Cuando volví de la comida con los amigotes que hacemos una vez al año eran casi las doce de la noche, mi mujer estaba viendo una película, yo había bebido de más, aunque no iba borracho ni mucho menos, así que estuvimos hablando dos minutos y le dije.

-Te dejo ver la peli, voy a ducharme y ya me acuesto.

-Vale.

Sobre las 4 de la madrugada sentí un gran malestar, me levanté para beber agua, pero de golpe me entraron nauseas, y empecé vomitar en el váter, intenté no hacer ruido, pero mi esposa me oyó.

-¿Qué te pasa?

-Buf… algo me ha sentado mal.

Seguí durante cinco minutos más, y aunque me costó, pude quedarme con el estómago limpio, cuando me metí de nuevo en la cama me preguntó

-¿Estás bien?

-Sí cariño.

-Mañana hablaremos.

Madre mía, aquello sonaba a amenaza, y de las buenas, a nuestros cincuenta y algunos años, y desde que nuestros hijos se habían medio independizado, estábamos viviendo una segunda luna de miel, que incluía disciplina por parte de ella.

Mi mujer siempre tuvo carácter y siempre fue la encargada de imponer disciplina en casa, tanto a mis hijos, como a mí mismo alguna vez que hacía alguna tontería, con el tiempo le conté que me excitaba mucho que me castigara como a un crío,aunque la verdad es que casi nunca lo hacía, pero ahora que nos habíamos quedados solos le estaba empezando a tomar el gusto, y mi culo era el que lo pagaba.

Yo me quedé pensando en su amenaza, pero el sueño me pudo y caí como un lirón.

Nos despertó un gran trueno sobre las 9 de la mañana, fuera había una tormenta de aúpa, y pronto la iba a haber también dentro, ella se levantó fue al baño, y empezó a abrir ventanas, dando por concluido el tiempo de dormir, la miré y pude verla con su salto de cama o camisón azul eléctrico de seda, pese a sus incipientes canas y su melena un poco desgreñada estaba preciosa, se colocó de pie junto a mi lado de la cama, cruzó los brazos, y con mucha calma pero muy seria me dijo.

-¿Que habíamos hablado tú y yo sobre el alcohol?

-De verdad te digo, que lo que me sentó mal, no fue el alcohol…

-¿Estamos todavía con esas? levántate!!!¿te crees que soy tonta?

-No cariño, de verdad que..

-¡¡¡He dicho que te levantes!!!

Entonces dando una pequeña patadita hacia delante con su pierna derecha se descalzó su zapatilla, yo ya sabía lo que me esperaba, así que me levanté rápido, cuando yo me levanté ella sentó en mi lado de la cama, con su zapatilla en la mano y se señaló su muslo, allí era donde me quería.

Nada más ponerme sobre su regazo me bajó de un tirón el calzoncillo, y yo me estremecí tanto por el trueno que volvió a sonar como por lo que se me vino encima, el primer zapatillazo sobre mis nalgas desnudas fue otro trueno.

Desde mi posición sobre sus rodillas, podía ver el pie derecho de mi esposa desnudo y el otro calzado sobre la confortable zapatilla, era negra, muy elegante, abierta por detrás con una tira aleopardada en el empeine delantero que le daba un aspecto glamouroso.

Noté desde el primer zapatillazo, que me estaba dando con ganas, con muchas ganas; desde que nuestro hijos se fueron independizando, ella empezó poco a poco a ser mi Ama, yo le había confesado años atrás mis deseos de ser castigado como un niño con unos buenos azotes, y si eran con zapatilla mejor,al principio no me hizo mucho caso, y sólo me daba algún azote esporádicamente, pero desde que los chicos abandonaron el nido, y nos dejaron solos, las zurras empezaron a abundar, y me dejó claras dos cosas, que no me iba a permitir ni excusas ni mentiras, y que en casa se iban a hacer como ella dijera y cuando ella dijera, y sino, que me atuviera a las consecuencias.

-La próxima vez que intentes ponerme una excusa o intentes mentirme saco la vara, ¿está claro?

-Si cariño mío.

-PLASSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSSS PLASSSSSSSSS PLASSSSSSSSS PLASSSSSSSSS PLASSSSSSSSSSS

Después de esa última advertencia amenaza, siguió otra salva de durísimos zapatillazos, aquella suela de goma negra y dura se me estaba clavando en el alma, culo y muslos fueron azotados a conciencia, estaba siendo una señora paliza.

Por fin cesó aquel infierno y dejé de revolverme sobre su regazo, ella dejó caer a la tarima su zapatilla, que sonó como un cañonazo PLOOOOMB

-Voy al baño, baja y empieza a hacerme el desayuno… ah y no me dejes la tostada poco hecha.

-Sí amor mío.

Me puse el pijama y me bajé hasta la cocina a prepararle su desayuno, café cortado, zumo y tostada de tomate. Cuando bajó, estaba todo servido y recién hecho, se había puesto sobre el camisón una bata que le llegaba por las rodillas, no era muy abrigada, pero tampoco muy fresca, le abrigaba lo justo.

Se sentó y cuando la miré supe lo que tenía que hacer, así que me arrodillé entre sus piernas y le busqué su coño, ella acomodó su silla a la distancia de la mesa y abrió un poco más las piernas, yo ya sabía que le gusta llegar al orgasmo justo cuando acaba el desayuno.

Me amorré y empecé a lamer, con ganas, degustando cada pelo, cada pliegue, lamía y besaba a partes iguales, pero con calma, tardaba sobre 8 minutos, lo tenía calculado, así que cuando intuí que ya empezaba a beber el zumo, aceleré mis movimientos, la verdad es que estaba a punto de caramelo, metí la lengua hasta donde pude, y acto seguido me aprisionó la cabeza con sus muslos, tuvo su merecido orgasmo y se relajó, pese a ello la seguí lamiendo hasta dejarla bien limpia, y sólo entonces saqué la cabeza de debajo del camisón.

Me miró me puso la mano en la cabeza y con un gesto me pidió un beso, fue un beso pastoso y dulce, me encantó esa es la verdad, tanto que me bajé a seguir besándole, pero ahora las zapatillas, adoraba posar mis labios en esa felpa aterciopelada mientras ella movía sus dedos por dentro.

Fue un beso largo, tanto que ella puso su otra zapatilla encima de mi cabeza, de esa forma estaba más cómoda y también simbolizaba su posición y su poder sobre mí, mientras yo le besaba una zapatilla, ella con la otra me pisaba el cuello, todo esto tras comerle el coño y tras darme una buena paliza, si no era mi Ama, se le parecía mucho.

-Venga desayuna, que ahora nos vamos de compras.

-Cariño… ¿ de compras?

Entonces de una ligera patadita se volvió a sacar su zapatilla derecha, y me preguntó

-¿Algún problema?

-No, no, ninguno.

-Pues hala.