Tras la espléndida y placentera mañana de sexo con Sara, mi hijastra mayor, llegó el momento de relajarnos con una buena ducha y otro café y volver a la normalidad. Ella me invitó a quedarme a comer y, si me apetecía, a quedarme también en casa todo el día y de nuevo a dormir ya que yo me encontraba solo por ausencia de mi mujer. Se marchó a su habitación a quitarse su vestimenta sexy tras nuestra majestuosa follada y a cambiarse de ropa, disponiéndose posteriormente a preparar la comida para cuando volvieran los niños del colegio mientras yo le ayudaba a realizar las tareas domésticas de la casa antes de bajar a tomar una cerveza en un bar cercano para hacer tiempo sin que se me fuese de la cabeza lo que me había comentado Sara y la idea de poder follarme también a Rocío, mi hijastra pequeña, de 24 años, a la que le tenía enormes ganas desde hacía mucho tiempo, volviendo a hablar con ella sobre el tema y diciéndole que si provocaba ese encuentro con su hermana se lo dijese antes y le comentase que yo le había dicho que me gustaría follármela en lencería sexy, con liguero y medias, ya que me excita muchísimo y sé que posee varios conjuntos, unos comprados por ella misma y otros regalados por su madre, a lo que me respondió que no me preocupase ya que se lo diría a solas cuando llegase a casa tras recoger a los niños del colegio y pidiéndome que me fuese preparando ya que me la follaría esa misma tarde, lo que me excitó muchísimo pensando en la morbosa situación y me provocó una erección que Sara notó y se encargó de aplacar en la cocina con un buen masaje a mi polla por encima del pantalón mientras yo le magreaba su culo y le tocaba el coño por encima de las mallas de leopardo ajustadas que llevaba puestas y una posterior y extraordinaria mamada que volvió a llevarme al éxtasis de placer y que consiguió bajarme un poco el calentón aunque no llegué a correrme, guardando las ganas para hacerlo por la tarde con Rocío, proponiéndole yo que si a ambas les apetecía me gustaría hacer un trío y follármelas a las dos juntas después de hacerlo con su hermana, mostrándose encantada por ello.
Seguidamente y para hacer tiempo bajé a un bar muy cercano a su casa a tomar una cerveza regresando en poco más de media hora. Cuando llegué al piso ya se encontraban allí los niños y Rocío, mi hijastra pequeña, quien se dirigió a mí con una mirada muy lasciva y una pícara sonrisa al conocer ya lo sucedido durante la mañana entre Sara y yo. Vestía un vaquero muy ajustado que le marcaba un muy buen culo, con botas altas de fino tacón por encima de las rodillas y una blusa amarilla tras la que se ponía de manifiesto el hermoso par de tetas que posee, nos saludamos muy cariñosamente con un abrazo fuerte y dos besos en las mejillas, sintiéndome yo muy excitado al tenerla delante de mis ojos y pensando en lo que podía ocurrir más tarde entre los dos.
Sara se dispuso a servir la comida cuanto antes para agilizarla y mientras lo hacía en el salón Rocío y yo nos quedamos a solas en la cocina unos minutos aprovechando ella para decirme «¡Qué hijo de puta y qué cabronazo eres, vaya follada que le has pegado a mi hermana durante toda esta mañana. Joder, tío!», a lo que le respondí «Le tenía muchas ganas desde hace tiempo, como a ti, y la siguiente en caer, esta misma tarde, vas a ser tú, no lo dudes, mi amor!». En ese momento se abalanzó sobre mí y comenzamos a besarnos y morrearnos mientras nos abrazábamos, susurrándole yo al oído «¡Esta tarde te voy a comer entera y te voy a follar como te mereces! Le he dicho a tu hermana que quiero follarte en lencería, con medias sexys y liguero, ponte algún conjunto de los que tienes y ya sabes, amor mío…», contestándome ella «Tengo muchísimas ganas, estoy muy caliente y cachonda desde esta mañana. Y no te preocupes por eso, me lo pondré». Continuamos morreándonos con pasión y en ese momento entró de nuevo Sara en la cocina, al vernos comenzó a reirse pícaramente diciendo «¡Joder, ya habéis empezado la fiesta y aún no nos hemos ido!», se acercó a nosotros y yo, abrazándolas por la cintura y sobando a las dos sus maravillosos culazos les dije «Y no os preocupéis, haremos un trío y os follaré también a las dos juntas», momento en el que Sara me cogió la cara, me besó apasionadamente y me contestó «¡Eso espero, cariño mío. Ya te he dicho que me encanta que me folles y que voy a ser tu puta zorra siempre!».
Salimos los tres de la cocina y nos pusimos a comer con los niños, a los que Sara les dijo que cuando terminasen los llevaría con ella y una amiga a hacer unas cosas y a merendar fuera de casa, mientras a mí me recorría un cosquilleo por el estómago pensando en lo que sucedería después. La comida se desarrolló con normalidad aunque con rapidez y mientras yo ayudaba a Sara a recoger las cosas y fregar la vajilla, Rocío le dijo a su hermana «Voy a casa un momento, en un ratillo vuelvo. No tardo», saliendo del piso mientras yo la miraba con ojos de auténtico deseo.
No habrían pasado ni 45 minutos desde que se marchó cuando Rocío regresó de nuevo al piso de Sara, que en esos momentos se encontraba terminando de preparar a los niños y de arreglarse ella para salir a la calle. Al sonar el timbre me dirigí a la puerta y al abrirla no pude por menos que sorprenderme muy gratamente cuando me encontré a Rocío ante mis ojos guapísima, con su largo pelo suelto y vestida con una camisa blanca de seda entreabierta bajo la que botaban sus espléndidas tetas, una preciosa y corta minifalda y unos maravillosos zapatos de tacón que realzaban su figura escandalosamente. Cerré la puerta, nos miramos, me cercioré de que no nos viera nadie y comencé a besarla y morrearla con un vicio y una pasión desmedida mientras nos abrazábamos, experimentando yo una dura erección que ponía de manifiesto que mi polla tenía nuevamente ganas de «fiesta».
Al llegar al salón, Rocío se dirigió a la habitación de su hermana para dejar una bolsa y tomó asiento en el tresillo, casi pegada a mí, le pregunté si quería un café y aceptó, me levanté y fui a la cocina para preparlo, echándome yo otro para acompañarla. Cuando llegué con ellos al salón mi sorpresa fue tremenda y mayúscula al encontrármela cruzada de piernas mostrando sus preciosas medias sexys de color carne y parte de las tirantas de su liguero, que se dejaban entrever al subírsele la minifalda. Al verla solo pude exclamar «¡Jodeeeeerrrrr, madre mía Rocio, amor mío!», respondiéndome ella «¿Te gustan, ehhhhh…? Sabía que al verme así te pondrías muy caliente y cachondo y eso me encanta».
Sara lo ultimaba todo en la habitación para marcharse de inmediato mientras que nosotros nos tomábamos el café con tranquilidad sentados en el tresillo aprovechando yo para, sin que nos vieran, meter mi mano en la entrepierna y en el coño de Rocío y acariciarla por encima de las medias y del tanga mientras que ella hacía lo propio con mi ya durísima polla por encima del pantalón.
Varios minutos después y tras guiñarnos un ojo a ambos, Sara y los niños salieron del piso y se marcharon quedándonos solos Rocío y yo. Por nuestra tremenda excitación no aguantamos ni dos minutos y comenzamos a meternos mano mutuamente mientras nos besábamos con toda la pasión y calentura del mundo ya muy cachondos y deseosos el uno del otro. Tras desfogarnos un poco, Rocío se levantó y se dirigió a la cocina para servir otro café y tomarlo sentados en el tresillo del salón antes de «entrar en acción». Cuando la vi levantarse y de pie en la cocina con la minifalda medio levantada, mostrando sus medias sexys, las tiras del liguero y sus tacones inmensos, no pude por menos que levantarme e ir tras ella. Con mi polla ya bien tiesa comencé a refregársela por detrás para que la sintiese bien dura en su culo por encima de la minifalda mientras que con mis manos la abrazaba por la cintura besando al mismo tiempo su cuello, desplazándolas hacia arriba para comenzar a acariciar y masajear sus enormes tetas por encima de su excitante camisa de seda, unas tetas que se encontraban libres de sujetador y botaban sueltas, notando con rapidez cómo sus grandes aureolas y pezones iban endureciéndose al tiempo que ella me decía «¡Qué ganas tenías de tener en tus manos mis grandes tetas, cabrón. Te lo llevo notando desde hace mucho tiempo, viendo cómo me las miras cada vez que me tienes frente a ti. Goza con ellas, son tuyas. Agárramelas fuerte y sóbamelas, que me encanta y me pone muy cachonda. Me tienes muy caliente, hijo de puta. Sigue… Sigue… Sóbamelas! ¿Te gustan, cabrón… Te gustan mis tetas…?». Acto seguido se dio la vuelta y se puso frente a mí, nos abrazamos y morreamos y mientras le pasaba un brazo por el cuello le metí mi mano derecha dentro del tanga para acariciarle su peludo coño y sus labios ya húmedos por el calentón. Le abrí la camisa poco a poco y ante mí aparecieron las tetazas que llevaba tanto tiempo deseando y por las que suspiraba. Comencé a besárselas y chupárselas con énfasis y terrible deseo. ¡Qué par de enormes tetas, qué pezones y aureolas tan calientes! Ella, cachonda perdida llevó su mano a mi polla dura y tiesa y comenzó a acariciármela por encima del pantalón mientras me decía «¡Jodeeerrr, qué polla tienes, por Diooosss. La quiero toda en mi coño. Quiero gozar con ella como goza mi madre y ha gozado mi hermana hoy. Quiero que me folles hasta que te saque la última gota de leche de tus huevos. Soy tu puta y soy tuya!». Sus palabras me pusieron tan cachondo que comencé a acelerar mis chupadas a sus tetas y pezones mientras ella se estremecía de auténtico placer cuando, de repente, me dijo, abrazándome fuerte, entre gemidos, jadeos y chillidos «¡Me corrooooo, mi amor, me corrooooo… Jodeeeeerrrrr, me corrooooo… Qué gustazo por Dios. Sigue, por favor, sigue… Me corrooooo…!». Introduje mis dedos en su coño y pude notar su monumental corrida, llevándolos a mi boca y saboreando su delicioso jugo juvenil mientras ella me abrazaba con fuerza y besaba mi cuello.
Acto seguido marchamos nuevamente al salón con el café y allí aproveché para desnudarla por completo, quedando ante mis ojos su hermoso cuerpazo portando tan solo liguero, medias sexys y sus espléndidos tacones. ¡Qué maravilla poder contemplar a la vez sus grandiosas tetas, su riquísimo coño peludo y su precioso culazo! Con una excitación máxima contenida me quité la camisa y el pantalón, quedándome solamente con el bóxer puesto y marcándose debajo el enorme bulto de mi polla tiesa y dura. Rocío comenzó a acariciármela con suavidad mientras mordía sus labios y me miraba como una buena zorra, me lo quitó y ante sus ojos quedó mi enorme polla erguida, la que ella tanto deseaba, la comenzó a acariciar con su mano de arriba a abajo mientras la pasaba también suavemente por mis huevos repletos de leche hasta que me dijo «¡Jodeeerrr, vaya pedazo de polla que tienes, cómo me gusta. Me la vas a dar entera y me vas a follar todo lo que te apetezca. Quiero toda tu leche!». Acto seguido y sin mediar más palabra se la llevó a la boca para chuparla y brindarme una mamada extraordinaria y placentera mientras yo le decía extasiado de gusto «¡Qué maravilla, gran puta. Cómo la chupas de bien. Trágatela toda. Sigue mamándola, zorra, que eres una puta zorra que me tiene cachondo y caliente a todas horas, como tu hermana y como tu madre. Os tengo que follar a las tres juntas, ya lo verás!». Ella se excitaba aún más con mis palabras y mientras me la mamaba, con la otra mano se tocaba su húmedo coño. Minutos después y en pleno éxtasis por el gustazo tan grande que recibía en mi polla con su excepcional mamada le dije a Rocío «¡Para, mi amor. Para y déjame que la meta entre tus enormes tetas. Hazme una cubana!», a lo que accedió sin dilación colocando mi polla entre sus tetazas y apretándolas con fuerza mientras que mi verga se desplazaba de arriba a abajo entre ellas aprovechando mi hijastra cada varios movimientos para detener la monumental paja que me estaba regalando y chupar mi capullo con frenesí. Tras varios minutos de gozo impresionante por mi parte, le pedí a Rocío que parase y entre grandes gemidos y jadeos comencé a correrme, dándole gran cantidad de leche que le repartí entre sus maravillosas tetas y su boca, una corrida que saboreó hasta la última gota como merece una buena zorra y puta como ella.
Extasiado por el gustazo recibido me senté en el tresillo para tomarme el café mientras Rocío fue al baño para limpiarse la gran cantidad de leche con la que acababa de bañar sus grandes tetas por mi corrida. Regresó al salón y se sentó nuevamente junto a mí para tomarse también su café. Yo no dejaba de mirarla y de nuevo comencé a acariciar sus piernas y sus tetas mientras la morreaba por lo que mi polla volvió a experimentar otra erección, mi hijastra me mostró que tenía ganas de continuar y con su mano contribuyó a ponérmela dura y tiesa nuevamente, masajeándola suavemente de arriba a abajo mientras yo le susurraba al oido lo buena que está y mis enormes deseos de follarla, lo que la puso de nuevo muy cachonda y húmeda. Acto seguido, entre los dos, apartamos la mesa hacia el centro del salón para dejar espacio suficiente, me senté en el tresillo y le pedí a Rocío que se sentase encima clavándole mi dura polla con suavidad en lo más profundo de su coño mientras ella, con los ojos cerrados, comenzó a cabalgarla repleta de inmenso placer. ¡Qué gustazo tan enorme sentí! ¡Por fin tenía mi polla dentro del coño que tanto había venido deseando! ¡Por fin me estaba follando a Rocío, mi hijastra buenorra que había venido siendo hasta ahora una de las musas de mis placenteras y gustosas pajas y que había propiciado a mi polla inmensas y majestuosas corridas! Ella, como loca, se abrazó a mí mientras me besaba apasionadamente y me pedía entre jadeos que le chupase y comiese sus tetas y pezones, se las cogí con ambas manos pasándole toda mi lengua por sus inmensas aureolas y sobándoselas mientras sentía un inmenso placer en mi polla, toda dentro de su majestuosa raja. Ella no paraba y extasiada por completo por el inmenso placer que le estaba proporcionando mi follada me pedía a gritos que no parase y que continuase follándola de la misma forma. La sujeté por los maravillosos cachetes de su fabuloso culo mientras le decía «¿Te gusta, zorra…? ¿Te gusta como te follo…? ¿Te gusta mi polla dentro de tu coño…? ¡Goza con ella, gran puta, que es lo que eres una gran puta y una zorra maravillosa!». Ella, por su parte, me decía entre gemidos profundos «¡Sí me gusta. Me encantaaaaa…! ¡Fóllame, cabrón, fóllame sin parar. Soy tuya, toda tuya y para ti! ¡Dame tu leche dentro de mi coño y préñame, no me importa, hijo de puta, préñame. Quiero sentir tu lechada caliente dentro de mí, cabrón!». Estas palabras aceleraron aún más mi ritmo de follada provocando en ella una inmensa corrida a gritos mientras yo le decía «¡Córrete, gran puta, córrete con mi polla bien dura! ¡Estaba deseando follarte, puta zorra! ¡Cuántas pajas me he hecho pensando en ti y en tu hermana, puta mía. Las veces que me he corrido gracias a ti, zorra. Me vuelves loco, perra!». Acto seguido le pedí que se apartase y se pusiese de rodillas ante mi polla soltando una inmensa cantidad de leche en su boca que ella se encargó de tragarse mientras me miraba con ojos de puta viciosa y limpiaba mi capullo con su lengua.
Tras la espléndida follada, ambos procedimos a tomarnos un descanso en el que no faltaron las caricias, besos y calientes morreos que poco a poco fueron calentándonos de nuevo, descanso que aprovechó Rocío para hacerme una nueva mamada sentado yo en el tresillo y para chuparme la polla de arriba a abajo a la perfección, algo que me dijo la maravillaba y volvía loca, pidiéndome que le prometiese que cada vez que ella quiera se la dé para que goce, asintiendo yo con mi cabeza y replicándole que ella también tenía que estar para mí cada vez que yo tenga ganas de follarla, lo que también aceptó encantada. Mientras proseguía con su gran mamada a mi polla le dije «¡Pónmela bien dura, puta guarra, porque quiero follarte ese grandioso coño que tienes a cuatro patas y te la voy a meter por el culo para que goces como tiene que hacerlo una puta como tú!». Estas palabras mías provocaron que ella se pusiese nuevamente cachonda perdida, le pedí que cesase en su extraordinaria mamada y con mi rabo ya todo duro y erguido la situé en el tresillo a cuatro patas introduciéndolo de nuevo hasta lo más profundo de su coño mientras ella, solo con sentirlo volvió a comenzar a jadear y gemir como una posesa. ¡Qué gozada tan inmensa follarla así mientras le cogía fuertemente sus majestusas tetas por detrás! Solamente el verla en esa posición, con sus medias, liguero y tacones puestos, provocaban en mí inmensos deseos de correrme otra vez. Poco a poco fui acelerando mis embestidas hasta que decidí clavársela con suavidad en su culazo inmenso al tiempo que ella se tocaba el coño desesperada de placer y me decía «¡Fóllame el culo, hijo de puta, fóllamelo y no pares! ¡Qué gusto me das, cabrón! ¡Soy tu puta, soy tu puta guarra y zorra! ¡Métemela así y no pares, por Diossss…! ¡Sigueeee… Sigueeeee…! ¡Me voy a correr otra vez, me voy a correeeeerrrrr…..! ¡Me corrooooo… Me corrooooo….. Me corrooooo….!», mojando abundantemente el tresillo con su delicioso néctar juvenil mientras yo tocaba y frotaba su coño por detrás con mis dedos, chupaba su corrida y aceleraba mis envestidas sin detenerme para gran gozo de ambos.
Seguidamente, Rocío volvió a pedirme que me corriese dentro de su coño para sentir mi leche caliente y que la preñase, algo que no quería, diciéndome que no me preocupase porque tomaría la píldora del día después si me corría dentro. Esta petición aumentó aún más mi calentura por lo que saqué mi dura polla de su culo introduciéndola de nuevo en su coño mientras acariciaba y sobaba las grandes cachas de su culazo a cuatro patas. Continué follándola con fuerza cuando, minutos después, entre gemidos y jadeos le anuncié mi monumental corrida: «¡Me corrooooo, gran putaaaaa… Me corrooooo, zorraaaaa… Toma mi leche en tu coño como querías, zorra guarra… Tomaaaaa, gran putaaaaa… Ahí tienes mi leche como queríasssss… Voy a preñarte, zorraaaaa… Voy a preñarteeeee…!»; ella llevó los dedos a su coño y comenzó a tocárselo como loca, agarrando mi polla para que no se la sacase mientras me decía «¡Sí, préñameeeee… Sí, préñameeeee, lo deseo… Préñameeeee, por Diooooosssss… Ahhhhh… Ohhhhh… Ahhhhh…! ¡Qué rica tu leche caliente en mi coño! ¡Cómo deseaba que te corrieses dentro de mí… Ahhhhh… Ohhhhh…! Extasiado de nuevo yo tomé asiento en el tresillo mientras Rocío me chupaba la polla de arriba a abajo y me la comía con excepcional maestría para saborear hasta la última gota de mi leche, consiguiendo tras varios minutos que volviese a correrme en su boca aunque en menor cuantía. No parecía satisfecha y se sentó junto a mí en el tresillo, se abrió de piernas e introdujo dos dedos en su maravilloso y peludo coño para embadurnarlos con mi corrida dentro de ella y llevándoselos a la boca para continuar tragando mi leche. Con un apasionado morreo y con su promesa de tomar la píldora del día después pusimos fin a una maravillosa tarde de follada para los dos aunque aún nos quedaba por disfrutar un poco más en la ducha que juntos nos dimos. Una vez ambos dentro de ella, bajo el agua comencé a acariciarla por detrás y a sobarle y comerle sus enormes tetas mientras introduje dos dedos en su coño y comencé a pajearla consiguiendo que de nuevo se corriese como una buena zorra. Ella, por su parte, quiso que yo también gozase y de nuevo me regaló una extraordinaria mamada que hizo que mis huevos quedasen del todo vacíos por una nueva corrida que ella se encargó de tragarse con la maestría propia de una grandiosa puta.
Tras salir de la ducha nos vestimos y, ya viendo la televisión, esperamos a que llegase Sara de la calle con los niños, lo que no tardó en ocurrir. Al vernos imaginó todo lo que había pasado entre su hermana y yo y noté en sus ojos un brillo especial, síntoma de que se estaba poniendo muy caliente y cachonda por la situación, invitándome a quedarme una noche más en su casa, a lo que no accedí, prometiéndole que nos veríamos nuevamente en breve. Tras despedirnos de Sara y los niños, Rocío y yo salimos del piso juntos aprovechando para volver a meternos mano y morrearnos en el ascensor con el compromiso por ambas partes de que volveríamos a repetir muy pronto, marchando cada uno a nuestra casa.
Por la noche, ya en mi cama y al encontrarme solo, volví a pajearme activamente recordando todo lo vivido con mis hijastras durante las últimas horas. Por la mañana, bien temprano, ambas hermanas me realizaron una videollamada grupal a través del móvil y juntos volvimos a corrernos mientras nos pajeábamos y nos mirábamos a través de la pantalla, corriéndonos nuevamente de gustazo y placer y coincidiendo los tres en que nos hubiese gustado mucho más hacerlo en directo, juntos. Antes de finalizar la videollamada Sara me propuso hacer un trío con ella y con su hermana cuanto antes a lo que accedí gustoso prometiéndoles que ese momento no tardaría en llegar.