El regalo

CHARLINES

Antes de nada, deciros que esta temática no es la mía, pero me pidieron un relato y aquí lo tenéis. Espero que os guste, creo que ella, quien me lo pidió, sí que lo disfrutara.

Hoy cumplías 18 años y te estabas duchando, entré en tu habitación y deposité tu regalo sobre la cama. Tu saliste del baño envuelta en una toalla. La cámara que había puesto a grabar recogía todas tus expresiones. Lo primero a lo que te dirigiste fue hacia la caja alargada y abultada, tu ansiado iPhone 15. Rápidamente lo abriste y tu cara de satisfacción no tenía precio. Lo sacaste y lo encendiste, pronto pasarías todas tus cosas a él, pero habrías de cargar la batería. Pusiste rápidamente el teléfono a cargar y abriste el siguiente paquete. Tu sorpresa fue mayúscula al ver lo que era. Un conjunto de ropa interior con un precioso bordado y semi transparente. Dentro una nota decía,” póntelo, abre el otro paquete y siéntate frente a la ventana. Abriste el otro paquete, un pañuelo de seda se encontraba dentro. Lo sacaste, y encontraste una nueva nota en su interior. “Cubre tus ojos y espera”

Te sentaste frente al ventanal y cubriste tus ojos. Algo desconocido bullía dentro de ti, tu piel se erizaba y tus sentidos estaban alerta.

Una boca besó tu cuello y tu carne se puso de gallina. Esa caricia nunca la habías sentido y desconocías quien la propiciaba. Se sentía bien y era agradable. Notabas como tu cuerpo reaccionaba a esas caricias que cada vez eran más seguidas. Extrañamente notaste como tu sexo se mojaba, esa sensación era totalmente nueva para ti. Notaste unas manos rodear la tela del fino sostén, que escasamente cubría tus pechos. Esa caricia jamás sentida hizo que tus pezones se pusieran duros, muy duros. Las manos rodearon la tela y te acariciaron sobre ella a la vez que la boca seguía besando tu cuello y tu nuca. La caricia sobre tus pechos te hizo estremecer a la vez que algo parecido a un rayo te atravesaba todo el cuerpo. Las manos corrieron a tu espalda y desabrocharon tu sostén, quedando tus menudos pechos al aire. Tu intentaste cubrirte, pero con mucha delicadeza bajaron tus manos dejando expuestos tus pechos. Las manos ahora los acariciaban con mayor libertad, parándose en recorrer tus aureolas y en pellizcar con suavidad tus pezones. Un gemido escapó de tu boca a la vez que tu cuerpo empezaba a hervir.

La boca te fue dando la vuelta besando tu cuello hasta besar tu garganta. La besó, suave y húmeda. Descendió muy despacio hasta llegar a tu pecho, lo rodeó dejando un halo de humedad en su contorno, pasó al otro pecho e hizo la misma operación. Esta vez siguió hasta el pezón, lo chupó, sorbió de él y lo acogió entero en su boca, a la vez que pellizcaba tu otro pezón. Tu sexo ya era un manantial. Ligeros temblores recorrían tu cuerpo mientras cada vez más gemidos escapaban de tu boca. Cambió de pezón, haciendo la misma labor y tu notaste como tu cuerpo estallaba, tu sexo se llenaba de líquido y un desconocido placer se apoderaba de ti. Ese había sido tu primer orgasmo.

Ese orgasmo transformó tu vida tu percepción del placer, algo que jamás habías sentido, ni cuando te frotabas con la almohada. Pero, la boca siguió bajando por tu cuerpo, proporcionándote nuevos placeres. Bajaba chupando cada milímetro de tu cuerpo y se deleitaba mientras recorría la cintura de tu braguita. Temblabas de excitación, una sensación nueva se apoderó de ti, tu cuerpo se erizó y tu sexo volvió a mojarse. Sin saber por qué, te agarraste con fuerza a esa cabeza e intentabas empujar hacia abajo a la vez que las manos tiraban de tu braguita, sacándola por tus pies. La cabeza se coló entre tus piernas y cuando sentiste el calor de esa boca en tu piel, creíste morir. la humedad de la lengua te llevó a un nuevo mundo. Cerraste los ojos con fuerza, estiraste tu cuerpo y acercaste la cabeza a tú sexo. Notaste como la lengua recorría el canal de tu sexo, recogiendo todos tus flujos, hasta que llegó a tu clítoris y se posó sobre él. Tu abriste tus piernas, las abriste todo cuanto pudiste y notaste como por primera vez algo entraba en ti en tu cuerpo. Temblaste de miedo, de emoción y de excitación. La lengua entro en ti, recogió todos tus fluidos y volvió a tu clítoris. Esta operación se repitió un sin fin de veces, hasta que se paró en tu clítoris y sorbió de él. En ese momento creíste morir, el cielo se juntó con la tierra y una explosión te llevó a perder la conciencia, te sumió en un sueño, donde el placer era el protagonista. Quedaste dormida sobre tu cama.

El frio te despertó horas después, recogiste tus bragas que aún estaban mojadas y apretaste tu mano entre tus piernas. Recordabas ese inmenso placer que tu padre te había dado, ese fue tu mejor regalo y tú mejor cumpleaños.