miró y lo notó intranquilo. El chico le guiñó un ojo y Begoña abrió un poco las piernas, justo para dejarle ver el final de sus medias. El chaval abrió los ojos y una erección empezó a notarse en el fino pantalón de su chándal.
Begoña abrió un poco más las piernas y dejó ver el principio de su depilado y húmedo coño. La situación la estaba excitando, poder ver, cómo el chaval, se iba excitando con ella, ver cómo sujetaba su polla por encima del pantalón, la estaba poniendo muy caliente.
El chaval abrió mucho los ojos, se sujetó aún con más fuerza la polla, se mordió el labio e hizo el gesto de entregársela a Begoña. Begoña se mordió el labio inferior apreciando que el chaval tenía una buena polla. La parada de Begoña estaba próxima y su coño casi totalmente expuesto a la mirada del chaval, que acariciaba su polla sin dejar de mirar ese coñito. Begoña le guiñó un ojo, se mojó los labios y le susurró.
- Sígueme. Para después bajar del autobús.
El chaval la siguió.
- Sígueme, no te arrepentirás.
- De eso casi no tengo dudas.
Llegaron al edificio donde trabajaba Begoña y está le llevó a los baños. Entraron en el de minusválidos y según entraron el chaval le dio la vuelta le apretó contra la pared, subió con premura su falda y metió su polla en el coño, mientras echaba el pestillo de la puerta.
- Jodeeer que ganas te tenía pedazo de puta, quería sentir el calor de tu coño en mi polla.
Begoña sintió como esa larga polla llenaba su coño, y la levantaba casi en vuelo. El chaval por su parte, notaba como ese coño húmedo acogía su polla con gran facilidad. La bombeó con fuerza y con rapidez, las ganas le pudieron y el orgasmo le llegó pronto, inundando el coño de Begoña, mientras ésta se daba la vuelta y le decía.
- Vamos cabrón, méteme los dedos, jodeer no me dejes así.
El chaval, le dio la vuelta, apoyó a Begoña contra la pared y metió sus dedos en su coño, mientras empezaba un brutal mete y saca.
- Vamos cabrón, si, no pares, así, si, más fuerte, mas…
Begoña sujetando su mano con fuerza se corrió en ella, apretándola fuerte en su interior y bañándola con sus fluidos.
Begoña se dirigió a los ascensores después de haberse limpiado la corrida del chaval y este salió por la puerta con una sonrisa de oreja a oreja.
Aun después de haberse corrido con ganas, Begoña estaba salida y quería una buena polla. Tuvo suerte y al poco de llegar, Andrés la llamó al despacho. El despacho era muy funcional, una mesa grande en medio, con cajoneras y un par de estanterías con algún cuadro.
Begoña tocó a la puerta a la vez que un hilillo resbalaba por su pierna.
- Cierra la puerta y chúpame la polla.
- ¿Perooooo?
- Ni, pero ni hostias. Metete bajo la mesa y chúpame la polla.
- Métemela cabrón, métemela.
- Después, primero chúpamela y gánate que te folle.
Begoña se metió debajo de la mesa y cogió la polla de Andrés que este ya tenía fuera, un poco más que morcillona. La metió en la boca despacio y la fue relamiendo, mientras cada vez metía un poco más de polla en la boca. Por fin tocó los huevos con su lengua a la vez que le venía una arcada. Volvió a sacarla y a meterla unos minutos, para pasar a lamer sus huevos mientras pajeaba esa gorda polla llena de venas.
- Jodeeeer putita, que bien la chupas, no se te ocurra parar
Begoña seguía con su labor, notando como la polla de Andrés cada vez estaba más dura.
Dos golpes en la puerta la asustaron, retirando instintivamente su cabeza. La mano de Andrés sujetó su cabeza contra su polla a la vez que Emilia entraba en el despacho.
- Buenos días Andrés. Tendría que hablar contigo del último catálogo. Pero…, si quieres vuelvo en otro momento.
- Vale, vente en un par de horas.
Emilia había visto perfectamente los zapatos de tacón de Begoña.
- Joder, te dije que cerrases la puerta.
Andrés se levantó y echó el cerrojo a la puerta.
- ¿Crees que me habrá visto?
- En un par de horas te lo digo.
- Ahora estira las manos sobre la mesa y pega bien tus pezones contra la madera.
Begoña se colocó así, abriendo bien las piernas y notando como la fría madera hacía que sus pezones se pusieran bien duros. Andrés levantó su falda y le dio un fuerte azote y después otros nueve más. Apuntó su polla al coño de Begoña y lentamente fue metiendo su polla en él. Begoña tenía el coño encharcado y, aun así, Andrés notaba como las paredes de ese coño apretaban su polla. La metió muy lento y la sacó igual, sintiendo como le oprimía ese coñito. Así estuvo unos minutos, mientras Begoña sentía como esa polla le llenaba el coño y hacía que todos los jugos se escurrieran por sus piernas.
Begoña gemía y ronroneaba mientras empujaba con su culo para que la polla entrase más deprisa y más adentro.
- Plaaaas
Un azote restallo en el aire, cayendo sobre el culo de Begoña y Andrés aumentó el ritmo.
- Plaaaas
Otro poco más de ritmo
- Plaaaas
Más ritmo.
- Plaaaas
Y sujetando las caderas de Begoña, Andrés forzó el ritmo al máximo hasta correrse en el coñito de Begoña.
- Toma puta, toma.
- Si, Si, Si jodeeer, cabrón, siii
Chilló Begoña a la vez que un fuerte orgasmo hacía que un grito saliera con fuerza de su boca.
Andrés estuvo rápido y tapó con su mano la boca de Begoña, lo que amortiguó el ruido.
- Joder señor, menuda follada y perdone por lo de cabrón, fue el momento.
- Por esta vez pase, que me puso muy verraco.
- ¿señor, puedo irme?
- Ya puedes irte.
Begoña salió del despacho mientras sus compañeros la miraban. Era consciente que un reguero de semen y flujos, bajaba por sus piernas y que sus pelos alborotados denotaban que en el despacho había pasado algo. Caminó rápido hasta el baño y ahí se limpió, se puso el pelo bien y volvió a salir. La mañana pasó lenta y a las tres fichó y salió. Se subió en el autobús y se puso los cascos, aún tenía un ratito hasta llegar a casa.
Al lado suyo había un hombre de cincuenta y tantos que miraba con descaro sus tetas. Begoña bajó la mirada y vio que uno de los botones se había soltado y casi todas sus tetas quedaban a la vista.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Me encanta y eso que no lo veo todo.
Begoña se calentó la mañana la tenía excitada y pensó que podría venderse al admirador. Eso no lo había hecho nunca, la excitación de probarlo, le llenó el coño de flujo.
- ¿Cuánto me das si te enseño las tetas?
- ¿Por eso? Nada, por una mamada o un polvo podríamos hablar.
- Mira, una mamada cincuenta euros y un polvo ciento cincuenta.
- Podría ser. ¿Qué tienes que ofrecer?
Begoña le miró fijamente a los ojos mientras abría sus piernas dejando que su falda fuese dejando más carne a la vista hasta mostrarle el coño. Bajó dos de sus dedos y lo abrió para él. Los dedos dejaban ver un coño muy húmedo que chorreaba flujos. Estaba súper excitada, la situación la estaba excitando y ver la lascivia en los ojos del maduro la ponía a mil. Begoña metió sus dedos en el coño y los subió a su boca para lamerlos como una polla
- Me gusta lo que veo. Yo me bajo aquí, ¿te vienes?
El hombre se acercó a la puerta y Begoña se levantó con él. Salieron del autobús y tomaron la primera calle hacia arriba, el hombre la agarró de su desnudo culo levantando con descaro su falda.
Aunque eran solo las cinco y media, ya era de noche y hacía un poco de frío, Begoña lo notaba en su coño que estaba empezando a babear. El hombre empujó a Begoña dentro de un portal y comiéndole la boca, la follo con sus dedos hasta tener estos encharcados. Los chupó, se volvió a Begoña y sujetando su boca con dos dedos la escupió dentro. Begoña sintió el sabor de su coño a la vez que un río bajaba por sus piernas. nunca nadie le había hecho eso y la excitó sobremanera.
- Eres una buena puta.
Echó mano a su cartera y sacó los ciento cincuenta euros.
- Estoy seguro que valdrá la pena. Subamos.
Entraron en el ascensor y subieron al quinto piso. Por el camino el hombre la besaba mientras un dedo exploraba su culo. Begoña se estremecía de placer sintiendo como ese dedo entraba y salía de su culo.
- Desnúdate aquí si quieres entrar.
Begoña excitadísima, se quitó la poca ropa que tenía, dejándose las medias y los zapatos. Entraron en el piso y el hombre sacando la polla le dijo a Begoña.
- Ven, chúpamela.
Begoña cogió esa polla flácida y la metió en su boca. Tenía un buen sabor y creció rápido en su boca. La sacó y la miró. Era una buena polla, gorda y con grandes venas. La recorrió con su lengua llegando hasta los huevos. Los lamió sin prisa metiéndoselos en la boca, volvió a subir por la polla hasta el capullo, introduciéndolo en su boca. Lo rodeó con sus labios y con su lengua y lo movió lentamente dentro de su boca. Lo saboreaba y esa sensación de tener la boca llena la reconfortaba. Poco a poco fue metiendo toda la polla en la boca hasta llegar a tocar los huevos con su lengua. Entraba y salía con suavidad, mientras el hombre gemía.
Este estaba recibiendo una de las mejores mamadas de su vida y si Begoña seguía así, no tardaría en correrse. Separó la boca de su polla, la levantó y le dijo.
- Ahora te voy a follar como la puta que eres.
Poniendo a cuatro patas a Begoña, la penetró desde atrás. Le metía la polla muy lento, mientras su dedo gordo la entraba en el culo.
Begoña se estaba muriendo del gusto. Ella echaba su culo contra la polla y el dedo, intentando meterlos lo más adentro posible. Jadeaba por el placer que recibía. Parece que esta follada si la iba a dejar saciada.
- Fóllame así, sí, joder, que rico cabrón, que rico
El hombre poco a poco iba aumentando la velocidad y su dedo, ya entraba con celeridad en el culo de Begoña. Esta bufaba de placer a la espera de su primer orgasmo, un orgasmo intenso que disfrutó poco, ya que el hombre no paraba. Seguía incansable follándola cada vez más fuerte.
- Así te gusta ehh puta, si, así, ehh, pues espera y verás.
Cogiéndola por los brazos, metió su polla en el culo de Begoña que gritó por la sorpresa. No era la primera vez para su culo, pero tampoco lo hacía con frecuencia. Esa polla llenando su culo fue muy bien acogida.
- Cabrón, esto no estaba en el plan. Si, jodeeeer, si, no pares, no pares
El hombre aceleró el ritmo todo lo que pudo mientras tiraba de los brazos de Begoña haciendo la penetración más profunda. Cada vez iba más rápido y la estrechez de ese culito iba a hacer que se corriera rápido. Dio un fuerte tirón a los brazos de Begoña y le clavó la polla en el fondo de su culo, mientras le llenaba con su semen
- Jodeeeer puta, me has vaciado entero, joder que culito más rico tienes.
- Sí cabrón, jodeeer, me has partido el culo. Pero tendrás que follarme, ¿no?
- Tendrás que conseguir poner mi polla en estado de lucha, que ya no soy un chaval.
Begoña sabía lo que tenía que hacer y bajando su boca hasta esa polla empezó a chuparla con pasión. Notaba en ella, su sabor y el de él y se excitó aún más. Quería una buena follada y lo iba a conseguir. Siguió chupando la polla llevándola a su garganta, lo que hizo que el hombre tuviese una erección en pocos minutos.
Este la tumbó, se colocó las piernas de Begoña sobre las suyas y mirando su cara de puta, la sujetó por las caderas y empezó a follarla, levantando su culo del suelo para hacer una penetración más profunda. La embestía con toda su fuerza, aumentando la rapidez hasta hacer la penetración muy rápida.
- Si cabrón, sí, me corro… Joder, no pareeeees, no pares, si, sii.
Una vez que Begoña se corrió, el hombre sacó su polla y apoyando su capullo sobre el clítoris de Begoña, lo frotó con todas sus fuerzas, hasta conseguir que Begoña, sujeta con fuerza a su cuello, lo regase con sus jugos en un potente squirt
- joder ¿qué es esto, cabrón, que es esto?, joder que bueno, que bueno, cabrón… Si, me matas, si, no pares, no joder, no pares…
Y Begoña se corrió como en su vida, quedando rendida en el suelo por unos minutos, hasta que recobró la entereza.
- Qué bueno. ¿Puedo usar el baño?
- Está al fondo todo de frente.
Begoña fue al baño y se aseó, recogió sus cosas y salió de la casa. Esta vez sí que le habían fóllado bien, ¡¡joder que tío!! Volvió a montar en el bus y se dirigió a su casa.
Al entrar llenó la bañera, se sirvió un vinito, una buena ópera y se dio un buen baño. Estaba saciada, por fin había tenido un buen día.