En un cine XXX

Desde que nos casamos las fantasías eróticas en las que metíamos a terceras personas en nuestra vida sexual, fueron una constante, al principio, eran eso, fantasías, pero pronto me di cuenta de que mi marido quería más, mucho más. Me resistí lo que pude porque pensaba que todo eso podía afectar negativamente a nuestro matrimonio, pero, poco a poco, ante su insistencia, casi sin darme cuenta, fui haciendo más y más concesiones, animada además porque me daba cuenta de que en lugar de perjudicar a nuestro matrimonio todo aquello ayudaba y mucho a nuestra actividad sexual.

Ya de novios, y después de haberme confesado lo mucho que le gustaba que me vieran, descubría con frecuencia «mis encantos» y dejaba que los vecinos de asiento en el cine disfrutaran de su vista, aunque por aquel entonces, yo tenía un miedo atroz a que alguno de aquellos «mirones» se atreviera a tocar, aquello que veía, pero no sucedió nada, solo que me veían y que los dos nos excitábamos permitiéndolo.

Pero ya casados, fantaseábamos con que se atrevían y yo lo permitía, llego un momento en que era muy descarada mostrando mis encantos, ante la insistencia de mi marido para ver si «me metían mano» y yo le decía, que más ya no podía hacer, que solo faltaba que le cogiera la mano y se la llevara a mi sexo…..y era cierto.

Estando de viaje con mi marido, vimos una sala XXX y me dijo de entrar para ver si allí sucedía, me convenció para ir porque estábamos en otra ciudad, bastante distante de la que vivíamos, allí no nos conocía nadie, además era una forma de que se convenciera de que era dificilísimo que pasara aquella fantasía en un cine estando el a mi lado.

De todas formas, estaba nerviosa, muy nerviosa, sabía que mi marido buscaba situaciones morbosas, pero realmente yo no sabía si quería que esas situaciones morbosas se convirtieran en realidad o no, aunque estaba dispuesta a permitirlas si surgían.

Las luces estaban encendidas cuando entramos, se accedía por la parte de la pantalla, nos sentamos al medio de una fila, había muy poca gente, casi toda hombres, solo otra pareja estaba dentro del cine, todos los hombre me había repasado de arriba abajo con su mirada, durante el trayecto hasta donde nos sentamos. Mi marido me pregunto si me había dado cuenta de cómo me estaban mirando, eche un vistazo y me di cuenta de que todos estaban pendientes de mí, el me pidió que cruzara las piernas y las dejara todo lo que pudiera al descubierto y lo hice.

Se apago la luz, vi que había movimientos de alguno de aquellos hombres, se estaban acercando hacia donde estábamos nosotros, no se acercaron de golpe, pero cada vez eran más atrevidos sus movimientos. Le tenía cogida la mano a mi marido, el por lo visto noto lo tensionada que estaba, e intento tranquilizarme.

Note que alguien se sentaba detrás de nosotros, de repente, note un roce en mi pelo y pase la mano por él, luego note que me rozaban en el cuello y me estremecí, fue como un calambrazo que recorría todo mi cuerpo especialmente mi sexo. La caricia en el cuello continuaba, ahora no había ninguna duda, toda yo estaba excitadísima, él no tenía prisa, al menos así me lo pareció.

Después de un momento, la mano se posó en mi brazo, el brazo contrario a donde estaba mi marido, fue avanzando muy poco a poco hasta empezar a tocar mi pecho por encima de la ropa, le quite la mano sin brusquedad y me incline hacia mi marido, sabía que quien me estaba tocando me oía cuando le susurre a mi marido «ya me está tocando».

Mi marido me sonrió y miro hacia atrás sin borrar la sonrisa de su rostro, me pareció que le guiñaba un ojo, el caso es que la mano volvió a mi pecho y ya no la quite, me acariciaba suavemente por encima de la ropa, contorneaba todo el pecho subiendo y bajando, empezó a oprimirlo suavemente imagino que, comprobando la dureza, los pezones estaban a punto de estallar de lo erguidos que estaban.

La verdad es que yo estaba deseando desde el primer momento que metiera la mano por dentro, pero el continuaba acariciando por arriba de la ropa y solo un pecho, luego empezó a buscar el escote, solo un dedo y cuanto apenas, me tocaba la carne del pecho, lo movía de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, no era nada, pero a mí me producía la misma sensación que cuando éramos novios y me hacía mis primeras caricias, estaba empapadísima.

Puse mi mano sobre la de él, con la intención de dirigirla, quería que me tocara los pechos bien tocados, por dentro, pero el me la aparto con suavidad y siguió a su ritmo, ahora ya había llegado al pezón y se entretenía con gran placer para mí en él, mire a mi marido, él estaba girado hacia nosotros y no se perdía detalle, mire a mi alrededor….casi todos se habían acercado hacia nosotros y yo no me había dado ni cuenta.

En cuanto tuvo todo el pecho recorrido y bien masajeado, metió la otra mano y empezó a acariciar el otro, desde luego sin ninguna oposición por mi parte, me gustaba, vaya si me gustaba, miré a mi marido y le hice ver lo a gusto que estaba mordiéndome el labio, el me señalo su pene, mejor dicho, el bulto que marcaba su pene dentro del pantalón ¡¡¡ estaba empalmadísimo !!!

El que estaba detrás, seguía a su ritmo y note como me quería bajar los tirantes del vestido, pensé en oponerme, pero para que, tal y como me sentía, iba a ser incapaz de oponerme de verdad a cualquier cosa que quisiera hacerme, primero un tirante, luego el otro se deslizaron por mi brazo y como me molestaban, yo misma ayude sacando los brazos, así es que cuando al momento metió la mano y cogió los pechos, la parte superior del vestido se deslizo hacia abajo y se quedó en la cintura, dejando el sujetador totalmente a la vista.

Mi marido metió la mano por mi espalda y lo desabrocho, luego lo cogió y se lo guardo en el bolsillo y allí quede desnuda de la parte superior con todos los pechos al aire a la vista de todos aquellos hombres y sin ninguna vergüenza por ello, el que me estaba tocando, entretanto, se había pasado a mi lado.

Se metió el pezón en la boca y lo empezó a succionar, mientras había metido la mano por debajo de la falda y me estaba acariciando la pierna, desde luego no había oposición por mi parte y el siguió avanzando poco a poco, subiendo hacia mi sexo, sin prisas, cuando llego a él, noté como lo acariciaba por encima de mi braga y abrí las piernas para facilitarle la tarea, ya estaba a punto de correrme.

Me volvió a pasar como con los pechos, deseaba que me tocara directamente, pero el continuaba avanzando muy poco a poco, pero eso sí…dándome un placer enorme, separo la braguita y empezó a introducir los dedos, mis piernas abiertas le facilitaban el acceso, me estuvo acariciando todo el sexo, sin dejar ni un rinconcito antes de decidirse a introducir un dedo, luego introdujo un segundo, inclusive un tercero.

Yo estaba ardiendo, y me contorsionaba buscando una mayor penetración, una penetración más profunda, el no dejaba de mover sus dedos hacia dentro y hacia fuera y consiguió que me corriera, cosa que nunca me había sucedido con una manipulación así, ni cuando la hacía yo, ni cuando me lo hacia mi marido.

No fue una corrida rápida, fue profunda, muy profunda, apenas podía contener mis quejidos, y cuando empezaba a bajar el placer, se combinaba con una nueva subida, estuvimos así largo rato, corriéndome y volviéndome a correr, explotando una y otra vez, llego un momento que ya no pude más, aparte de que la película me pareció que se estaba acabando y se lo dije.

El dejo de acariciarme en cuanto se lo dije, al dejar de correrme, me entro una vergüenza enorme, pues me di cuenta de que todos estaban pendientes de mí, le dije a mi marido que nos marcháramos, el me pregunto que si quería que lo invitáramos al hotel, le dije que no, que de ninguna manera, aunque en realidad si estaba deseando que lo hiciera, aunque por otra parte quería tener una conversación muy larga con el antes de aceptar más cosas y mi marido me susurro entonces que no lo dejara así, que le sacara la leche…

Pensé que tenía razón y a pesar de la vergüenza que sentía, alargué la mano y la introduje por su bragueta, él estaba empalmadísimo, conseguí sacarles el pene a duras penas, mi cabeza me daba vueltas como me sucedía siempre después de una buena sesión de sexo, quería acabar pronto y mientras movía mi mano hacia arriba y hacia abajo con suavidad, pensé en «darle una mamada», para acabar antes, pero no tuve ocasión, exploto en mi mano, me la lleno toda con «su leche».

Me dio su pañuelo y me limpie, cuando se lo devolví, me gire hacia mi marido y mientras recomponía mi aspecto, poniéndome las bragas en su sitio y guardando mis pechos, le pedí que nos marcháramos, al salir entramos en los lavabos y me puse el sujetador y me arregle un poco mas ya más tranquila.

Fuimos directamente al hotel, nos metimos en la habitación sin dilación y tuvimos una sesión de sexo increíble, pocas veces habíamos tenido una sesión parecida, posiblemente porque los dos estábamos excitadísimos. ¡Otra vez me paso como en el cine, subía y bajaba la excitación, pero no paraba de correrme, estallando una y otra vez, llegando al clímax y volviendo a llegar, cuando mi marido exploto, casi lo agradecí…no podía más !!!

Nos dimos una ducha y bajamos a tomar una copa, por primera vez en mucho tiempo me dejo tranquila y no me pidió que enseñara, pensé que lo había dejado satisfecho para algún tiempo, pero luego en cuanto cenamos, me pidió que nos subiéramos, una vez metidos en la cama y mientras nos fumábamos un cigarrillo, me empezó a hacer preguntas sobre lo que había sucedido y sobre lo que yo había sentido.

No tardo en «buscarme» otra vez, me extraño, cuando no debería haberme extrañado pues yo también deseaba volver a disfrutar del sexo, y otra vez fue una gozada, otra vez se volvieron a entrelazarse en oleadas muy intensas las distintas corridas que volví a tener, estuve a punto de desmayarme varias veces, cuando el estallo, no tuve ganas de moverme y me quede dormida con la cabeza sobre su pecho.

Apenas despuntaba el día cuando él me volvió a despertar, se deslizo hacia abajo mientras me besaba, me di cuenta de lo que pretendía y recordé que todos sus efluvios estaban dentro de mí, salte de la cama corriendo para ir al cuarto de baño pues me daba asco el pensar que me pudiera besar «ahí», así tan sucio.

Ya en la cama otra vez, él recorrió todo mi cuerpo con sus manos y su boca y rápidamente me tuvo más que dispuesta a recibirle, fue una penetración mucho más suave, más tranquila, pero no por ella menos placentera, mi cuerpo por lo visto está muy sensible y alcanzaba rápidamente el clímax, cuando estalle por tercera vez, note que me estaba irritando y se lo dije.

Paro de inmediato, pero dejándolo al descubierto, todo «empalmado» me dijo sonriendo…a ver que puedes hacer por él, al principio no le entendí, pero fue un momento, lo introduje en mi boca y empecé a comérselo, al momento me paro, señalo un espejo que teníamos a mi espalda y me dijo, sabes, te estoy imaginando así, con un desconocido detrás que la tenga bien metida dentro de ti.

No dije nada, solo continue, pero separando mis rodillas para que pudiera verme bien, así toda abiertecita, mientras pensaba en lo que había dicho….y en lo bueno que tenía que estar, si el tocarme solo en el cine me había hecho sentir así, mientras él no paraba de decir, que mamada, que mamada.

Le hice una mamada larga, parando cada vez que creía que se iba a correr, le oía gemir, le oía disfrutar y me gustaba verlo así….mientras pensaba en lo que había pasado y en que ahora él ya no iba a parar hasta conseguir verme en brazos de otro, pero ahora sabia también lo mucho que disfrutaría yo cuando sucediera y casi deseaba que sucediera ya.

Sin embargo, cuando me dijo de ir a buscarlo al día siguiente, le dije que no, que no sabía si en un futuro lo aceptaría, pero que quería dejar pasar el tiempo y analizar nuestros sentimientos y nuestras reacciones, procurando en todo momento ser muy sinceros el uno con el otro.

Bien, aquí lo dejo, ya os contare más adelante como continuo.